Un recordatorio atemporal: el poder del amor para superar el miedo
Escritura: Marcos 1:40-45
Reflexión
En el mundo actual , la historia del encuentro del leproso con Jesús tiene profundas implicaciones sobre cómo percibimos y tratamos a aquellos que están marginados, excluidos o afligidos por los juicios de la sociedad .
Imagine una ciudad bulliciosa, donde las calles están llenas de gente corriendo de un lado a otro, consumida por sus propias preocupaciones y ambiciones. Entre ellos camina una figura envuelta en ropas andrajosas, con el rostro oculto por la capucha de su capa. Sus pasos son vacilantes y sus movimientos cautelosos, porque lleva no sólo el peso de su enfermedad sino también el peso del estigma social.
A este hombre, llamémoslo John, le han diagnosticado una enfermedad crónica que, como la lepra antigua, lo ha dejado aislado y rechazado. En el mundo actual , podría ser el VIH/SIDA, las enfermedades mentales o cualquier otra enfermedad que sea injustamente estigmatizada e incomprendida. John conoce muy bien el dolor del rechazo, la soledad de ser dejado de lado por amigos y familiares, el miedo de ser juzgado como indigno o impuro.
Pero en medio del ruido y el caos de la ciudad, John escucha susurros de esperanza. Historias de un sanador que camina entre la gente, acercándose a los enfermos y a los que sufren con compasión y gracia. Un sanador que no se aleja de aquellos considerados intocables, sino que los abraza con amor y aceptación.
Impulsado por la desesperación y un rayo de fe, Juan se propone encontrar a este sanador, este Jesús de Nazaret. Ignorando las miradas y los susurros de quienes lo rodean, se abre paso entre la multitud hasta encontrarse cara a cara con quien busca.
En lugar de gritar “¡ Inmundo! ¡Inmundo!" Como dicta la ley, John se encuentra formulando un alegato diferente. " Si es tu voluntad", susurra, " puedes limpiarme".
En ese momento, Jesús mira a Juan a los ojos con una mirada llena de compasión y comprensión. " Es mi voluntad", declara: "¡ Quedad limpios!"
Y así, el mundo de John se transforma. La enfermedad que lo había atormentado durante tanto tiempo desaparece repentinamente y es reemplazada por una sensación de asombro y asombro. Pero más que una simple curación física, John experimenta una curación más profunda: una curación del alma.
Mientras camina por las calles, sin esconderse más detrás de su capa, John siente que se le quita un peso de encima. Las miradas y los susurros de la multitud ya no tienen poder sobre él, porque ahora sabe que no lo define su enfermedad sino el amor y la aceptación de quien lo curó.
Pero la historia no termina ahí. Inspirado por su encuentro con Jesús, Juan se convierte en un defensor de aquellos que todavía sufren, aún están marginados y aún anhelan ser aceptados. Habla contra el estigma y la discriminación que tan a menudo acompañan a la enfermedad y la discapacidad, desafiando a la sociedad a ver más allá de las etiquetas y los estereotipos, hacia la humanidad que se esconde debajo.
A través de sus palabras y acciones, John se convierte en un faro de esperanza y sanación en un mundo que a menudo parece oscuro y dividido. Y aunque quizás nunca realice milagros como los que hizo Jesús, sabe que todavía puede ser un canal para el amor y la gracia de Dios , extendiendo la mano a los quebrantados y marginados con compasión y bondad.
Al final, la historia del leproso y Jesús no es sólo un cuento de la antigüedad, sino un recordatorio eterno del poder del amor para vencer el miedo, de la aceptación para vencer el rechazo y de la esperanza para triunfar sobre la desesperación. Y en el mundo actual , ese mensaje es más importante que nunca. Porque en un mundo que a menudo es rápido para juzgar y lento para perdonar, estamos llamados a ser agentes de sanación y reconciliación, extendiendo la mano a los necesitados con el mismo amor y compasión que Jesús mostró al leproso hace tanto tiempo.
Que el corazón de Jesús viva en los corazones de todos. Amén…