Gran parte del llamado que mi esposa y yo tenemos está centrado en fortalecer matrimonios para ayudarles a que tengan relaciones saludables.
Conversamos con muchas parejas y una de las quejas más comunes que escuchamos es algo así: "Definitivamente no nos podemos llevar bien. Tenemos discusiones por ________ (puede escribir cualquier razón)”; además agregan que se aman, pero que tienen discusiones frecuentes muchas de ellas sobre cuestiones de menor importancia.
Cuando llegamos al tema de los hijos, dicen: "Es difícil el manejo de los hijos en estos tiempos, hay tensión, dificultad en la comunicación… etc.”; sienten que aman a sus hijos pero que no pueden comprenderlos…
La Palabra de Dios tiene respuestas para todos los aspectos de nuestra vida, es también un libro que trata sobre los temas profundos de la mente, por ejemplo el apóstol Santiago escribió “Si ustedes desean algo, y no lo obtienen, entonces matan.
Si arden de envidia y no consiguen lo que desean, entonces discuten y luchan…” (Santiago 4:2 - RVC).
Esto es, el conflicto por los deseos y las preferencias… ¡Que sabiduría tan grande encontramos aquí!. Cuando la manera de pensar, los deseos y la visión que se tiene es diferente de los demás es entonces muy fácil entrar en discordia, mucho más si a esto le sumamos que entre las personas hay “i n t o l e r a n c i a”.
Es claro por la Palabra de Dios, que el “orgullo”, el “egoísmo” y la búsqueda por acumular “riquezas y tener poder” son unos de los más poderosos activadores del conflicto entre las personas y esto porque se colocan los intereses personales por encima de los que tienen los demás.
Surge la pregunta: ¿Qué hacer?, la respuesta es sencilla pero poderosa, “ser humildes”, reconocer que las ideas, deseos y manera de pensar de los demás también tienen validez, humildad que le lleva a reconocer que el punto de comparación y la guía para nuestra vida y las relaciones con los demás es la Palabra de Dios.
Oremos: “Señor, reconozco que he sido egoísta, que he puesto muchas veces mis intereses por encima de los de los demás, por eso te pido me ayudes para actuar en humildad, reconociendo mis debilidades y también las fortalezas de los demás. Padre que Tu Palabra sea mi guía, lo pido en el nombre de Jesús, Amen”
Versículo: “ ¡Humíllense ante el Señor, y él los exaltará!?” Santiago 4:10 (RVC)