Summary: Nuestra redención no fue una acción improvisada, sino la acción intencional, decidida e infalible de la gracia de Dios.

Hoy iniciamos nuestra nueva serie de sermones llamada “Redentor”, en la que estaremos considerando los eventos relacionados con la muerte y resurrección de nuestro redentor Jesucristo según se relata en el evangelio de Lucas.

Si haces tu a solas con Dios, estarás meditando en varios pasajes relacionados de este evangelio. De hecho, sería una buena idea leer todo el evangelio de Lucas este mes.

En abril, y a veces marzo cada año, en la llamada Semana Santa en el calendario litúrgico, tenemos la oportunidad de reflexionar acerca de nuestra redención y este año en particular considerar la obra y persona de nuestro redentor el Señor Jesucristo.

¿Y por qué es importante hacer esto? ¿Por qué es importante separar un tiempo para ponderar la profundidad y seriedad de lo que Jesucristo hizo para redimirnos del pecado? Porque somos muy dados a perder de vista con mucha facilidad lo maravillosa, profunda, asombrosa, increíble que es nuestra redención y cuánto necesitamos a nuestro redentor cada día de nuestras vidas.

Y es que algunos entramos en una especie de ciclo anual en el que cuando van llegando las fechas de Navidad o Semana Santa, como que nos sentimos más sensibles a las cosas espirituales y aunque todo el año hemos estado ausentes, para estas fechas como que nos acordamos de hacer algo de devoción religiosa.

En el equipo ministerial estábamos reflexionando acerca de un incremento en la asistencia dominical con una tendencia al alza en las últimas semanas. Y alguien comentó: “Es que ya se acerca Semana Santa”.

Qué bueno que estas fechas aún nos animen a la reflexión y al recogimiento espiritual y no sólo estemos pensando en las vacaciones o en ir a la playa; pero lo importante es que no sólo para estas fechas tengamos tal devoción, sino esto nos acompañe todo el año y cada día de nuestras vidas. Qué cada día nos maravillemos y asombremos de nuestra redención y de nuestro gran redentor Jesucristo para que le amemos y le sirvamos de todo corazón todo el tiempo.

Y hoy comenzamos nuestra consideración de los relatos sobre nuestra redención según el evangelio de Lucas, con unos pasajes que nos muestran cómo Jesús anunció el plan práctico de redención que iba a realizar para perdón de nuestros pecados. Hoy hablaremos del anuncio de la redención realizada por Jesucristo, nuestro Señor.

En el evangelio de Lucas encontramos tres lugares en los que el Señor Jesucristo anunció explícitamente su obra de redención. Lo encontramos en Lucas 9:22, en Lucas 9:43-45 y en Lucas 18:31-34. En otros lugares, Jesús hizo referencia a su obra de redención, pero en estos versículos es explícito y lo dice con todas sus palabras. Como decimos, más claro, ni el agua.

Tomemos como base el pasaje un poco más largo en Lucas 18:31-34, aunque haremos mención de los otros conforme vayamos avanzando. Pero el punto que queremos recalcar este día es que Nuestra redención no fue una acción improvisada, sino la acción intencional, decidida e infalible de la gracia de Dios.

Era claro que necesitábamos un redentor, alguien que viniera a liberarnos de la condenación y esclavitud del pecado, alguien que nos librara de nuestras cadenas. Y ese redentor que tanto necesitábamos lo recibimos en la obra y persona de Jesucristo.

Nuestro Dios al enviar a Jesucristo como nuestro redentor no estaba improvisando al momento, sino estaba realizando una acción cuidadosamente pensada, planeada y ejecutada perfectamente para lograr el objetivo de redimirnos de nuestros pecados.

Cuando logramos ver esta realidad, nuestra fe debe afianzarse en aquel que cumple sus propósitos y debe animarnos a seguir caminando en el evangelio porque el que nos redimió no estaba siendo un héroe improvisado, sino estaba llevando a cabo un plan eterno e infalible que vino por la gracia del Señor.

Podemos afianzar nuestra fe en nuestro redentor al considerar el anuncio que hizo a sus discípulos de lo que iba a pasar. Veremos cuando menos tres verdades de nuestro redentor reflejadas en estos versículos en lucas 18:31-34 y los otros pasajes en el capítulo 9.

En primero lugar, Tenemos un Redentor profetizado.

Dice Lucas 18:31: Entonces Jesús tomó aparte a los doce y dijo: «Ahora vamos subiendo a Jerusalén, donde se cumplirá todo lo que escribieron los profetas acerca del Hijo del hombre.

El evangelio de Lucas reporta tres ocasiones en las que Jesucristo les dijo a sus discípulos sobre la misión que venía a cumplir. En el capítulo 18 encontramos la tercera de éstas y aquí específicamente nos dice que estaba hablando con los doce, con su grupo más íntimo de discípulos que luego serían conocidos como los apóstoles.

Y una de las revelaciones que les hizo es que estaba llegando el momento que sería evidente para ellos que él era el redentor prometido en la profecía bíblica. Les dijo que se habría de cumplir todo lo que los profetas habían dicho a lo largo de toda la historia bíblica de la redención.

El cumplimiento de las profecías era la prueba fehaciente de qué Jesús es el redentor verdadero.

¿Cómo de qué estamos hablando? ¿Qué tipo de cosas habían dicho los profetas en el pasado bíblico que serían cumplidos en la obra y persona de Jesucristo?

Por ejemplo, el Salmo 22 en el que hay varias referencias que se pueden ver hechas realidades en la pasión y muerte de Jesucristo.

Salmo 22:1 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué estás lejos para salvarme, tan lejos de mis gritos de angustia? (Que el mismo Jesús repitió cuando estaba en la cruz)

O bien el Salmo 22:16-18, Como perros me han rodeado;

me ha cercado una banda de malvados; me han traspasado las manos y los pies. Puedo contar todos mis huesos; con satisfacción perversa la gente se detiene a mirarme. Se repartieron entre ellos mi manto y sobre mi ropa echaron suertes.

Y no podemos olvidar el conocido pasaje del siervo sufriente en Isaías 53:3-12

Despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, habituado al sufrimiento. Todos evitaban mirarlo; fue despreciado y no lo estimamos.4 Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios y humillado.

5 Él fue traspasado por nuestras rebeliones y molido por nuestras iniquidades. Sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz y gracias a sus heridas fuimos sanados.6 Todos andábamos perdidos, como ovejas; cada uno seguía su propio camino,

pero el Señor hizo recaer sobre él la iniquidad de todos nosotros. 7 Maltratado y humillado, ni siquiera abrió su boca, como cordero fue llevado al matadero, como oveja que enmudece ante su trasquilador, ni siquiera abrió su boca.8 Después de aprehenderlo y juzgarlo, le dieron muerte; nadie se preocupó de su descendencia. Fue arrancado de la tierra de los vivientes y golpeado por la rebelión de mi pueblo.9 Se le asignó un sepulcro con los malvados y con los ricos fue su muerte, aunque no cometió violencia alguna ni hubo engaño en su boca.

10 Pero el Señor quiso quebrantarlo y hacerlo sufrir, y, como él ofreció su vida para obtener el perdón de pecados, verá su descendencia, prolongará sus días y llevará a cabo la voluntad del Señor.11 Después de su sufrimiento, verá la luz y quedará satisfecho. Por su conocimiento mi siervo justo justificará a muchos y cargará con las iniquidades de ellos. Por lo tanto, le daré un puesto entre los grandes y repartirá el botín con los fuertes, porque derramó su vida hasta la muerte y fue contado entre los transgresores. Cargó con el pecado de muchos e intercedió por los transgresores.

Ya que conocemos la historia de nuestra redención, ¿cómo no leer este pasaje profético del Antiguo Testamento y ver la descripción de la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo?

Tenemos un redentor que cumplió con su pasión y muerte todo lo que los profetas habían escrito acerca de él.

Por eso en toda la Biblia, no importa dónde leas, vas a encontrar, de alguna manera, una conexión con nuestro redentor. Él es nuestro redentor que anunciaron los profetas y que dio cumplimiento al plan de redención y esto nos da la confianza de hemos sido redimidos en verdad.

Jesucristo es nuestro redentor profetizado, pero también, en segundo lugar, Tenemos un redentor enfocado.

Regresando a Lucas 18:32-33 En efecto, será entregado a los gentiles. Se burlarán de él, lo insultarán, le escupirán; y, después de azotarlo, lo matarán. Pero al tercer día resucitará».

En este anuncio Jesucristo no solo hace la conexión con las profecías pasadas acerca de él, sino también hace la conexión profética con el futuro inmediato que sus discípulos iban a atestiguar. En estos anuncios, que repite tres veces en el evangelio de Lucas, Jesucristo avisa a sus discípulos lo que iba a acontecer.

No era nada improvisado o para salir del paso, sino era un programa cuidadosamente planeado y detallado. Al anunciarles lo que vendría, les remarca que escucharan muy bien, que pusieran mucha atención pues esto pasaría indiscutiblemente.

Nuestro redentor estaba enfocado en cumplir su misión y quería que los discípulos se enfocaran también. Les detalla lo que iba a ocurrir. Iba a haber oposición e iba a haber mucho sufrimiento.

En Lucas 9:22 dice: Y les dijo: —El Hijo del hombre tiene que sufrir muchas cosas y ser rechazado por los líderes religiosos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley. Es necesario que lo maten y que resucite al tercer día.

Según este versículo la oposición vendría, primeramente, de parte de la institucionalidad religiosa de su tiempo. Los líderes, los sacerdotes y los maestros de la ley le iban a rechazar y a hacer sufrir.

Ya leímos en Lucas 18:32 que no sólo los religiosos judíos se opondrían a él, sino que también los gentiles, es decir los que no son judíos. En este caso específico, se refería a la institucionalidad civil de su época, caracterizada por la cultura greco-romana. En el capítulo 18 se detalla aun más lo que le ocurría prácticamente: Se burlarían, lo insultarían, lo escupirían y lo azotarían. Tortura y sufrimiento sobrehumanos le esperaban.

Y por si fuera poco, tanto en el anuncio en el capítulo 9 como en el capítulo 18, terminan de la misma manera, diciendo que lo iban a matar, que iba a morir, pero que resucitaría al tercer día.

El programa era claro, específico y enfocado. Nuestro redentor Jesucristo iba a enfrentar todo esto para cumplir enfocadamente la misión, porque él vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

Nuestro redentor no se distrajo, no se desenfocó, no se desvío del plan establecido desde la eternidad. De hecho, usa la palabra: ¡Es necesario! O sea, no había otra forma de que esto ocurriera. Tenía que pasar tal y cual se había establecido.

Sólo ponte a pensar por un momento cómo estarías si supieras exactamente cómo van a ser tus últimas horas de vida. Imagina que sabes qué día, a qué hora, en qué circunstancias y todos los detalles de evento tras evento que te llevarán a tu muerte. ¿Podrías vivir tranquilo sabiendo todo esto con precisión?

¡Es una bendición no saber nada de esto respecto a nuestra propia muerte! Pero nuestro redentor, sabía cada detalle de su padecimiento y muerte y estuvo dispuesto a entregar voluntariamente para ser el sacrificio eficaz para el perdón de nuestros pecados.

Por eso decimos que Nuestra redención no fue una acción improvisada, sino la acción intencional, decidida e infalible de la gracia de Dios.

Tenemos un redentor profetizado y enfocado, pero tenemos algo más, en tercer lugar, Tenemos un Redentor Eficaz.

Lucas 18:34 dice: Los discípulos no entendieron nada de esto. Les era incomprensible, pues no captaban el sentido de lo que hablaba.

Jesús en estos anuncios estaba siendo lo más explícito que podía ser acerca de su obra de redención, pero los discípulos estaban, como decimos, “en la luna”. Sabemos que escucharon estas palabras, porque luego las recordaron y comprendieron. Pero, aunque las escucharon no las comprendieron ni entendían de qué estaba hablando Jesús.

Es interesante notar que cada vez que Jesús dijo estos anuncios, le precedía un evento importante que mostraba la grandeza de Jesús. Por ejemplo, después de la declaración de Pedro de que Jesús era el Cristo el hijo de Dios ante la pregunta expresa de quién dicen ustedes que soy yo. O bien después de la transfiguración. Todo esto pudiera haberles dado la idea a los discípulos que “ya la habían hecho”. Estaban con el Mesías, con el ungido. Lo que seguía para ellos, era reinar con Cristo.

Pero Jesús les regresa los pies a la tierra diciéndoles que había todo un programa de sufrimiento preparado para él antes de cualquier gloria y reinado venideros. Que tenía que morir y resucitar, antes de cualquier otra cosa que ellos estuvieran anhelando.

Pero los discípulos no lo entendieron. Sino hasta luego que habiendo sido consumada la redención, miraron de nuevo estas palabras y pudieron entender cuánto sentido tenían.

Aunque los discípulos no lo entendieron en el momento, esto no detuvo a Jesús de cumplir su misión. La redención no dependió del apoyo de sus discípulos o de la fe de sus seguidores. Nada de esto fue impedimento para que el Señor subiera al monte calvario el día y hora establecida por el Padre y realizara el sacrificio de su vida, una vez y para siempre, salvando para siempre a aquellos por quienes murió.

Y tampoco la incredulidad y abandono de sus discípulos impidió que al tercer día la tumba no pudiera retenerlo y resucitara con poder para ser el Señor de la gloria.

Tenemos un redentor eficaz que cumplió plenamente lo que requería nuestra salvación, venciendo oposición, sufrimiento, incredulidad y hasta a la misma muerte. ¡Qué gran redentor y Señor tenemos en Jesucristo!

Porque Nuestra redención no fue una acción improvisada, sino la acción intencional, decidida e infalible de la gracia de Dios.

¿Qué hacemos con estas verdades acerca de nuestra redención y nuestro redentor?

Te sugiero algunas ideas.

1. Si estás escuchando acerca de nuestro gran redentor por primera vez y reconoces que aun no estás bajo el cobijo de su obra y persona por medio de la fe, te llamo a reconsiderar tu vida y tus caminos, a arrepentirte de tus pecados y a entregar tu vida y fe al único que en verdad puede guiar y transformar tu vida y reconectarte con el Padre celestial.

2. Si has escuchado acerca de él, pero eres de los que nos entusiasmamos cada año sólo en el tiempo de semana santa, te animo a cortar el ciclo anual y convertirlo en una realidad cotidiana en tu vida. No tienes que esperar una vez al año para acercarte al Señor, cuando nuestro redentor ha hecho cercano al Padre todos los días y por la eternidad, por su obra maravillosa de gracia.

3. Si gozas ya de las grandes bendiciones de haber sido redimido por Jesucristo y estás en la familia de Dios por su gracia, te animo a que afiances tu fe en el redentor para vivir cada día de tu vida en este mundo donde encontramos oposición, sufrimientos y dificultades. Recuerda que tu Dios no es un improvisador, sino hace todo de acuerdo con su propósito y santa voluntad. No temas y anímate para seguir fiel a tu redentor Jesucristo todos los días de tu vida.

4. Pero también recuerda que si hemos conocido al redentor Jesucristo tenemos una gran responsabilidad y privilegio de llevar su mensaje haciendo discípulos a todas las naciones. Por supuesto, recuerda comenzar en casa, pues el discipulado comienza con nuestros hijos y familia. Pero también, debe extenderse más allá de nosotros hasta lo último de la tierra. Participa activamente en el discipulado de alguien más.

La redención no fue una acción improvisada o al azar, sino fue un acto totalmente deliberado y planeado. Nos trajo un redentor profetizado, enfocado y eficaz que hoy nos hace estar en una relación creciente con el Padre, en el poder del Espíritu Santo para la gloria de nuestro gran Dios.