Un día un hermano de la iglesia me preguntó si estaría dispuesto a ser testigo en un juicio de intestado. Lo que yo debía testificar era que conocía a los hijos del hermano por cuestión de los bienes de su difunta esposa.
Llegado el momento estando ante el juez, tuve la oportunidad de responder a las preguntas que se me hicieron, dando testimonio de lo que sabía. Mi testimonio quedó asentado en las actas y en los videos de la corte.
¡Cuán importante es el papel de un testigo! Alguien que pueda decir, porque le consta de manera personal, cómo fueron o son las cosas, de acuerdo con la verdad. Por el testimonio de un testigo se toman decisiones y acciones.
Pensando en la fe cristiana que profesamos, el testimonio de los testigos que vieron, escucharon y tocaron al Señor Jesucristo, ha sido fundamental y la base de lo que sabemos y creemos acerca del Salvador. Así que esas personas que estuvieron presentes en el momento en que el Señor Jesucristo entró a este mundo fungieron luego como testigos fieles del evento más trascendental que ha ocurrido en la humanidad.
Ellos fueron testigos de la encarnación del hijo de Dios. Fueron testigos del hecho de que el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito hijo de Dios. Fueron testigos de la natividad de nuestro Señor Jesucristo. Fueron testigos de la Navidad.
Este mes en nuestra nueva serie, estaremos explorando el testimonio recabado en el evangelio de Lucas acerca de esos hechos históricos de la llegada al mundo del Hijo de Dios. Estaremos siendo expuestos al testimonio de esas personas que estuvieron en ese tiempo histórico en el entorno en el que nació Jesucristo.
Gracias a ese testimonio, cuidado y guardado por la inspiración del Espíritu Santo, es que hoy sabemos y creemos todo lo que conforma nuestra profesión de fe respecto a Jesucristo el Salvador. Nosotros estamos hoy en una relación con Cristo por ese testimonio verdadero que se cuidó y transmitió de generación en generación hasta llegar a nosotros.
Nosotros creemos sin haberle visto y le amamos sin haberle escuchado, porque Dios usó el testimonio de estos testigos de la Navidad para que la verdad llegase hasta a nosotros.
Lucas empieza su evangelio enfatizando el carácter histórico y testimonial de su relatoría, y del rigor y esmero que empleó para presentar su evangelio.
El evangelio comienza diciendo en Lucas 1:1-4: Muchos han intentado hacer un relato de las cosas que se han cumplido entre nosotros, tal y como nos las transmitieron los que desde el principio fueron testigos presenciales y servidores de la palabra. Por lo tanto, yo también, excelentísimo Teófilo, habiendo investigado todo esto con esmero desde su origen, he decidido escribírtelo ordenadamente, para que llegues a tener plena seguridad de lo que te enseñaron.
Ni Lucas ni Teófilo estuvieron ahí cuando todas estas cosas pasaron, como tampoco estuvimos ni tú ni yo. Pero las cosas que Lucas recabó e investigó con esmero son aquellas que los primeros testigos, los testigos presenciales transmitieron desde el principio.
Lucas, tomando estas informaciones corroboradas, las fue acomodando para formar un todo congruente que relatara la historia de lo que se ha enseñado por generaciones de acuerdo con la verdad. Lucas quiere que Teófilo y nosotros, para tal caso, podamos tener seguridad plena de las cosas que profesamos como creyentes en Cristo, respaldadas por el testimonio de los que lo vieron, escucharon y tocaron de primera mano.
Desde el principio es importante subrayar que nuestra fe no está basada en un relato atemporal fruto de una imaginación creativa, sino nuestra fe, aquello que nos fue transmitido de generación en generación, está basada en hechos históricos ocurridos en el tiempo y el espacio y que fueron atestiguados por personas que de maneras orales o escritas comunicaron lo que vieron y oyeron.
Así que, al leer el evangelio, y para tal efecto, la Biblia entera, debemos tener en cuenta que no es un libro de ciencia ficción o una novela ficticia, sino el relato testimonial de lo que hombres y mujeres vieron y escucharon en tiempo real hace siglos y cuyo testimonio ha quedado registrado para que hoy podamos estar seguros de la enseñanza que hemos abrazado por la fe y que guía nuestras vidas por la eternidad.
El primer testigo de la navidad que toma el micrófono en el evangelio de Lucas es un hombre llamado Zacarías.
Lucas 1:5-7 dice: En tiempos de Herodes, rey de Judea, hubo un sacerdote llamado Zacarías, miembro del grupo de Abías. Su esposa Elisabet también era descendiente de Aarón. Ambos eran rectos e intachables delante de Dios; obedecían todos los mandamientos y preceptos del Señor. Pero no tenían hijos, porque Elisabet era estéril y los dos eran de edad avanzada.
Se nos presenta nuestro primer testigo de la navidad y se trata de un hombre llamado Zacarías. Lucas es muy intencional en ubicarlo en el tiempo y el espacio como un personaje histórico.
Zacarías vivió en tiempo de Herodes, el grande. Con este comentario, el evangelista está diciéndonos que Zacarías no es un personaje como Indiana Jones o Peter Parker, fruto de la inventiva humana, sino que al poner como referencia a Herodes, nos está diciendo que Zacarías existió en la historia, pues los vestigios arqueológicos de las obras monumentales de Herodes aún pueden visitarse hoy en día.
Se nos dice también que Zacarías era un sacerdote, específicamente del grupo de Abías. Recordemos que los Sacerdotes tenían que ser descendientes de la familia de Aarón, hermano de Moisés. No podías ser sacerdote si no provenías ancestralmente de esa familia. Y Zacarías, en este caso, no sólo era de la familia de Aarón, sino que estaba casado con una mujer llamada Elisabet que también provenía de la familia de Aarón.
Y la primera carta de presentación que se dice de ellos es respecto a su carácter o el tipo de personas que era este matrimonio. Nos dice que ambos eran rectos e intachables delante de Dios, siendo intencionales en cumplir sus mandamientos. O sea, este Zacarías no era cualquier sacerdote, sino era un sacerdote verdaderamente temeroso del Señor. Y esta esposa del sacerdote no era cualquier esposa de sacerdote, sino era una mujer piadosa delante del Señor.
Ahora bien, este matrimonio, que por su presentación inicial podríamos pensar que tendría una vida ideal, se nos presenta la realidad de que su vida no estaba libre de complicaciones y sufrimientos. El “pero” que se nos presenta es que no tenían hijos, pues la esterilidad los había acompañado a lo largo de sus vidas.
En tiempos bíblicos la esterilidad no sólo era un dolor emocional por verse truncado un deseo de tener hijos. Sino que en esa cultura, la esterilidad se consideraba una desgracia, incluso un castigo. Entonces, imagina el dolor por el que había pasado Elizabet, pues no solo quizá había tenido que soportar ese dolor de no poder concebir cuando era su deseo más ferviente, sino que, además, haber tenido que soportar las preguntas indiscretas, los comentarios desconsiderados y las insinuaciones acusadoras de que ella debía tener la culpa.
Porque esa era una presuposición en la mente popular, si eres estéril, algo malo debiste haber hecho por lo cual estás pagando. Aunque ya vimos que este no era el caso. Tanto ella como Zacarías eran personas temerosas del Señor.
Y esta situación de deseo y frustración, esta situación de esterilidad con todo lo que conllevaba, no había sido algo muy temporal en sus vidas, sino que había sido una situación que había estado en un presente constante en sus vidas, pues como dice el texto, ya eran de edad avanzada. Los dos ya eran adultos mayores. Ya fuera del rango de la edad propicia para la fertilidad dentro de un matrimonio. Toda su vida habían cargado con esta condición.
Aquí está la primera observación que podemos derivar del testimonio de este testigo: Las circunstancias no siempre son ideales para las personas que temen al Señor.
Esto es una realidad. Estar en una relación con el Señor no es una garantía o un seguro de invulnerabilidad, o que todo te saldrá como quieres o planeas, o que estarás exento de sufrimientos en este siglo. Es una realidad, entre la primera y la segunda venida de Cristo, aún para los que profesan fe en el Señor, las circunstancias de sus vidas pueden no ser las que pensaríamos como las ideales.
Y esto es lo que hace a veces un poco más complicadas las cosas. En medio de esas circunstancias no ideales a nuestro parecer debemos vivir nuestra fe.
La fe en Cristo se vive en medio de circunstancias no ideales. En medio del sufrimiento, confiamos. En medio de la oposición, confiamos, En medio de las lágrimas, confiamos.
Así que algo que podemos esperar como hijos del Señor, es que en nuestras vidas vamos a enfrentar circunstancias no ideales que no necesariamente cambiarán a lo largo de todo nuestro tiempo aquí, y aún así somos llamados a mantener nuestra confianza y nuestra fe en aquel que es fiel y nos sostiene cada día, buscando intencionalmente vivir para su gloria.
Zacarías y Elizabet vivieron sus mejores años en circunstancias no ideales, pero, aun así, se mantenían firmes en la fe de aquel que los había llamado pues confiaban en su fidelidad hacia ellos.
Es importante esto hermanos, porque nuestras expectativas de una relación con Dios, a veces no son bíblicas. Y luego, reclamamos en incredulidad cuando nos toca enfrentar circunstancias no ideales, como si Dios estuviera fallando en su parte de este pacto. Y eso nunca va a pasar. Como sus hijos, nuestras circunstancias pueden no ser las ideales en este momento, pero la fidelidad de Dios sigue intacta.
El no nos prometió un “todo incluido” entre la primera y la segunda venida de Cristo, lo que sí nos prometió que en Cristo nada nos puede separar de su amor. Así que ni siquiera esas circunstancias que nos parecen nada ideales, pueden apartarte del amor que ya tienes de su parte por toda la eternidad y para tu bien por la obra y persona de aquel que nació en esa primera navidad.
Pero el relato de Lucas en su primer capítulo nos sigue diciendo a partir del versículo 8: 8 Un día en que Zacarías, por haber llegado el turno de su grupo, oficiaba como sacerdote delante de Dios, 9 le tocó en suerte, según la costumbre del sacerdocio, entrar en el Templo del Señor para quemar incienso. 10 Cuando llegó la hora de ofrecer el incienso, la multitud reunida afuera estaba orando. 11 En esto un ángel del Señor se apareció a Zacarías a la derecha del altar del incienso. 12 Al verlo, Zacarías se asustó y el temor se apoderó de él. 13 El ángel dijo: —No tengas miedo, Zacarías, pues ha sido escuchada tu oración. Tu esposa Elisabet te dará un hijo y le pondrás por nombre Juan.
Como hemos dicho, Zacarías era sacerdote. Los sacerdotes del templo estaban organizados en veinticuatro divisiones o clases y cada clase prestaba sus servicios dos veces al año por una semana.
Debido a la gran cantidad de sacerdotes disponibles ellos en su gran mayoría nunca serían elegidos para cumplir un deber tan destacado como quemar el incienso y a ninguno se le permitía prestar este servicio más de una vez.
Es indudable que Zacarías consideró este como un momento culminante en toda una vida dedicada al servicio sacerdotal. El incienso se mantenía encendido todo el tiempo frente al velo que dividía el lugar santo del lugar santísimo. A solas el sacerdote ofrecía el incienso cada mañana y cada tarde, mientras el resto de los sacerdotes y adoradores permanecían fuera del lugar santo en oración.
Zacarías estaba viviendo un momento dorado para todo sacerdote. Y estando en ese momento de gozo, se llevó el susto de su vida. No se suponía que hubiera alguien más con él allá, así que ya te puedes imaginar cuando vio a un ser angelical enfrente de él.
La respuesta que tuvo fue la que todos hubiéramos tenido. Se llenó de temor. En ese momento, el ángel le dijo las palabras que casi todos estos testigos de la Navidad escucharon ante su sobresalto ante los anuncios que se les hicieron. Las palabras fueron: “No temas”.
Maravillosas palabras que necesitamos escuchar quizá este día ante las circunstancias no ideales que estamos enfrentando. Cuando pasamos por cosas que no podemos explicar o entender, cuando la incertidumbre nos llena, cuando no sabemos que va a pasar mañana, necesitamos escuchar estas dos palabras maravillosas: No temas.
Y es interesante notar que ese “No temas” para Zacarías no era por el susto de ver un ángel y este simple hecho lo había puesto a temblar, sino por el mensaje que traía para él ese ángel. Inmediatamente, le aclara: “El Señor ha escuchado tu oración”.
No nos menciona cual era esa oración que Zacarías había hecho quizá constantemente antes de este tiempo, y mucho más ahora que estaba gozando de ese privilegio de encender el incienso en el santuario del Señor donde su presencia estaba de una manera muy especial, pero por el mensaje del ángel podemos ver que se trataba del anhelo que había estado en el corazón de este matrimonio piadoso por tantos años.
“Tu esposa Elizabet te dará un hijo y le pondrás por nombre Juan”. Elizabet y Zacarías aun oraban por ese anhelo de su corazón, a pesar de los años, ellos traían ante el Dios que escucha su anhelo y venían ante él esperando una respuesta porque conocían quién es el Señor, Dios de Israel.
Aquí está una segunda observación del testimonio de este testigo de la Navidad, Podemos confiar que el Señor nos escucha en medio de nuestras circunstancias no ideales.
Por cuanto tiempo oraron Zacarías y su esposa por esto…no lo sabemos. Pero puesto que eran de edad avanzada podemos deducir que por mucho tiempo. Aun así, no desistieron de traer sus corazones ante él.
Dios no les había contestado de acuerdo como ellos pedían, pero esto no fue razón para que ellos desistieran de su confianza en Dios. Al contrario, seguían presentando su corazón ante él, porque confiaban que él escucha el clamor de sus hijos.
Por supuesto, no siempre Dios responde lo que queremos o deseamos, pero él siempre escucha y nos da lo que verdaderamente necesitamos de acuerdo con sus propósitos gloriosos.
La oración más que una presentación de necesidades ante Dios es un ejercicio de confianza en el Aquel que ha prometido estar con sus hijos siempre y atender su clamor.
Hermano, si eres hijo de Dios, el Señor te dice también a ti: “No temas”. No necesariamente tendrás todo exactamente como pides; pero puedes confiar que tu clamor está siendo tomado en cuenta por tu Padre celestial, que es más sabio que tú y yo.
En el caso de Zacarías, ese día le dieron la noticia de que su clamor de años sería una realidad. Su esposa iba a tener un hijo y el nombre debía ser Juan. Juan significa: “Jehová ha mostrado gracia”.
El nombre de este niño cuyo nacimiento sería una rareza milagrosa, pues sería hijo de padres estériles y ancianos, era muy apropiado por la misión que tendría. El niño iba a crecer para ser un hombre de Dios que iba a preparar el camino para la demostración más grande de la gracia para con su pueblo.
El ángel le comunica a Zacarías que el hijo que su esposa daría a luz no sólo era especial por la manera en que vendría al mundo, sino por la misión que tendría en la vida.
Si Zacarías debería estar contento porque su oración estaba siendo contestada, cuánto más debía contentarse porque a través de este niño Dios iba a hacer grandes cosas en su reino.
Dice Lucas 1:14-17: Tendrás gozo y alegría y muchos se regocijarán por su nacimiento, porque él será un gran hombre delante del Señor. Jamás tomará vino ni licor y será lleno del Espíritu Santo aun antes de su nacimiento. Hará que muchos israelitas se vuelvan al Señor su Dios. Él irá primero, delante del Señor, con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con los hijos y guiar a los desobedientes a la sabiduría de los justos. De este modo preparará para el Señor un pueblo bien dispuesto.
Imagina que te digan todo esto del hijo que has estado esperando con tanto anhelo. Como Sacerdote, Zacarías comprendió que su hijo no sería cualquier persona, sino una pieza importante en el reino de Dios.
Se hacen referencias que indican que este niño estaría consagrado a Dios y que ocurría que sería lleno del Espíritu Santo antes de su nacimiento, esto es totalmente extraordinario. Su obra sería llevar a Israel al arrepentimiento para regresar al Señor y que las familias se reconciliaran y se volvieran a Dios.
El anuncio hace mención de algo muy importante, vendría con el espíritu y poder de Elías. Zacarías seguramente estaba familiarizado con la profecía de Malaquías 4:5-6, donde decía, »Estoy por enviarles al profeta Elías antes que llegue el día del Señor, día grande y terrible. Él hará que los padres se reconcilien con sus hijos y los hijos con sus padres; así no vendré a herir la tierra con destrucción total».
Con esto ya no estábamos hablando de cualquier cosa, sino justamente de la venida del Mesías. El día del Señor grande y temible sería precedido por la venida de un profeta como Elías y él prepararía el camino para llegada del ungido del Señor.
Esta fue la misión de Juan el bautista, hijo de Zacarías. Como podemos ver, quizá Zacarías pensó que su oración estaba siendo constada y su historia personal ya no sería nunca más la misma, pero en el anuncio de su hijo se le muestra que Dios al contestar su oración estaba haciendo algo mucho más grandioso que concederle un hijo a una pareja que lo había anhelado por tanto tiempo, sino que a través de esas circunstancias no ideales que habían vivido, Dios estaba haciendo grandes movimientos en su reino en la tierra.
Zacarías y su esposa no podían ver mucho más allá, , pero Dios estaba haciendo cosas maravillosas en su reino que sus ojos no alcanzaban a ver.
Y aquí está la tercera observación del testimonio de este testigo de la navidad, En nuestras circunstancias no ideales, Dios está haciendo cosas en su reino más allá de lo que nuestros ojos logran ver.
Mi hermano, Dios siempre ha actuado así. Lo vemos aquí en el desarrollo del plan más maravilloso que se ha realizado que es la venida de su gracia en la vida y persona del Señor Jesucristo.
Aquí todo lo que nuestros ojos podían ver es a un par de viejitos felices por tener un hijo, pero Dios a través de estas dos vidas y sus circunstancias no ideales por las que tuvieron que navegar toda su vida, estaba trayendo a aquel que prepararía el camino para la llegada del Mesías prometido, de aquel que vino a cambiar nuestra historia y nuestras vidas.
Nuestros ojos están muy limitados en lo que alcanzan a ver en nuestras circunstancias no ideales, pero no sabemos qué es lo que Dios va a lograr y hacer a través de todos estos elementos. Dios es la mente maestra y sabia detrás del rompecabezas que estás viviendo, y está armando una verdadera obra de arte en su reino y para su gloria.
Tu y yo somos piezas de ese rompecabezas del reino que Dios está armando. Nuestras pequeñas historias tienen sentido solo cuando las vemos a la luz de la gran de historia de Dios que está guiando su reino para su gloria.
Todas nuestras alegrías y lágrimas, todas nuestras circunstancias buenas y también las no tan ideales, en la vida de los hijos de Dios comprados con la sangre de Cristo, están siendo colocadas en su sitio para lograr propósitos divinos en el reino para la gloria del Señor.
Aprendamos a ver nuestras vidas y circunstancias de esta manera. Viendo más allá de lo que nuestros ojos alcanzan a percibir.
Lucas nos reporta cuál fue la respuesta de Zacarías ante este anuncio. Lucas 1:18-20: —¿Cómo podré estar seguro de esto? —preguntó Zacarías al ángel—. Ya soy anciano y mi esposa también es de edad avanzada. —Yo soy Gabriel y estoy a las órdenes de Dios —contestó el ángel—. He sido enviado para hablar contigo y darte estas buenas noticias. Pero como no creíste en mis palabras, las cuales se cumplirán a su debido tiempo, te vas a quedar mudo. No podrás hablar hasta el día en que todo esto suceda.
En el momento de este anuncio, no bastó para Zacarías el hecho de haber visto un ángel (cosa que ya era suigéneris) para creer lo que se le anunciaba. Él preguntó todavía, ¿Cómo va ser posible lo que esto suceda si ya somos de edad avanzada?
Lo que sus ojos alcanzaban a ver le decía que esto no era posible. Era imposible que dos personas estériles toda su vida y a parte ancianas pudiera concebir. Para recibir este anuncio se iba a requerir algo más que entendimiento y mera razón humana. Se iba a necesitar fe en el Dios poderoso, bueno y soberano.
Por eso el ángel revela su nombre “Gabriel” y le da una corrección por su falta de visión y fe. La falta de fe de Zacarías no lo descalificó del juego, pero si tuvo una corrección temporal para que creciera en su fe.
Pidió una señal de que esto sería verdad, y se le dio la señal de que no podría hablar hasta que esto se realizara. Y esa fue su corrección. Cada vez que Zacarías quería hablar podría recordar que Dios cumple su palabra.
Y así llevamos a la cuarta y última observación del testimonio de nuestro testigo de la Navidad y esta es Nuestras circunstancias no ideales son oportunidades de crecer en nuestra fe.
Tú y yo no hemos visto un ángel, y lo más seguro es que no lo veremos. Pero tenemos las palabras de alguien que es mayor que los ángeles y sus promesas son fieles y verdaderas.
Todo lo que Cristo ha dicho y prometido será una realidad en nuestras vidas. Y cuando nuestras circunstancias no ideales están a la orden del día en nuestras vidas, somos tentados a pensar que no se cumplirán las promesas del Señor.
Pero como vemos en la vida de nuestro primer testigo de la Navidad, Zacarías, esas circunstancias que estás viviendo no son sino oportunidades para que sigas confiando y afirmando en tu corazón que el Señor cumplirá todas sus promesas y propósitos en Cristo Jesús.
Lucas reporta en este mismo capítulo que Elizabet quedó embarazada y estaba muy agradecida con el Señor, y aunque su esposo no pudo hablar durante todo el embarazo, ambos recibieron con gozo un pequeño niño a quien pusieron por nombre Juan, Jehová ha mostrado su gracia.
Mis hermanos, aun como hijos de Dios en Cristo, entre la primera y la segunda venida del Señor, vamos a experimentar en nuestras vidas circunstancias no ideales, Pero en esas circunstancias no ideales podemos esperar con toda seguridad tres cosas: Primero, Dios escucha tu clamor y puedes llegar ante el como su hijo volcando su corazón ante él.
Segundo, Dios está haciendo cosas en su reino más allá de lo que nuestros ojos alcanzan a ver y…
tercero, esa circunstancia no ideal que estás viviendo es una oportunidad maravillosa para que crezcas en tu confianza y fe en el Dios que esa primera navidad envió a su hijo para que tú y yo podamos tener una relación abundante y eterna con él.
Con estas verdades, seamos testigos fieles del Señor en medio de circunstancias no ideales para la gloria de Dios.