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Hoy quiero hablarles de Lázaro, un hombre que no poseía ningún título de importancia en los círculos religiosos de su tiempo, pero tenía algo mucho más valioso: una relación íntima y personal con Jesús. Lázaro no era uno de los doce apóstoles, no fue elegido para predicar o realizar milagros en nombre de Jesús, pero su amistad con el Salvador nos muestra una verdad poderosa: la cercanía y el amor personal con Cristo son más valiosos que cualquier título o posición en la iglesia. A través de la vida de Lázaro, podemos aprender que lo que realmente cuenta es nuestra relación personal con Jesús, la intimidad que cultivamos con Él en nuestro día a día.
"Lázaro y su Lugar en el Corazón de Jesús"
I. Contexto de Lázaro en la Biblia
**Descripción de Lázaro:**
Lázaro, un personaje quizás no tan mencionado como los apóstoles, pero cuya historia es importante, ya que vive en las páginas del Evangelio de Juan, especialmente en los capítulos 11 y 12. Él era un residente de Betania, una aldea cerca de Jerusalén. Lázaro no era un sacerdote, ni un fariseo, ni un maestro de la ley; no hay registros de que haya realizado milagros, ni predicado sermones. Era un hombre común, pero con una cualidad extraordinaria: era un amigo cercano de Jesús.
**Relación con Jesús:**
La relación de Lázaro con Jesús es un hermoso ejemplo de amistad y amor. Esta amistad no solo incluía a Lázaro, sino también a sus dos hermanas, María y Marta. El Evangelio nos muestra varias escenas que revelan la profundidad de esta relación. Una de las más conmovedoras se encuentra en Juan 11, cuando Jesús, llora por la muerte de lazaro. Este momento nos muestra la humanidad de Jesús, su capacidad de sentir dolor y empatía, y lo mucho que amaba a Lázaro y a su familia.
En otro momento, en Juan 12, vemos a María ungiendo los pies de Jesús con un perfume costoso, un acto de amor y adoración profunda. Jesús defiende su acción ante las críticas de Judas Iscariote, destacando la sinceridad y la profundidad del amor que María tenía por Él. Esta escena tiene lugar en la casa de Lázaro, quien estaba presente y participaba en esta íntima reunión.
Estas historias nos muestran que la relación de Jesús con Lázaro y sus hermanas estaba basada en la amistad genuina, no en la utilidad o el estatus. Jesús frecuentaba su hogar, compartía momentos significativos con ellos, y se revelaba a sí mismo de manera profunda y personal. Lázaro, María y Marta nos enseñan que no es el título o la posición lo que nos acerca a Jesús, sino el corazón abierto y dispuesto a recibirlo y amarlo.
II. La Amistad sobre el Título
Comparación con los Apóstoles
La historia de Lázaro nos ofrece una perspectiva única al compararla con la de los apóstoles. Los doce apóstoles fueron elegidos directamente por Jesús para seguirlo, aprender de Él, y eventualmente, llevar adelante la Gran Comisión. Su relación con Jesús estaba marcada por un llamado a servir, a liderar, y a ser parte fundamental en la fundación de la Iglesia. Los apóstoles recibieron enseñanzas directas, instrucciones específicas, y fueron testigos de milagros y momentos que definirían la fe cristiana.
Sin embargo, en el caso de Lázaro, vemos una dinámica diferente. Lázaro no fue llamado a ser un apóstol. No hay registros de que haya viajado con Jesús, predicado a las multitudes, o realizados milagros en Su nombre. Su conexión con Jesús era de una naturaleza más personal y doméstica. Lázaro nos representa a todos nosotros, personas comunes y corrientes, que pueden tener una relación profunda y significativa con Jesús sin necesidad de un título o una posición específica en la iglesia.
Intimidad vs. Autoridad
La relación de Jesús con Lázaro se caracterizaba por la amistad y el amor mutuo, en lugar de una relación basada en la autoridad o el deber. Mientras que los apóstoles a menudo se relacionaban con Jesús en un contexto de maestro y discípulo, la relación de Jesús con Lázaro era más equitativa, marcada por la cercanía emocional y el afecto genuino.
Un ejemplo claro de esto es la reacción de Jesús ante la muerte de Lázaro. La Biblia nos dice que Jesús lloró (Juan 11:35), un acto que revela la profundidad de su conexión emocional con Lázaro. Este momento nos muestra que Jesús valoraba a Lázaro no por lo que podía hacer por Él, sino simplemente por quién era: su amigo.
Además, la manera en que Jesús interactuaba con la familia de Lázaro, aceptando su hospitalidad y compartiendo momentos significativos con ellos, demuestra una relación basada en la intimidad y no en la jerarquía o la autoridad. Jesús encontraba en la casa de Lázaro un lugar de descanso y refugio, un espacio donde podía ser Él mismo, sin las demandas de su ministerio público.
Esto nos enseña una lección invaluable: nuestra relación con Dios no necesita estar fundamentada en lo que hacemos para Él, en los títulos que ostentamos o en las responsabilidades que llevamos en la iglesia. Lo que verdaderamente importa es la intimidad que desarrollamos con Él, ese espacio personal y privado donde nos encontramos cara a cara con nuestro Salvador, no como servidores o líderes, sino como sus hijos, como sus amigos.
III. Lecciones de la Vida de Lázaro
Resurrección de Lázaro
El episodio de la resurrección de Lázaro, narrado en Juan 11:1-44, es uno de los milagros más asombrosos y reveladores en la vida de Jesús. Este evento no solo muestra el poder divino de Jesús sobre la muerte, sino que también simboliza aspectos profundos de nuestra fe y nuestra relación con Dios.
La resurrección de Lázaro es un poderoso recordatorio de que Jesús es la fuente de la vida y la esperanza. En Juan 11:25, Jesús declara: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.” Esta afirmación no es solo una promesa de vida eterna, sino también una invitación a experimentar una vida transformada aquí y ahora, en íntima comunión con Él.
Este milagro también revela el corazón compasivo y empático de Jesús. Aunque sabía que resucitaría a Lázaro, Jesús eligió llorar con aquellos que estaban de duelo. Esto nos muestra un Dios que no está distante o desapegado de nuestras luchas y dolores, sino uno que se involucra profundamente en nuestras experiencias humanas.
#### Fe y Confianza
La actitud de Lázaro y sus hermanas frente a la enfermedad y posterior muerte de Lázaro es una fuente de inspiración para nuestra propia fe. A pesar de la desesperanza y el dolor, María y Marta depositaron su confianza en Jesús. Incluso en medio de su luto, Marta expresó su fe en Jesús, diciendo en Juan 11:22, “Pero sé que aun ahora, todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.”
Este nivel de fe y confianza es un modelo a seguir. Nos enseña que, incluso en las situaciones más difíciles y dolorosas, podemos acudir a Jesús con confianza, sabiendo que Él es capaz de traer vida y esperanza en medio de la desesperación. Nuestra relación con Dios debe estar cimentada en esta confianza y fe inquebrantables, creyendo que Él está presente y activo en nuestras vidas, incluso cuando las circunstancias parecen desafiar esa verdad.
Lázaro, a través de su historia, nos enseña que la verdadera fe no se trata de evitar la adversidad, sino de saber a quién acudir en medio de ella. Nos muestra que nuestra relación con Dios debe ser una de completa dependencia y confianza, sabiendo que Él es fiel para actuar en nuestro favor, en Su tiempo y de acuerdo a Su voluntad.
La historia de Lázaro nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de nuestra relación con Dios. ¿Es una relación basada en la fe y la confianza, incluso en los momentos de prueba y dolor? ¿Buscamos a Jesús no solo como el dador de bendiciones, sino también como nuestro amigo y consolador en tiempos de necesidad?
La vida de Lázaro nos anima a profundizar nuestra relación con Jesús, recordándonos que en Él encontramos no solo a un salvador poderoso, sino también a un amigo compasivo y cercano. Nos desafía a vivir una fe que trasciende las circunstancias, arraigada en una confianza profunda y una intimidad genuina con nuestro Señor.
### Conclusión###
Hermanos y hermanas en Cristo, hemos recorrido juntos el camino de Lázaro, un camino que nos ha llevado al corazón mismo de nuestra fe. Hemos descubierto que la verdadera grandeza en el Reino de Dios no se encuentra en los títulos o en los altos cargos eclesiásticos, sino en la intimidad y el amor profundo que compartimos con Jesús.
**Resumen emotivo y poderoso**:
Reflexionemos un momento. Imaginémonos en la casa de Lázaro, sentados con Jesús, compartiendo una comida, conversando, viviendo la sencillez de ese momento. Ahí, en esa sencillez, en esa intimidad, encontramos la esencia de nuestra relación con Cristo. No se trata de cuánto sabemos, ni de cuánto hacemos, sino de cuánto amamos y somos amados por Él.
La historia de Lázaro nos muestra un Jesús que llora, un Jesús que ama, un Jesús que trae vida donde hay muerte. Este mismo Jesús nos invita hoy a experimentar la vida en su plenitud, una vida de relación profunda y amor verdadero con Él.
**Llamado al Altar**:
Ahora, con nuestros corazones abiertos y movidos por el amor de Cristo, les invito a dar un paso de fe. Si sienten el llamado a renovar su relación con Jesús, a buscar una intimidad más profunda con Él, a dejar atrás las preocupaciones por los títulos y los roles para abrazar un amor genuino y sincero, les invito a venir al altar.
Este no es solo un paso físico, es un paso del corazón, una decisión de buscar a Jesús por sobre todas las cosas. Aquí, en el altar, pueden dejar sus cargas, sus miedos, sus dudas, y recibir el amor, la paz y la vida que Jesús ofrece.