Para que la Palabra haga lo que Dios quiere y sea prosperada en aquello para lo que la envió, primero tenemos que reconocer el ministerio que Dios puso en nuestras manos al permitirnos el privilegio de ser padres o madres. Dice la Palabra en el Salmo 127:3, “He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre.” En otro lado, David decía en el Salmo 16:6 “Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos y es hermosa la heredad que me ha tocado.” La forma de repartir una herencia, era echando suertes. Algunas veces creemos que es cuestión de suerte el tener hijos, sabemos que no es así, pero por si acaso la suerte tuvo algo que ver, David decía en el verso anterior (Salmo 16:5), “tú sustentas mi suerte”. ¿Podríamos nosotros declarar que es hermosa la heredad que nos ha entregado Dios para administrar cuando nos dio a nuestros hijos?
Entonces estoy hablando a las personas correctas. Dice Apocalipsis 1:6 que “Jesucristo nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre.” Y en Isaías 61:6 nos dice también: “Y vosotros seréis llamados sacerdotes de Jehová, ministros de nuestro Dios seréis llamados…”. En nuestro hogar Dios nos ha puesto como sacerdotes, ministros, guías, encargados de sembrar la Palabra y velar por la vida espiritual de nuestros hijos. Cuando veamos Esdras, el sacerdote o Esdras el escriba, veamos nuestro nombre, como sacerdote y ministro o maestro de la Palabra en nuestra casa, y el pueblo son nuestros hijos.
Neh. 8:1 … “y se juntó todo el pueblo como un solo hombre y dijeron a Esdras que trajese el libro de la Ley”. Las actitudes de muchos de nuestros hijos en este tiempo, no son más que un reflejo de que una necesidad, que nuestros hijos tienen hambre y sed de la Palabra de Dios, lo que están demostrando es que necesitan de una guía en este mundo que sólo ofrece confusión y caos. Lo están pidiendo a gritos, es tiempo de que aprovechemos esta preciosa oportunidad para permitir que Dios haga una obra trascendente en sus vidas.
Neh. 8:2-3 … Y el sacerdote Esdras trajo la ley delante de toda la congregación, … y de todos los que podían entender… Los niños pueden entender a Dios desde el vientre, David decía en el Salmo 139 “… tú formaste mis entrañas, tú me hiciste en el vientre de mi madre… y mi embrión vieron tus ojos”. Recuerdo que estando embarazada, cuando sentía algunos malestares, les hablaba a mis hijos, y hasta ahí llegaba el malestar. Cuando traen el recién nacido a los brazos de su madre llorando, con sólo escuchar su voz, se calma. Eso es porque reconoce la voz de su madre y encuentra seguridad en el lugar hostil y extraño a que acaba de llegar.
Nosotros somos los que ponemos barreras o subestimamos su inteligencia, creyendo que no pueden entender. (Anécdotas de Humberto jr. “En paz me acostaré” y “Dónde está el amor”). Los niños pueden entender la Palabra de Dios, mejor que muchos adultos que están llenos de amargura, prejuicios, vanas filosofías, etc. Nuestra actitud muchas veces se parece a la de los discípulos que reprendían a los que traían los niños al Señor, creyendo que iban a ser estorbo, que sería un tiempo desperdiciado con ellos. Dice en Marcos que Jesús se indignó y les dijo: “Dejad a los niños venir a mí y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos.” Dejemos pues que los niños vengan al Señor, reconociendo que ellos pueden entender. Y mientras nosotros creemos que ellos no entienden, el enemigo les envía mensajes en código (subliminales), y ellos lo captan. No dejemos que el enemigo gane ventaja alguna sobre nosotros, no ignoremos sus maquinaciones. (II Corintios 2:11)
Neh. 8:4-5 … “Y el escriba Esdras estaba sobre un púlpito de madera… abrió el libro a ojos de todo el pueblo, porque estaba más alto que todo el pueblo”… Dios nos ha colocado en un lugar de autoridad. Esta autoridad tiene como fin enseñar, guiar, corregir e instruir a nuestros niños. Dios lo primero que hizo cuando liberó a su pueblo de Egipto fue darles los Diez Mandamientos y muchas otras leyes. Nuestros hogares también deben tener reglas que cumplir, siempre de acuerdo con la Palabra de Dios. Un hogar donde no hay reglas, entregará al mundo un niño que no respeta autoridades escolares, un ciudadano que no obedece leyes, tan simples como las de tránsito, mucho menos leyes de pago de impuestos, de cuidado y respeto por los recursos naturales y la propiedad ajena. Pero ejercer la autoridad que se nos dado no significa que nos convertimos en dictadores, tiranos que no admiten consejo, que trazan reglas imposibles de cumplir, aún por nosotros mismos. El Señor le dijo una vez a un intérprete de la ley “¡Ay de vosotros también, intérpretes de la ley! Porque cargáis a los hombres con cargas que no pueden llevar, pero vosotros ni aun con un dedo las tocáis.”
La disciplina que apliquemos a nuestros hijos debe estar basada en reglas claras y sencillas de acuerdo con la edad del niño. Tenemos que aclarar primero qué es permitido y qué es prohibido. Y Tenemos que cumplir con nuestras propias reglas. Aun Dios cumple con sus propias leyes. Dice Números 23:19 “Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no ejecutará?”
Tenemos que estar al lado de ellos para enseñarles el comportamiento que deseamos. En Isaías 48:17 dice que “Yo soy Jehová Dios tuyo, que te enseña provechosamente, que te encamina por el camino que debes seguir.” Así como Dios nos acompaña en el camino, debemos acompañar a nuestros hijos y ayudarles a comprender las reglas que hemos establecido.
Tenemos que amonestarlos y advertir que habrá una consecuencia a la desobediencia. Dios siempre advierte a su pueblo acerca de las consecuencias de la desobediencia y cuando el pueblo no hacía caso a las advertencias, tuvo que llevar a cabo el juicio que había anunciado. En I Samuel 15, Dios dio instrucciones claras y precisas a Saúl “Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos” (15:3), pero él no las siguió al pie de la letra. Cambió algunas cositas, según él, “el pueblo perdonó lo mejor las ovejas y las vacas, para sacrificarlas (15:15) a tu Dios (el Dios de Samuel, no lo consideraba dios suyo)”. La Palabra dice que a Dios le pesó haber puesto por rey a Saúl (15:11) y fue desechado y quitado del trono (15:23).
Dios no puede ser burlado. Regularmente ministramos como palabra de gozo el versículo de II Timoteo 2:13 “Si fuéremos infieles, El permanece fiel; El no puede negarse a sí mismo.” Pero esto realmente es una advertencia de que, si fallamos, veremos la consecuencia.
Pero, así como hace Dios con nosotros, siempre después de un castigo hay que conversar con el niño, perdonarle, asegurarlo de nuestro amor, y no traer a la memoria el asunto. Tal como hace Dios con nosotros, en Miqueas 7:18 “¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de nuestra heredad? No retuvo para siempre nuestra enojo, porque se deleita en misericordia” y en el Salmo 103:12-13 “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones. Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen”. ¡Qué tremendo que la Palabra de Dios compare la misericordia de los padres con la misericordia de Dios! Dios conoce que los padres podemos perdonar de esa manera, olvidando las ofensas que pueden cometer nuestros hijos.
Los castigos deben llevarse a cabo tal como fueron anunciados. Dice Eclesiastés 8:11 “Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal.” Por eso, nunca debemos anunciar un castigo a la ligera, ni amenazar al niño con algo que en realidad no queremos ni vamos a hacer.
El castigo o disciplina debe servir para el bien del niño. No debe obedecer “porque papá se va a enojar”, sino porque lo amamos y queremos enseñarle a vivir según los mandamientos de Dios. El mandamiento enseña a los hijos a obedecer, porque es justo, porque es el primer mandamiento con promesa para garantizarles “que te vaya bien y seas de larga vida sobre la tierra”. (Ef. 6:1-3).
La disciplina se aplica a los hijos que amamos. Dice Hebreos 12:5-11:
“Y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo:
Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él;
Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo.
Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?
Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.
Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?
Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de nuestra santidad.
Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.”
¿Cómo podemos medir si la disciplina aplicada es correcta? “Oración de Iván: Gracias, Señor por la madre que nos has dado a mí y a Humberto. Bendícela, ayúdala…”. Los niños están atentos y reconocen cuando la disciplina es para bien. Quizás usted no lo vea ahora, pero créame que un día no muy lejano, sus ojos verán “el fruto apacible de justicia.”
Neh. 8:6 …”Bendijo, entonces Esdras a Jehová, Dios grande. Y todo el pueblo respondió: ¡Amén, Amén! Alzando sus manos, y se humillaron y adoraron a Jehová inclinados a tierra.” Esta parte me lleva a pensar que nuestro hogar debe haber un altar de alabanza y adoración a nuestro Dios. El sacerdote toma la iniciativa siempre, y de manera espontánea, el pueblo le sigue. Si nuestros hijos escuchan alabanzas y adoración en nuestros labios, se acostumbrarán a ello y seguirán la costumbre. Nuestra alabanza para el Señor no puede limitarse a los días de servicio en el templo. Si cada vez que enfrentamos una situación de necesidad o peligro, nos oyen clamar a Dios por fortaleza y alabar su nombre en medio de esa situación, van a conocer al Dios del Salmo 46 “Dios es nuestro amparo, nuestra fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones,… nuestro refugio es el Dios de Jacob”. Si nos escuchan dar gracias a El por las bendiciones que hayamos recibido, también van a agradecerle a El por las cosas buenas que les pasen y van a conocer que Dios es “el dador de toda buena dádiva, de todo don perfecto.”
Tengo una madre adoradora, que parece tener un cántico para toda ocasión. Cuando éramos niños nos despertaba cantando: “Por la mañana yo dirijo mi alabanza, A Dios, que ha sido y es mi única esperanza. Por la mañana yo le invoco con el alma Y le suplico que me dé su dulce calma. Y Él nos escucha, pues nos ama tanto, Y nos alivia de cualquier quebranto. Nos da su mano poderosa y fuerte Para librarnos de la misma muerte.” Teníamos una oración cantada para dar gracias por los alimentos: Padre benigno que en el cielo estas, gracias hoy te damos por el pan que das. Gracias te damos Padre Celestial, por el pan del Cielo, pan que es eternal, Amén. Cuando salíamos de viaje, no se podía quedar el Salmo 121 “Alzaré mis ojos a los montes… Jehová guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre, amén”. Para acostarnos, también nos hacía repetir “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque sólo tú, Jehová, me haces vivir confiado. (Salmo 4:8). Y no crean que ella tenía un pueblo tan reverente como el de Esdras que respondía “Amén, Amén y alzaron sus manos y adoraron inclinados a tierra”. No era motivo de orgullo para nosotros que ella hiciera eso, la mayoría de las veces, nos tapábamos los oídos, nos reíamos, según nosotros, eso nos avergonzaba, ante nuestros amigos. Pero ella no dejaba de hacerlo. Después de cierto tiempo entendimos por qué nuestra casa vivía “llena de nuestros amigos”, era porque ellos añoraban tener eso en sus casas. Hermanos, Dios habita en medio de la alabanza de su pueblo, si queremos a Dios habitando en nuestros hogares, enseñemos a nuestros hijos a alabarle, a adorarle. No se trata de ser cantantes, se trata de ser adoradores.
Neh. 8:7-8 “Y los levitas… hacían entender al pueblo la ley; y el pueblo estaba atento en su lugar.” Obviamente, si enseñamos alabanza y adoración a nuestros hijos, pues aparte de reyes (autoridad) y sacerdotes en nuestros hogares, entonces también somos levitas. Y los levitas, dentro de todas las responsabilidades de cuidar de la casa de Dios y ministrar la alabanza a Dios delante del pueblo, en esta ocasión también enseñaban la ley. La frase “hacían entender” me suena a que utilizaban todos los recursos disponibles para que el pueblo asimilara la Palabra. Hacer entenderá nuestros hijos, es ocuparnos en lograr que penetre el mensaje en sus corazones y en sus mentes de la misma manera que nos ocupamos de que sus organismos asimilen los alimentos que proveemos para ellos. El cuidado y esmero que ponemos en la elección del alimento físico, que sea alimento nutritivo y saludable, balanceado, que tengan una hora fija para las comidas, etc., puede ser un buen termómetro para medir el cuidado que estamos poniendo en el alimento espiritual. ¿Tenemos un tiempo especial en el día para darles a nuestros hijos un “snack espiritual”? Es suficiente una merienda, pero bien nutritiva, de manera que cada día saboreen “leche espiritual no adulterada”. De la manera en que la presentamos dependerá que logremos que ellos estén atentos, no le presente una leche “plain”, porque usted sabe que son niños, no la van a recibir con mucho gusto, preséntela diferente todos los días cuidando de no adulterarla (la diferencia al presentarla es de forma no de fondo); sea creativo y verá los resultados, pero no se canse de sembrar.
Ningún organismo puede sobrevivir de manera saludable, si comiera solamente los domingos, por buena y nutritiva que sea la comida. De la misma manera, si el espíritu y el alma de nuestros hijos, sólo recibe alimento una vez por semana, estará debilitado, y cualquier “viento de doctrina” los hará flaquear y caer. Tenemos una lucha contra el bombardeo que por todos lados reciben, que los quiere alejar de Dios. Bombardeemos también nosotros contra ellos, con el arma poderosa que tenemos a la mano, la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios.
Sembremos en nuestros hijos que la Biblia no es un libro anticuado y pasado de moda, que no se corresponde con los tiempos modernos. La Biblia siempre ha estado adelantada a los tiempos, decía que la tierra era redonda mucho tiempo antes que el hombre se diera por enterado a través del primer viaje alrededor del globo realizado por Juan Sebastián Elcano en el año 1522, (Isaías 40:22 “El está sentado sobre el círculo de la tierra…”) La Biblia decía miles de años antes de que el griego Galenos “descubriera” 200 años después de Cristo, que el corazón es el motor del cuerpo, la bomba que riega la sangre por todo el cuerpo: “sobre toda guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23). Una persona que lee la Biblia, tiene ortografía y redacción correctas. Conoce y entiende mejor el uso de proposiciones, preposiciones, conjunciones y reglas gramaticales.
Cuando leemos claramente y poniendo el sentido, la aplicación para nuestros tiempos, lo que estamos viviendo cada día, nuestros hijos podrán verla como un libro de sabiduría, como el libro sobre todos los libros. Precisamente cuando leía el libro de Nehemías, me maravillaba cuando encontré en él todas las técnicas para el Manejo de Proyectos que aprendí en la Universidad y luego en cursos de post grado. Todo el proceso está plasmado y llevado a la práctica con resultados tremendos. En las actividades de manejo de proyectos, se comienza con:
1. Análisis y Diseño de Objetivos (v. 1:3-11): Esta actividad es crucial para el éxito del proyecto, pues de la manera en que se inicie y se defina el mismo, dependerán los resultados finales. Si estamos claros para donde vamos, es más fácil llegar allá. Nehemías recibió la información de lo que estaba sucediendo en Jerusalén: El muro de Jerusalén estaba derribado y las personas que quedaron están en gran mal y afrenta. Asimismo, si en alguna de las cosas de las que hemos hablado no estamos actuando correctamente delante de Dios, significa que los muros, el cerco para nuestros hijos no está firme o en ruinas como estaba el de Jerusalén. Viendo la situación, Nehemías lloró, hizo duelo, ayunó y oró delante de Dios. Presentó el objetivo del proyecto al CEO (Chief Executive Officer). Ante el dolor de que nuestros hijos no estén guardados bajo la sombra del Omnipotente, es imperante que ayunemos, que gimamos y oremos por ellos ante el Rey de Reyes, recordando sus promesas que son para nosotros y nuestros hijos, que aunque estuviéramos dispersos hasta el extremo de los cielos, de allí el nos recogería.
2. Adquisición de los Recursos (v. 2:4-8): Un proyecto debe contar con la aprobación de la gerencia, para que autorice el uso de recursos, tanto económicos como humanos. Nehemías, después de saber que contaba con la aprobación de Dios, se presentó ante el gerente del área, arriesgando aun su vida. El rey le entregó cartas para que el guarda del bosque le diera madera y con ello le envió con capitanes del ejercito y gente de a caballo. Dios siempre va a respaldar y proveer los recursos que necesitemos, cuando nosotros hasta arriesguemos nuestra propia vida por la salvación de nuestros hijos.
3. Planificación de los Trabajos de acuerdo con los Objetivos (v. 2:17-18): Si en nuestro proyecto no contamos con el entusiasmo y buena disposición de quienes van a colaborar en el mismo, no tendremos éxito. Nehemías buscó colaboración entre aquellos que estaban sufriendo por lo mismo, y utilizó el método de motivación llamado “Empowerment” haciéndoles ver la necesidad y declarándoles que había recibido el respaldo divino y del rey. Ellos recibieron la visión y se comprometieron con ella diciendo: “levantémonos y edifiquemos, y esforzaron sus manos para bien”. De la misma manera, busquemos nosotros personas que tengan nuestro mismo sentir para que respalden nuestro proyecto de salvación de nuestros hijos. Podemos tener quienes oren por ellos, quienes “le echen el ojo”, quienes velen por ellos durante alguna ausencia nuestra.
4. Organización del Trabajo y Asignación de Tareas (cap. 3): Nehemías asignó los trabajos logrando que todos se involucraran en la parte del proyecto que de alguna manera les interesara de manera particular (por familia, oficio, territorio, etc.). Siempre se nos decía en las clases, no ponga un carpintero a hacer trabajos de secretaria, ni a un mecánico a hacer trabajos que impliquen delicadeza y pulcritud. No deleguemos la responsabilidad de educación de nuestros hijos a personas que no les van a enseñar correctamente.
5. Control de riesgos (v. 4:14-17): En todo proyecto debe crearse el llamado plan de contingencia para cualquier eventualidad que se presente, que pueda oponerse a la culminación del mismo. Este proyecto de Nehemías encontró quien se opusiera. Sanbalat les llamó débiles, cuestionó el éxito del proyecto y trató de sembrar desanimo en el pueblo, pero Nehemías se levantó y trajo palabra de aliento: “Después miré, y me levanté y dije a los nobles y a los oficiales, y al resto del pueblo: No temáis delante de ellos; acordaos del Señor, grande y temible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas. Y cuando oyeron nuestros enemigos que lo habíamos entendido, y que Dios había desbaratado el consejo de ellos, nos volvimos todos al muro, cada uno a su tarea. Desde aquel día la mitad de mis siervos trabajaba en la obra, y la otra mitad tenía lanzas, escudos, arcos y corazas; y detrás de ellos estaban los jefes de toda la casa de Judá. Los que edificaban en el muro, los que acarreaban, y los que cargaban, con una mano trabajaban en la obra, y en la otra tenían la espada”.
6. Control de Ejecución, Dirección de Actividades, Seguimiento y Reporte de Progresos (cap. 5-6): Durante esta parte del proyecto, quien lo dirija tiene velar porque las personas estén trabajando de acuerdo con lo estipulado, y que estén motivados. Parte del pueblo se sintió desanimado, no tenia motivación para seguir trabajando pues habían entregado sus hijos como esclavos, y embargado sus casas y terrenos a causa de las deudas contraídas para “poder comer y vivir”. Nehemías sirvió de mediador para que estas deudas sean condonadas, incluyendo la devolución de los intereses que se demandaban. Esto se hizo en oración delante de Dios, a lo que todo el pueblo respondió “Amen y alabaron a Jehová”. Nosotros hemos, en cierta manera, entregado a nuestros hijos y hogares a la esclavitud queriendo supuestamente darles lo mejor, que tengan lo que no tuvimos, y para eso trabajamos horas y horas descuidando el tiempo que debemos dedicarle a ellos con tal de que vistan a la última moda, de que estén al nivel de sus compañeros, que no se sientan al menos, etc. En realidad lo que estamos haciendo es creándoles complejos. Escuchaba en un comercial que 7 de cada 10 personas en este país, están endeudados, y me pareció un horror. Ensenémosles a nuestros hijos que el valor de una persona no está en la ropa que lleva puesta, en lo externo, que “Mejor es un bocado seco, y en paz, que casa de contiendas llena de provisiones” (Prov. 17:1). Este tipo de compromisos traerá de nuevo a los adversarios, como con Nehemías a quien le decían “se debilitarán las manos de ellos en la obra, y no será terminada”. Diga ahora como Nehemías, “Oh Dios, fortalece tu mis manos”.
7. Cierre del Proyecto (v. 6:15-16): El objetivo del proyecto debe ser Specific. Measurable. Achievable. Realistic. Time terminated (Específico, Medible, Realizable, Realista, Definido en Tiempo), además, es importante que otras personas puedan ver los resultados y “Fue terminado, pues, el muro, el veinticinco del mes de Elul, en cincuenta y dos días. Y cuando lo oyeron todos nuestros enemigos, temieron todas las naciones que estaban alrededor de nosotros, y se sintieron humillados, y conocieron que por nuestro Dios había sido hecha esta obra.”
8. Comunicación final con los Accionistas y/o Gerencia General (cap. 12:27-43): Al final de cualquier proyecto deben presentarse los resultados a la gerencia, ellos deben saber si valió o no la pena la inversión. Generalmente dentro del presupuesto se estima un festejo para agradecer a los involucrados y celebrar el éxito del mismo. Nehemías no se quedó atrás en esta actividad de su proyecto. Leemos en el capítulo 12, versos 27, 28a y 43 que: “Para la dedicación del muro de Jerusalén, buscaron a los levitas de todos sus lugares para traerlos a Jerusalén, para hacer la dedicación y la fiesta con alabanzas y con cánticos, con címbalos, salterios y cítaras. Y fueron reunidos los hijos de los cantores… Y sacrificaron aquel día numerosas víctimas, y se regocijaron, porque Dios los había recreado con grande contentamiento; se alegraron también las mujeres y los niños; y el alborozo de Jerusalén fue oído desde lejos.”
Nosotros estaríamos dando hoy un paso de fe presentando a nuestros hijos delante de Dios como el proyecto que El ha puesto en nuestras manos. Sabemos que vamos a encontrar oposición y obstáculos, pero Nehemías nos recuerda: “no temáis delante de ellos, acordaos del Señor grande y temible, pelead por vuestros hijos y por vuestras hijas, y por vuestras casas.”
Josué fue desafiado por Dios a esforzarse y ser valiente, pero antes Dios le dio promesa de que “nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré ni te desampararé.” También le recordó en los v. 1:7-9 “Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.
Después de haber seguido estas instrucciones, y ver que ciertamente Dios cumplió siempre con lo que prometió, él pudo desafiar de la misma manera al pueblo, siendo ya viejo y avanzado en años, les dijo en el v.23:6: “Esforzaos, pues, mucho en guardar y hacer todo lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés, sin apartaros de ello ni a diestra ni a siniestra.”
En su último mensaje al pueblo, con la satisfacción del deber cumplido, les presentó un resumen de todo lo que Dios había hecho con su pueblo desde que llamó a Abraham, y fue como decirles, yo sé de lo que les estoy hablando, porque yo he visto la mano poderosa de Dios obrando en la vida de mi familia:
“Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid a Jehová.
Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.”