Summary: Este es el 6to sermón de una serie que habla de las seis disciplinas bíblicas de un discípulo de Cristo.

COMPAÑERISMO CON LOS CREYENTES II

INTRODUCCIÓN

En esta mañana queremos terminar de hablar de la 4ta disciplina de un discípulo de Cristo - TENER COMPAÑERISMO CON OTROS CREYENTES.

El pasado domingo hablamos del amar a nuestros enemigos y vecinos, y hoy quisiéramos hablar del amar a nuestros hermanos y hermanas en el Señor.

En el N.T. se nos exhorta a:

* “tener paz los unos con los otros.”

* “amarnos unos a otros.”

* “honrarnos unos a otros.”

* “vivir en armonía los unos con los

otros.

* “aceptarnos unos a otros.”

* “instruirnos unos a otros.”

* “servirnos unos a otros.”

* “llevar las cargas unos de los

otros.”

Hay gran urgencia en nuestros días, de que como discípulos de Jesús nos relacionemos própiamente con otros creyentes.

(Heb. 10:24-25)

ILL Un hombre había dejado de ir a la iglesia por varias semanas. El pastor había llamado varias veces para ver donde estaba, pero el hombre

trataba de ignorarlo.

Finálmente, un día frío de invierno, el pastor fué a visitarle. El hombre estaba sentado al frente de la chimenea, y le dió la bienvenida tratando de controlar la conversación.

El ministro no dijo mucho. Simplemente caminó hasta la chimenea, y apartó a uno de los troncos de la llama y se sentó. Estuvieron en silencio por mucho tiempo, observando el fuego. Y mientras velaban al tronco que estaba solo, su fuego comenzó a apagarse.

El hombre le dijo al pastor, "OK, estaré el próximo domingo."

Compañerismo con otros creyentes es necesario; te permite demostrar amor a otros, y le permite a otros demostrar amor a tí. El individualismo y el aislamiento no son de Cristo. El trae a Sus seguidores juntos como una familia y provee el lugar ideal para que crezcas.

Alguien que profesa ser cristiano pero no tiene compañerismo regular con Su Iglesia, está ignorando la Palabra de Dios y viviendo fuera de Su voluntad. Está tan imcompleto como un BK que se queda sin carne.

Una lámpara desconectada de su enchufe no alumbra. Y según nos amamos unos a otros y permanecemos conectados a otros en compañerismo, recibimos la fortaleza que necesitamos.

ILL Hay una leyenda de una villa al sur de Europa que se enorgullecía de una iglesia llamada “La Casa de las Muchas Lámparas”. Cuando fué construída en el siglo 16, el arquitecto no puso ninguna luz, excepto un receptáculo al lado de cada silla para conectar una lámpara.

Cada domingo en la noche, según la gente se juntaba, cada miembro traía su lámpara y la conectaba al receptáculo al lado de su asiento. Cuando alguien faltaba, su lugar estaba oscuro; y si muchos faltaban, la oscuridad aumentaba. Era la presencia regular de cada persona que alumbraba aquella iglesia. Lo mismo es verdad en Templo Emanuel.

Hermano o hermana, usted me necesita a mí. Pero aún más, yo lo necesito a usted. Y si vamos a ser verdaderos discípulos de Cristo, necesitamos congregarnos y estar juntos de una manera regular. Es triste, que ha algunos solo los vemos los domingos en la mañana. Anhelamos, anhelo, compartir más con usted. (Sal. 133:1-3)

Dios nos ha creado de manera que si un miembro experimenta enfermedad, pérdida o flaquea en su vida espiritual, todo el Cuerpo sufre. Esto, créalo o no es una bendición. (buscar pasaje)

ILL Uno de los mejores momentos en las olimpiadas de Sydney Australia, fué cuando Eric “El Nadador” Moussambani de África nadó en la carrera calificadora de los 100 metros libres.

El joven africano acababa de aprender a nadar en enero; había practicado solo en una alberca o piscina de 20 metros, y nunca había competido por más de 50.

Cuando los otros 2 nadadores en su carrera fueron desqualificados por salidas falsas, Moussambani se vió forzado a nadar solo. Nunca puso su cabeza debajo de la superficie, y luchó fuértemente para mantenerse a flote. Con 10 metros para tocar la pared, casi paró. Algunos pensaron que se iba a ahogar. Y aunque su tiempo era más de un minuto de lo que se necesitaba para cualificar, todo el público en el centro aquático se pusó en pie y lo animó.

Después de lo que pareció una eternidad, llegó a la pared y se sostuvo de ella como su vida dependiera de ello. Cuando recuperó su aliento y compostura, dijo por medio de un traductor, “Quiero enviarle besos y abrazos al público. Fué su ánimo el que me hizo continuar.”

Como cristianos, tenemos una sección de ánimo, exhortándonos cuando estamos cansados y llamándonos a hacer mejor cuando nos sentimos que no podemos mejorar más. Somos parte de algo mucho más profundo y rico de lo que pensamos. Somos parte de la familia de Dios.

OREMOS

LLAMADO A SALVACIÓN