Domingo de Ramos/Viernes Santo
Jesús tiene un cuerpo místico que está formado de todos los bautizados que creen en El.
La agonía de Jesús en el Huerto es un espejo en el cual podemos nosotros ver reflejadas nuestras vulnerabilidades y luchas.
Pero, ante ello nos damos cuenta de que a nosotros nos gusta tener el control; Dios, al contrario, ama la vulnerabilidad.
Si acaso nosotros no nos hemos dado cuenta de cuán vulnerables somos y encontrado en nuestro interior esa vulnerabilidad, entonces nuestro exterior reflejará esa condición y juzgaremos a los demás por sus flaquezas y debilidades
En cierto libro leemos la historia de una mujer que no iba a la iglesia el Domingo de Ramos porque no quería escuchar la narración de la Pasión de Cristo en la Misa. Ella explicaba que cuando era el turno de los fieles contestar con la expresión "¡Crucifícalo!", "¡Crucifícalo! "¡Crucifícalo!" a ella le daba horror hacerlo; sentía que no podia.
El autor de esta historia comenta en su libro, “Simpre sentí gran lástima por esta pobre mujer. Ella era incapaz de comprender el sentido de este Evangelio que nos recuerda que cada uno de nosotros hemos crucificado a Cristo con nuestros pecados… Evidentemente, era más importante para ella sentirse justificada y no confrontar la oscuridad de lo que es el pecado. ¡Cuán deplorable es esto! Si ella tan solo lo hubiese comprendido se habría dado cuenta del gran poder que encierra el arrepentimiento.”
Al menos nosotros, ofrezcamos al Señor el consuelo de aprovechar los méritos de su Pasión; de su preciosa Sangre derramada por nosotros.
El ser parte del reino de Dios nos debe llenar de alegría y gratitud, porque el tesoro más grande que podemos tener.
Jesus dijo a Santa Faustina: Hija mia, cuando estaba ante Herodes he obtenido para ti la gracia de saber elevarte por encima del desprecio humano y de seguir fielmente mis pasos. Calla cuando no quieren reconocer tu verdad, ya que asi eres mas convincente. (Diario, 1164)