Summary: Reflexionamos sobre las verdades más profundas sobre nuestros propios viajes espirituales y la naturaleza de la intervención divina en nuestras vidas a través de las historias de Felipe y Andrés.

Fe expectante: abrazando los milagros en nuestras vidas

Introducción: Reflexionamos sobre las verdades más profundas sobre nuestros propios viajes espirituales y la naturaleza de la intervención divina en nuestras vidas a través de las historias de Felipe y Andrés.

Sagrada Escritura

Juan 6:1-15.

Reflexión

Queridos hermanos y hermanas,

En el corazón del Evangelio, enclavado en el relato milagroso de la alimentación de los cinco mil, encontramos la historia de dos discípulos: Felipe y Andrés. Sus interacciones con Jesús durante este evento revelan la dualidad de la fe humana y el poder transformador de la fe. A medida que profundizamos en sus historias, descubrimos verdades más profundas sobre nuestros propios viajes espirituales y la naturaleza de la intervención divina en nuestras vidas.

Felipe: la fe del materialista

Cuando Jesús le preguntó a Felipe: "¿ Dónde compraremos pan para que coma esta gente?" (Juan 6:5), fue una prueba, un espejo levantado para reflejar el funcionamiento interno de Felipe . Philip, práctico y arraigado en el mundo tangible, vio el problema en términos de aritmética y logística. Calculó el costo: “ Con doscientos días de salario no bastaría para comprar pan para que cada uno obtuviera un poco” (v. 7), y concluyó que alimentar a la multitud era un desafío insuperable.

de Felipe es un reflejo de una mentalidad común: una fe materialista limitada por lo que se puede ver, medir y comprar. Es una fe que se basa en el esfuerzo y los recursos humanos, lo que a menudo conduce a una sensación de impotencia ante problemas que exceden nuestras capacidades. La fe de Felipe , aunque sincera, estaba limitada por las realidades físicas que podía percibir.

Andrés: La fe expectante

En contraste, el enfoque de Andrew fue marcadamente diferente. Cuando vio a un niño con cinco panes de cebada y dos peces, no desestimó la escasa ofrenda. En cambio, se lo llevó a Jesús, diciendo: “ Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos peces. ¿Pero qué son entre tanta gente? (v. 9). Andrew reconoció la insuficiencia de los recursos, pero aún así los presentó con esperanza y expectativas.

La fe de Andrés es emblemática de una fe expectante: una que reconoce limitaciones, pero cree en la posibilidad de la multiplicación divina. Este tipo de fe ve más allá de lo material y aprovecha el potencial de milagros. La disposición de Andrés de ofrecer lo poco que estaba disponible, confiando en que Jesús podría hacerlo suficiente, encarna una asociación con lo divino. Es una fe que no espera pasivamente los milagros, sino que participa activamente en el desarrollo de la obra de Dios .

El milagro de la participación

La historia de la Alimentación de los Cinco Mil nos enseña que los milagros a menudo comienzan con un simple gesto humano. Jesús no creó el pan y el pez de la nada; tomó la pequeña ofrenda proporcionada y la multiplicó. Este acto subraya una verdad profunda: los milagros son un esfuerzo de colaboración entre la humanidad y la divinidad. No son meros actos de Dios realizados de forma aislada, sino que a menudo son el resultado de la iniciativa humana combinada con la intervención divina.

Este principio se repite en la transformación del agua en vino en las bodas de Caná. Jesús pidió a los sirvientes que llenaran las tinajas con agua antes de convertirla en vino. De manera similar, al alimentar a la multitud, utilizó lo que estaba disponible, por insuficiente que pareciera, para realizar el milagro. Estos ejemplos resaltan que la fe expectante implica actuar, ofrecer lo que tenemos y confiar en que Dios hará el resto.

Fe en acción

La fe expectante nos llama a ir más allá de la creencia pasiva hacia un compromiso activo. Nos anima a ofrecer nuestros “ cinco panes y dos peces”, por insuficientes que parezcan. Esto podría significar usar nuestros talentos, recursos o tiempo al servicio de los demás, confiando en que Dios puede amplificar nuestros esfuerzos. Es una fe que nos impulsa a la acción, impulsándonos a contribuir lo mejor que podemos y dejando el resultado a la providencia de Dios .

En nuestra vida diaria, a menudo nos encontramos con situaciones que parecen abrumadoras o imposibles de resolver. Al igual que Felipe, podríamos sentirnos tentados a centrarnos en las limitaciones y los desafíos, sintiéndonos desanimados por la enormidad de la tarea. Sin embargo, el ejemplo de Andrés nos invita a adoptar una perspectiva diferente: reconocer las pequeñas oportunidades de contribución y confiar en el poder transformador de la intervención de Dios .

El poder de la fe

Henry Ford : “ Crees que puedes o no, tienes razón”, resuenan profundamente en el contexto de la fe. Nuestras creencias dan forma a nuestra realidad. Cuando creemos en la posibilidad de los milagros, nos abrimos a experimentarlos. Por el contrario, cuando dudamos, cerramos posibles vías de acción divina en nuestras vidas.

Jesús a menudo enfatizó la importancia de la fe en sus enseñanzas diciendo: “ Según vuestra fe os será hecho” (Mateo 9:29). Esta declaración destaca el papel fundamental que desempeña la creencia en la manifestación de los milagros. La fe actúa como catalizador, permitiendo que el poder de Dios obre en nosotros y a través de nosotros. Es un recordatorio de que nuestra mentalidad y actitud pueden influir significativamente en nuestras experiencias.

Cultivar la fe expectante

Para cultivar la fe expectante, primero debemos reconocer nuestras limitaciones y luego trascenderlas mediante la confianza en las infinitas posibilidades de Dios . Esto implica un cambio de perspectiva, de la escasez a la abundancia, de la duda a la creencia y de la espera pasiva a la participación activa. Aquí hay algunos pasos para ayudar a nutrir esa fe:

Reconozca las pequeñas ofertas: preste atención a los recursos u oportunidades aparentemente insignificantes que le rodean. Así como Andrés notó al niño de los panes y los peces, nosotros también podemos identificar y apreciar los pequeños regalos en nuestras vidas.

Toma Acción: Ofrece lo que tienes, aunque te parezca insuficiente. Participa en actos de bondad, servicio o generosidad, confiando en que tus contribuciones pueden multiplicarse por la gracia de Dios.

Confíe en la Providencia de Dios : desarrolle una mentalidad de abundancia, creyendo que Dios puede satisfacer sus necesidades y lo hará. Deja de lado el miedo a la escasez y abraza una fe que anticipe la intervención divina.

Manténgase firme en la oración: cultive una relación profunda y personal con Dios a través de la oración y la meditación regulares. Esto ayuda a fortalecer su fe y alinear su voluntad con los propósitos de Dios .

Reflexiona sobre milagros pasados: recuerda y reflexiona sobre casos pasados en los que has sido testigo o experimentado la intervención de Dios . Deje que estos recuerdos refuercen su creencia en la posibilidad de los milagros.

Una fe que transforma

Las historias de Felipe y Andrés nos recuerdan que la fe no es un concepto unidimensional sino un camino multifacético. La fe materialista de Felipe y la fe expectante de Andrés representan diferentes etapas y tipos de creencias que podemos encontrar en nuestra vida espiritual. Al aceptar las lecciones de ambos discípulos, podemos desarrollar una fe más holística y dinámica.

En definitiva, el milagro de la Alimentación de los Cinco Mil ilustra que nuestra fe, ya sea naciente o madura, es siempre una invitación a colaborar con lo divino. Es un llamado a participar de lo milagroso, a ofrecer lo mejor de nosotros y a confiar en la capacidad ilimitada de Dios para transformar y multiplicar nuestros esfuerzos.

Al reflexionar sobre esta historia del evangelio, inspirémonos para pasar de una fe limitada por limitaciones materiales a una que espera y abraza lo milagroso. Esforcémonos por ser como Andrés, cuya fe simple pero profunda hizo posible que Jesús realizara uno de los milagros más grandes de las Escrituras. Y al hacerlo, que seamos testigos y experimentemos el poder transformador del amor de Dios en nuestras vidas y en el mundo que nos rodea.

Que el corazón de Jesús viva en los corazones de todos. Amén…