Summary: Somos salvos sólo por Gracia

Cuando estaba en la primaria, el día que más me gustaba ir a la escuela era el día que teníamos educación física. Básicamente era mi día favorito porque jugábamos un partido de fútbol en la cancha de los grandes. También era un momento emocionante porque tenías la oportunidad de ser el capitán del equipo y escoger a tus jugadores.

El maestro nos formaba en filas y nos decía: “Voy a dar la instrucción de “firmes” y aquellos que pongan la mejor posición del cuerpo serán seleccionados como los capitanes y luego ellos escogerán a su equipo de entre todos sus compañeros”. Así que cuando daba la instrucción “firmes”, todos poníamos nuestro mejor esfuerzo con tal de ser seleccionados.

Recuerdo que yo me ponía lo más recto y plantado posible para atraer la atención del maestro. Varias veces lo logré y pude elegir a mi equipo. Por supuesto, trataba de elegir a los que yo consideraba los mejores y garantizarían la derrota del equipo contrario. Los que no eran buenos jugando fútbol quedaban al último con sus caras de lástima y tenías escogerlos porque “ya ni modos”. Aunque de todas maneras tratabas de quedarte con lo mejorcito de entre lo peor.

Estamos bastante acostumbrados y nos parece algo bastante normal seleccionar a las personas basándonos en su desempeño, talento o en alguna característica particular que atraiga nuestra atención y sea percibida como algo bueno. En cambio, descartamos inmediatamente a aquellos que no tienen algo atractivo o que llame nuestra atención.

Estamos acostumbrados a pensar así. Uno tiene que merecerse los beneficios. Hay que trabajar duro y esforzarse para ganar las cosas. Nadie te regala las cosas, tienes que ganártelas. Si bien esto es cierto en algunos planos de la existencia, cuando llevamos esta mentalidad a los asuntos espirituales o a nuestra relación con Dios, nuestro esquema no encaja con las realidades espirituales descritas en la Biblia.

Es bastante común una mentalidad que prevalece respecto a cómo nos relacionamos con Dios. Muchos piensan que uno tiene que portarse bien para ganarse el amor de Dios. Uno tiene que esforzarse y poner empeño para merecer que Dios lo reciba en el cielo. A esto se le llama: querer salvos por las obras.

La idea es que mientras mejor te portes, más te ama Dios, y a través de tu desempeño te ganas el derecho de estar eternamente con Dios.

La verdad esto nos parece muy lógico ¿No es así? Después de todo así funcionan las cosas en la vida diaria.

Al que se porta bien, le va bien. Al que trabaja y se esfuerza, le pagan. Pero al estudiar la Biblia comenzamos a ver una historia diferente. Comenzamos a ver que para tener una relación eterna con Dios no puedes basarte en tus buenas obras, sino tienes que poner tu fe en un fundamento diferente. Esta idea se expresa con la frase: sólo por gracia. Somos justificados delante de Dios sólo por gracia.

Este mes en nuestra serie, Vida Reformada, hemos estado hablando de las 5 solas de la reforma y sus implicaciones prácticas para nuestras vidas. Hemos hablado ya de Sola Scriptura y Solus Christus. Y hoy nos toca hablar de Sola Gratia.

Una de las doctrinas que son emblemáticas para la iglesia cristiana es el redescubrimiento que se tuvo con la Reforma Religiosa del siglo XVI de la enseñanza bíblica de la salvación solo por gracia. Y que se ha llegado a conocer en su versión en latín: Sola Gratia, es decir, sólo por gracia.

Esta doctrina fundamental enseña que estamos tan perdidos y muertos en nuestros pecados como dice la Escritura, que no hay manera humana de obtener la salvación por uno mismo. No hay obras buenas que puedas hacer, no hay dinero que puedas pagar, no hay sacrificios que puedas realizar que te puedan merecer la salvación de tu alma.

Y como el Evangelio nos enseña, Dios amó tanto al mundo que envió a su Hijo para que muriera inmerecidamente en lugar de los pecadores y gracias a ese sacrificio eficaz de Jesucristo, nuestros pecados son perdonados y somos aceptados como hijos en la familia de Dios…y todo esto sin merecerlo…por gracia.

Aunque esta idea de la salvación sólo por gracia, fue puesta de nuevo en el centro del escenario teológico en la época de la Reforma Religiosa del Siglo XVI, no fue inventada o forjada en esta época. Sino simplemente fue redescubierta.

La doctrina de la salvación por gracia es tan bíblica como que Jesucristo es el Hijo de Dios. Es decir, la encontramos por todas partes en la Escritura. Hoy abordaremos dos pasajes para hablar de este tema: Hechos 15 y Efesios 2.

En la época apostólica, justo después de la ascensión de Jesucristo al cielo, comenzó a haber un debate al respecto de la salvación y su relación con Cristo.

Había judíos que se habían convertido al cristianismo, pero no sabían cómo acomodar el lugar de ley de Moisés en sus vidas, ahora que ya eran cristianos. Y lo que comenzaron a enseñar era que estaba bien tener fe en el Mesías Jesucristo, pero que adicional o complementariamente a esto, necesitabas agregar la observancia personal de la ley de Moisés para así asegurar tu salvación.

Esto no fue un debate pequeño en la iglesia cristiana naciente. Como vemos en Hechos capítulo 15:1-2 NVI que nos dice: Algunos que habían llegado de Judea a Antioquía se pusieron a enseñar a los hermanos: «A menos que ustedes se circunciden, conforme a la tradición de Moisés, no pueden ser salvos.» Esto provocó un altercado y un serio debate de Pablo y Bernabé con ellos. Entonces se decidió que Pablo y Bernabé, y algunos otros creyentes, subieran a Jerusalén para tratar este asunto con los apóstoles y los ancianos.

Allí está el asunto. Estos maestros estaban enseñando básicamente que Cristo murió y resucitó y eso estaba muy bien, te acercaba a Dios, pero el resto del camino tenía que ser tu esfuerzo a través de la observancia de la ley. Como los gentiles (es decir, los no judíos) no estaban circuncidados como lo estaban todos los judíos, ellos pensaban que los gentiles cristianos debían circuncidarse antes de cualquier otra cosa. Con la circuncisión te obligabas a cumplir la ley con la finalidad de ganar el favor de Dios.

Este mensaje era contrario a lo que el apóstol Pablo estaba enseñando. Pablo enseñaba, es sólo por gracia que somos salvos. Es sólo por Cristo. No hay necesidad de agregar algo más a Cristo. Tratar de hacerlo es menospreciar la obra redentora perfecta de Cristo.

Así que contendieron por este punto y se decidió hacer un concilio que se reunión en la ciudad de Jerusalén.

Allí estaban los apóstoles, los ancianos de la iglesia incipiente de Jerusalén, y se presentaron los argumentos. Los que enseñaban algo contrario a la gracia decían: Es necesario circuncidar a los gentiles y exigirles que obedezcan la ley de Moisés.

Dice la Biblia que después de una larga discusión, me imagino de argumentos en contra y a favor, el apóstol Pedro tomó la palabra y dijo: (Hechos 15:7-11) NVI:

—Hermanos, ustedes saben que desde un principio Dios me escogió de entre ustedes para que por mi boca los gentiles oyeran el mensaje del evangelio y creyeran. Dios, que conoce el corazón humano, mostró que los aceptaba dándoles el Espíritu Santo, lo mismo que a nosotros. Sin hacer distinción alguna entre nosotros y ellos, purificó sus corazones por la fe. Entonces, ¿por qué tratan ahora de provocar a Dios poniendo sobre el cuello de esos discípulos un yugo que ni nosotros ni nuestros antepasados hemos podido soportar? ¡No puede ser! Más bien, como ellos, creemos que somos salvos por la gracia de nuestro Señor Jesús.

Básicamente, Pedro está diciendo, qué más evidencia queremos de la salvación de los gentiles si Dios les ha dado el Espíritu Santo, aun sin estar circuncidados, aún sin estar obedeciendo los detalles rituales y ceremoniales de la ley de Moisés. Dios ha purificado sus corazones por la fe en Cristo. ¿Por qué querer agregar algo más a la obra de Cristo? ¿Algo que ni nosotros mismos hemos podido cumplir?

Y concluye su participación con esas palabras y verdades que fueron redescubiertas en el tiempo de la reforma: creemos que somos salvos por la gracia de nuestro Señor Jesús.

En la historia de Hechos 15 continuaron una serie de testimonios de la obra de Dios entre los gentiles y finalmente, uno de los ancianos de Jerusalén llamado Jacobo, basado en tu pasaje del Antiguo Testamento hizo una propuesta final de que no se inquiete a los gentiles con este asunto de la circuncisión.

En ese primer concilio se defendió la esencia misma del evangelio de Jesucristo: la gracia. Dios nos ha dado la salvación por pura gracia. No la ganamos, no la compramos, no la adquirimos, Dios la da como un regalo no merecido.

El apóstol Pablo en el libro de Efesios explica de manera más clara esta doctrina de sola gratia (sólo por gracia) diciendo en el capítulo 2:4-9: Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, 5 nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados! 6 Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó y nos hizo sentar con él en las regiones celestiales, 7 para mostrar en los tiempos venideros la incomparable riqueza de su gracia, que por su bondad derramó sobre nosotros en Cristo Jesús.8 Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, 9 no por obras, para que nadie se jacte.

Dice la Biblia en el versículo 5 de efesios 2, “Por gracia ustedes han sido salvados”. ¿Cómo se muestra esa gracia? ¿Cómo se muestra esa bendición o favor inmerecido que Dios nos ha concedido?

En el pasaje se nos indica que estábamos muertos en nuestros pecados y delitos. ¿Qué tan muerto está un muerto? Las personas en una funeraria no pueden ir junto al féretro y hacerle una pregunta a la persona que yace ahí esperando que le conteste. Un muerto no te responde. Un muerto no tiene posibilidad de acción.

Así estábamos sin Cristo. Separados de Dios, siguiendo la corriente de este mundo, siendo esclavos de nuestras pasiones y deseos. Entonces, aun estando en esta condición, siendo despreciables, nada atractivos, nada especiales, entra en escena un elemento fabuloso. Dice el versículo 5, “Pero Dios que es rico en misericordia…” Entra en escena este Dios de misericordia que se apiada de estos muertos, de estos huesos secos y decide, por pura gracia, darles vida y resucitarlos juntamente con Cristo y sentarlos en los lugares celestiales como parte de la familia de Dios.

¿En dónde está el mérito nuestro si esto es lo que Dios hizo para salvarnos? ¿Cómo es que podríamos ganarnos la salvación por esfuerzo personal? Por eso el apóstol dice, dada nuestra condición extrema de pecado y el extraordinario gran amor demostrado por Dios en Cristo, no podemos más que concluir que hemos sido salvados por gracia.

Remata con la idea concreta y clara de los versículos 8 y 9: Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte.

Categóricamente se enseña aquí en la Escritura que la única manera en la hemos de ser salvos es sólo por gracia. Cristo murió por el pecado en nuestro lugar y los que por medio de la fe se acogen al sacrificio de Cristo, son salvados por gracia. Son salvados sin merecerlo. Son salvados como un regalo que procede de Dios.

Es contundente…no es por obras. Nadie será salvo por sus obras personales. Nadie le dará una “ayudadita” a Dios para entrar a la eternidad con Cristo. Nadie podrá decir, yo estoy en esta relación con Dios porque soy bueno, lo merezco o lo gané. Antes bien, como dice el pasaje, nadie podrá gloriarse, jactarse, presumir de su salvación.

Al final de cuentas, de lo único de lo que eres responsable en tu salvación, es por los pecados cometidos que nos procuraron un salvador tan grande. Así es de radical la gracia. Si tienes una pizquita de mérito en tu salvación, inmediatamente deja de ser gracia.

Y la Biblia es tajante sobre este punto: “Ustedes han sido salvados por gracia”. Sola gratia…sólo por gracia.

En una ocasión una perrita tuvo cachorros muy hermosos en casa de una familia que conocía. Amigos y conocidos comenzaron a adoptar a los cachorritos. Uno de éstos había nacido con un problema congénito de tal manera que sus patas traseras no tenían movilidad. Era triste ver al animalito y por supuesto nadie pedía adoptarlo.

Pero me llamó mucho la atención que el dueño cada vez que venía alguien para llevarse un cachorrito, con mucha seguridad y orgullo decía, “pueden llevarse cualquiera de estos cachorritos, menos a este”, señalando al cachorrito que no caminaba bien, “este es mío”. Y ese cachorrito fue el único que se quedó en casa.

¡Que hermosa imagen de gracia! Cuánto más gloriosa es la realidad de gracia de Dios en nuestras vidas.

Por nuestro pecado éramos indeseables, nada atractivos, no había nada en nosotros que fuera digno de rescatarse, pero Dios, que es misericordioso, decidió salvarnos aun cuando no lo merecíamos, por medio del sacrificio de Cristo, y nos adoptó y nos dio un lugar en la mesa, no como advenedizos, sino como hijos, como coherederos con Cristo. Todo esto sin que lo merezcamos. Por eso decimos que “Somos salvos sólo por gracia”.

Ahora bien, quizá alguien pueda preguntar. Esto quiere decir que las buenas obras no importan o no tienen un lugar notorio. La salvación sólo por gracia, no anula o cancela la importancia de las buenas obras. Lo que sí hace es ubicar a las buenas obras en el lugar que les corresponde. No como la causa de la salvación, sino como el efecto o consecuencia de la salvación. Una persona salva por gracia, vivirá para hacer buenas obras para la gloria de Dios.

Así concluye el pasaje de Efesios que estamos considerando. Efesios 2:10 dice: Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica.

Los que han sido salvados por gracia son hechura de Dios creados PARA buenas obras. No las obras causaron su salvación, pero su salvación desemboca en buenas obras. Y esto es muy especial porque esas buenas obras producto de la salvación han sido dispuestas de antemano por Dios para que los salvos las pongamos en práctica.

Una vida estéril de buenas obras, es una vida que está mostrando que muy probablemente no haya conocido la salvación sólo por gracia.

No nos engañemos. Si yo digo que soy salvo, pero vivo como me da la gana. El Señor en verdad no es el punto central en mi vida, decisiones y relaciones. No me interesa en realidad glorificar a Dios con mi vida. En realidad, no tengo razón evidente para pensar que en verdad soy salvo. Ciertamente, las obras no me salvan, pero si son evidencia de mi salvación.

La Biblia, entonces, es contundente en enseñar que nadie será salvo por sus propias buenas obras sino sólo por la fe en la obra y persona de Jesucristo. No obstante, es importante entender que al decir que la salvación no es por las obras de la persona no se está implicando que las buenas obras sean sin importancia. Aunque no son la razón por la que somos salvos, las buenas obras son la evidencia y fruto de que hemos sido salvados por gracia. La gracia produce buenas obras.

Aterrizando todo lo que hemos estado diciendo.

Si nos visitas por primera vez y apenas estás escuchando acerca de este Dios maravilloso y de gracia, y te gustaría saber más acerca de él, te animo a que asistas a una plática que le llamamos “Punto de Partida” que ofrecemos a través del Ministerio de Grupos pequeños. Puedes acercarte al módulo al finalizar el culto. Dios, es diferente a como te lo habías imaginado. Es un Dios de buenas noticias y que te creó para que tengas una relación real y vibrante con él.

Si ya estás en una relación creciente con Cristo, hay varias aplicaciones para nosotros como herederos de la reforma:

• Cree que Dios te ha amado, te ama y te amará en Cristo para siempre. Eres su hijo, justificado y adoptado por gracia. Esta es tu nueva identidad.

• Vive agradecido a Dios por su gracia para contigo. Que tu empeño por agradar a Dios y obedecer su palabra siempre venga motivado por la gratitud en tu corazón. Vive la vida cristiana obediente como una respuesta al gran amor que has recibido de parte de Dios.

• Cuida tu corazón de orgullo personal o vanagloria. No eres mejor que los demás. Lo que hace la diferencia en tu vida es la gracia que Dios. Por la gracia de Dios eres lo que eres. La jactancia y el orgullo personal quedan aniquilados por la gracia de Dios.

• Comparte con entusiasmo y entrega el mensaje de la gracia a Dios con las personas que te rodean. Comunica las buenas noticias del amor de Dios demostrado en la Cruz del calvario. Que tu gozo sea ver a las personas entrar a una relación viva y creciente con Cristo.

• Ocúpate en las buenas obras que Dios ha preparado para ti y que son claramente enseñadas en la Escritura.

Un bastión de nuestra herencia como iglesia reformada es la doctrina de la salvación sólo por gracia. Que esta enseñanza no sea sólo un artículo de fe, sino una forma de vivir. Que la gracia sea lo que mueva nuestra vida reformada para la gloria de Dios.