Hace casi que dos mil años, el imperio romano dominaba una gran parte del mundo, y entonces para juntar todo este imperio grande, los emperadores de Roma construyeron un sistema de carreteras pero bien intrincado. Y lo construyeron para que Roma fuera el centro del imperio, o sea, que todas las carreteras importantes llegaron a Roma. Y dado que Roma fue el centro de todo el imperio, los ciudadanos de la ciudad disfrutaban muchos privilegios especiales en cuanto a la ley. Además al estar en Roma estaban bien protegidos de todos los enemigos del imperio. Y, bueno, cuando un general regresó victorioso de la batalla—toda la ciudad fue para verlo y para gozar de la victoria y de sus privilegios de ser un ciudadano de Roma. Pues, hoy vamos a ver que nosotros tenemos una ciudadanía aún mejor que la de Roma, o sea, que nosotros somos el pueblo de Dios y ciudadanos del cielo. Por lo tanto disfrutamos los muchos privilegios de ser ciudadanos: como el pueblo de Dios nosotros tenemos gozo y como el pueblo de Dios nostros tenemos paz…
I. Tenemos gozo…
Pues Isaías escribió esta carta primeramente al pueblo de Judah, a una gente que tenía muchos problemas: que había visto cuando los asirios llevaron a los tribus del norte, sus primos, en cautividad. Y ya los asirios estaban amenazando a ellos. Y bueno, la nación de Judah estaba débil y entonces la gente vivía en un temor constante de sus enemigos. Además, el profeta Isaías les proclamaba que por causa de sus pecados los babilonios les iban a llevar en cautividad. A los fieles les parecía que Dios les había abandonado. Pero no era la verdad y entonces, Dios con estos versículos quería consolar a su pueblo…
Sí, Dios quería consolar a los que creían en él con el hecho que tenían un futuro glorioso. Dice el versículo 17,"Porque he aquí yo crearé nuevos cielos y nueva tierra, y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento." Dios les iba a librar de este mundo pecaminoso, hasta que no iba a ver ni una memoria de lo malo de este mundo. El versículo 19 nos dice que "nunca más oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor." Nunca más iba a ver lágrima ni dolor, tristeza ni sufrimiento. San Juan habla de esta misma cosa en el libro Apocalipsis. Dice, "Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron." Pues está hablando del cielo. Y vemos aquí en el texto para esta mañana el gozo y la alegría que les esperaba allá…
Pero bueno, nosotros, así como los de Judah, sufrimos mucho en este mundo pecaminoso ¿verdad? La vida está llena del sufrimiento, dolor y enfermidad. Tenemos que trabajar mucho. La escuela es difícil. Nos preocupamos por el ministerio. Nos preocupamos por nuestras familias. Y bueno, al ver la violencia en este mundo nos damos cuenta que la muerte siempre está cerca. Al ver todos estos problema, parece que Dios nos ha abandonado ¿verdad? Parece que no está controlando todo y que no nos protege muy bien…
Y entonces, estas palabras de Isaías se aplican a nosotros también. Dios quiere consolar a nosotros, su pueblo…Sí, nosotros, los que creemos en Jesucristo, somos el verdadero pueblo de Dios. Y entonces cuando Isaías habla aquí del pueblo de Dios y de Jerusalén, que era la capital de la nación de Israel, habla de nosotros. Nosotros somos los ciudadanos espirituales de Jerusalén. Versículo 18 está hablando de nosotros también al decir, "Porque he aquí yo traigo a Jerusalén alegría, y a su pueblo gozo." Pero nosotros somos más que ciudadanos, nosotros somos los hijos adoptados del Rey. Jesucristo con su muerte en la cruz, quitó nuestros pecados y nos da el derecho de ser hijos e hijas suyos. Y entonces, nosotros recibimos mucho, pero mucho más que los ciudadanos de Roma. Pues, somos hijos del rey—y entonces no hay duda que vamos a recibir nuestra herencia, que es el cielo. Y es por eso que se dice que somos santos triunfantes…Muchos al escuchar la palabra santo piensan en la iglesia católica que dice que habían unos cristianos especiales los cuales ganaron un lugar en el ciel y que ya debemos orar a ellos para pedirles ayuda…Pero la Biblia usa esta palabra en una manera diferente. Dado que la palabra literalmente quiere decir "apartado para Dios," todos los creyentes en el cielo y en la tierra somos santos y somos triunfantes por la victoria que nuestro Salvador Jesucristo ganó en la cruz.
Y entonces recibirémos todo lo que Dios nos promete aquí por la sola gracia de Dios. No tenemos que hacer nada, Dios ganó la victoria y nos da los beneficios gratuitamente. Pues, vemos uno de ellos aquí en el texto: tenemos gozo. Pues, ¿se acuerdan cuando ganaron los empacadores el Superbowl? ¿Recuerdan la celebración? La gente bailando en las calles, gritando y cantando. No es nada en comparación con la celebración que tendrémos en el cielo, con la celebración que tendrémos cuando Cristo regresa en toda su gloria para llevarnos al cielo. Y el versículo 20 nos dice que esta gloria y este gozo permanecerá para siempre. Nunca terminará.
Y es por eso que nosotros podemos tener alegría y gozo aún en este mundo pecaminoso. Aun en medio de los sufrimientos y la presión de la vida cotidiana, porque sabemos que tenemos el cielo. Además sabemos que Dios nos va a proteger en este mundo. El diablo y el mundo pecaminoso no pueden quitar la salvación que tenemos. San Pablo nos promete que, "ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, no lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separa del amor de Dios que tenemos en Cristo Jesús Señor nuestro."
Tenemos el verdadero gozo. Por la victoria de nuestro rey, Jesucristo, nosotros como ciudadanos de la Jerusalén espiritual, gozarémos de la vida eterna en el cielo. Además no tenemos que hacer nada para ganarlo, es un regalo de nuestro Dios. Y nadie nos puede quitarlo. Entonces mientras que andemos por este mundo pecaminoso, podemos estar alegres y gozosos porque sabemos que aunque estamos en este mundo, no somos de este mundo. Somos ciudadanos del cielo—nuestro hogar está allá. Somos santos triunfantes a quien Dios va a proteger—qué gozo ¿verdad? Pero también recibimos otro beneficio de ser el pueblo de Dios…
II. Nosotros tenemos paz…
Pero, no existe mucha paz en este mundo pecaminoso, ¿verdad? Vemos en las noticias guerras, violencia, y asesinatos. Aun nosotros discutimos, nos enojamos, y maldecimos. Y aun peor, por la naturaleza no tenemos paz para con Dios, o sea, que nuestros pecados nos hacen enemigos de Dios, los cuales merecen su castigo.
Pero, como vimos antes, hemos recibido el derecho de ser hijos de Dios porque Jesucristo murió en la cruz por nuestros pecados. Pues, Dios nos justifica, o sea, nos declara inocentes de todos nuestros pecados por causa del sacrificio de Cristo. Y por eso Romanos cinco nos dice, "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo…" Tenemos paz para con Dios. Podemos entrar en el cielo y podemos pedirle a Dios lo que sea mientras que estémos aquí, y él siempre nos contestará para nuestro bien. Nos escuchará y nos ayudará en cada problema. Nos promete en el versículo 24 que siempre nos responderá: "Y antes que clamen, responderé yo, mientras aún hablan, yo habré oído."
Y al tener esta paz para con Dios, podemos esperar con confianza y anhelo la paz que nos espera en el cielo. El profeta Isaías usa un simbolismo pero bien bonito aquí, "El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey; y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán, ni harán mal en todo mi santo monte." El cielo va a ser como el huerto de Edén, como el paraiso antes de la caida en el pecado: o sea, unida en la paz perfecta. No va a ver problemas, ni guerra, ni trabajo duro, ni pandillas, ni drogas ni preocupaciones—solamente paz.
Y este hecho nos da paz aun en este mundo. Tenemos la paz que el mundo no puede dar. Me acuerdo de un cuento en que dos artistas se pusieron a pintar lo que es la paz. El primero pintó un escena bien tranquila y muy bonita de un lago en mdios de unas montañas, no había movimiento ni aire. Pero, el segundo pintó una cascada bien violente, y el cielo estaba nublado y oscuro como que iba a llover. Y había un árbol al lado de la cascada el cual tenía una rama débil que creció directamente en frente de la cascada. Y en esta rama estaba sentado un pájaro, bien calmado y contento. Esto es la verdadera paz: aun en las tribulaciones nosotros podemos estar contentos y tener el verdadero paz porque sabemos que tenemos paz para con Dios, y porque sabemos que la paz perfecta de cielo nos está esperando. Somos los santos triunfantes.
Mis amigos, nosotros somos el pueblo de Dios, santos triunfantes. Tenemos la victoria por Jesucristo nuestro Rey. Y entonces les animos a Ustedes que cuando el diablo y el mundo pecaminoso les ataquen, qué se acuerden del gozo y la paz que nos espera en el cielo y de la protección que tenemos en este mundo, porque somos santos triunfantes. AMEN