Introducción:
Ustedes saben que es un sabelotodo. Es una persona que presume saberlo todo o saber más de lo que realmente sabe. Siempre hay una persona así en nuestras vidas. Una persona que puede involucrarse en cualquier conversación y aparentar como si supiera todo. O una persona que siempre está corrigiendo a los demás. O en el colegio, un compañero que siempre contesta todas las preguntas y no deja que los demás se involucren.
Un sabelotodo es una persona arrogante, presuntuosa, insolente, descarada y muchas veces es muy egoísta. ¿A cuántos de ustedes les gusta pasar tiempo con personas con esas actitudes? A ninguno le gusta.
En esta serie de charlas, estamos estudiando algunas de las características de Dios porque queremos que lo conozcan. No solamente que sepan cosas acerca de Dios, sino que realmente conozcan al Dios viviente. Incluso, esto es lo que anhela Dios. Por lo tanto, dijo, en Jeremías 9:24 NTV, “…los que desean jactarse que lo hagan solamente en esto: de conocerme verdaderamente y entender que yo soy el Señor.”
En vez de jactarnos en lo que creemos que sabemos, necesitamos asegurar que conocemos a Dios. Si Dios dice que podemos jactarnos solamente de conocerlo, Dios nos está invitando a que lo conozcamos. Quiero enfatizar que ese conocimiento no es para que podamos mostrar a todo el mundo lo que sabemos acerca de Él. Esto es el riesgo de los estudios bíblicos. Nos llenamos la cabeza con conocimiento. Y con ese conocimiento, creemos que conocemos a Dios. Si el sabio se jacta de su sabiduría, ¿creen que esa persona es realmente sabia? Si el poderoso se jacta de su fuerza, ¿creen que esa persona es realmente fuerte? Igual, si una persona se jacta de todo lo que sabe acerca de Dios, ¿creen que esa persona conoce verdaderamente a Dios? Por eso, dicen que el trayecto más complicado es el trecho entre la mente y el corazón. Si decimos que sabemos algo no significa que lo hemos apropiado en el corazón. Saber cosas acerca de Dios no es suficiente, necesitamos experimentar una relación con él. Esto es conocer verdaderamente a Dios. No seamos sabelotodos, sino humildes y mansos, agradecidos por lo que Dios hizo para concedernos el gran privilegio de conocerlo, el único Dios viviente.
Dios es el creador de todo y tiene todo bajo su control. De verdad, Él es el único que sabe todo. Dios es omnisciente. Lo cual significa que Él conoce todas las cosas reales y posibles. Sin embargo, siendo el único omnisciente no es un sabelotodo. En ningún momento ha sido Dios arrogante, presuntuoso, insolente, ni descarado y tampoco egoísta. Lo podría ser así, pero por su humildad, mansedumbre y su gran paciencia, Dios escoge tratarnos con respeto y compasión.
Hoy vamos a mirar un ejemplo de la omnisciencia de Dios en la vida de Jesús. Si tienen Biblias, por favor, busquen en el Nuevo Testamento, Juan capítulo 4. Si no tienes Biblia, tranquilo, tendremos el pasaje bíblico en la pantalla para que puedas leerlo también. Hoy para demostrar la omnisciencia de Dios podríamos estudiar todos los argumentos bíblicos, podríamos mirar los diferentes casos para llegar a la conclusión que Dios es omnisciente. Sin embargo, no vamos a hacer eso. Vamos a estudiar sólo un pasaje y dejaremos que el Espíritu Santo nos convenza.
Jesús es Omnisciente
I. Quería pasar por Samaria
A. Jesús estaba muy ocupado en Judea enseñando. Muchas personas lo seguían Y por eso, sus discípulos estaban bautizando a los nuevos creyentes. Por la persecución de los líderes religiosos, Jesús decidió volver a Galilea. Juan 4:3-8 NVI, “…se fue de Judea y volvió otra vez a Galilea. 4 Como tenía que pasar por Samaria, 5 llegó a un pueblo samaritano llamado Sicar, cerca del terreno que Jacob le había dado a su hijo José. 6 Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se sentó junto al pozo. Era cerca del mediodía. 7-8 Sus discípulos habían ido al pueblo a comprar comida.”
1. Algo que tenemos que entender de aquella época, es que los judíos odiaban a los samaritanos. No les gustaba tener ningún contacto con ellos porque, desde su punto de vista, eran como los perros. No eran dignos de estar en su presencia y menos dignos de experimentar la presencia de Dios. Por lo tanto, los judíos hacían todo lo posible para evitar su tierra, Samaria, hasta coger una ruta alrededor de Samaria para llegar al sur o el norte de Israel. Samaria era la región en la mitad del país. Sería más rápido llegar al sur o el norte pasando por Samaria, pero no era la costumbre de los judíos.
2. Sin embargo, aún siendo judío, Jesús dijo que tenía que pasar por Samaria. ¿Por qué tenía que pasar por Samaria cuando el resto de su gente la evitaba? De verdad, ¿tenía que ir allá? ¿Creen que sus discípulos lo cuestionaron? ¿Creen que Jesús sabía lo que de pronto sus discípulos no sabían?
3. Yo les digo que Cristo quería pasar por Samaria porque sabía que iba a poder hablar con alguien que necesitaba escuchar las buenas nuevas. Y esa persona ni siquiera sabía que Jesús quería hablar con ella y que estaba rompiendo las costumbres de su cultura para hacerlo.
II. Tenía una reunión con una Samaritana
A. Jesús estaba sentado junto al pozo mientras sus discípulos se fueron al pueblo para comprar comida. Luego, una mujer de Samaria llegó al mediodía para sacar agua y Cristo le pidió, “Dame un poco de agua.” Juan 4:9 NVI, “Pero como los judíos no usan nada en común con los samaritanos, la mujer le respondió: —¿Cómo se te ocurre pedirme agua, si tú eres judío y yo soy samaritana?”
1. ¿Se dieron cuenta como era la costumbre judía? Esa mujer sabía que los judíos no querían nada de los samaritanos. Por eso le hizo la pregunta, ¿de verdad quieres que yo te saque agua y de verdad vas a tomarla? La mujer estaba confundida y sorprendida.
2. ¿Creen que ese encuentro fue una coincidencia? Mira como Jesús seguía su conversación con ella. Juan 4:10-15 NVI, “ —Si supieras lo que Dios puede dar, y conocieras al que te está pidiendo agua —contestó Jesús—, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua que da vida. 11 —Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua, y el pozo es muy hondo; ¿de dónde, pues, vas a sacar esa agua que da vida? 12 ¿Acaso eres tú superior a nuestro padre Jacob, que nos dejó este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y su ganado? 13 —Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed —respondió Jesús—, 14 pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna. 15 —Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni siga viniendo aquí a sacarla.”
B. El anhelo de Jesús era pasar por Samaria porque en su omnisciencia sabía que iba a poder ofrecer el agua viva a una mujer que quería recibirla. ¿Coincidencia? No creo. Y ahora quiero que ustedes escuchen lo que está por suceder en el pasaje bíblico.
III. Conocía totalmente la vida de la mujer
A. Juan 4:16-19, 25-26 NVI, “16 —Ve a llamar a tu esposo, y vuelve acá —le dijo Jesús. 17 —No tengo esposo —respondió la mujer. —Bien has dicho que no tienes esposo. 18 Es cierto que has tenido cinco, y el que ahora tienes no es tu esposo. En esto has dicho la verdad. 19 —Señor, me doy cuenta de que tú eres profeta…25 —Sé que viene el Mesías, al que llaman el Cristo —respondió la mujer—. Cuando él venga nos explicará todas las cosas. 26 —Ése soy yo, el que habla contigo —le dijo Jesús.”
1. Jesús es omnisciente, sabe todo, conoce a todas las personas. Pero su forma de comunicar lo que sabe no es como un sabelotodo. No es arrogante, no es descarado, sino directo, pero compasivo. Jesús no aprovechó su omnisciencia para juzgar a la mujer, sino para ayudarle a entender su necesidad del Mesías, el que ofreció agua viva.
Miren cómo respondió la mujer más adelante. Juan 4:28-30 NVI, “28 La mujer dejó su cántaro, volvió al pueblo y le decía a la gente: 29 —Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será éste el Cristo? 30 Salieron del pueblo y fueron a ver a Jesús.”
2. Si Jesús estaba chicaneando su conocimiento, ¿Creen que la mujer respondería de esa forma? No creo.
Conclusión e Invitación
Te puedo decir algo. Jesús te conoce, aún mejor que tú. Sabe todo lo que has intentado ocultar en tu vida. Conoce todo de ti. Todos tus pecados. Todos tus fracasos. Te podría decir todo lo que has hecho porque es omnisciente.Y lo más impresionante es que Él quiere andar contigo. Sabiendo todo eso, no se avergüenza de aceptarte, amarte y andar contigo. De pronto has intentado ocultar cosas en tu vida, te invito a que abras tu corazón y que seas honesto con él, como lo hizo la Samaritana.
¿Ahora qué?
Esta semana comparte con alguien lo que Jesús ha hecho por ti a pesar de lo que él sabe de ti.