Tengo la bendición de ser presbiteriano de tercera generación y durante mis años en la iglesia desde niño, en la iglesia local donde crecí, podías notar al frente, en el estrado, unas sillas grandes, que más bien simulaban ser como tronos, que no podían pasar inadvertidas.
Allá, los domingos, a la hora del culto, se sentaban normalmente, los ancianos y el pastor de la iglesia. Cuando preguntabas a tus padres, quiénes eran esas personas sentadas al frente, te respondían, “es el consistorio de la iglesia. Son las autoridades de la iglesia”. Y por la distancia a la que se sentaban de nosotros, la altura del estrado donde estaban y el tamaño de las sillas donde se sentaban, nos daban la idea de que eran personas en otra categoría o muy diferentes al resto de los mortales que estábamos en las bancas.
Con el tiempo, esta práctica ha desaparecido en muchas de las iglesias que conozco. Quizá en una reacción a que muchos ancianos y pastores tristemente se empezaron a ver como muy diferentes a los demás cristianos en razón de su oficio. De hecho, la nomenclatura se cambio de Anciano Gobernante a Anciano de Iglesia, con el propósito de prevenir esa distorsión en la autopercepción de los oficiales.
Pero con el tiempo, quizá muchas iglesias nos hemos ido al otro extremo. A casi borrar o no hacer lo suficientemente visible la estructura de autoridad que el Señor ha establecido en su iglesia.
Como iglesia local, aunque los ancianos no se sientan al frente en “tronos”, sí existen y están muy activos en el ministerio y cuidado de la iglesia. En este punto me gustaría preguntarles ¿Conocen a sus ancianos? ¿Conocen a sus diáconos? Hay 9 ancianos y 7 diáconos y a partir de la próxima semana ya serán 9.
Nuestra iglesia, por la gracia del Señor es bastante grande y tenemos, además, tres sedes. Los oficiales de la iglesia, es decir, los ancianos y los diáconos, ministran en las tres sedes. Por eso es un poco más difícil de que sean conocidos por todos en las tres sedes. No obstante, queremos ser muy intencionales en que cada vez más, los oficiales de la iglesia sean más visibles y conocidos por los miembros de nuestra iglesia para que sepan a quien acercarse para su cuidado espiritual.
Aunque normalmente nos ven a nosotros los pastores al frente, queremos aclararles que en las iglesias presbiterianas, como nuestra iglesia, la congregación no es sólo cuidada por los pastores, sino por un grupo de oficiales que han sido llamados por Dios y confirmados por la elección de la iglesia local para ser los encargados de cuidar, de manera grupal o colegiada, al rebaño del Señor que se congrega en este cuerpo local de creyentes en Cristo.
Por todo esto, hermanos, este mes, estaremos hablando de los oficiales de la iglesia. Para que conozcamos sus funciones y características bíblicamente, de tal forma que apoyemos decididamente su ministerio y oremos por ellos en la labor tan importante a la que el Señor los ha llamado.
Para empezar nuestra reflexión sobre los oficiales de la iglesia, vamos a considerar un pasaje allá en Efesios capítulo 4. En este capítulo el apóstol Pablo enseña grandes verdades acerca de la iglesia, su constitución, su estructura y funcionamiento, por la obra completada por Cristo Jesús.
La iglesia de Cristo no es una entidad sin forma o estructura, o sin substancia. La iglesia tiene firmes fundamentos, bases y cimientos y una estructura básica que él estableció con finalidades y propósitos específicos. Cuando la iglesia funciona de acuerdo con estas estructuras de autoridad establecidas, experimenta crecimiento por todos lados.
Por eso lo que queremos subrayar este día es que la estructura o principio de autoridad que el Señor ha establecido en su iglesia es indispensable para el buen funcionamiento de la misma. Quizá podamos pensar de la iglesia como un organismo relacional en el que hay libertad de acción y cada quien es dirigido por Dios para hacer según convenga.
Y en parte esto es verdad, pero como veremos, este pasaje nos muestra que la iglesia es más que un grupo de personas que se aman y tienen comunión unos con otros, sino que hay estructuras de autoridad establecidas por Dios para que su iglesia funcione adecuadamente y se experimente el crecimiento de todo el cuerpo de creyentes.
En este pasaje subrayaremos tres características de la iglesia de Cristo que nos muestran esa estructura que hace que la iglesia funcione y cumpla sus propósitos. De ahí derivaremos la importancia de los oficiales de la iglesia. Es decir, puesto que la iglesia tiene estas tres características que deben cuidarse y observarse, se hace necesario subrayar la importancia del ministerio y acción de los oficiales dentro de la iglesia.
Las tres características que estaremos subrayando en este pasaje son: Unidad, Autoridad y Finalidad. Es decir, la iglesia tiene unidad, autoridad y finalidad.
Dice Efesios 4:1-6 Por eso yo, que estoy preso por la causa del Señor, les ruego que vivan de una manera digna del llamamiento que han recibido, 2 siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor. 3 Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz. 4 Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados a una sola esperanza; 5 un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; 6 un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos
En primer lugar queremos subrayar que La iglesia tiene UNIDAD.
Pablo comienza haciendo un ruego muy importante en este punto de su epístola, después de haber hablado de la gran obra de redención del Señor Jesucristo. Este ruego tiene que ver con la unidad entre los miembros del cuerpo de Cristo.
Primeramente, enfatiza esa unidad práctica y relacional que debe haber entre los creyentes. Hay que ser humildes, amables, pacientes y tolerantes unos con otros. No será siempre fácil relacionarnos entre nosotros, pero aquí la exhortación es que nos esforcemos por mantener la unidad del espíritu mediante el vínculo de la paz.
Somos llamados a mantener la unidad de manera práctica y cotidiana, de esta manera nos estaremos portando a la altura del llamamiento que el Señor nos ha hecho.
Así que, si eres parte de la iglesia de Cristo, debes ser un pacificador, una persona que celosamente esté cuidando la unidad con tus demás hermanos. La unidad requerirá esfuerzo, como dice el texto. Así que hoy mismo, hermano ¿Estás siendo humilde, amable, paciente y tolerante en tus relaciones con tus hermanos? El Señor te dice ahora mismo, “esfuérzate por mantener la unidad”.
Pero la unidad de la iglesia no es algo superficial o meramente relacional. Sino que la unidad va mucho más profundo a la raíz misma de la fibra básica de lo que es la iglesia.
En estos versículos se recalca la unidad fundamental de la iglesia. Cristo sólo tiene una iglesia y está iglesia tiene un solo fundamento. La Iglesia tiene unidad en que es un solo cuerpo, ha sido establecida por un solo espíritu, tiene una sola esperanza, obedece a un solo Señor, se sostiene en una sola fe, ha recibido un solo bautismo y vive bajo el cobijo de un solo Dios y Padre de todos.
Cuando pensamos en la iglesia de Cristo tenemos que pensar en su unidad. No solo en lo relacional, sino en lo más fundamental. Si eres parte de la iglesia todas estas cosas tienes en común y en unidad con todos tus hermanos y hermanas en Cristo. No podemos darnos el lujo de vernos como ajenos, distantes, indiferentes, a la iglesia. Si somos de Cristo, estamos unidos por todo esto a su iglesia. No podemos estar en Cristo, sin estar unidos con su iglesia.
Así de fundamental es la unidad de la iglesia. Hay que cuidarla y hay que procurarla. Y como veremos, los oficiales de la iglesia tienen la gran tarea de cuidar que esa unidad sea enseñada, establecida, vivida, y compartida en el cuerpo de Cristo. Necesitamos que personas en autoridad estén velando por la unidad en el espíritu que es el vínculo de la paz.
Pero los oficiales de la iglesia, no sólo se hacen necesarios porque la iglesia tiene unidad, sino también, en segundo lugar, porque La iglesia tiene AUTORIDAD.
Dice Efesios 4:7-11 7 Pero a cada uno de nosotros se nos ha dado gracia en la medida en que Cristo ha repartido los dones. 8 Por esto dice: «Cuando ascendió a lo alto, se llevó consigo a los cautivos y dio dones a los hombres». 9 ¿Qué quiere decir eso de que «ascendió», sino que también descendió a las regiones bajas de la tierra? 10 El que descendió es el mismo que ascendió por encima de todos los cielos, para llenarlo todo. 11 Él mismo constituyó a unos como apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros,
En la antigüedad, cuando un rey conquistaba una nueva región regresaba a su reino con el botín de guerra. Y en su entrada triunfal repartía parte de ese botín como un regalo para su pueblo.
El apóstol aquí usa esa imagen proveniente del salmo 68, para explicar que cuando Cristo venció al reino de la oscuridad por su muerte y resurrección ascendió al cielo para ser coronado como rey y al ser coronado repartió dones para su iglesia.
Él subió hasta lo más alto, no sin antes haber descendido hasta lo más bajo al hacerse uno de nosotros y morir en una cruz por nosotros. Pero al ser coronado en su exaltación, repartió dones en la medida en que él quiso.
¿Y cómo se manifiesta esta gracia y estos dones hacia su iglesia? ¿Qué estableció Cristo para su iglesia? Estableció una estructura de autoridad.
Cristo no dejó al garete a su iglesia, sino como parte de su obra redentora para con su pueblo estableció oficiales que guiaran, cuidaran y fortalecieran a su iglesia.
El texto es claro en recalcar que Cristo mismo estableció a personas en ciertos oficios para cumplir una función específica en su iglesia. Los oficios establecidos en la iglesia debemos verlos entonces, como provenientes de la voluntad de Cristo mismo. No es un capricho humano. No son una añadidura moderna, sino que Cristo estableció una estructura de autoridad para su iglesia porque así lo determinó por diseño.
Pablo menciona un listado de estos oficiales. Algunos de los cuales tuvieron una función específica circunscrita a cierta etapa de formación de la iglesia y otros han permanecido hasta nuestros días.
Se mencionan primeramente a los apóstoles. Hoy día, en algunas denominaciones se mencionan a ciertos personajes como “apóstoles”, el apóstol fulanito o el apóstol menganito. Ese es un uso moderno del término.
Pero en el Nuevo Testamento el oficio de apóstol estuvo reservado para una clase de personas específicas, cuyo número era muy reducido y específico. No cualquiera hubiera podido ser apóstol, sino un grupo muy estrictamente restringido.
Apóstol, en el contexto del Nuevo Testamento, específicamente se refiere a ciertas personas particulares y conocidas, de hecho, por nombre en el Nuevo Testamento que estuvieron con Jesús en su ministerio y fueron testigos de su resurrección, o bien, como en el caso de Pablo, que recibieron revelación especial de Jesucristo resucitado y fueron comisionados por Jesucristo mismo para establecer los cimientos o fundamentos de la Iglesia.
Fueron personas seleccionadas por Cristo mismo para ser los que pusieran los cimientos de la iglesia, y cuando murió el último de ellos, murió ese oficio como fue conocido en el Nuevo Testamento. Hoy en día no hay apóstoles en el sentido estricto en que se usa el término en el Nuevo Testamento.
Los apóstoles fueron una estructura de autoridad muy importante en la iglesia en sus comienzos y de hecho, sus enseñanzas y testimonio sigue siendo fundamental para la iglesia de hoy a través de la Escritura. Por eso decimos, que la iglesia es apostólica, haciendo referencia a que se apega a la enseñanza impartida por los apóstoles.
En segundo lugar se mencionan a los profetas, como otro oficio que Dios estableció como un don para su iglesia. Los profetas del Nuevo Testamento trajeron revelación especial a la iglesia incipiente. Sus funciones incluyeron la predicción, exhortación, ánimo, advertencia y explicación en esos tiempos de arranque de la Iglesia. Todas estas funciones de los profetas eran necesarias ya que la Escritura todavía estaba en su proceso formativo. No teníamos el canon completo, así que era necesario este oficio para traer revelación del Señor para la iglesia.
Pero cuando llegó la plenitud de la Escritura y se escribió el último de los libros, este oficio como tal, ya no fue necesario, aunque algunas de las funciones desempeñadas por los profetas en su momento, siguen vigentes tales como la exhortación, la advertencia y el ánimo a la iglesia, pero ahora solo con base en la predicación del texto de la Escritura.
Podemos decir que la enseñanza del Nuevo Testamento es que tanto los profetas como los apóstoles establecieron el fundamento de la iglesia (Efesios 2:20). Tuvieron su momento histórico en la redención y luego su posición desapareció, dando lugar a otros oficios que perduran hasta hoy.
Un tercer oficio mencionado es el de Evangelista. El Nuevo Testamento no nos dice mucho de este oficio más que la idea de que eran personas dotadas especialmente para proclamar el evangelio. El único que es llamado Evangelista es Felipe, el que predicó el evangelio al eunuco etíope. (Hechos 21:8). No hay mucha evidencia de su continuidad como oficio en el Nuevo Testamento, más la función de llevar el evangelio allá donde no es conocido, nunca ha dejado de estar vigente.
Por último, en nuestra lista aquí en Efesios encontramos el oficio de Pastor-Maestro. Estas dos palabras van juntas para referirse al oficio de los que pastorean y enseñan al rebaño de Dios. Es decir, para referirse a los Ancianos.
Este oficio, juntamente, con el de los diáconos, son los que se establece en el Nuevo Testamento, como los que perduraron más allá de la etapa apostólica de la iglesia y que forman parte de la organización permanente de la iglesia en la tierra, por lo que han perdurado hasta nuestros días.
De todos estos, los dos oficios que perduran como tales, son los oficios de Ancianos (también llamados pastores, obispos) y los diáconos, aunque no se mencionan en esta lista (talvez porque no son oficiales con un cargo de autoridad o enseñanza, sino de servicio).
De cualquier manera, el Nuevo Testamento da testimonio de que a medida que la iglesia se extendía por el mundo, estos dos oficios eran los que continuaron en la estructura de organización en las iglesias locales. Como muestra Filipenses 1:1, Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús, a todos los creyentes en Cristo Jesús que están en Filipos, junto con los obispos y diáconos.
Como vemos, Cristo mismo no dejó a su iglesia para que se dirigiera sola, sino se encargó de establecer estructuras de autoridad para que su cuerpo llevara una dirección clara y de acuerdo con su voluntad.
Por eso, los oficiales de la iglesia son una estructura importante y también necesaria dentro de la iglesia, Como veremos, los oficiales de la iglesia tienen la gran tarea de dirigir, y guiar a la iglesia. Necesitamos que personas en autoridad estén dirigiendo, velando, protegiendo la enseñanza de la verdad dentro del cuerpo de Cristo.
Pero los oficiales de la iglesia, no sólo se hacen necesarios porque la iglesia tiene unidad y tiene una autoridad establecida por Cristo, sino también, en tercer lugar, porque La iglesia tiene FINALIDAD.
Dice Efesios 4:12-16 a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo. 13 De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo. Así ya no seremos niños, zarandeados por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza y por la astucia y las artimañas de quienes emplean métodos engañosos. 15 Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo. 16 Por su acción todo el cuerpo crece y se edifica en amor, sostenido y ajustado por todos los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro.
Cristo estableció esta estructura de autoridad porque hay una finalidad clara en mente. Dice el texto, todos estos oficiales, tuvieron y tienen su parte para capacitar, para preparar, para fortalecer a los santos, a los creyentes, a fin de que el Cuerpo de Cristo sea edificado.
¿Qué significa ser edificado en este contexto? Lo aclara: Es llegar a la estatura de Cristo. Es ser como Jesús. Lo que Dios quiere es que los creyentes lleguen a ser como Jesús y para esto ha establecido la unidad de la iglesia y la autoridad en la iglesia.
Al cumplirse esta finalidad, los creyentes estarán firmes en la verdad, no siendo llevados por todo viento de doctrina, o siendo niños inmaduros. Sino que seguimos creciendo en Cristo porque el cuerpo funciona como debe funcionar, siguiendo a su cabeza y las estructuras que él ha establecido para que cada miembro haga su parte.
Nos deja claro también, que los oficiales, no son la cabeza de la iglesia, aunque sí tienen autoridad. La cabeza del cuerpo siempre es Cristo. No obstante, los oficiales son importantes en el cumplimiento de la finalidad que Cristo tiene para todo el Cuerpo. Los oficiales son parte del cuerpo, no están por encima del cuerpo, y cuando cada quien hace bien lo que debe hacer, todos crecemos y nos edificamos, es decir, la iglesia refleja más a Cristo.
Los oficiales de la iglesia tienen la gran tarea de dirigir, y guiar a la iglesia al cumplimiento de su finalidad que es ser cada día más como Jesús, el varón perfecto. La estructura establecida por Cristo es necesaria para que todos crezcamos y nos edifiquemos de acuerdo con el diseño del Señor para su iglesia.
Las próximas semanas estaremos abordando la función de cada uno de los oficios que han permanecido en la iglesia hasta nuestros días, pero baste lo aquí reflexionado para comenzar a ver la existencia de estos oficios dentro de la iglesia como parte del plan de Dios para tu vida y mi vida.
Ser parte de la iglesia, implica ser parte de un cuerpo donde hay estructuras de autoridad, donde hay una unidad que se cuida y donde hay una finalidad que debemos buscar como cuerpo. Y en todo esto, los oficiales de la iglesia tienen un papel importante a desarrollar.
Oremos por ellos, apoyemos su ministerio, exhortémoslos también cuando sea necesario, cuidemos sus vidas y familias, porque al hacerlo estamos cuidando el crecimiento y edificación del cuerpo para vivir para la gloria de Dios.