Introducción
Vídeo: Tiranos - http://www.youtube.com/watch?v=Yta_Rc1ONkc
El vídeo sólo contiene algunos de los tiranos más crueles de la historia del mundo, porque hay muchos más. Dos ejemplos.
1. Kim il-Sung MOSTRAR FOTO (1972-1994) instauró el regimen comunista de Corea del Norte. En búsqueda de eliminar oponentes, mató 1.600.000 norcoreanos. Kim il-Sung se creía soberano. Llevó a los ciudadanos norcoreanos a llamarlo el “Gran Líder” y ha sido elegido como el “Presidente Eterno de la República.” Pero ¿qué opinan ustedes? ¿Fue soberano? No. ¿Por qué? Porque murió. No tenía poder sobre la vida, ni la muerte.
2. Genghis Kan MOSTRAR FOTO (1162-1227) quería conquistar el mundo conocido de su época. Fundó el imperio mongol y su reino fue el más extenso de la historia. Su nombre significa Príncipe Universal. Quería reinar todo el universo. O más bien, quería que todos lo adoraran. ¿Ves la ambición egoísta? En cambio Dios no tiene que conquistar porque de veras es soberano.
Hay ejemplos bíblicos de déspotas y dictadores también. Herodes el Grande MOSTRAR FOTO era el rey de Judea. Se sintió amenazado cuando el rey de los judíos nació, o sea Jesús. Por lo tanto, buscó matarlo y en búsqueda del bebé Jesús “…mandó matar a todos los niños menores de dos años en Belén y en sus alrededores…” (Mateo 2:16). Otro ejemplo es el séptimo rey de Israel, Acab MOSTRAR FOTO. Sin embargo, hoy vamos a enfocarnos en Nabucodonosor MOSTRAR FOTO. Era el rey de Babilonia desde el año 604 a.C. hasta su muerte en 561 a.C. Su reinado está marcado por su tiranía, pero también por la misericordia que Dios le mostró.
Dios es Soberano
I. La Tiranía del Rey Nabucodonosor
A. Nabucodonosor conquistó MOSTRAR MAPA casi todo el Medio Oriente y Asia Menor, partes de Egipto y toda Grecia. Era el hombre más fuerte de aquella época. Desafortunadamente, nunca les mostró misericordia a los pueblos conquistados. En el caso de los israelitas, los exilió de su patria y los mandó a Babilonia sin parar. Tenía miedo de que si descansaran, orarían y Dios los rescataría. No se sentía seguro hasta que llegaron al rio Eufrates, la frontera con Babilonia. Luego, celebró con un banquete grandioso a bordo su yate en el rio, mientras los judíos estaban desnudos y encadenados. Para aumentar su sufrimiento, mandó que hicieran bolsas hechas con los rollos de las sagradas escrituras y luego que las llenaran con arena para realizar diferentes trabajos del reino babilónico.
B. Nabucodonosor se creía el rey supremo, el soberano, y que merecía la veneración de todos sus sujetos. Por lo tanto, “…mandó hacer una estatua de oro…y mandó que la colocaran en… Babilonia…” (Daniel 3:1). Era una estatua gigante y muchos teólogos dicen que la hicieron a su semejanza. Este rey era tan arrogante que mandó a todos los pueblos a que adoraran la estatua. Las consecuencias eran graves si no lo hacían. Dijo, “Todo el que no se incline ante ella ni la adore será arrojado de inmediato a un horno en llamas” (Daniel 3:6).
C. Sin embargo, habían algunos judíos que no le hicieron caso. Los siervos de Nabucodonosor dijeron, “…No adoran a los dioses de Su Majestad ni a la estatua de oro que mandó erigir. Se trata de Sadrac, Mesac y Abednego” (Daniel 3:12). El rey preguntó a los jóvenes, “¿es verdad que no honran a mis dioses ni adoran a la estatua de oro que he mandado erigir? Ahora que escuchen la música de los instrumentos musicales, más les vale que se inclinen ante la estatua que he mandado hacer, y que la adoren. De lo contrario, serán lanzados de inmediato a un horno en llamas, ¡y no habrá dios capaz de librarlos de mis manos!” (Daniel 3:14-15).
D. Los jóvenes le respondieron de esta manera, “¡No hace falta que nos defendamos ante Su Majestad! 17 Si se nos arroja al horno en llamas, el Dios al que servimos puede librarnos del horno y de las manos de Su Majestad. 18 Pero aun si nuestro Dios no lo hace así, sepa usted que no honraremos a sus dioses ni adoraremos a su estatua” (Daniel 3:16-18).
E. El rey su puso furioso y “…mandó entonces que se calentara el horno siete veces más de lo normal, 20 y que algunos de los soldados más fuertes de su ejército ataran a los tres jóvenes y los arrojaran al horno en llamas. 21 Fue así como los arrojaron al horno con sus mantos, sandalias, turbantes y todo, es decir, tal y como estaban vestidos. 22 Tan inmediata fue la orden del rey, y tan caliente estaba el horno, que las llamas alcanzaron y mataron a los soldados que arrojaron a Sadrac, Mesac y Abednego, 23 los cuales, atados de pies y manos, cayeron dentro del horno en llamas” (Daniel 3:19-23).
II. La Misericordia que Dios Mostró al rey Nabucodonosor
A. A través de Sadrac, Mesac y Abednego
1. Ahora lo que sucede, comprueba que Dios no es un tirano. De hecho, Dios demuestra su misericordia hacia el tirano a pesar de su arrogancia, su ambición y su crueldad. Escuchen lo que sucede. “En ese momento Nabucodonosor se puso de pie, y sorprendido les preguntó a sus consejeros: —¿Acaso no eran tres los hombres que atamos y arrojamos al fuego? —Así es, Su Majestad —le respondieron. 25 —¡Pues miren! —exclamó—. Allí en el fuego veo a cuatro hombres, sin ataduras y sin daño alguno, ¡y el cuarto tiene la apariencia de un dios! 26 Dicho esto, Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno en llamas y gritó: —Sadrac, Mesac y Abednego, siervos del Dios Altísimo, ¡salgan de allí, y vengan acá! Cuando los tres jóvenes salieron del horno, 27 …vieron que el fuego no les había causado ningún daño, y que ni uno solo de sus cabellos se había chamuscado; es más, su ropa no estaba quemada ¡y ni siquiera olía a humo! 28 Entonces exclamó Nabucodonosor: «¡Alabado sea el Dios de estos jóvenes, que envió a su ángel y los salvó! Ellos confiaron en él y, desafiando la orden real, optaron por la muerte antes que honrar o adorar a otro dios que no fuera el suyo. 29 Por tanto, yo decreto que se descuartice a cualquiera que hable en contra del Dios de Sadrac, Mesac y Abednego, y que su casa sea reducida a cenizas, sin importar la nación a que pertenezca o la lengua que hable. ¡No hay otro dios que pueda salvar de esta manera!» (Daniel 3:24-29).
2. Dios le mostró misericordia y quedó transformado. Esto es precisamente lo que hace con nosotros. A pesar de que vivimos nuestras vidas para satisfacer nuestras propias ambiciones egoístas, Dios nos busca para mostrarnos su gran amor. En esta época, está intentando llamar nuestra atención con su inmensa misericordia. Sin embargo, tenemos que entender que él no tiene la obligación de mostrarnos su misericordia porque es soberano, pero lo hace.
3. Cuando respondemos a su misericordia, Dios nos transforma. Comenzamos a tener una perspectiva diferente como Nabucodonosor. Dijo, “…¡Su soberanía permanece de generación en generación!” (Daniel 4:3). No obstante, no somos perfectos y muchas veces somos muy tercos. A pesar de lo que Dios ha hecho en nuestras vidas, volvemos a algunas de las costumbres que teníamos antes de conocer la gracia de Dios. Pero Dios nos sigue mostrando su gran misericordia.
B. A través de un sueño extraño
1. Eso es lo que pasó en la vida de Nabucodonosor. El éxito de su reino alimentó su ego tanto que se le olvidó lo que Dios hizo por él. Dios con su infinito amor y paciencia no quería que Nabucodonosor cayera en la trampa del orgullo y la auto-suficiencia. Por lo tanto, le advirtió con un sueño raro para que se arrepintiera de su mal camino.
2. En Daniel 4, el rey describió el sueño. Su sueño era de un gran árbol que se extendía hacia el cielo y era visible hasta los confines de la tierra. Las aves se encontraron refugio en las ramas y los animales encontraron sombra debajo del árbol. En el paisaje estéril de Babilonia, que hoy es Irak, un árbol como éste habría sido una vista magnífica. Era el árbol más grandioso que el mundo había visto. Nabucodonosor probablemente estaba pensando, "Eso es igual que yo.” El sueño se convierte en una pesadilla cuando vio a un mensajero del cielo que dio órdenes para talar el árbol en el versículo 14. Curiosamente, el tronco debe permanecer y se les permite vivir. Luego, las palabras fatales, “…Deja que se empape con el rocío del cielo, y que habite con los animales y entre las plantas de la tierra. 16 Deja que su mente humana se trastorne y se vuelva como la de un animal, hasta que hayan transcurrido siete años” (Daniel 4:15-16).
3. Luego, Nabucodonosor escuchó el pronunciamiento de los mensajeros. “Los santos mensajeros han anunciado la decisión, es decir, el veredicto, para que todos los vivientes reconozcan que el Dios Altísimo es el soberano de todos los reinos humanos…” (Daniel 4:17). El sueño le llenó de terror.
4. Daniel era el único que podía interpretar el sueño. Daniel le dijo al rey en términos muy claros, que él era el árbol y que será alejado de su pueblo, a vivir con los animales salvajes. ¡Incluso comerá hierba como una vaca! El versículo 25 dice, “Siete años pasarán hasta que Su Majestad reconozca que el Altísimo es el soberano de todos los reinos del mundo…” (Daniel 4:25). Luego, Daniel le rogaba que renunciara sus pecados.
C. El cumplimiento del sueño
1. Nabucodonosor tenía un año para arrepentirse, pero no lo hizo. Escuchen lo que exclamó en el versículo 30, “…¡Miren la gran Babilonia que he construido como capital del reino! ¡La he construido con mi gran poder, para mi propia honra!” (Daniel 4:30).
2. Inmediatamente Dios cumplió lo que había mostrado en su sueño. “Y al instante se cumplió lo anunciado a Nabucodonosor. Lo separaron de la gente, y comió pasto como el ganado. Su cuerpo se empapó con el rocío del cielo, y hasta el pelo y las uñas le crecieron como plumas y garras de águila” (Daniel 4:33).
III. Dios es el único soberano
A. Aún con el cumplimiento del sueño y el veredicto, Dios le estaba dando a Nabucodonosor una oportunidad para reconocer la soberanía de Dios. Eso es misericordia. Miren como el rey respondió después de haberse cumplido los siete años. “Pasado ese tiempo yo, Nabucodonosor, elevé los ojos al cielo, y recobré el juicio. Entonces alabé al Altísimo; honré y glorifiqué al que vive para siempre: Su dominio es eterno; su reino permanece para siempre. 35 Ninguno de los pueblos de la tierra merece ser tomado en cuenta. Dios hace lo que quiere con los poderes celestiales y con los pueblos de la tierra. No hay quien se oponga a su poder ni quien le pida cuentas de sus actos” (Daniel 4:34-35).
B. Nabucodonosor por fin reconoció la soberanía de Dios. El término “soberano” se refiere al que ejerce o posee la autoridad suprema e independiente. ¿Quién se puede declarar soberano? ¿Existe una persona que posee la autoridad suprema?
C. Dios es el único que tiene autoridad suprema e independiente. Es el único soberano.
1. Sin embargo, los humanos tienden a repetir los grandes errores de la historia. Creemos que podemos regir nuestras propias vidas, hacer lo que se nos da la gana sin consultar las escrituras, sin tener a Dios en cuenta. A veces, nos creemos más grandes de lo que realmente somos. ¿Que tiene que hacer Dios en nuestras vidas para que reconozcamos que Él realmente tiene el control?
2. A veces Dios nos recuerda quién realmente es el soberano. El autor de Hebreos dijo que “…el Señor disciplina a los que ama y azota a todo el que recibe como hijo” (Hebreos 12:5).
Conclusión e Invitación
Hoy hay millones y millones de personas que no reconocen al Señor como deberían. Dios tiene mucha paciencia y soporta mucho para ofrecernos su gracia. Inclusive, envió a su propio hijo para derramar su amor sobre todos. Sin embargo, necesitamos entender que como Nabucodonosor sólo tenía un año para arrepentirse, nosotros tenemos un tiempo definido. Hebreos 9:27 nos enseña que “así como está establecido que los seres humanos mueran una sola vez, y después venga el juicio.” Has reconocido al Señor como el soberano. El nombre de Jesucristo está sobre todo nombre porque siendo soberano ”…se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz! 9 Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, 10 para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Fil. 2:8-11). Ojalá lo reconozcas antes de que sea demasiado tarde.