Hace mucho tiempo un joven me compartió que cuando acababa de terminar una carrera técnica en administración, un primo lo invitó a ir a trabajar a Cancún en la empresa donde laboraba. Se trataba de una constructora. El arquitecto responsable de las obras, confiando en la recomendación del primo, lo contrató casi de inmediato sin hacer muchas preguntas.
El problema vino cuando le explicaron en qué consistiría su trabajo: La constructora tenía varias obras simultáneas, él estaría encargado de supervisar en el sitio una de ellas.
Por miedo a perder la oportunidad del trabajo, no aclaró que sus estudios habían sido en administración, no en construcción. Por tanto, de construcción sabía lo que yo sé de astrofísica.
A partir de ese momento se dedicó a sostener su mentira. Cuando los trabajadores venían y le preguntaban cómo edificarían cierta parte, él les devolvía la pregunta y esperaba la respuesta del trabajador más experimentado, para luego decir… “Está bien, vamos a hacerlo así como dice él”.
Así pasó varias semanas ocultándose detrás de su mentira. Hasta que un día, una pared no salió como debía. Cuando llegó el arquitecto, encolerizado preguntó, quién había ordenado que se hiciera así. Los trabajadores apuntaron hacia él y al final de cuentas, tuvo que desenmascarar su engaño, volviéndose a la vez, un desempleado más de la industria de la construcción.
No se puede vivir en una mentira por mucho tiempo. Tarde o temprano nos llegan las consecuencias de la mentira. ¿Pero saben qué es peor que vivir en una mentira? ¡Es creer la mentira! Porque cuando crees una mentira ni siquiera es evidente para ti que estás destruyendo tu vida y la de los que te rodean. Por eso es tan importante conocer la verdad y vivir en la verdad.
Y para nosotros que somos tentados a vivir y creer la mentira, tenemos buenas noticias, porque Jesucristo dijo lo siguiente allá en Juan 18:37: “Yo para esto nací, y para esto vine al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz”.
Él ha venido a traernos la verdad. Esto es buenas noticias porque vivimos en un mundo que constantemente está produciendo y enseñando mentira. Es una selva de voces mentirosas que quieren nuestra atención y se presentan, y a veces se siente, como verdad irrefutable, y a muchos nos convencen.
Pero Jesús dice que él ha venido para dar testimonio de la verdad. Es decir, que si queremos conocer la verdad debemos escuchar a Jesús. Nos está diciendo que la verdad sí existe. Que la verdad es independiente de que nosotros la entendamos o la conozcamos y que la verdad debe ser proclamada y creída.
Por eso este día decimos: Jesús es la verdad. ¡Sólo a él debemos escuchar! Si queremos vivir en la verdad, entonces necesitamos a Jesús, porque él es la verdad y la vida. Sólo su voz debemos escuchar. Sólo en él encontramos el verdadero sentido de todo.
El Señor Jesús realizó esta declaración que recién leímos cuando estaba en una situación en la que la verdad era algo fundamental. Estaba siendo interrogado por Poncio Pilato, el gobernador romano, habiendo sido llevado ante él por los detractores de Jesús, después de haber estado ante el sumo sacerdote y habiendo sido condenado injustamente por ellos en un juicio express como reo de muerte.
Pero como a esas autoridades religiosas no les era permitido ejecutar a nadie, tenían que involucrar a la autoridad romana en el lugar para lograr su cometido, y éste era Pilato.
Según los acusadores tramposos de Jesús, sus delitos merecían la muerte y por eso querían que Pilato avalara su ejecución. Pilato tenía que corroborar que éste fuera el caso. Para los romanos la traición o la usurpación del gobierno de Roma era suficiente causa para la pena capital, por eso Pilato comienza preguntándole a Jesús en Juan 18:33-35:
Pilato volvió a entrar en el palacio y llamó a Jesús. —¿Eres tú el rey de los judíos? —le preguntó. —¿Eso lo dices tú —le respondió Jesús—, o es que otros te han hablado de mí? —¿Acaso soy judío? —replicó Pilato—. Han sido tu propio pueblo y los jefes de los sacerdotes los que te entregaron a mí. ¿Qué has hecho?
Los detractores de Jesús lo estaban acusando de querer derrocar a la autoridad puesta por el César en Judea y hacerse a sí mismo rey de los judíos. Cuando Pilato hace la pregunta directa para corroborar la acusación de que, si era el rey de los judíos, Jesús le aclara la naturaleza de su reino verdadero, y con ello también nos dice mucho acerca de la verdad de la cual vino a dar testimonio. Consideraremos tres realidades acerca de la verdad en estas declaraciones de Jesús ante Pilato que siguen siendo vigentes para nosotros hoy.
En Juan 18:36: Jesús dice: —Mi reino no es de este mundo —contestó Jesús—. Si lo fuera, mis propios guardias pelearían para impedir que los judíos me arrestaran. Pero mi reino no es de este mundo.
Lo primero que podemos derivar acerca de la verdad en estas declaraciones de Jesús acerca de sí mismo es que:
1. La verdad no viene de nosotros.
Jesús le aclara a Pilato que el reinado que a los romanos les preocupaba y era el argumento central para condenarlo a muerte, no provenía de este mundo. Su reinado y todo lo que él representa, todo aquello de lo cual vino a dar testimonio, no tenía una procedencia mundanal.
Aquí mundo no se refiere a la creación o al aspecto material de la creación, sino se refiere al sistema de vida que no busca la gloria de Dios ni la vida en Dios. Sino que promueve sus propias mentiras e ideas contrarias a la verdad del Señor.
El mundo en ese sentido es descrito en el mismo evangelio de Juan en el capítulo 3:19: Esta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, pero la humanidad prefirió las tinieblas a la luz, porque sus hechos eran perversos.
Luz y verdad en Juan hacen alusión a lo mismo y se refieren a una persona: el Señor Jesucristo.
La verdad había venido al mundo, aquel que vino a dar testimonio de la luz de Dios, de la verdad de Dios. Pero el mundo prefiere las tinieblas, prefiere la mentira, prefiere seguir guiando sus vidas con las tinieblas.
Entonces cuando Jesús le dijo a Pilato que su reino no era de este mundo, le estaba mostrando la trascendencia de su venida. Él sí es rey, pero no tan solo de los judíos, sino del universo pleno. El es la verdad que vino a este mundo de tinieblas. El es la verdad que viene a poner fin a la mentira en la que el mundo vive.
Por eso debemos estar conscientes de que la verdad no viene, ni está en nosotros, sino la verdad vino de fuera de nosotros. El sistema de vida del mundo se basa en la mentira y como estamos inmersos en él, ni cuenta nos damos.
¿Has visto cómo cambia la perspectiva de las cosas cuando las miras desde arriba, por ejemplo, con las imágenes captadas desde un dron?
Es impresionante, desde la perspectiva horizontal solo vez piedras a tu alrededor, pero cuando vez la perspectiva aérea notas que esas piedras están formando una figura enorme y con diseño.
O bien, desde la perspectiva horizontal sólo estás disfrutando del mar y del sol en la playa, pero desde la perspectiva aérea estás nadando junto a un tiburón.
Cuando estamos inmersos en el plano horizontal, no vemos la verdad más profunda de lo que está pasando. Por eso, la verdad tuvo que venir de fuera de nosotros. Porque nosotros no podemos ver la mentira por nosotros mismos en la que ya vivimos. Necesitamos que la verdad viniera a nosotros de fuera. Y esta verdad vino en forma de una persona.
Hoy día el mundo está repitiendo mucho la mentira de que la verdad está en ti, que la busques en lo profundo de tu corazón. Pero la Biblia nos advierte que nuestro corazón es engañoso y perverso, que el consejo de nuestro corazón por sí mismo nos llevará cada vez más hacia la mentira y a la destrucción de nuestra propia vida.
Por eso debemos escuchar a Jesús, porque para esto vino, para dar testimonio de la verdad, porque él es la verdad. Sus Palabras e indicaciones son la verdad. Guiar nuestras vidas por ellas es lo mejor que podemos hacer. Porque Jesús es la verdad, sólo a él debemos escuchar.
Pero hay una segunda realidad acerca de la verdad que podemos derivar de las declaraciones de Jesús ante Pilato y esta es que: 2. La verdad no actúa según este mundo
Ante la pregunta de Pilato de que si era el rey de los judíos, él responde que su reino no es de este mundo y agrega allá en Juan 18:36: Si lo fuera, mis propios guardias pelearían para impedir que los judíos me arrestaran. Pero mi reino no es de este mundo.
Si su reino no proviene del mundo, tampoco su accionar y su forma de actuar proviene ni actúa según este mundo. Jesús, quien es la verdad, estaba enfrentando la más grande mentira y problema de la humanidad, no a través de guardias, ni armas, ni guerras, ni gobiernos humanos, sino a través del sacrificio de sí mismo.
Quién iba a pensar que Pilato mismo estaba siendo parte de un plan mucho más grandioso de cualquier plan que se pudiera hilvanar en este mundo, como lo atestigua el libro de los Hechos 4:27-38: En efecto, en esta ciudad se reunieron Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y con el pueblo de Israel, contra tu santo siervo Jesús, a quien ungiste para hacer lo que de antemano tu poder y tu voluntad habían determinado que sucediera.
Pilato estaba siendo parte responsablemente de un plan determinado por el poder y la voluntad de Dios para que la verdad prevaleciera en el mundo. La verdad no actúa según el mundo, sino según una realidad divina que trasciende al mundo.
Como la verdad no proviene de nosotros mismos sino de Dios y no actúa según el mundo, sino según el poder y voluntad de Dios, entonces, no nos debe extrañar que las indicaciones de Dios a veces nos parezcan disonantes. De hecho, debemos esperar que esto sea así.
La verdad de Jesús nos parecerá contraria a los postulados del mundo. La verdad que viene de Jesús nos contará una historia distinta a la narrativa del Mundo en cuanto a quienes somos, para qué estamos aquí, cual es nuestro problema y como hemos de vivir.
El mundo da miles de respuestas a estas preguntas y todas intentan usurpar la verdad de Jesús, pero los que somos de Cristo debemos permanecer centrados en aquel que dijo en Juan 14:6: —Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie llega al Padre sino por mí. o en Juan 8:32: y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.
Aunque la verdad de Jesús nos parezca extraña, debemos permanecer en ella porque Jesús es la verdad y sólo a él debemos escuchar.
Pero hay una tercera realidad acerca de la verdad que podemos derivar de las declaraciones de Jesús ante Pilato y esta es que: 3. La verdad se escucha y se sigue.
En Juan 18:37 Jesús declara: Yo para esto nací, y para esto vine al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz.
Si creemos en la verdad que es Jesús, si somos parte de la verdad, si hemos conocido la verdad, entonces escucharemos la voz del Señor para seguirlo a donde él nos lleve.
Esto hace un discípulo de Jesús, escucha la verdad y la sigue aunque sea difícil, aunque no sea lo más cómodo, aunque a veces no parezca lo que haría la gente siguiendo su sentido común.
Cuando has conocido la verdad de Cristo, te sientes compelido a continuar escuchándola y siguiéndola. Cuando has conocido la verdad, la mentira ya no es el estilo de vida que quieres seguir viviendo.
Por eso si somos creyentes en Cristo, si hemos conocido la verdad, sigamos escuchando, confiando y siguiendo las indicaciones de Jesús que nos dicen, entre otras cosas:
• Que amemos aun a los que son difíciles de amar
• Que perdonemos y hagamos el bien a los que nos ofenden
• Que bendigamos y oremos por aquellos que nos maldicen.
• Que sostengamos y defendamos con valentía la verdad, aunque esto implique quedarnos sin trabajo, sin amigos o sin libertad.
• Que sigamos manteniendo las enseñanzas de Jesús sobre el matrimonio, las relaciones, la familia y los hijos, en medio de una jungla de ideas contrarias.
• Que estemos prestos a no ser vencidos de lo malo, sino a vencer el mal con el bien.
• Que estemos más desesperados por dar que por recibir.
• Que seamos cada vez más severos contra la mortificación del pecado personal que en el del prójimo.
• Que cada día nos neguemos más a nosotros mismos, tomemos nuestra cruz y le sigamos con todo el corazón a donde nos guíe.
En fin, la verdad no sólo se escucha, sino una vez que la has conocido, no puedes ni debes hacer otra cosa sino seguirla.
Al final del relato bíblico, Pilato y los judíos ponen en subasta la verdad y la mentira al poner a consideración si soltaban a Cristo, en quien no habían encontrado algo digno de muerte, y un bandido y asesino llamado barrabás. La multitud escogió a barrabás. Escogió lo que representaba la vida de este mundo manchado por el pecado, en vez de escoger a aquel quien es la verdad y nos da testimonio de la verdad.
Mi hermano, ¿Qué harás con tu vida? ¿Qué voz escucharás? ¿A quién pondrás como la medida, parámetro y estándar de tu vida? ¿Qué elijes…la verdad o la mentira?
Jesús es la verdad, sólo a él debemos escuchar.