¿Te ha tocado estar en el banco cuando llega la compañía transportadora de valores? En una ocasión estaba en el banco haciendo un depósito y tuve la oportunidad de ver que llegaran en su camión blindado a recargar el cajero automático.
Es interesante ver todas las maniobras que hacen. Tienen un protocolo estricto que siguen, se les ve con una actitud alerta y a la defensiva, como si una gran amenaza estuviera al asecho. Uno de los agentes estaba montando guardia con la mano sobre la pistola en su cintura. Trataron de hacerlo lo más rápidamente posible y luego, se retiraron siguiendo su protocolo estricto.
Quizá nosotros, a simple vista y sobre todo aquí en Yucatán, podríamos calificarlos de “exagerados”. Podríamos pensar que se toman demasiado en serio su papel. Cómo que sobreactúan sus movimientos.
Pero ellos conocen su trabajo y conocen la amenaza real a la que se enfrentan. Por eso cada movimiento es intencional y obedece a un plan diseñado para asegurar los valores que transportan. Ellos han sido entrenados para estar alertas, concentrados, y siempre listos para usar las armas que tienen para enfrentar lo que pueda amenazar los valores que resguardan.
Este mes hemos estado hablando de la sexualidad de acuerdo con la Escritura. Y hemos visto cuán especial y cuán maravilloso es todo lo que Dios diseñó y estableció para la sexualidad humana. Es algo valioso y especial que debemos tener gran empeño en cuidar y proteger.
Así como los que transportan valores cuidan con empeño aquello que se ha puesto bajo su resguardo, de manera semejante, nosotros como creyentes en Cristo debemos ser así de cuidadosos con el regalo especial que Dios nos ha dado con la sexualidad.
Como hemos visto, una visión cristiana de la sexualidad toma en cuenta la proveniencia divina y el diseño creacional de la sexualidad; no obstante, también toma en cuenta el efecto catastrófico que la caída en el pecado causó sobre la sexualidad humana. Pero, sobre todo, exalta la gloriosa obra de redención efectuada por Jesucristo que abarca todas las esferas de la vida humana, incluyendo la sexualidad.
Así es que este mes hemos hablado de la sexualidad bíblica, abarcando estos aspectos. Una sexualidad diseñada y establecida por Dios como algo bueno en gran manera. Pero por la entrada del pecado a la humanidad también tenemos que hablar de una sexualidad distorsionada que hace necesario que huyamos de todo tipo de inmoralidad sexual.
Pero también hemos hablado de las buenas noticias que el evangelio trae por la obra de Cristo, de tal manera que podemos también hablar de una sexualidad redimida. Y hoy siguiendo esa misa línea de pensamiento, podemos hablar de una sexualidad blindada. Es decir, protegida y cuidada celosamente siguiendo las instrucciones en el evangelio.
Y para reflexionar sobre cómo cuidamos nuestra sexualidad iremos a unos textos en la primera epístola a los Corintios, en especial en los capítulos 6 y 7.
La ciudad de Corinto era conocida, entre otras cosas, por la vida de libertinaje sexual de sus habitantes debido a la adoración pagana a sus dioses. Como parte de los rituales se practicaba la prostitución en esos templos paganos. En fin, en Corinto, la perversión sexual era muy evidente y normalizada.
Tal parece que la iglesia joven de Corinto no pudo sustraerse del todo de esta mala influencia y el apóstol Pablo se ve en la necesidad de recordar a los Santos de Corinto que ellos habían sido redimidos de todo eso y que debían y podían vivir de una manera muy distinta a como solían vivir en su pasado antes de Cristo.
Después de argumentar en favor de huir y apartarse de la inmoralidad sexual, el apóstol Pablo concluye en el capítulo 6 así: 1 Corintios 6:19-20: ¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios.
Dos verdades importantes se derivan de aquí de nuestra redención en Cristo: Somos templo y tenemos dueño. Nuestros cuerpos no son nuestros. Son un templo para el Espíritu Santo. No somos nuestros propios dueños. La tercera persona de la trinidad ha hecho su morada en nosotros. Es un santuario para la gloria de Dios.
Cristo vivió, murió y resucitó para comprarnos para que seamos siervos de Dios. Hemos dejado de servir a las tinieblas, ahora servimos al reino de Dios. Ya no puedes estar deshonrando a aquel que te compró para sí usando tu cuerpo inmoralmente.
En resumen, No eres el dueño. El cuerpo es para el Señor. Tu cuerpo es parte de los miembros de Cristo, eres templo del Espíritu Santo, y has sido comprado por un precio. No eres tuyo, eres para Dios…Por lo tanto, tu cuerpo no es para la inmoralidad sexual, sino para la gloria de Dios.
Con este pensamiento concluye el capítulo 6, pero el hilo del tema no termina allá, sino continúa hacia el capítulo 7 abordando asuntos relacionados con la sexualidad, el matrimonio y la soltería. Pero no perdamos de vista el énfasis de todo, seamos casados o solteros: Honren con su cuerpo a Dios.
Seamos casados o solteros, esta es una de las exhortaciones que tenemos en común: Honren con su cuerpo a Dios, como casado o como soltero es lo mismo. Las maneras específicas de cómo se nos indica hacerlo según nuestro estado y condición, pueden ser distintas, pero el propósito es exactamente el mismo. Los creyentes en Cristo, puesto que hemos sido comprados por un precio y somos templo del Espíritu, debemos huir de la inmoralidad sexual y enfocarnos al diseño que Dios ha establecido para nuestra sexualidad, seamos solteros o casados.
Y en el capítulo 7, la Escritura nos va mostrando maneras de blindar nuestra sexualidad con la verdad para honrar al Señor con todo lo que somos.
Así que este día exploraremos algunas enseñanzas que hay en este pasaje para profundizar en las maneras en que glorificamos a Dios con nuestros cuerpos. Abordaremos primero lo que dice a los casados y luego a los solteros en cuanto a cómo glorificar a Dios.
Exploremos las instrucciones a los casados. Vamos a encontrar por lo menos cuatro indicaciones importantes para los casados en cuanto el tema del sexo.
Si hay un contexto pertinente para abordar el tema del sexo es precisamente el matrimonio, porque de acuerdo con el diseño de Dios, el matrimonio es el único contexto autorizado y avalado por Dios para tener una vida sexual activa. Toda práctica sexual fuera de un contexto del pacto matrimonial entre un hombre y una mujer es considerada en la Escritura como inmoralidad sexual o pecado sexual.
Así que hablar de sexo dentro del matrimonio no es algo que nos debe ruborizar o incomodar, sino al contrario, debemos conocer lo que Dios dice de este maravilloso regalo dentro del contexto santo en el que Dios ha puesto la actividad sexual.
Veremos, entonces, 4 indicaciones para el ejercicio de la sexualidad dentro del matrimonio. Al cumplirlas estamos poniendo una especie de blindaje para protegerlo.
1 Corintios 7:1-2 LBLA comienza diciendo: En cuanto a las cosas de que me escribieron, bueno es para el hombre no tocar mujer. No obstante, por razón de las inmoralidades, que cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido.
Los corintios habían externado a Pablo un pensamiento, quizá en el contexto de la presión que sentían de la sociedad en la que vivían donde la inmoralidad sexual estaba a la orden del día. Algunos de ellos habían pensado: “lo mejor para todos, casados o solteros, es no tener relaciones sexuales”.
Es decir, que casados o solteros fueran intencionales en abstenerse absolutamente del sexo. Pablo, sabiendo que el sexo tiene un contexto correcto para ejercerse, no endosa ese pensamiento, sino reitera que hay un contexto correcto y santo para vivir nuestra sexualidad y este es el matrimonio.
Y por eso indica que ante la realidad de la inmoralidad sexual, o antes de estar cayendo en inmoralidades, es mejor tomar la alternativa de casarse. No está diciendo que todos tienen que casarse. De hecho, en este capítulo el aboga por ciertas ventajas que tiene la soltería para poder dedicarse sin distracciones al reino de Dios.
No obstante, con estas palabras sí recalca la EXCLUSIVIDAD sexual que debe reinar en un matrimonio. Y esta es nuestra primera indicación para la sexualidad bíblica en el matrimonio. Se recalca que cada uno tenga su propia mujer y también que cada una tenga su propio marido.
Es interesante ver en estos versículos que esto no solo aplica a los varones, sino en una mutualidad, aplica a las mujeres. Va parejo todo. Lo que se dice a los varones, también se les dice a las mujeres, en igualdad de condiciones. Aquí se muestra como la sexualidad bíblica no es machista, ni feminista, El varón y la mujer en el matrimonio no están en pugna por primacía, sino considera al esposo y a la esposa como una sola carne, hechos a imagen de Dios, varón y mujer los creó, como dice la Escritura.
Entonces esa exclusividad de nuestra pareja sexual en el matrimonio es importantísima. Así que esa tendencia cultural actual que nos insta a tener varias parejas sexuales, a disfrutar una liberación sexual, etc. no es compatible con las indicaciones de fabricante del maravilloso regalo del sexo.
Honramos a Dios con nuestro cuerpo cuando los casados mantenemos la fidelidad y exclusividad sexual con nuestro esposo o nuestra esposa. Blindemos nuestro matrimonio con exclusividad y fidelidad.
Pero hay una segunda indicación para los casados y esta es la INTENCIONALIDAD sexual hacia nuestro cónyuge. Dice 1 Corintios 7:3, Que el marido cumpla su deber para con su mujer, e igualmente la mujer lo cumpla con el marido.
Notemos que se asume que hay una serie de responsabilidades de índole sexual hacia el cónyuge. Por eso se habla de “cumplir”. Hay algo que se espera de ti como esposo que nadie más que tú puede y debe cumplir. Notemos también que esto, nuevamente, es mutuo. El esposo debe cumplir y la esposa debe cumplir. Hay igualdad de condiciones. No sólo el esposo debe ser intencional en cumplir su deber hacia la esposa, sino también la esposa tiene la misma responsabilidad hacia su esposo.
Y es que si lo piensas, dejar de ser intencional en el aspecto sexual el uno hacia el otro sería un acto muy cruel. Como cónyuge eres la única provisión de intimidad sexual para tu cónyuge. Fuero de ti, cualquier práctica sexual que tenga tu cónyuge sería considerada como pecado o inmoralidad sexual. ¿Te das cuenta? Esto implica un alto privilegio, somos la única fuente legítima y santa de intimidad sexual para nuestro cónyuge. Pero también implica una gran responsabilidad, no hay otra persona en este mundo que pueda proveer esto para tu cónyuge. Por eso necesitamos ser intencionales, tanto el esposo como la esposa, para cuidar la intimidad sexual dentro de nuestro matrimonio.
Antes de decir: “no”, sopesa muy bien tu privilegio y responsabilidad. Este asunto de la sexualidad en el matrimonio va a requerir intencionalidad.
Tampoco quiere decir que estés esclavizado a siempre tener que decir “sí”. No somos máquinas, somos personas y hay una relación de por medio, esto es algo complejo que se cultiva y se celebra en el contexto de una decisión mutua. Pero siempre evaluemos nuestros corazones para que nuestro “no” o nuestro “sí” sea dado con temor y temblor delante del Dios que nos dice que seamos intencionales en proveer a nuestro cónyuge aquello que sólo nosotros podemos proveerle.
Pero no sólo la exclusividad y la intencionalidad son indicaciones importantes en el aspecto sexual para los casados, sino encontramos también que, en tercer lugar, la UNIDAD y PERTENENCIA son requeridas de nosotros.
1 Corintios 7:4 dice: La mujer no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino el marido. Y asimismo el marido no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino la mujer.
Aquí lo que está sobre la mesa en la unidad inseparable del esposo y la esposa en una sola carne. Este es el concepto bíblico del matrimonio que se aleja de todas las ideas del mundo. Cuando el esposo y la esposa se casan se vuelven uno. Hay tal identidad, unidad y pertenencia el uno con el otro que cualquier cosa que haces hacia tu cónyuge te lo haces a ti mismo.
En el matrimonio ya no podemos vernos como dos individuos independientes y separados que solo conviven bajo el mismo techo. Sino ya somos uno y yo soy para ti y tú eres para mí. Yo soy de ti y tú eres para mí. Tenemos una unidad inseparable y una pertenencia mutua.
Debido a esta realidad, como esposo en lo sexual no puedo pensar sólo en mí, sino tengo que pensar en ti primero. Ya no soy un individuo independiente sino estoy ligado a ti para el resto de nuestras vidas. Entonces, antes de enfatizar mis derechos, debo enfatizar mis responsabilidades.
Notemos nuevamente, como esta indicación se aleja de la dictadura o tiranía sexual de un cónyuge sobre el otro. Tanto el esposo como la esposa están en el mismo barco, ninguno de los dos se debe ver a sí mismo como teniendo la primacía sobre su cónyuge. Se pertenecen mutuamente porque son una sola carne. Entonces, no se trata de sojuzgar al otro, sino de servir al otro. No se trata de explotar al otro, sino de donarse al otro. El esposo y la esposa en el plan y diseño de Dios se ven como uno.
Pero queda aún una cuarta indicación para los casados en este pasaje para blindar la sexualidad en su matrimonio y esta es la REGULARIDAD de la intimidad sexual.
Dice 1 Corintios 7:5-6: No se priven el uno del otro, excepto de común acuerdo y por cierto tiempo, para dedicarse a la oración. Vuelvan después a juntarse, a fin de que Satanás no los tiente por causa de falta de dominio propio. Pero esto lo digo por vía de concesión, no como una orden.
Las relaciones sexuales en un matrimonio no deben ser una rareza sino algo que suceda regularmente. Las relaciones sexuales entre el esposo y la esposa los ayudan a blindarse en contra de la inmoralidad sexual. Al privarse por tiempos extendidos de la intimidad sexual, se colocan en una posición de vulnerabilidad y peligro. Y nuevamente, esto es mutuo. El texto dice: No se priven el uno del otro. No es una indicación solo para las esposas o sólo para los esposos, sino es para ambos.
No hay una frecuencia marcada o establecida en la Escritura para todos; cada matrimonio, sin duda, debe platicar y evaluar constantemente este aspecto. No obstante, la indicación es que la intimidad sexual forme parte de la vida regular del matrimonio. Que sea algo que lo cónyuges noten y estén conscientes de su frecuencia.
Si tienes muchos problemas para recordar cuándo fue la última vez que como matrimonio estuvieron juntos sexualmente, pues definitivamente, esto no es algo que este siendo un aspecto regular de su matrimonio. Hay que platicarlo y atenderlo.
La indicación es que se cuide la regularidad de las relaciones sexuales entre los cónyuges. No obstante, hay algunos casos excepcionales en los que se pudiera hacer una especie de ayuno en este respecto, pero también tiene sus condiciones: 1. Debe ser una decisión de ambos cónyuges. 2. Debe ser por un tiempo corto y limitado. y 3. Debe tener el propósito de buscar al Señor intensivamente en oración. Aun así, esta es una concesión para ciertos casos especiales, pero la regularidad es la norma para el matrimonio cristiano. De esta manera, están protegiendo o blindando su matrimonio de las tentaciones que se pueden dar porque nuestro corazón es vulnerable y puede resbalar.
Así que fíjate que la oración tiene su lugar importante en la vida del creyente casado sin duda, pero aquí y en este contexto, se nos advierte que no vaya a ser que por, supuestamente, dar más tiempo a la oración acabemos descuidando la atención y cuidado sexual a nuestro cónyuge, y de esta manera acabemos vulnerando nuestro matrimonio.
Dios ha establecido el matrimonio entre un hombre y una mujer como el único contexto correcto para la actividad sexual entre el esposo y la esposa. Como parte de ese blindaje o protección a tan especial regalo debemos poner atención a las indicaciones de la exclusividad, la intencionalidad, la unidad y pertenencia y la regularidad de vida sexual en el contexto del matrimonio.
Pero ahora dirás, ¿Y nosotros los solteros? ¿Cómo glorificamos a Dios con nuestros cuerpos? ¿Cuál es nuestro llamado de parte de Dios? Quiero responder a estas preguntas con tres palabras: Convicción, Casamiento, Compromiso.
1 Corintios 7:7-9 dice: Sin embargo, yo desearía que todos los hombres fueran como yo. No obstante, cada cual ha recibido de Dios su propio don, unos de una manera y otros de otra. A los solteros y a las viudas digo que es bueno para ellos si se quedan como yo. Pero si carecen de dominio propio, cásense. Que mejor es casarse que quemarse.
Después de haber enseñado las indicaciones para los casados, Pablo, cambia ahora en su enfoque y aborda a los solteros. Lo primero que se le dice a los solteros es que el apóstol desearía que todos fueran como él. ¿En qué aspecto? En lo sexual. Pablo, como soltero, mantenía una vida sin actividad sexual. Al no ser casado, entendía que no había lugar en su vida para la actividad sexual.
Esto es la CONVICCIÓN que debe tener una persona que no está casada. Si el diseño de Dios es que las relaciones sexuales se vivan dentro del contexto del matrimonio, al no estar casado en este momento, el diseño de Dios para mi vida es que no tenga actividad sexual.
¡Esto se oye muy radical! ¿no? Pues así de radical es la santidad. Los casados tienen sus desafíos en cuanto a la sexualidad, los solteros también tienen otros. De ambos grupos se pide lo mismo, que vivan en santidad y pureza sexual, que glorifiquen a Dios con sus cuerpos. Lo que cada grupo va a tener qué hacer, es un poco diferente, pero el propósito es el mismo.
Sin embargo, el mismo apóstol reconoce que esto no será cosa fácil. Hay solteros que tienen la gran bendición de tener un don especial que les permite tener un dominio propio extraordinario en este aspecto. Pero hay otros solteros que están experimentando una lucha muy intensa.
Uno de los desafíos más grandes de los solteros (y realmente no sólo de los solteros) es mantener su pureza sexual. La lucha se hace más intensa porque estamos en una cultura altamente sexualizada y que nos está instando constantemente a dar rienda suelta a los deseos sexuales.
De hecho, para algunos en la cultura, ser soltero es precisamente eso. ¡Para nada! Ser soltero que glorifica a Dios es entre otras cosas, alguien que vive una vida de santidad en esta área. Vive con la convicción que Dios ha reservado la vida sexual activa sólo para los cónyuges dentro del matrimonio. Entonces, si los solteros están teniendo sexo están viviendo en el pecado de la inmoralidad sexual, que es autodestructivo y no agrada a Dios.
Por eso, hermanos y hermanas solteros, aunque digan: “Yo no tengo el don de continencia y deseo casarme”, no pienses que no estás llamado a buscar la pureza sexual. Querer casarte es algo bueno, pero no te exime de cuidar tu pureza sexual.
Seguidamente, Pablo expone que hay un camino para aquel que está en una lucha intensa con este aspecto, y es el CASAMIENTO. “El dice es mejor casarse que estarse quemando”. El matrimonio puede ser un oasis para que los que se están quemando reciban cierto alivio.
Pero hay un problema. Los que estamos casados sabemos que no se acaba la lucha. Ciertamente casarse es mejor que quemarse, pero no te cases sólo por el aspecto sexual. El matrimonio tiene muchas ramificaciones y responsabilidades. Es básicamente una negación de uno mismo para unirse a otra persona. El que se casa sólo por el sexo, no sabe que se está metiendo en luchas mucho más complejas que solo las luchas sexuales.
Para el soltero, sin duda, el matrimonio puede ayudar, pero no es el fin de la lucha, por eso hay que valorar todo, pues el matrimonio es un llamado especial también para nuestras vidas.
Entonces, el soltero puede ir blindando su vida con la convicción de que el diseño de Dios para el sexo es perfecto a pesar de toda la presión que reciba del mundo, también tiene la opción del casamiento, el cual es algo muy bueno, pero implica muchas otras cosas para su vida que no debe tomar a la ligera.
Pero hay una tercera indicación para los solteros y esta es que en su vida tienen la maravillosa oportunidad de un COMPROMISO irrestricto con el reino de Dios.
1 Corintios 7:32-35 dice: Sin embargo, quiero que estén libres de preocupación. El soltero se preocupa por las cosas del Señor, cómo puede agradar al Señor. Pero el casado se preocupa por las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer, y sus intereses están divididos. La mujer que no está casada y la virgen se preocupan por las cosas del Señor, para ser santas tanto en cuerpo como en espíritu; pero la casada se preocupa por las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido. Esto digo para su propio beneficio; no para ponerles restricción, sino para promover lo que es honesto y para asegurar su constante devoción al Señor.
El apóstol Pablo hablando a los “solteros y a las viudas”, aquellos candidatos al matrimonio, no les dice: “apúrense que ya se les va su tren” o “Y ustedes ¿para cuándo?” sino todo lo contrario: “bueno les fuera quedarse como yo”. Y ya vimos que se refería a no tener una vida sexual activa.
¿Por qué pablo veía su vida como soltero como una bendición a pesar de no poder tener una vida sexual activa? Porque veía la soltería como una oportunidad para comprometerse con el reino de Dios, sin que hubiera algo que lo distrajera, lo desviara o lo detuviera.
En otras palabras, ser soltero es algo deseable, es algo “bueno”, es una bendición de parte de Dios, porque te permite enfocarte en cuerpo y alma al reino de Dios. Ser soltero, desde la perspectiva bíblica, no es ser disfuncional o incompleto o como que algo no está correcto. Ser soltero es una bendición.
Cuán diferente es esta perspectiva a la de la cultura que nos rodea. Hermanos, solteros, no sientan que hay algo incorrecto, disfuncional, incompleto en ustedes. Dios les ha dado esta bendición de ser solteros. Su soltería les da oportunidades que los casados ya no tienen.
Básicamente, se presentan las oportunidades de un compromiso irrestricto que el casado ya no tiene en la misma proporción. Los solteros pueden entregarse de cuerpo y alma al servicio de Cristo, en tanto que el casado encuentra su tiempo un poco dividido, entre atender responsablemente sus obligaciones con su cónyuge (lo cual glorifica a Dios) e invertir su vida en la misión del Señor.
El soltero tiene esa flexibilidad de horario y de enfoque para dedicar su vida al Servicio de Cristo. Por eso, hermanos solteros, no vean su soltería como una maldición, sino como una bendición. Vean las oportunidades que su estado actual les provee.
Tienen un corazón que sin divisiones puede dedicarse a Cristo. No desaprovechen esta gran oportunidad. Tus años de soltería son un regalo de Dios para que te comprometas a invertirlos en el Reino. Tienes disponibilidad de recursos, tiempo, esfuerzos para hacer la diferencia en el Reino de Dios.
Hermano, soltero compromete tu vida con el Reino. No inviertas tu tiempo y energía en la inmoralidad sexual, sino enfoca tu vida al compromiso más grande que tu estado te permite vivir sin restricciones.
Hermanos, seamos casados o solteros, blindemos nuestra sexualidad con la verdad de la Palabra de Dios.
Casados o solteros, aprovechamos todas las oportunidades que nuestro estado nos provee para glorificar a Dios.
Casados o solteros, enfrentemos con fe y por la gracia de Dios, todos los desafíos que nuestro estado conlleve.
Casados o solteros, hagamos caso omiso a las mentiras que refiere la cultura popular acerca del sexo para atender exclusivamente a lo que dice la Palabra de Dios.
Casados o solteros, vivamos nuestra sexualidad de acuerdo con la santidad con la que hemos sido llamados para la Gloria de Dios.