Estamos ya en las últimas horas de este año 2020 que sin duda se volverá un referente cuando pensemos en nuestra línea de vida. Cuando pienso en mi propia vida puedo recordar el año 1992 porque en ese año me casé, 1995 porque nació mi primogénito, 1997 porque me ordenaron como pastor, 2002 porque nació mi hija, y ahora tendré otro referente para ubicarme entre los años y los tiempos: año 2020.
¿Recuerdas qué hiciste el año pasado en un día como hoy? ¿Recuerdas algunos de tus pensamientos y planes de ese día que terminaba el año 2019 y estabas a punto de iniciar el 2020? ¿Recuerdas cómo anticipabas y presupuestabas todo lo que ese nuevo año traería en términos de expectativas?
El año pasado, después de los cultos de fin de año, compartimos la cena con unas familias de la iglesia en la casa y pasamos un tiempo muy agradable de convivencia, cosa que no podremos repetir este año. Estoy seguro que ninguno de los que estuvimos esa noche podíamos anticipar lo que sería el año 2020 para todos nosotros.
Los acontecimientos del año 2020 han afectado de manera importante nuestras vidas. Han afectado la manera en la que nos relacionamos, estudiamos, compramos, celebramos, viajamos, e incluso, la manera en la que seguimos siendo comunidad de fe que anhela glorificar a Dios.
El 2020 nos tomó por sorpresa y de manera abrupta afectó toda nuestra vida. Y creo que una de las experiencias más recurrentes para la mayoría de nosotros fue la del temor. Temor ante lo incierto, temor ante la enfermedad, temor ante la debacle económica y el desempleo, temor ante el aislamiento, temor ante la atmósfera de mortalidad, temor ante la imposibilidad de ministrar y adorar como acostumbrábamos. Para muchos, si pudiéramos resumir en una palabra la experiencia del 2020 sería el temor.
Y es que el asunto no termina hoy. Llega el 2021 y no trae consigo un panorama poco alentador. Todo parece indicar que seguiremos en una situación similar y nuestros corazones pueden ser víctimas nuevamente de más temor.
Pero hoy, al estar por terminar el 2020 y en la alborada del 2021 quiero compartirte una de las frases más repetidas en la Biblia y ésta viene de parte de nuestro Dios para con sus hijos y su pueblo, y esta es: “¡No temas!” “¡No teman!”.
Para afianzar este mensaje en nuestros corazones estaremos considerando uno de los salmos más conocidos de la Biblia y me estoy refiriendo al Salmo 23.
El Salmo 23 ha sido y será un salmo que acompañe a muchas generaciones. Yo recuerdo que de niño mis padres me hicieron memorizar este Salmo. Y también recuerdo que para el verano pasábamos 2 o 3 semanas en la playa en la casa de mis padres que estaba muy cercana a donde ser realizaba un campamento cristiano.
Cuando había campamento a mí me gustaba quedarme hasta que tocaban la campana para irse a dormir ( creo que como a las diez) pero, entonces, el problema comenzaba: tenía que ir desde el campamento a mi casa (como media cuadra), pero tenía que pasar por la puerta del cementerio. En la esquina había un foquito de luz muy tenue. Así que en aquellas noches recordaba la lección aprendida: el salmo 23. Iba diciendo en la penumbra de la noche pasando por la puerta del cementerio: “Jehová es mi pastor . . .” La verdad es que el miedo no se iba, pero cuando menos me distraía para llegar sano y salvo a mi casa.
Ahora en mi vida y tu vida, no se trata de pasar por la puerta de un cementerio en una noche oscura, sino de enfrentar un sinfín de circunstancias en este año que inicia que desafían nuestras vidas y pueden llenar nuestros corazones de temor.
El Salmo 23 viene a confrontarnos con la verdad de la Escritura de que podemos confiar nuestra vida en Dios cualquiera que sea nuestra circunstancia. El Salmo 23 nos muestra a un Dios que es más grande que nuestros temores. Un Dios en quien podemos confiar aun en la situación más difícil.
Para asegurarnos de esta verdad, el Salmo 23 lo hace por medio de dos metáforas: la de un rebaño con su pastor y la de un banquete. Pero el mensaje central es esa confianza que podemos tener en nuestro Dios cualquiera que sea nuestra circunstancia, por eso esta noche decimos: ¡No Temas!
En primer lugar, No temas, el Señor es tu Pastor.
La metáfora del pastor y su rebaño en muy común en la Escritura. Los hebreos eran pastores por excelencia. Está metáfora de Dios como el Pastor de su pueblo era algo con lo que se podían identificar en la vida cotidiana.
Nosotros no estamos tan familiarizados con la vida pastoril y del campo, pero si nos metemos tantito a la metáfora podremos experimentar su significado y su verdad. Podemos confiar en nuestro pastor. Podemos experimentar su cuidado soberano sobre nosotros. Podemos sentirnos seguros en cualquier circunstancia de la vida. No temas, el Señor es tu Pastor.
Y lo primero que declara el salmista acerca de su realidad es que si el Señor es su pastor, nada le faltará. El dice: “El Señor es mi pastor, nada me faltará” (Salmo 23:1).
No sabemos con qué nos vamos a enfrentar este nuevo año, en términos de nuestro trabajo, economía y recursos. Quizá estás temeroso de enfrentar carencias y necesidades. La Palabra nos recuerda la verdad de que tenemos un Pastor, y que él vela por nosotros al punto de que podemos estar seguros de que nada nos faltará de lo que verdaderamente necesitamos.
El salmista continúa diciendo: “En lugares de delicados pastos me hará descansar, junto a aguas de reposo me pastoreará”. (Salmo 23:2)
Quizá cuando leemos este verso pensamos en pastizales verdes por donde los rebaños pueden tener todo el alimento que necesitan, pero la realidad es que en el contexto de la geografía de Israel, no hay muchos de estos lugares. La realidad es que mayormente son regiones áridas y desérticas por donde los pastores laboran con sus ovejas.
Entonces, podemos decir que esos delicados pastos de los que habla el salmo son pequeños brotes de pasto que los pastores saben donde encontrar para sus rebaños. Es decir, que los pastores alimentan a sus rebaños aún en el desierto, porque ellos saben dónde están esos pastos delicados que dan sustento a sus rebaños. Y lo mismo decimos de las aguas de reposo. El agua en las regiones desérticas es una necesidad primaria y los pastores saben dónde llevar a sus ovejas para poder tener esas aguas necesarias.
Mis hermanos, tenemos un pastor que sabe alimentar a su rebaño y darle descanso en aguas de reposo, aun en medio del desierto. Quizá estás llegando a este momento cansado, necesitado de reposo espiritual, confundido u ofuscado, escucha lo que el Señor te dice: No temas, el Señor es tu pastor, en él tendrás reposo.
El Salmista continúa considerando la bendición de tener un pastor en el verso 3 donde dice: “Confortará mi alma, me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre”(Salmo 23:3).
Las ovejas necesitan ser dirigidas, necesitan ser guiadas. Así también nosotros necesitamos esa dirección día con día. Nuestro pastor nos guiará por sendas de justicia, de rectitud, de santidad. Escuchar su voz y seguirle en todo lo que nos indica redunda en paz en nuestros corazones y nuestras almas. Es cuando nos separamos del pastor y tomamos decisiones necias que nos alejan de él, que nuestras vidas comienzan a enredarse.
Este nuevo año podemos confiar en la dirección de nuestro Pastor. Podemos enfrentar este nuevo año con confianza, sabiendo que nuestro pastor guía nuestras vidas por sendas de justicia.
El salmista continúa reafirmando su confianza en el pastor cuando dice en el verso 4 “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tu estarás conmigo. Tu vara y tu cayado me infundirán aliento (Salmo 23:4).
Si hay algo que nos ha amenazado este año que termina es precisamente la muerte. Todos los días somos informados del número de personas que van partiendo día con día. Sabemos que no somos invulnerables a la muerte. Esta es una realidad que nos amenaza en cada momento y lo seguirá haciendo este nuevo año.
Pero puesto que tenemos un pastor maravilloso, podemos decir como el salmista: no temeré mal alguno, porque aun al enfrentar la muerte, tú estarás conmigo. Cuento con tu vara y tu cayado para darme aliento.
Podemos estar seguros aun ante la amenaza real de la muerte porque tenemos un pastor. Podemos decir una y otra vez: No temas, el Señor es tu pastor.
Hoy es noche de buenas noticias, porque creemos y sabemos que Jesús, se levantó un día y dijo: “Yo soy el buen Pastor”. El Salmo 23 nos habla del Señor como nuestro Pastor y el Nuevo Testamento nos reafirma que en verdad tenemos un Pastor y éste es el Señor Jesucristo. Jesús es el buen Pastor, y puesto que es nuestro pastor…¡No temamos!
Para los que tememos por las carencias que este año nos puede traer, Jesús nos dice: “Vosotros pues no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud, porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo, pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas.
Para los cansados, necesitados de reposo espiritual les dice: “Venid a mí todos los que estéis trabajados y cansados que yo os haré descansar”
Para los que requerimos dirección en este nuevo año, los que estamos en la lucha por hacer lo recto nos dice: “Llevad mi yugo sobre vosotros porque fácil y ligera es mi carga, aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”
Para los que estamos temerosos por los peligros que este año pueden llegar a nosotros nos dice: “En el mundo tendréis aflicción, pero confiad en mí pues yo he vencido al mundo” y “He aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.
El Señor quiere que recordemos este 2021 que tenemos un pastor. No temas, el Señor es tu pastor.
Pero el salmista también nos presenta una segunda metáfora en este salmo. Ahora, nos vamos del campo y el rebaño, a una sala de banquetes y por eso decimos, No temas, has sido invitado al Banquete.
El Salmista cambia ahora de metáfora. Cambia a la metáfora de un banquete, y adivina ¿Quién es el invitado? Tú y yo.
Dice el verso 5 Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores. Unges mi cabeza con aceite mi copa está rebosando.
Estamos ante un banquete muy importante en el que los invitados de honor somos nosotros y las personas que buscan nuestro mal, nuestros opresores están siendo testigos del gran favor del Señor hacia nosotros. Quizá desde las ventanas de afuera, los malvados y los abusadores, los que buscaban nuestro mal, observan con asombro cómo nos favorece el Señor.
Somos esos invitados especiales que son ungidos con aceite y cuya copa es rellenada.
Esta es la mayor vindicación que puede haber. Si te han acusado injustamente, si las personas han buscado tu mal. Mira quién te vindica como su invitado especial, y en presencia de tus angustiadores.
Concluye el salmista recapitulando las bendiciones de estar en este pacto con Dios en verso 6: El bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida y en la casa de Jehová moraré por largos días.
Los anfitriones de la antigüedad bíblica se cercioraban que sus invitados especiales fueran encaminados con bien después del banquete, enviando a dos de sus sirvientes para que acompañaran a sus invitados en parte del trayecto de regreso a sus casas. En nuestro caso, esos dos sirvientes que nos acompañan todos los días de nuestras vidas son el bien y la misericordia.
Qué bendición es disfrutar del banquete preparado por el Señor para los suyos. No hay de qué temer, pues hemos sido invitados a disfrutar de este banquete.
En Jesucristo, estamos invitados al banquete: Como dice la Escritura, Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria, porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado”.Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.
¿Ya lo ves mi hermano? No temas, has sido invitado al banquete.
Ha sido un año, sin duda muy complejo, y justo en este año como iglesia hemos cumplido 25 años de existencia como iglesia organizada. El Señor ha hecho tantas cosas durante este tiempo y estamos seguros que lo seguirá haciendo, aun en las circunstancias más difíciles, aun cuando el rebaño este pasando por el valle de sombra de muerte, aun cuando estemos en el desierto.
El mensaje para nosotros es el mismo: No temamos, el Señor es nuestro Pastor. No temamos, hemos sido invitados al banquete. Aunque la vida esté llena de amenazas, preocupaciones, y temores, podemos confiar que en el año 2021, nuestro Pastor estará con nosotros como lo ha estado en el pasado.
Jesucristo lo ha arreglado todo para los que creen en él. Afrontemos con valor y confianza el año 2021, pues conoces al Pastor y el Pastor nos conoce, nos guía y nos ama.