Nuestra serie de sermones de este mes se llama: Los oficiales de la iglesia. No es un título muy rimbombante, pero el tema es muy importante. Cuando hablamos de “oficiales” estamos refiriéndonos a ciertos funcionarios, cargos o llamados que, bíblicamente, han sido establecidos como parte de la estructura básica de la iglesia en el Nuevo Testamento.
Es decir, que estos oficios, cargos, o funcionarios son una parte estructural del aspecto institucional de la iglesia establecida desde la época apostólica y que perdura hasta nuestros días.
La semana pasada dejábamos en claro la importancia de esa estructura de autoridad que el Señor estableció desde el principio. Cristo mismo estableció apóstoles, profetas, evangelistas y pastores-maestros, según veíamos en Efesios 4.
Y como vimos, los tres primeros oficios tuvieron un carácter temporal, pues correspondieron a la etapa fundacional de la iglesia y no continuaron más allá de la época apostólica, pero el oficio de pastor-maestro, sí continuó siendo parte estructural de la organización de la iglesia hasta nuestros días.
Hoy día no hay apóstoles, profetas y evangelistas, en el sentido del oficio tal como se dio en el Nuevo Testamento, pero sí tenemos pastores-maestros que continúan sirviendo en ese mismo oficio tal y como se estableció en la iglesia del Nuevo Testamento.
De hecho, entre la primera y segunda venida de Cristo, hay dos oficios que perduran en la iglesia de acuerdo con la Escritura y estos son, los oficios de Anciano y el oficio de Diácono.
El Nuevo Testamento da testimonio de que a medida que la iglesia se extendía por el mundo, estos dos oficios eran los que continuaron en la estructura de organización en las iglesias locales. Como muestra Filipenses 1:1, Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús, a todos los creyentes en Cristo Jesús que están en Filipos, junto con los obispos y diáconos.
Como vemos, Cristo mismo no dejó a su iglesia para que se dirigiera sola, sino se encargó de establecer estructuras de autoridad para que su cuerpo llevara una dirección clara y de acuerdo con su voluntad.
Por eso, los oficiales de la iglesia son una estructura importante y también necesaria dentro de la iglesia, como veremos, los oficiales de la iglesia tienen la gran tarea de dirigir, y guiar a la iglesia. Necesitamos que personas en autoridad estén dirigiendo, velando, protegiendo la enseñanza de la verdad dentro del cuerpo de Cristo.
Hoy nos estaremos centrando en el oficio que en efesios 4 se menciona como Pastor-maestro.
Existen varias maneras en las que el Nuevo Testamento se refiere a estos oficiales de la iglesia. El Nuevo Testamento habla de estos oficiales refiriéndose a ellos como Pastores, Obispos o Ancianos.
Ser Pastor, Obispo o Anciano son maneras diferentes de nombrar el mismo oficio. Estamos bastante acostumbrados a pensar de estas palabras como refiriéndose a personas, cargos u oficios distintos. En nuestra mente solemos hacer diferencia entre pastor, obispo y anciano.
Pero en la nomenclatura del Nuevo Testamento y en la práctica de la iglesia desde ese tiempo, un pastor es un anciano y un pastor y anciano, es un obispo. Es un solo oficio nombrado de tres maneras diferentes.
Este oficio conforma el cuerpo pastoral y de autoridad de la iglesia local. Las variadas formas de nombrarlo reflejan la compleja responsabilidad de este grupo de oficiales. El término anciano (presbiteros) refleja la herencia judía que recalca la importancia de la dignidad, madurez, honor y sabiduría de estos oficiales. También el término Obispo (Episkopos) que tiene un origen del idioma griego, enfatiza el trabajo de vigilancia o supervisión. El título Pastor (poimen) hace referencia a la dirección, protección y cuidado del rebaño del Señor.
Como Iglesia Presbiteriana nos caracterizamos por tener Ancianos, de hecho, tomamos nuestro nombre denominacional de la raíz de la palabra griega Presbyteros que significa Anciano. Somos Presbiterianos porque la iglesia es cuidada y guiada por una pluralidad de Ancianos o Presbíteros.
Normalmente, en nuestra denominación solemos nombrar pastores a las personas como un servidor, que fue a un seminario, ha sido ordenado como ministro de la palabra y sacramento por un presbiterio y ha sido instalado en una iglesia local para servir por períodos de 5 años recibiendo nuestro sostén económico por parte de la iglesia.
Pero la realidad de las cosas es que el oficio que un servidor desempeña no debe verse en esencia como algo completamente distinto al oficio que desempeñan los hermanos a quienes llamamos Ancianos de Iglesia, que normalmente, son hermanos laicos que sin remuneración económica sirven y dan de su tiempo para ministrar a la iglesia local. Actualmente, tenemos dos de los llamados pastores y nueve ancianos de iglesia, que en conjunto constituimos el Consistorio.
Pero, aunque, denominacionalmente, se haga una distinción entre los pastores y ancianos en razón del trasfondo de estudios teológicos o el tiempo invertido o el salario recibido, no debemos dejar que esta distinción nos confunda de las funciones que desempeñamos. Todo el que es Anciano, es también Pastor, Todo el que es Anciano y Pastor es también Obispo.
Así que, en el sentido más estricto y bíblico, la iglesia Shalom no solo tiene dos pastores, sino tiene 11 pastores, tiene 11 ancianos, tiene 11 obispos.
El oficio de Anciano, Pastor u obispo ha estado presente desde la época apostólica de la iglesia.
Por ejemplo, es notorio el hecho de que, desde la época apostólica, en la iglesia de Jerusalén, cuando hubo necesidad de atender un asunto mayúsculo respecto a si los gentiles estaban incluidos o no en la salvación en Cristo, los que formaron parte de esa definición y decisión fueron los apóstoles y los ancianos en Hechos 15.
No solo los apóstoles decidieron sobre el asunto, sino la definición fue tomada en conjunto con los ancianos. De hecho, fue un anciano quien dio un análisis y propuesta que puso fin a la discusión. Es decir, el oficio de anciano, pastor y obispo, ha estado en la iglesia desde sus amaneceres.
También es importante subrayar que Hechos 14:21-23 muestra cómo una de las primeras cosas que hacía el apóstol Pablo en la plantación de nuevas iglesias era establecer esta estructura básica de una pluralidad de Ancianos, de pastores, de obispos que cuidaran y guiaran a la iglesia. “Volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído.
El paso de establecer Ancianos era fundamental para la iglesia fuera cuidada, guiada, protegida ante todas las tribulaciones que recibiría por causa del evangelio.
Esto no solo fue cierto al inicio de la iglesia en la época apostólica, sino sigue siendo cierto para nosotros en la iglesia del siglo XXI, cada iglesia local necesita esa pluralidad de Ancianos, obispos, pastores que cuiden, guíen, protejan, enseñen al rebaño del Señor.
Como iglesia presbiteriana, nos queda claro que un solo pastor, anciano u obispo es incapaz de guiar y cuidar a la iglesia, por eso, siguiendo el modelo del Nuevo Testamento, tenemos una pluralidad de estos pastores, ancianos u obispos para que, de manera colegiada o grupal, cuiden, enseñen, protejan y guíen a las ovejas del Señor que el Príncipe de los Pastores ha encomendado a nuestro cuidado.
De ahí la importancia de tu consistorio, amada iglesia. Los ancianos son tus pastores y obispos que ha puesto el Señor en esta iglesia local para que a pesar de las tribulaciones permanezcamos firmes en el reino de Dios.
La enseñanza sobre los Ancianos, pastores u obispos como responsables o líderes de la iglesia es notoria en el Nuevo Testamento. De hecho, hay tres pasajes relativamente amplios acerca de sus cualidades y requisitos, así como diversas menciones de las cuales se pueden derivar implicaciones y aplicaciones sobre sus funciones. Los encontramos en 1 Timoteo 3, 1 Pedro 5 y Tito 1.
Uno de estos pasajes sobresalientes acerca de los ancianos lo encontramos en Tito capítulo 1 a partir del versículo 5. Aquí nos detendremos para derivar del mismo tres funciones que cumplen los ancianos, pastores u obispos en la iglesia del Señor.
En el pasaje encontraremos más bien cualidades o características que deben tener aquellos que son llamados como ancianos, pero basándonos en estas cualidades, derivaremos las funciones que desempeñan que hacen ser necesarias o ser un requisito mostrar tales cualidades para el buen desempeño de su oficio.
Entonces, basándonos en este pasaje de Tito 1, veremos tres tareas que son propias del cargo u oficio al que el Señor ha llamado a estos varones que son denominados dentro de la iglesia como los pastores-maestros, los obispos, los ancianos.
Para resumir esta enseñanza podemos decir que los Ancianos dirigen el rebaño del Señor; los ancianos pastorean el rebaño del Señor y los ancianos enseñan al rebaño del Señor.
Primero, los Ancianos dirigen al rebaño del Señor.
Tito 1:5-6 dice: Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé; el que fuere irreprensible, marido de una sola mujer, y tenga hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía.
La misión del apóstol Pablo era llevar el evangelio allá donde no había llegado, adentrándose en el mundo de los no judíos, o sea, los gentiles. Y a medida que había creyentes en un lugar, lo que hacía era establecer las bases para que se formara una iglesia local en esa ciudad. Así, inició la obra del Señor en Creta.
Por alguna razón, el apóstol tuvo que ir a otro lugar, pero todavía faltaban algunas cosas por hacerse y deja a su compañero de milicia, a Tito, para que continuara la obra en Creta.
Tito es dejado en Creta con un propósito específico: “corregir lo deficiente”, “terminar lo que faltaba”, “poner en orden lo que se requería”, en pocas palabras, no podía decirse que la iglesia estuviera finalmente establecida si no se realizaban estos asuntos pendientes. ¿Y qué elemento era indispensable para corregir lo deficiente, para poner en orden lo que faltaba por hacerse? Establecer ancianos, establecer pastores, establecer obispos.
Este paso era muy importante, porque al salir Pablo y posteriormente, Tito de Creta, alguien tenía que continuar la obra con la iglesia que se había establecido en ese lugar. ¿Quién dirigiría a estos creyentes? ¿Quién seguiría poniendo en orden las cosas? ¿Quién velaría para que las cosas se hicieran de acuerdo con la voluntad del Señor? ¿Quién definiría el camino más sabio por el que debía transitar este grupo de creyentes que se había establecido en Creta? ¿Si ya no iban a estar ni Pablo ni Tito, ni ninguno de los plantadores de esa iglesia? La respuesta, sin duda, es los ancianos.
Una iglesia, desde la visión del Nuevo Testamento, está incompleta si no tiene quien la dirija, la guíe, la ordene, la corrija, la gobierne. Ese escenario, el no tener quien la dirija, es una situación que es irregular y es necesario ordenar o corregir. Era necesario establecer ancianos en la iglesia porque los ancianos dirigen al rebaño del Señor.
Los ancianos, pastores, obispos son los encargados, por diseño bíblico, de servir a la iglesia a través de ser los responsables de dirigirla, liderarla, velar por el buen orden y marcha del cuerpo de creyentes bajo su cuidado.
Puesto que esta es una de las tareas importantes de los ancianos, es importante que los que vayan a ser ancianos, pastores, obispos de la iglesia muestren esa característica de poder dirigir y esto tiene que comenzar en su propia casa.
La primera característica que debía buscar Tito en aquellos que iban ser establecidos como ancianos era que fueran irreprensibles en diversos aspectos. Y el primero de ellos en esta lista tiene que ver con cómo se comporta como dirigente o líder de su propia familia: Debía ser marido de una sola mujer y que tuviera una familia cuyos hijos, que estuvieran bajo su cobijo, vivieran en orden y en sujeción al Señor. La lógica de observar a su familia es como dice 1 Timoteo 3:5, porque el que no sabe gobernar su propia familia, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?
Si una de las funciones importantes de los ancianos es la de dirigir el rebaño del Señor, esa capacidad de dirección y liderazgo debe mostrarse desde su propia casa primero. Por eso, aquellos que anhelan ser ancianos deben comenzar primero a ir poniendo orden a lo que haya que ordenar en su propia casa, su matrimonio, su vida familiar. Este liderazgo amoroso y servicial, le estará preparando para poder servir a la iglesia del Señor con eficacia y bendición.
También es importante notar que cuando la Biblia habla de los ancianos con relación a la iglesia, no lo hace en singular, sino casi siempre en plural. O sea, no se habla del pastor de tal o cual iglesia, sino se habla de los ancianos, obispos, pastores de tal o cual iglesia en tal lugar. Es decir, esta dirección de la iglesia, esta autoridad de la iglesia no se ejerce por una sola persona, sino se ejerce en colectivo, en grupo, en colegiado.
Este es un principio importante en la iglesia presbiteriana como nosotros. Siguiendo esta pauta bíblica, la iglesia no es dirigida por una persona, sino el liderazgo de la iglesia se practica por medio de decisiones tomadas en conjunto o en colegiado por el grupo de ancianos, pastores, obispos de la iglesia local, conocido como el Consistorio de la Iglesia.
El Consistorio de nuestra iglesia se reúne de manera ordinaria cada segundo domingo de mes, o sea, hoy tendremos Dios mediante nuestra primera reunión del año. Este cuerpo de pastores, obispos, ancianos se reúne para velar por la dirección, cuidado y orden de toda la iglesia en sus tres sedes. No es una sola persona la que dirige esta iglesia, sino es este cuerpo de oficiales, en conjunto o en colegiado, es quien tiene la responsabilidad de dirigir a la iglesia del Señor. Los ancianos dirigen al rebaño del Señor. Ore mucho por su Consistorio para que con temor y temblor dirija a la iglesia que el Señor nos ha encomendado.
Los Ancianos dirigen, pero desempeñan otra tarea importante en la iglesia del Señor. Segundo, los Ancianos pastorean al rebaño del Señor.
Tito 1:7-8 dice: Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo.
En estos versículos vemos una especie de perfil que debe caracterizar a los oficiales de la iglesia. Notemos primero, que anteriormente se ha referido a estos oficiales como “ancianos” como “Presbiteros” y ahora se refiere a los mismos oficiales como “obispos” (episcopos) es decir supervisores, sobreveedores, cuidadores. Aquí se reafirma nuevamente, lo que hemos estado mencionando que ser anciano, obispo, pastor es el mismo oficio en el Nuevo Testamento.
Estos ancianos que son obispos deben tener ciertos rasgos de carácter y de vida que son necesarios para el desempeño de su tarea. Se enfatiza la importancia de que estos rasgos caractericen al anciano al decir nuevamente que debe ser “irreprensible” en estas cosas. Primero se habla de cosas que deben estar ausentes en su vida y luego de cosas que deben estar presentes.
Se habla de que debe estar ausente de su vida la soberbia, la ira, el desenfreno, la rebeldía, la codicia entre otras cosas. Y en contraste, su vida debe caracterizarse por la hospitalidad, la bondad, la sobriedad, la rectitud, la santidad y el dominio propio.
¿Por qué el obispo debe ser irreprensible en todas estas cosas? Si observamos todos estos no son habilidades, sino son rasgos de carácter, lo que una persona es, no tanto de lo que es capaz de hacer en términos de habilidades. Y estos rasgos son de naturaleza relacional. Es decir, que tiene que ver con nuestro trato con otras personas, con nuestras actitudes y acciones en relación con otros.
Por ejemplo, la hospitalidad, la bondad, la rectitud se ve en mi trato con otros. No puedo saber si soy hospitalario si no tengo contacto con otras personas. No puedo saber si soy soberbio si no interactúo en la vida diaria con otras personas.
Todo este paquete de rasgos de carácter es muy relacional porque uno de los trabajos principales de los ancianos es relacionarse con personas porque tienen la función de pastorear a las personas. Los ancianos tienen la función de pastorear al rebaño del Señor y por ende, tienen que oler a oveja. Es decir, estar con el rebaño, entre el rebaño y en medio de rebaño.
Una de las cosas más importantes que hacen los ancianos, pastores, obispos es relacionarse con las personas porque tienen que pastorearlas en los caminos del Señor. Tienen que cuidarlos, velar por sus vidas, aconsejarlos, advertirles, corregirlos, animarlos. El pastoreo de los creyentes es una tarea cien por ciento relacional y el obispo debe seguir creciendo y madurando en todos estos rasgos relacionales porque son fundamentales para su tarea principal de pastorear, apacentar y cuidar al rebaño del Señor.
Como iglesia queremos seguir creciendo en estos aspectos del cuidado del rebaño del Señor. Queremos que los ancianos de iglesia sean cada vez más visiblemente los pastores del rebaño local del Señor. Hermanos, sigamos creciendo en esto y es de doble dirección. Tiene que venir de los ancianos hacia el rebaño, pero también del rebaño hacia sus pastores. Estamos tratando de ser cada vez más intencionales en que los ancianos sean más visibles y disponibles para la iglesia, pero también la iglesia debe orar, apoyar y dejarse pastorear gustosamente por aquellos que el Señor les ha puesto como sus cuidadores y obispos.
Cuando tus ancianos se acerquen a ti para animarte, exhortarte, corregirte, pastorearte, ten esa disposición para escuchar y sujetarte a su dirección como dice Hebreos 13:17: Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta;
Los ancianos tienen la gran responsabilidad de pastorear al rebaño del Señor, oremos para que con temor y temblor podamos hacerlo de la manera que más gloria traiga a nuestro Dios.
Pero los ancianos no sólo dirigen y pastorean al rebaño, sino también en tercer lugar, los Ancianos enseñan al rebaño del Señor.
Tito 1:9 dice: retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen.
Una tarea muy importante de los ancianos tiene que ver con la enseñanza de la verdad de Dios. Son responsables, primeramente, de tener una doctrina fiel a la enseñanza recibida desde el principio. Deben ser fieles al evangelio puro de Jesucristo. Esto requerirá que sean cuidadosos en el estudio diligente de la Palabra Santa. Deben ser retenedores de la palabra fiel.
Los ancianos, por tanto, deben estar siempre preparándose y estudiando la Palabra para ser cada vez más eficaces en la tarea que el Señor les encomienda. Quiero comentarles que cada lunes, sus ancianos se reúnen a estudiar la Palabra del Señor. Y es el plan de seguir haciéndolo hasta que el Señor lo permita. Tenemos que cerciorarnos que seamos retenedores fieles de la Palabra Santa.
Pero no se trata sólo de ser personas que sostengamos una sana doctrina sino, hay dos acciones que deben desarrollarse con toda esa verdad retenida o aprendida: para que pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen.
Los ancianos son los encargados de velar por la enseñanza de tal manera que el rebaño sea formado de acuerdo con la verdad y también sea eliminado el error o la falsedad dentro del rebaño. De hecho, uno de los requisitos para ser anciano es que sea apto para enseñar.
Por supuesto, hay ancianos que tienen de parte del Señor una habilidad o don más desarrollado en este aspecto para la enseñanza pública del pueblo del Señor y por eso la iglesia es beneficiada por su participación constante en esos momentos de enseñanza pública. Pero independientemente, de que no todos los ancianos prediquen públicamente en la iglesia, todos deben estar involucrados en algún aspecto de la enseñanza de la iglesia, tales como la exhortación, la consejería, la enseñanza en grupos pequeños, etc.
Los ancianos tienen que ser celosos en cuanto a qué se enseña, quién enseña, cómo se enseña. También deben velar y atender los asuntos cuando la falsa enseñanza se empieza a filtrar dentro de la iglesia, así como capacitar a los creyentes para su crecimiento.
El cristianismo es substancialmente educativo, somos llamados a hacer discípulos y los ancianos son los encargados de velar de que la formación de los discípulos en la iglesia sea llevada a cabo con fidelidad a la verdad y en completo orden delante del Señor. Los ancianos enseñan al rebaño del Señor.
Por supuesto, en una sola exposición no se puede abarcar la amplia y compleja tarea que desempeñan aquellos varones a quienes el Señor ha llamado a ejercer el oficio de Pastor, Anciano u Obispo. Pero sirva todo lo dicho para que comencemos a comprender la estructura de autoridad que Cristo ha establecido en su iglesia para que todos crezcamos en el Señor cada vez más a semejanza de Jesús.
Los ancianos, pastores u obispos son los encargados de dirigir, pastorear y enseñar al rebaño del Señor. Oremos por aquellos que ya están en este oficio y todos los que el Señor vaya a llamar para ejercerlo en el futuro. También, como ovejas del Señor que pertenecemos a este redil, oremos, apoyemos, escuchemos, animemos y exhortemos a nuestros ancianos pues ellos son los que velan y pastorean por nuestras almas, sabiendo que darán cuenta al Príncipe de los pastores. Para que lo hagan con entrega, amor y fidelidad delante del Señor.
Sigamos profundizando y aplicando estas enseñanzas acerca de los oficiales de la iglesia para entender cómo seguir creciendo como cuerpo de Cristo para la gloria de Dios.