Summary: La palabra para justos que se usa aquí en Romanos capítulo 4 es justificar. Significa hacer justo. ¿Cómo somos justificados para comparecer ante el Dios Santo?

Todos coincidimos en que Dios es perfectamente santo. Sabemos que somos pecadores, impuros e indignos de estar ante el Dios Santo. Sabemos que todos hemos pecado y estamos separados de Dios, pero ¿cómo llegamos a ser justos?

La palabra para justos que se usa aquí en Romanos capítulo 4 es justificar. Significa hacer justo. ¿Cómo somos justificados para comparecer ante el Dios Santo?

Primero, es cierto que nunca podremos hacer suficientes buenas obras para ser justos. Podemos caer en la trampa de un sistema religioso basado en las obras. Ese es el camino equivocado. Nunca podremos hacer suficientes buenas obras para alcanzar a Dios. No existe ningún sistema religioso que pueda seguirse para alcanzar la salvación.

Nuestra justificación, nuestra salvación, no se basa en las obras. Somos salvos por la fe. Abraham es el padre de la fe. Fue salvo por la fe y ese es el único camino que existe para nosotros. En este pasaje, aparecen dos de los héroes de la fe más conocidos del Antiguo Testamento: Abraham y David. Sus vidas ilustran que no somos salvos por nuestras obras, sino por la fe en Jesucristo.

La fe de Abraham

Entonces, ¿qué diremos en el caso de nuestro antepasado Abraham?[a] 2 En realidad, si Abraham hubiera sido justificado por las obras, habría tenido de qué jactarse, pero no delante de Dios. 3 Pues, ¿qué dice la Escritura? «Creyó Abraham a Dios y esto se le tomó en cuenta como justicia» (Romanos 4:1-3)

Cuando Abraham (en aquel entonces llamado Abram) fue llamado por Dios, respondió con fe. Fue llamado a dejar su tierra, su familia y todo lo que representaba su seguridad, y seguir a Dios a un lugar desconocido para él, pero que Dios le mostraría.

Obedecer un llamado como ese requiere fe. Abraham confió en que Dios le mostraría adónde ir. Partió por fe y Dios lo bendijo. Su fe lo llevó a este acto de obediencia para ir adonde el Señor lo guiara.

Leemos sobre este llamado en Génesis capítulo 12.

»Haré de ti una nación grande

y te bendeciré;

haré famoso tu nombre

y serás una bendición.

3 Bendeciré a los que te bendigan

y maldeciré a los que te maldigan;

¡por medio de ti serán bendecidas

todas las familias de la tierra!». (Génesis 12:1-3)

Abraham recibió detalles específicos de la promesa que Dios le hizo. Tendría una descendencia tan numerosa como el polvo de la tierra. Sería padre de una descendencia incontable.

Multiplicaré tu descendencia como el polvo de la tierra. Si alguien puede contar el polvo de la tierra, también podrá contar tus descendientes. (Génesis 13:16)

Dios siempre le había sido fiel a Abraham. ¿Por qué tendría Abraham motivos para dudar de Dios? Pues porque él y su esposa Sara eran ancianos, habían pasado la edad fértil y ni siquiera tenían un descendiente. El asunto parecía desesperado. Abraham le expresó a Dios sus sentimientos.

Pero Abram respondió:

—Mi Señor y Dios, ¿de qué me sirve que me des algo, si aún sigo sin tener hijos y el heredero[a] de mis bienes será Eliezer de Damasco? 3 Como no me has dado ningún hijo, mi herencia la recibirá uno de mis criados. (Génesis 15:2-3)

El Señor le respondió a Abraham con otra promesa increíble: Abraham tendría un heredero. Solo cree. Esto puede ser imposible para el hombre, pero con Dios es posible. Creer esto requiere fe en Dios.

—Ese hombre no ha de ser tu heredero —contestó el Señor—. Tu heredero será tu propio hijo.

5 Luego lo llevó afuera y le dijo:

—Mira hacia el cielo y cuenta las estrellas, a ver si puedes. ¡Así de numerosa será tu descendencia!

6 Abram creyó al Señor y el Señor se lo reconoció como justicia. (Génesis 15:4-6)

Dios respondió y le pidió que mirara al cielo y contara las estrellas. Hay tantas que Dios dijo: «Si puedes contarlas, así será tu descendencia». Abraham creyó a Dios. Eso es fe. Así fue como Abraham se hizo justo. Abraham fue justificado por su fe en Dios. De eso habla Pablo en este pasaje: la justificación por la fe en Dios.

Fe versus Obras

Ahora bien, cuando alguien trabaja, no se le toma en cuenta el salario como un favor, sino como una deuda. 5 Sin embargo, al que no trabaja, sino que cree en el que justifica al impío, se le toma en cuenta la fe como justicia. (Romanos 4:4-5)

Abraham fue el padre de la fe, pero también era pecador. No pudo ganarse la salvación. Pablo escribe esto como el fariseo de los fariseos. Él, más que nadie, intentó seguir un sistema religioso para ganarse la salvación. Al final, todas sus buenas obras solo merecían ser arrojadas al basurero.

Dios es perfectamente santo y puro. Dios es más puro que la nieve que cae en la cima del Himalaya. Debido a nuestro pecado, nos hemos vuelto impuros como el lodo en un charco al borde del camino. No se pueden mezclar lo puro y lo impuro. No podemos hacer suficientes buenas obras para ser lo suficientemente puros como para tener comunión con Dios.

Con nuestra justificación por la fe en Jesucristo, asumimos la justicia de Dios. Todos nuestros pecados son perdonados, somos justos y ahora merecemos la comunión con el Dios Todopoderoso y Santo. Esta es nuestra salvación. Esta es nuestra vida eterna. Moraremos en el cielo con Dios para siempre cuando seamos justificados por nuestra fe en Cristo. Si trabajas por algo, no es un regalo. Cuando trabajas y recibes tu salario, es lo que te corresponde. Nuestra justicia no es como ganar un salario. Es un regalo. Nadie la ha ganado. Nadie podría ganarse la salvación por obras, pero por nuestra fe en Jesucristo, Dios nos dio este regalo.

Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe. Esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios y 9 no por obras, para que nadie se jacte. (Efesios 2:8-9)

Jesús murió por nosotros para acercarnos a Dios. Jesús pagó el precio de nuestra justificación, nuestra justicia y nuestra salvación con su muerte en la cruz. Cuando Jesús se encontraba frente a la cruz, oró en el huerto de Getsemaní. Padre, ¿hay otro camino aparte de morir en la cruz? Si lo hay, quítame esto. Jesús no debería morir en la cruz si podemos hacer suficientes buenas obras para ser justos. Pero no, solo es por la fe en Jesucristo.

No había otro camino. La muerte de Jesús en la cruz fue el plan anunciado de antemano a Abraham. Este fue el plan que proclamaron los profetas del Antiguo Testamento. El Mesías vendría a morir por nuestra justificación.

El rey David sobre la fe

David dice lo mismo cuando habla de la bienaventuranza de aquel a quien Dios atribuye justicia sin obras:

«¡Dichosos aquellos

a quienes se les perdonan las transgresiones,

cuyos pecados son cubiertos!

8 ¡Dichoso aquel

cuyo pecado el Señor no tomará en cuenta!» (Romanos 4:7-8)

Pablo cita al rey David del Salmo 32:1-2. David fue el rey de la época dorada de Israel. Claro que era pecador. Cometió adulterio y asesinato para encubrir su pecado. Pero ¿cómo llegó David a ser justo? No fue por buenas obras, sino por su espíritu quebrantado de arrepentimiento y fe en Dios.

El quebrantamiento de David ante Dios se registra en el Salmo 51. Es la misma experiencia que experimentó Abraham cuando creyó en Dios. Toda justicia está separada de la obediencia a la ley. Ninguna cantidad de buenas obras nos justificará ante el Dios santo.

Así fue como Abraham fue justificado. Así fue como el rey David fue justificado. Así fue como el apóstol Pablo, autor de Romanos, fue justificado. Esa es la única manera en que obtendrás justificación. Tu justicia es posible gracias a nuestra fe en Jesucristo.

Conclusión

Tu justicia no se basa en las acciones, sino en la fe. Sin fe es imposible agradar a Dios. Sin fe en Jesucristo, es imposible tener salvación.

Confía en Dios para lo imposible: primero tu salvación. Luego, vive por fe. Somos salvos por fe y vivimos por fe. Todos debemos vivir por fe.

Finalmente, Abraham tuvo numerosos descendientes. Pero cuando Dios le dijo que contara las estrellas del cielo, nos estaba contando a todos. Nos estaba contando a todos los que, por la fe en Jesucristo, hemos sido justificados ante Dios. Nosotros, por la fe, nos convertimos en hijos de Abraham.

Así fue con Abraham: «Creyó a Dios y esto se le tomó en cuenta como justicia».

7 Por lo tanto, sepan que los verdaderos hijos de Abraham son aquellos que viven por la fe.

(Gálatas 3:6-7)

Hay muchos sistemas religiosos que se basan en las obras. Este pasaje enseña que no debemos caer en la trampa de una salvación basada en las obras. Somos salvos por fe. Puedes expresar tu fe en Jesucristo ahora mismo mediante la oración.

Oración

Querido Dios, te agradezco que me hayas amado y que desees una relación conmigo. Reconozco que he pecado y he roto mi relación contigo. Pido que la muerte de Jesucristo en la cruz sea el castigo por mis pecados. Pido a Jesús que entre en mi corazón y me transforme en una nueva persona. Quiero seguir a Jesús con todo mi corazón. Te agradezco, Dios, que nuestra relación sea restaurada por medio de Jesucristo. Amén.

“Bienaventurados aquellos cuyas transgresiones son perdonadas, cuyos pecados son cubiertos.

Bienaventurado aquel a quien el Señor nunca le imputará su pecado.”

¡Bienvenido a la familia de Dios!