¿La vida que estoy invitando a vivir, es la vida que yo estoy viviendo?
No tenemos que buscar muy lejos para encontrar que las iglesias están llenas de personas que están tan deprimidas, angustiadas, preocupadas, ajoradas, desconsoladas como aquellas personas que no tienen a Cristo en sus corazones. Jesús no nos enseñó eso, él invitó a vivir la vida como él la vivió en la tierra. Él invitó a vivir una vida llena de amor, gozo, y paz. Es necesario que nosotros seamos transformados por el poder de Dios para vivir vidas como el Señor quiere que las vivamos. Un hombre dijo en una ocasión, “para que la iglesia lleve a cabo plenamente lo que Dios ha destinado para ella, tiene que tomar la necesidad de transformación tan en serio como los movimientos revolucionarios modernos.” A través del Nuevo Testamento los escritores del mismo sabían cuan importante era el que los Cristianos fueran transformados por Dios continuamente. A veces nos conformamos con lo que somos y pensamos que Dios no va a cambiar nuestra forma de ser, nuestro carácter, nuestra forma de hablar, nuestra forma de amar, nuestra forma de relacionarnos con nuestras parejas, esposos(as), hijos, padres, vecinos, etc. Hay una palabra que estaba en la mente de los escritores del N.T. y es la palabra transformación. En Romanos 12:2, “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.” (NVI) En Gálatas 4:19 dice, “Queridos hijos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto hasta que Cristo sea formado en ustedes.” (NVI) En 2 Corintios 3:18, ”...estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu.” (LBLA) La palabra transformados en Griego es la palabra metamorfow.
Había un hombre llamado “Juan” que llevaba más de 50 años en la iglesia pero siempre estaba serio, con cara larga. (Experiencia del diácono.) Este hombre no estaba cambiando, era un gruñón con su esposa, con sus hijos, no tenía gozo, no era amoroso, no tenía vida en su ser.
Hay personas en la iglesia que hacen lo mínimo para ir al cielo, pero no gozan de la vida que Cristo vino a dar. La transformación en nuestras vidas como Cristianos debe ser una visible y tangible por las demás personas. En la iglesia esperamos que personas que llevan años hagan lo que se les pide como Cristianos, asistan a los cultos regularmente, acepten la doctrina que se enseña, sepan versos de la Biblia, eviten algunos pecados, diezmen, hagan el trabajo que se les pide. Ahora, hay algo que no esperamos de estas personas, de estos hermanos, y es que día tras día, semana tras semana, mes tras mes, Cristo sea formado en ellos. Llegamos a un punto como Creyentes que nos conformamos, nos acostumbramos a ser como somos y que no vamos a cambiar más. Decimos, “es que yo soy así.” No esperamos que gradualmente la Palabra de Dios nos haga una persona amorosa, comprensiva, misericordiosa, comunicativa, gozosa, compasiva. Las personas no esperan transformación en sus vidas.
Hay dos cosas que ocurren cuando no esperamos cambios, transformación en nuestras vidas:
1. Darse por vencido
Cuando las personas no ven cambios en sus vidas con el pasar del tiempo se frustran y se dan por vencido.
Carta escrita por un líder de una iglesia publicada en una revista nacional cuando él cumplió cincuenta (50) años.
“Una suposición en particular me ha perseguido durante mi vida como Cristiano, la suposición de una vida cambiada. Yo fui enseñado que si yo era Cristiano, la gente vería una marcada diferencia en mi vida. Yo fui enseñado que mientras más cerca de Dios yo esté, más espiritual iba a ser, y mayor y más visible esta diferencia iba a ser. Yo siempre había creído que había una señal visible de la realidad invisible de conversión. Yo creí que el Cristianismo cambiaba por fuera, no sólo por dentro. Yo no creo eso más.”
Este hombre estaba diciendo que no veía cambio en los demás Cristianos, ni en su vida tampoco.
Yo creo con todo mi corazón lo que dice la Biblia en 2 Corintios 5:17, “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”
Yo creo que no hay mayor milagro como el ver una persona transformada por Dios, una persona llena de gozo, paz, mansedumbre, etc.
Pero si las personas no ven ésto, se dan por vencido.
2. Falsa Transformación (Seudo-transformación)
Cuando los Creyentes no experimentan cambios en su vida, transan por lo que se llama seudo-transformación.
James Duhn – Escribió un comentario sobre el libro de Romanos. El se dio cuenta que la mayoría de los escritos de los Rabinos durante el tiempo de Pablo estaban dirigidos a tres cosas:
1. La circuncisión
2. Leyes sobre las dietas
3. Guardar el sábado
Este hombre habla sobre lo que los sociólogos llaman marcadores de identidad o de límites. Los sociólogos dicen que todos los grupos tienden a ser exclusivos en mayor o menor grado. Todos los grupos quieren saber quien está dentro del grupo y quien está fuera del grupo. Así que se establecen los marcadores de límites para establecer quien está dentro y quien está fuera.
Un marcador de límite es una práctica bien visible y relativamente superficial dentro del grupo. Puede ser el vocabulario, la forma de vestir, cosas que se hacen, cosas que no se hacen, etc.
(Ej. Judíos ortodoxos = vestidos de negro, con trenzas, no comen carne. Falda larga, pelo largo, sin maquillaje = pentecostal)
¿Por qué la mayoría de los escritos en el primer siglo eran con relación a la circuncisión, leyes sobre las dietas, y sobre guardar el sábado?
Esos eran los marcadores de límites.
Cuando Jesús aparece en escena el trata de forma diferente con las personas. Establece que son hijos de Dios aquellos que están fundamentados sobre el amor. Jesús no va a los límites, él va al centro del asunto para establecer, ¿quién es hijo de Dios? Cuando le hablan de los mandamientos, él va a la raíz misma, “Amarás el Señor tu Dios con todo tu corazón, toda tu alma, con toda tu mente, con toda tus fuerzas.” Ese era el corazón de la ley.
Así es como sabemos quién es hijo de Dios, si ama.
Pablo dice lo mismo en 1 Corintios 13 cuando dice que se pueden llevar a cabo muchos marcadores de límites, pero si no se ama, de nada nos sirve.
Juan dice lo mismo en 1 Juan 4:7, “Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce.”
Cuando las personas no ven una transformación real en sus vidas, y en los demás, entonces empiezan a concentrarse en los marcadores de límites para hacer ver la falsa transformación, o diferencia con los demás en sus vidas.
Experiencia de hermano que le dice a un pastor que tiene una iglesia mundana. El pastor le pregunta, ¿Qué usted entiende por mundana? Bueno, usted usa música del mundo, le dice el hermano, usted hace dramas en la iglesia, y el mundo es el que hace dramas. Así que, ¿cuál es la diferencia entre ustedes y el mundo? Todo el mundo sabe que los Cristianos deben ser diferentes amando más, estando más gozosos, siendo más compasivos. Y todo el mundo sabe que esto no es así, por lo tanto, ¿no tenemos que hacer algo para ser diferentes? (En otras palabras, si no podemos ser santos, entonces debemos actuar como locos.)
Esto mismo es lo que hacían los fariseos con el pueblo. Es por eso que hay muchos que no quieren saber nada del evangelio, porque los líderes han puesto cargas sobre los demás, mientras que ellos mismos no las llevan.
Como no permiten ser transformados realmente, utilizan los marcadores de límites para manipular a los demás.
Jesús nos ha dado vida transformadora para que la imagen de Cristo se vaya haciendo más real y más visible ante los ojos de aquellos que no creen. El cambio tiene que venir de adentro hacia afuera. Efesios 4:12-13, “...a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo; con el fin de perfeccionar a los santos en la obra del ministerio, para edificación del cuerpo del Cristo; hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo...”
La pregunta que viene es, ¿cómo yo puedo ser transformado? Yo creo que la mayoría de los hermanos quieren ser transformados realmente, pero no saben cómo hacerlo.
En Romanos 12:2 el mandato de Pablo, “ser transformados” es imperativo, pero a la vez en voz pasiva. Esto quiere decir que alguien nos transforma, nosotros no podemos transformarnos, tiene que ser Dios el que nos transforme por medio de Su Palabra.
Pero esta transformación no se da por acto de magia, tiene que ser un proceso a través del cual nuestra vida se hace más como la de Jesús.
En 1 Corintios 9:24-25 Pablo hace una analogía en la cual establece que el que compite tiene que hacerlo de tal forma que gane el premio. Los atletas se entrenan para ganar.
Hay una diferencia entre entrenar para lograr algo y tratar de hacer algo.
¿Cuántos, tan pronto se levanten mañana, pueden correr un maratón?
¿Cuántos, tan pronto se levanten mañana, pueden correr un maratón si tratan con todas sus fuerzas?
Yo sé que algunos de nosotros podríamos eventualmente correr un maratón y llegar a la meta. ¿Qué haría falta para hacerlo? ENTRENAR.
¿Qué quiere decir entrenar? Envolverte en actividades que te van a capacitar para hacer aquellas cosas que no podrías hacer por esfuerzo propio.
Si queremos ser transformados por Dios, necesitamos envolvernos en aquellas cosas que nos van a capacitar para poder ser cambiados.
El ser humano por naturaleza sobreestima el poder de tratar, y subestima el poder de entrenar.
Queremos lograr muchas cosas en Dios, pero no nos sometemos a su entrenamiento en la Palabra para lograrlas.
Transformación física requiere de entrenamiento, así mismo, transformación espiritual requiere de entrenamiento.
Pablo le dice a Timoteo, “entrénate en la piedad.” 1 Timoteo 4:7
Jesús dice en Lucas 6:40, “El discípulo no está por encima de su maestro, pero todo el que haya completado su entrenamiento a lo sumo llega al nivel de su maestro.”
La vida del discípulo es entrenar para ser como su Señor, no es tratar, es entrenar.
Muchos Creyentes se frustran cuando hablamos de transformación porque todo lo que han hecho es tratar, pero la Biblia nos dice que debemos entrenar. ¿Cómo?
1. Orando
2. Leyendo la Biblia
Utilizando la Palabra de Dios para que cuando se presenten los ejercicios para entrenar, podamos salir airosos.
Hubo un maestro que dijo en una ocasión, “Si tu quieres que Dios te cambie para ser más paciente, entonces práctica yéndote por donde hay tapón todo un mes. Deja que las personas pasen frente a ti en una fila, por último, cuando comas, mastica.”
No es tratar de ser como Jesús, es entrenar para ser como Jesús. El entrenamiento lo hacemos nosotros, la transformación la hace Dios con su Palabra.
Utiliza las situaciones en tu vida para entrenar y ser como Jesús.
Somos nosotros los que podemos testificar al mundo que una persona mayor puede dejar de ser cascarrabias, somos nosotros los que podemos enseñarle al mundo que se puede amar incondicionalmente, somos nosotros los que podemos demostrar la VIDA extraordinaria que Cristo nos ha regalado para ser victoriosos en ÉL.