Hay personas a quienes les gustan mucho los musicales. Yo no me considero una de ellas. No obstante, he visto varios musicales y debo confesar que hasta he disfrutado algunos de ellos. Algo que me desespera un poco de los musicales es que todo lo tienen que decir cantando. Le hacen una pregunta al personaje y en lugar de contestar como la gente normal, ¿Qué hace? Se pone a cantar.
Aunque no soy tan fan de los musicales, he descubierto que a veces, inconscientemente, me comporto como si viviera en uno. Es decir, cuando alguien dice algo o me pregunta algo, a veces, alguna palabra mencionada, detona en mí, la línea de una canción. Es como si tuviera un play list en mi cerebro listo para ejecutarse al ser detonada por una palabra clave. Por ejemplo, si alguien dice la palabra abuelita, se detona en mi cerebro la canción de cri-cri: “di por qué abuelita” y a veces, si estamos en confianza, me pongo a cantar la línea de esa canción.
Mis hijos siempre me bromean por esa reacción musical casi inconsciente. Lo curioso del caso, es que mis sobrinos me han dicho que también su papá (mi hermano) hace lo mismo.
No sé cómo sea en tu caso, pero cantar es algo que la mayoría de las personas hacemos. Quizá en nuestra mente nada más, o cuando estamos bajo la ducha, pero es algo que nos viene con bastante facilidad a casi todas las personas. No por nada los karaokes tienen bastante éxito.
Y cuando hablamos de nuestra vida en comunidad y de nuestra adoración en comunidad, el canto y la música, no podrían quedar rezagados.
Este mes hemos estado hablando de la adoración en comunidad y hemos explorado varios aspectos de la misma, tales como la centralidad del evangelio, los sacramentos, el hecho mismo de congregarse y hoy queremos enfocarnos en el canto.
¿Por qué cantamos cuando nos reunimos? ¿Por qué los cantos están incluidos entre lo que hacemos cuando nos reunimos para adorar en comunidad?
La respuesta corta a esta pregunta es que cantamos porque es una orden de Dios, es la voluntad de Dios, es lo que Dios quiere que hagamos.
En la Escritura encontramos en varias ocasiones instrucciones explícitas de que debemos cantar y también encontramos ejemplos de creyentes que cantan ante el Señor y es de su agrado. Instrucciones explícitas y ejemplos claros de que el canto está incluido entre lo que Dios quiere que hagamos para adorarle.
El Salmo 33: 1-3 dice: Canten al SEÑOR con alegría, ustedes los justos; es propio de los íntegros alabar al SEÑOR. Alaben al SEÑOR al son del arpa; entonen alabanzas con el decacordio. Cántenle una canción nueva; toquen con destreza, y den voces de alegría.
Como podemos observar, está la exhortación a cantar con alegría, cantar alabanzas, cantar una canción nueva, e incluso acompañarnos con instrumentos musicales bien ejecutados.
O bien podemos leer en 1 Crónicas 15:16: David les ordenó a los jefes de los levitas que nombraran cantores de entre sus parientes para que entonaran alegres cantos al son de arpas, liras y címbalos.
Entre los preparativos que el rey David hizo para la construcción del templo de Jerusalén, fue el preparar cantores o coros para que elevaran cantos al Señor, acompañados de instrumentos de la época. Los coros y cantos fueron parte de las celebraciones culticas en Jerusalén.
Incluso, en el último libro de la Biblia, podemos notar la presencia del canto en las visiones de la adoración celestial atestiguadas por el apóstol Juan en Apocalipsis 5:8-10: Tan pronto como lo tomó, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se arrodillaron ante el Cordero. Todos llevaban arpas, y también copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos, y entonaban un cántico nuevo, que decía: «Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque fuiste inmolado. Con tu sangre redimiste para Dios gente de toda raza, lengua, pueblo y nación, y para nuestro Dios los hiciste reyes y sacerdotes, y reinarán sobre la tierra.»
Pudiéramos seguir mencionando más pasajes bíblicos en donde el canto está presente o se instruye a los creyentes como una forma de adoración al Señor. Pero baste está pequeña muestra para recalcar el punto de que el canto en la adoración no es tema secundario o precariamente fundamentado en la Escritura. Somos exhortados a cantar y se nos muestra, vía ejemplo, que esto es algo que agrada al Señor.
Ahora bien, ¿Por qué será que se nos ordena cantar? ¿Qué tendrá de especial la música y el canto que se hace un aspecto importante de la reunión de los hijos de Dios? ¿En qué contribuye el canto cuando nos reunimos en la adoración comunitaria?
La música es importante para el ser humano en general; somos seres que interactuamos con la música de muchas maneras. Pero Dios no nos ordena cantar sólo por eso, sino porque el canto y la música se vuelven un medio útil para lograr varias cosas respecto a nuestra relación con Dios y nuestro crecimiento en Cristo.
Es decir, no se trata de la música por la música misma, sino que la música se vuelve un canal o medio que nos conduce o lleva a algo más.
Uno de los pasajes bíblicos que nos instan a cantar, pero que, además, nos hacen ver los beneficios o efectos para los que el canto es un medio o canal, es precisamente, un par de versículos en la epístola a los efesios 5:19-20.
Efesios 5:19-20 dice: Anímense unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales. Canten y alaben al Señor con el corazón, dando siempre gracias a Dios el Padre por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
En este pasaje, encontramos, por lo menos, tres propósitos a los que sirve el canto, como medio, en la adoración en comunidad a nuestro Señor. Tres propósitos que cumple el canto cuando nos reunimos como comunidad del pacto para reconocer la grandeza de nuestro Señor.
Es importante encuadrar estos versículos en el contexto del pasaje para tener una comprensión más profunda de los mismos.
Debemos decir dos verdades antes de explorar estos dos textos. Primero, debemos decir que esta instrucción de cantar se da en el contexto de la vida y adoración en comunidad. Podemos notar que habla en plural: “Anímense”, “canten”, “alaben” y lo remata con la famosa frase “unos a otros”. Es decir, que esto no es algo que vamos a practicar meramente en lo individual, en lo privado, sino que esto es una práctica de comunidad. Cantar solo es algo bonito y bello, pero cantar en comunidad está cumpliendo propósitos más profundos de los que podemos darnos cuenta a simple vista. Esta instrucción se cumple en comunidad.
Lo segundo, es importante que esta instrucción de cantar en comunidad y lograr estos fines que persigue, es algo que tiene que ver con el Espíritu Santo. El versículo anterior a los que estamos considerando (v.18) de Efesios 5, nos dice: No se emborrachen con vino, que lleva al desenfreno. Al contrario, sean llenos del Espíritu.
Inmediatamente, nos da la instrucción de cantar y lograr sus efectos entre nosotros, y varias instrucciones más. Por lo que podemos ver que existe una conexión entre la llenura del Espíritu Santo y las acciones de edificación del cuerpo de Cristo que se viven “unos con otros” como cantar para animarse unos a otros, cantar o alabar juntos a Dios y someterse unos a otros.
La llenura o plenitud del Espíritu Santo en el Creyente se manifiesta en personas que piensan en términos de comunidad, es decir, que se ven ligados por la obra de Jesucristo y la presencia de su Espíritu a una comunidad donde mutuamente se piensa en los demás, se cede para el bien de los demás, se buscan los intereses de los demás antes que los propios y se está en voluntaria sujeción a las estructuras de autoridad que Dios ha colocado de acuerdo con el rol o papel asignado a cada uno.
Es porque por la vida, muerte y resurrección de Jesucristo que hoy somos una comunidad forjada y unida por la obra del Espíritu Santo, a quién Jesús dejó con su iglesia hasta el fin de los tiempos, que nos reunimos a adorar como comunidad y que vivimos como comunidad para la gloria de Dios.
Con esto quiero recalcar que los propósitos que se logran a través de cantar y alabar juntos en comunidad no son obra meramente del hombre, de la calidad de la música, del audio profesional con que se cuente, de las expresiones musicales y estilos con los que se cante, o de la complejidad armónica de los cantos, (sin demeritar la importancia de todos estos aspectos); sino los propósitos se logran porque el Espíritu Santo, a quién Cristo dejó para guiar a su Iglesia, está plenamente involucrado y tiene todo que ver con lo que ocurre cuando el pueblo de Dios canta al Señor en comunidad.
Entonces, confiando en la dirección y obra del Espíritu Santo, ¿Por qué debemos cantar en la adoración comunitaria al Señor? ¿Qué propósitos logra el canto en la adoración al Señor?
Primero, Cantar nos ayuda a enraizar la verdad de Dios en nuestros corazones. Dice Efesios 5:19ª: Anímense unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales.
El canto en el contexto de la adoración en comunidad nos ayuda a que las verdades eternas del evangelio, que la Palabra del Señor, sea examinada, considerada, admirada, aterrizada, aplicada a nuestros corazones, de tal manera que sirva de gran ánimo, edificación y crecimiento en nuestras vidas.
Según nuestro pasaje, ¿cómo nos vamos animar unos a otros? A través de salmos, himnos y canciones espirituales. ¿Qué contenido tienen estas expresiones de adoración? Es precisamente, la Palabra del Señor. Es su palabra conducida a través de un medio musical que nos va animar y edificar. No es la música, en sí, sino la música siendo medio para llevar la Palabra del Señor.
Así lo confirma, el pasaje paralelo de estos versículos que estamos considerando que encontramos en otra epístola del apóstol Pablo, en Colosenses 3:16: La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.
Como vemos, este pasaje es muy similar o paralelo a nuestro texto, y el mensaje que recalca es el mismo. El propósito de abundar en la Palabra, de enseñarnos y exhortarnos unos a otros, de animarnos unos a otros, se logra a través de cantar en comunidad la Palabra de Dios.
La música en el contexto de la adoración es un medio para enraizar la verdad de Dios en nuestros corazones. Por eso, es importante que nuestros cantos sean seleccionados con mucho cuidado de tal forma que no meramente sean musicalmente agradables al oído, sino que más que nada, sean un reflejo fiel de las verdades del evangelio en cada frase que expresen.
Con la música podemos recordar con mayor facilidad versículos bíblicos o paráfrasis de los mismos.
Cuando estaba en el Seminario, uno de los requisitos que tenía que cumplir para graduación era aprobar un examen de preguntas del catecismo menor de Westminster. Tenía que memorizar estos conceptos teológicos escritos en un inglés antiguo que no manejaba; con trabajo medio hablaba el inglés moderno, me parecía una misión imposible memorizar cuarenta y tantas preguntas del catecismo.
Así que lo que hice fue tomar mi guitarra y comencé a ponerle música básica y muy simple a las respuestas y volví una especie de canción cada una de ellas. Las fui grabando en una de esas grabadoras de casete que había antes y así cuando regresaba del seminario a cenar a la casa, mientras cenaba ponía mi casete con mis “dizque canciones” para que las fuera aprendiendo de memoria.
Al final de cuentas, este método de poner música a verdades teológicas me funcionó muy bien para poder aprobar dicho examen que me parecía imposible de pasar. Pero no quedó ahí la cosa. Tenía varios compañeros latinos que estaban en esta misma situación, así que les compartí mi casete para que les sirviera y también lo usaron. Pero no se cómo, pero una copia de ese casete grabado super caseramente llegó a manos de algunos seminaristas angloparlantes y comenzó a circular entre ellos. Un día me enteré que el casete de Wilbur Madera con las canciones del catecismo se vendía a 1 dólar en la librería del Seminario.
Al paso de los años, un día recibí una carta de gratitud de un desconocido a quién le había servido ese casete. ¡Qué bueno que sirvió a varias personas!
Este es un ejemplo de lo que el canto o la música puede lograr cuando unimos verdades a ella. Cuando cantamos en comunidad podemos aterrizar verdades bíblicas a nuestros corazones y experimentar el ánimo de la comunidad.
Cuántas veces no has venido a esta reunión con alguna duda, inquietud, con desánimo, confusión o desesperación y es precisamente, a través de algún canto entonado en comunidad que hace, como decimos, “que te caiga el veinte”, que comprendas algo que no habías entendido, que halles respuesta a la interrogante que tenías.
Por eso, es importante que nuestros cantos estén repletos de la Palabra Santa y sus verdades. La música y la instrumentalización, por supuesto, son importantes, pero nunca deben ser el único criterio de selección de nuestra música de adoración, sino, sobre todo, debemos cuidar que nuestros cantos abunden de la Palabra de Dios.
El canto nos ayuda a enraizar las verdades de Dios a nuestros corazones, pero a través del canto se logra otro propósito.
En segundo lugar, Cantar nos ayuda a exaltar la grandeza de Dios. Dice Efesios 5:19b: Canten y alaben al Señor con el corazón.
Si hay un medio muy útil para resaltar los atributos de nuestro Señor, para publicar su grandeza, para elogiar su santísimo nombre, es precisamente cantar en comunidad.
Cuando nos reunimos, cantamos haciendo a través de los cantos, un repaso de cómo es nuestro Dios, de lo que ha hecho el Señor en sus obras de creación y de redención. Cantamos y alabamos las glorias de la obra de Jesucristo nuestro salvador. Exaltamos su nombre que es por sobre todo nombre.
Cuando nos reunimos adoramos a nuestro Dios que es tres en uno, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y contamos a través de este medio sus maravillas y su grandeza.
Piénsalo así, cuando estás enamorado, quieres decirle a la persona amada cuánto la quieres de muchas maneras; y una de ellas resulta ser con música. En mis tiempos mozos, las serenatas eran algo bastante común. Incluso, los que sabíamos un poco de guitarra éramos constantemente “contratados” por los amigos para apoyarlos a llevar serenatas a sus novias o enamoradas.
Podría contarles muchas anécdotas de esos tiempos, como la vez que después de cantar toda una serenata en una casa, un Señor desde la ventana nos agradeció la música, pero nos dijo que la señorita en cuestión, vivía en la casa de alado. Y muchas otras por el estilo.
Pero lo que me quedaba claro en esos tiempos era que las palabras de elogio, de amor, de respeto y reconocimiento de los atributos de la persona amada unidas a la música eran una manera poderosa de decir te amo.
Algo similar, pero mucho más glorioso, ocurre cuando nos reunimos como comunidad y cantamos y alabamos a Dios por quién es y por lo que ha hecho. Su Carácter y sus obras son celebradas a través de nuestros cantos y nuestro corazón se afianza más en la confianza en aquel que nos amó en Cristo desde antes de la fundación del mundo.
Es tan así, que como vimos hace un momento en las visiones de apocalipsis que los santos en gloria seguiremos exaltando los atributos de Aquel que está sentado en el trono y al Cordero diciendo cosas como estas: La alabanza, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, la honra, el poder y la fortaleza
son de nuestro Dios por los siglos de los siglos. ¡Amén!»
Cuando estemos cantando en comunidad, la pregunta no debe ser, ¿Estuvo amena la música hoy? O decir y pensar: “Hoy no me gustó el culto”. El culto y sus cantos no son para nosotros. Si nos gustó o no nos gustó, al final de cuentas es irrelevante. Nuestra mejor pregunta debe ser: “¿Exaltamos la grandeza de nuestro Dios a través de todo lo que hicimos? ¿Nuestros cantos expresaron quién es el Señor y celebraron sus obras maravillosas? ¿Estamos más asombrados ante quién es el Señor por la manera en que los cantos nos recordaron su carácter y sus obras?
Somos llamados a cantar y alabar la grandeza del Señor en nuestros corazones. Que cada vez que cantemos en comunidad, ese sea nuestro propósito.
El canto nos ayuda a enraizar las verdades de Dios y exaltar la grandeza de Dios, pero a través del canto se logra otro propósito.
En tercer lugar, Cantar nos ayuda a expresar nuestro sentir a Dios. Dice Efesios 5:20: dando siempre gracias a Dios el Padre por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
El canto en comunidad nos permite expresar nuestros más profundos pensamientos y emociones a Dios como ningún otro medio lo logra.
Aquí el apóstol nos insta a mostrar nuestra gratitud al Señor a través de cantar salmos, himnos y cánticos espirituales. Pero no es lo único que podemos expresar al Señor a través del canto. Los salmos están llenos de distintas expresiones de diferentes emociones, pensamientos y estados de ánimo: gozo, lamento, arrepentimiento, confusión, fe, confianza, y la lista puede seguir y seguir.
El pueblo de Dios ha cantado en momentos de victoria y en momentos de derrota. En momentos de prueba y en momentos de paz. En tiempos de reflexión y en tiempos de acción. En todo momento, lo que queremos expresar al Señor, se lo podemos expresar a través del canto.
Por eso, Santiago 5:13 dice: ¿Está afligido alguno entre ustedes? Que ore. ¿Está alguno de buen ánimo? Que cante alabanzas. Interesantemente se ponen juntas, en el mismo contexto, la expresión de nuestro sentir a Dios, ya sea en simples palabras o en palabras con música. Si estás afligido exprésalo a Dios en oración. ¿Estás alegre? Exprésalo a Dios cantando. La oración y el canto, en ese sentido están muy relacionados como medios de expresar al Señor nuestro más profundo sentir. Por algo alguien dijo: “El que ora y canta, ora dos veces”.
Aprovechemos la oportunidad que nos ofrece el canto congregacional de expresar como comunidad nuestro sentir al Señor. Cuando cantes con tus hermanos, hazlo con esa conciencia de comunidad que viene y expresa a una voz la gratitud, la confianza, la súplica, el arrepentimiento, el gozo, y tantas otras expresiones de nuestro interior que podemos dar cauce a través del canto en el contexto de la adoración en comunidad.
El Señor en su Palabra nos ordena, por instrucción o por ejemplo, que cantemos cuando nos reunamos porque entre otras cosas, cantar nos ayuda a enraizar la verdad de Dios, nos ayuda a exaltar la grandeza de Dios y nos ayuda a expresar nuestro sentir a Dios.
Todo este mes hemos estado recalcando la importancia de la adoración en comunidad. Lo hemos hecho porque como que, para varios de nosotros, algo que permitimos que esta pandemia nos robe, es el fervor, es la intencionalidad, es el enfoque en adorar en comunidad.
Hay algunos de nosotros que no podemos reunirnos por razones muy estrictas y claras de salud, pero siendo sinceros, hay muchos de nosotros, que sí podemos tomar ciertos riesgos razonables para reunirnos, y de hecho, somos muy prontos en tomarlos en cualquier otro contexto, menos en el contexto de la comunidad en adoración.
La transmisión es una buena herramienta que seguiremos usando, pero nunca será un sustituto de la adoración comunitaria presencial, para aquellos que tenemos la posibilidad real y palpable de experimentarla. No nos conformemos con menos, sino siempre busquemos las mejores maneras (prudentes, sabias, cuidadosas) de participar en manera presencial en la adoración en comunidad.
Así que hermanos, la iglesia sigue reuniéndose, de las maneras que sean posibles, porque somos el pueblo del Señor, comprado por sangre y que está siendo santificado por obra del Espíritu, por lo tanto: “no dejemos de reunirnos como algunos tienen por costumbre, cuanto más cuando vemos que aquel día se acerca”.