La promesa de paz
Escritura: Juan 14:27.
Introducción: La paz requiere esfuerzo e intencionalidad, una elección consciente de alejarnos de las distracciones y tentaciones que nos alejan de Dios.
Reflexión
En los mares tumultuosos de la vida, es fácil sentirse abrumado, perder de vista la tranquilidad que reside en nuestro interior. Los momentos de paz parecen fugaces, ahogados por la cacofonía de preocupaciones y ansiedades que asaltan nuestras mentes. Sin embargo, en medio del caos, existe un refugio sereno, un santuario donde el alma puede encontrar consuelo y renovación. Es en presencia de lo Divino, en el abrazo del amor de Dios, que se encuentra la verdadera paz.
El camino hacia la paz interior suele estar plagado de obstáculos, tanto externos como internos. El mundo que nos rodea está plagado de discordia y lucha, alimentados por el odio, la ira y el miedo. Es un clima que amenaza con engullirnos, arrastrarnos hacia sus turbulentas corrientes. Nos encontramos azotados por las tormentas del malestar político, por el espectro de la injusticia y las malas acciones que se cierne sobre la sociedad. El peso de estas cargas puede ser aplastante y hacernos sentir impotentes y a la deriva.
Y, sin embargo, en medio del caos, hay esperanza. Hay un faro de luz que atraviesa la oscuridad, iluminando el camino hacia la paz. Es la luz de la fe, la creencia inquebrantable en la bondad y la gracia de Dios. En tiempos de dificultad, estamos llamados a recurrir a esta fe, a sacar fuerzas de la fuente del amor divino que fluye libremente hacia todos los que lo buscan.
"Pero los que esperan en el Señor renovarán sus fuerzas. Se elevarán con alas como las águilas; correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán". - Isaías 40:31
Encontrar la paz no es simplemente una cuestión de aceptación pasiva o resignación. Requiere esfuerzo e intencionalidad, una elección consciente de alejarnos de las distracciones y tentaciones que nos alejan de Dios. Requiere voluntad de dejar de lado nuestras ideas preconcebidas y prejuicios, para abrir nuestros corazones al poder transformador de la gracia.
"La paz os dejo; mi paz os doy. Yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo". - Juan 14:27 .
Uno de los mayores obstáculos para la paz es la tendencia a insistir en los problemas y tribulaciones del mundo. Nos consumimos por la preocupación y la ansiedad, inquietándonos sin cesar por cosas que escapan a nuestro control. Pero como seguidores de Cristo, estamos llamados a un propósito más elevado. Estamos llamados a confiar en la providencia de Dios, a entregar nuestros miedos y ansiedades a su cuidado.
"No estéis afanosos por nada, sino que en toda situación, con oración y petición, con acción de gracias, presentad vuestras peticiones a Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús." - Filipenses 4:6-7
Ante la injusticia y las malas acciones, estamos llamados a hablar con valentía y convicción. No podemos permanecer en silencio ante la opresión o la explotación. Pero también debemos protegernos de la tentación de responder con ira u odio. En cambio, estamos llamados a responder con amor y compasión, a buscar la reconciliación y la curación siempre que sea posible.
"Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios". - Mateo 5:9
Las palabras que hablamos y las acciones que realizamos siempre deben reflejar nuestra fe en Cristo. Debemos esforzarnos por ser constructores de paz en un mundo desgarrado por la división y el conflicto. Debemos ser faros de esperanza en un mundo envuelto en oscuridad.
"Sobre todo, amaos profundamente unos a otros, porque el amor cubre multitud de pecados". - 1 Pedro 4:8
Pero, sobre todo, debemos acordarnos de mantener la mirada fija en Jesús. Él es la fuente de nuestra fuerza y el ancla de nuestras almas. En Su presencia encontramos verdadera paz, una paz que sobrepasa todo entendimiento. Así que tomemos un tiempo cada día para orar y escuchar Su voz. Sumerjámonos en Su Palabra, permitiéndole penetrar en nuestro corazón y transformar nuestra vida. Y nunca perdamos de vista la promesa de paz que Él ofrece a todos los que lo buscan.
"Venid a mí todos los que estáis trabajados y agobiados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas". - Mateo 11:28-29 .
Que el corazón de Jesús viva en los corazones de todos. Amén …