Hace más que setenta años tuvo lugar una entrevista fascinante entre el Señor Charles Schwab, entonces presidente de la Compañía Bethlehem Steel, y Ivy Lee, un consejero de dirección autodidacta. Lee era un hombre agresivo, seguro de sí mismo que con perseverancia había conseguido la entrevista con el señor Schwab, quien no estaba menos seguro de sí mismo, ya que era uno de los hombres más poderosos del mundo. Durante la conversación, el señor Lee afirmó que si la dirección de Bethlehem Steel seguía su consejo, las operaciones de la compañía aumentarían sus beneficios.
Schwab respondió: “Si usted nos puede mostrar la manera de conseguir hacer más cosas, será para mí un placer escuchar; y si funciona, le pagaré lo que pida dentro de lo razonable.”
Entonces, Lee dio a Schwab una hoja de papel en blanco y dijo: “Escriba las cosas más importantes que ha de hacer mañana.”
El Señor Schwab lo hizo.
“Ahora”, continuó Lee, “numérelas en orden de importancia.”
Schwab lo hizo.
“Mañana por la mañana empiece con el número uno, después siga con el número dos y así sucesivamente... No se preocupe si no ha completado todo al final del día. Al menos habrá completado los proyectos más importantes. Haga esto cada día. Después de que esté usted convencido del valor de este sistema, haga que sus hombres lo prueben. Pruébelo tanto tiempo como quiera, y entonces, envíeme su cheque por lo que crea que vale el consejo.”
Los dos hombres se dieron la mano y Lee abandonó la oficina del presidente. Pocas semanas después, Charles Schwab envió a Ivy Lee un cheque por 25.000 dólares. ¡Una cifra astronómica para la década de los treinta! Dijo que era la lección más provechosa que había aprendido en su larga carrera en los negocios.
En el mundo frío y duro de los negocios hay pocas cosas tan importantes para el éxito como saber establecer las prioridades y vivir de acuerdo con ellas. Esto no es menos importante en la vida espiritual. Esta mañana vamos a hablar de nuestras prioridades y vamos a ver que según Jesús, hay una sola cosa necesaria y que él quiere que vivamos en ella. Entonces, veamos qué es esa cosa necesaria leyendo el texto para esta mañana que se encuentra en San Lucas el capítulo 10...
I. Qué es esa cosa
En la película “City Slickers”, Billy Crystal protagoniza a un hombre completamente desilusionado con su vida. Y por consecuencia, sus amigos lo llevan a una aventura en un rancho de ganado para “encontrarse a sí mismo”. Allí en el rancho conoce al jefe, a un verdadero vaquero fuerte, sencillo, y de pocas palabras. Durante su aventura, el jefe le dice a Billy Crystal que para encontrar la felicidad es necesaria una sola cosa, pero se muere antes de decirle que era esa cosa necesaria.
Aquí en el texto para esta mañana, Cristo nos dice que hay una sola cosa necesaria. Pero, no nos dice directamente qué es esa cosa. Sin embargo, viendo bien la historia aquí en el texto, creo que la vamos a poder averiguar.
Una mujer llamada Marta invitó a nuestro Señor Jesucristo a comer en su casa. Pero, mientras que ella hacía todos los preparativos, su hermana María se sentó a los pies de Jesucristo para, como dice el texto, “[oír] su palabra”. He ahí la sola cosa necesaria. María escogió escuchar la Palabra de Dios, es decir, que la Palabra de Dios es esa sola cosa necesaria...
Pero, ¿por qué es la Palabra de Dios tan necesaria? Primordialmente porque nos dice quiénes somos. En este mundo es poco común la persona que realmente se conoce a sí mismo. Porque para nosotros es realmente difícil vernos honestamente en el espejo. Existe un gran número de personas en este mundo que se creen mucho cuando realmente no lo son y otros que tienen muy bajo auto-estima, que tienen anorexia o bolemia, o sea, que tienen una imagen baja y torcida de sí mismo. Pero la Biblia nos ayuda a tener una imagen correcta de quiénes somos.
Al vernos en el espejo de la Palabra de Dios, lo primero que vemos es que somos gente con muy malas prioridades. Jesús dice que se debe buscar primeramente el reino de Dios, o sea, que Dios y su Palabra deben ser lo principal en nuestra vida. Pero en nuestra vida cotidiana, ¿qué lugar tiene Dios? Si las cosas que hacemos en el transcurso del día corresponden a lo que tiene prioridad en nuestra vida, ¿dónde está Dios? ¿Dedicas tiempo cada día para leer su Palabra? ¿Le agradeces cada mañana por el nuevo día que te ha dado, por tu familia, por tu casa, por tu trabajo? ¿Tienen devocionales familiares? ¿Aun habla tu familia acerca de Dios? ¿En tus conversaciones con los compañeros del trabajo, con tus amigos y con tus compañeros de clase, mencionas que Dios es importante para ti? Lamentablemente aun yo como pastor no puedo contestar muy bien esas preguntas. Somos gente de muy malas prioridades y por lo tanto merecemos el castigo de Dios.
Pero hay que ver muy bien ese espejo que es la Palabra de Dios, porque aunque somos pecadores feos, no hay necesidad de tener bajo auto-estima, porque Dios no nos ve así. No, en su Palabra nos da la seguridad de quiénes somos, o sea, que por medio de Jesucristo somos los hijos perfectos de Dios. Cristo vino a este mundo y guardó toda la ley de Dios en nuestro lugar, o sea, que él sí siempre mantuvo buenas prioridades. Dios y su Palabra siempre tenían el primer lugar en la vida de Jesús. Es por eso que siempre lo encontramos en el templo o en la sinagoga, entre la gente predicando las buenas nuevas del evangelio. Y por su muerte en la cruz, esa perfección cuenta por nosotros. Dios nos ve como perfectos porque nos ha dado la perfección de Jesucristo. Por eso la Palabra de Dios es tan necesaria, porque sencillamente nos enseña el camino al cielo, el camino quien es nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Pero si ya sabemos eso, ¿para qué siempre estar leyendo la Biblia? ¿Has pensado en eso? Si ya sabemos lo que hizo Jesús por nosotros, ¿por qué asistir a la iglesia y estudiar la Biblia? Pues yo digo que todavía es necesaria la Palabra de Dios por dos razones: primero porque ahora que queremos agradecer a Dios por la salvación que nos da, necesitamos una guía para decirnos cómo. Es que han existido personas por toda la historia las cuales pensaron que estaban sirviendo a Dios haciendo cosas horribles (como por ejemplo, la inquisición). Por naturaleza no sabemos exactamente que Dios quiere que hagamos en nuestra vida para agradecerle, y entonces, hay que estar en su Palabra, esa lámpara que nos enseña el camino correcto. Además, necesitamos esa Palabra porque nos alimenta espiritualmente, nos carga las pilas. Sin esa Palabra nos quedamos sin fuerza ante nuestros enemigos espirituales. Sin esa Palabra nos encontramos sin consuelo ante las tragedias de este mundo.
Entonces, hermanos, hay una sola cosa necesaria, que es la historia de nuestra salvación que se encuentra en la Biblia, porque nos enseña quiénes somos por naturaleza y quiénes somos por los méritos de Jesucristo. La Palabra de Dios es necesaria porque por medio de ella, el Espíritu Santo nos da y nos fortalece en la fe. La Palabra de Dios es la luz que nos enseña el camino al cielo quien es Jesús y después el camino por el cual Dios quiere que andemos para agradecerle. Como dice el salmo, “Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino.”
II. ¿Cómo se vive en esta cosa necesaria?
Pero ya que sabemos qué es esa sola cosa necesaria, ¿cómo la vamos a usar? ¿Cómo se vive en la cosa necesaria (o sea, en la Palabra de Dios)? Pues, vemos aquí en la historia de María y de Marta ¿verdad? Dice el texto que Marta “se preocupaba con muchos quehaceres.” Imagínense, Dios mismo te está visitando y queda mucho por hacer. La sala está desarreglada, la comida no está lista, la mesa está sucia, Dios está sentado en tu sala, y tu hermana rehúsa ayudarte. Fíjense que Marta no estaba mal en que quería dar a su Salvador una rica cena. Pero realmente es una cuestión de prioridades, porque otra vez, ¿qué es la cosa necesaria? Pues, vemos que María la escogió, ¿verdad? Se sentó a los pies de su Salvador para recibir de él esa cosa necesaria.
Y entonces les pregunto a los aquí presentes que llevan años en la iglesia, años sentados a los pies de Jesucristo escuchando su Palabra: actualmente, ¿cómo están sus prioridades? ¿Todavía tienen Dios y su Palabra prioridad en su vida? Cuidado, porque el diablo nos va a tentar a pensar que ya lo sabemos todo. Entonces, ¿para que seguir estudiando lo mismo? Nos va a tentar a sentarnos en frente de la televisión, en frente de la computadora, a quedarnos dormidos en nuestras camas, en vez de sentarnos a los pies de Jesucristo. Y fíjense que la misa y los estudios bíblicos aquí en la iglesia nos son las únicas oportunidades que tenemos para sentarnos a los pies de Jesucristo, sino cada vez que estudiamos la Palabra de Dios en el hogar nos sentamos a los pies de Jesucristo. Y entonces les animo, especialmente a los papás: que estudien la Palabra de Dios en su casa con sus hijos, leyéndoles historias bíblicas hasta a los más chiquitos. Hablen con sus hijos jóvenes del camino quien es Jesucristo y el camino por el cual él quiere que anden ellos. Ustedes tienen la responsabilidad de criar a sus hijos en la Palabra de Dios. No es la responsabilidad de los pastores ni la iglesia. Estamos aquí para ayudar, pero ustedes tienen la responsabilidad de sentar a sus hijos a los pies de Jesucristo.
Y bueno, a los aquí presentes que no llevan mucho tiempo aquí en la iglesia o los que nos están visitando por primera vez, les pregunto a ustedes también ¿cómo están sus prioridades? Pues, ya están sentados a los pies de Jesucristo. Pero mañana ¿qué? El martes ¿qué? Ha llegado el momento de cambiar sus prioridades. Un cambio de prioridades hizo una gran diferencia en la vida del negociante Charles Schwab, y yo les digo que un cambio en sus prioridades espirituales hará toda la diferencia en la vida suya.
Porque, hay una sola cosa necesaria. Esta Palabra sí nos enseña nuestros pecados y nuestra necesidad de un Salvador, pero también nos enseña a nuestro Salvador Jesucristo. Por medio de esta misma Palabra, Dios nos da y nos fortalece la fe. Entonces sigamos estudiando esta Palabra; sigamos a los pies de Jesucristo. Como dijo San Pablo al joven Timoteo, yo le digo a cada uno de ustedes, “Pero persiste tú en los que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.” Hermanos y hermanas, sigamos a los pies de Jesucristo todos los días de nuestra vida. Amén.