Introducción
El viernes estuve orando pidiéndole un mensaje para hoy. Había comenzado a trabajar algo, pero no sentía que era el mensaje para hoy. De modo que estuve orando, y el Señor me dio luz y entendimiento sobre un elemento espiritual con el que el enemigo nos va tentar a menudo. No importa cuál sea nuestra situación social, familiar, ministerial, laboral, etc. Es una táctica que el ser humano inconforme (esta es la característica humana evidente), molesto, orgulloso, rebelde quizá va a manifestar, pero a través de él o ella los espíritus van a hablar, y no son particularmente espíritus benignos, sino malos espíritus.
Y el texto que leímos muestra un caso típico en el contexto religioso de Israel en los tiempos de Jesús. Estos personajes viene a Jesús, que estaba enseñando en el templo, y lo vienen a cuestionar sobre su autoridad. Otra forma de decirlo es que le vienen a desafiar su autoridad.
Esta actitud no es una actitud humana. Sabemos que el Reino de Dios y el reino de las tinieblas son reinos de autoridad. La autoridad más grande es la que gobierna. Es una guerra por el poder y el dominio. Dios le había dado mandamiento a Adán y a la mujer para que gobernasen sobre la creación y la pusiesen bajo dominio. Al caer le entregaron ese dominio a Satanás. Pero por medio de la fe, Dios entró legalmente nuevamente a la tierra, para formar un pueblo que lo reconoce y reconoce su autoridad.
I. Algunos ejemplos de desafíos
Pero un elemento clave de las tinieblas, es desafiar a la autoridad. Con Jesús fue evidente desde el comienzo hasta cuando estaba en la cruz. Conocemos las tentaciones: “Si eres Hijo de Dios, di a estas piedras”. “Si eres Hijo de Dios, baja de la cruz y creeremos”. Vemos un desafío constante a la autoridad y persona de Jesucristo.
Ciertamente en muchos casos son seres humanos los que hablan y canalizan este desafío. Pero otras veces, como en el caso de las tentaciones en el desierto, es Satanás mismo que viene a atacar. Hay formas directas de ataque, de desafiarte la autoridad, como formas indirectas. Pero detrás de un desafío a tu autoridad, ponle la firma que está Satanás, buscando erosionarla. Lo puede hacer vía sentimientos (esto es lo más común), lo puede hacer vía diálogo (serpiente y Eva), lo puede hacer sembrando duda o cualquier tipo de tentación.
Tenemos que entender que el diablo va a venir una y otra vez. Es lo que hizo con Jesús. Después del desierto, dice que lo dejó por un tiempo, y un tiempo breve. Para el colegio tendremos vacaciones. Para el trabajo tendremos también vacaciones. Pero Satanás no se toma vacaciones, está constantemente buscando erosionar, socavar tu autoridad, intimidándote, tentándote, confundiéndote, etc.
Un caso típico es cómo ataca Satanás a Adán. No va a Adán directamente, sino a su mujer. Pero el ataque, entendamos, fue a Adán, porque él era la autoridad sobre su mujer. Pero Eva también tenía autoridad y no la ataca directamente, porque si así lo hubiera hecho, se habría dado cuenta y la sacaba carpiendo a la serpiente.
Desde que el mundo es mundo, Satanás está desafiando el orden de autoridad puesto por Dios. ¿Por qué hace esto Satanás? Porque sabe que allí está la clave. Cuando tú no sabes cuál es tu lugar de autoridad, estás frito. Allí Satanás no te tienta, porque eres pan comido. Cuando no sabes quién eres en Cristo, perdiste antes de comenzar. Pero cuando tú lo sabes, cuando sabes la autoridad que Dios te dio, cuando estás convencido que la autoridad que tienes es para hollar serpientes y escorpiones y sobre todo el poder del enemigo, y sabes que esa autoridad de la Dios el Señor, allí eres peligroso para Satanás. Entonces va a tratar de erosionarla, socavarla para que dejes de ser un peligro para él, porque sabe que está perdido. Sabe que no puede contra ti.
“¿Con qué autoridad haces estas cosas o quién te dio esa autoridad?” En otras palabras, ¿quién te crees que eres? Este tipo de planteamiento, te repito, con todos los colores que puedas imaginarte, estuvo constantemente en los oponentes de Jesús. Y también en los apóstoles, y es la experiencia típica de todo cristiano. Somos tontos y ciegos si no nos damos cuenta.
Ahora, escúchame bien. Cuanto tú desenmascaras al enemigo que vino por un determinado canal humano, y sale corriendo, porque lo reprendiste, al poco tiempo va a venir otra vez, pero por otro canal humano. Si viene por el mismo canal, es porque todavía no lo reprendiste suficientemente. Va a venir por otro canal con otra argumentación, con otro cuento, con otra historia, con otra estrategia, pero con el mismo fin: desafiar tu autoridad. Y uno tiene que discernir quién viene allí, quizá con disfrazado de piel de oveja.
Pablo dice que Satanás se disfraza de ángel de luz, y sus servidores como servidores de justicia, pero atrás está Satanás y sus demonios (2 Co. 11:14s). Son canales humanos, pero al servicio de Satanás. Ahora, ni yo ni el texto bíblico está hablando de brujos, satanistas, hechiceros y cosas por el estilo (cosas extremas). Son obreros que están en la iglesia, ministros, hermanos y hermanas que se prestan consciente o inconscientemente (y quiero que esto lo entiendas bien, por favor) para ser esos canales para destruir un orden de autoridad en la iglesia.
Y esto es lo lindo. “¿Cómo, pastor?” Claro. Porque cuando esto ocurre hay una confrontación de poderes, y el enemigo, por tanto tiempo trabajando ocultamente, sale a la luz y es derrotado. Que es como pasó con Jesucristo toda vez que el enemigo le vino a desafiar la autoridad.
Hay desafíos que son silenciosos. ¿Cómo te desafía el enemigo tu autoridad? Tratando de pervertir, de mezclar tu ministerio. A Juan el Bautista le plantearon la posibilidad de bautizarse sin arrepentirse. Si Juan el Bautista aceptaba esta estrategia, por amor al número de seguidores (¡Huy, hasta los Testigos se bautizan! ¡Qué unción que tengo!), su ministerio caía, porque su autoridad quedaba manchada por tranzar con el mundo. Por le contrario, Juan discernió en el Espíritu y les replicó: “Camada de víboras. ¿Quién les enseñó a huir de la ira venidera?” (Mt. 3:7). Por eso es muy útil tener un discernimiento de espíritus, porque el enemigo viene a ponerte trampas para erosionarte tu autoridad.
El desafío a tu autoridad como hijo/a de Dios o como ministro/a de Jesucristo, nace en el corazón de Satanás, cuando Satanás lo desafía a Dios mismo. El Lucero dijo en su corazón: “Subiré al cielo, por encima de las estrellas de Dios levantaré mi trono, y me sentará en el monde de la asamblea, en el extremo norte. Subiré sobre las alturas de las nubes, me haré semejante al Altísimo” (Is. 14:13s). Satanás desafía la autoridad de Dios. Y es arrojado del monte santo.
Si leemos el cántico de Moisés en Ex. 15:9s tenemos lo que el enemigo dice (respecto al pueblo de Israel): “El enemigo dijo: ‘Perseguiré, alcanzaré, repartiré el despojo; se cumplirá mi deseo contra ellos; sacaré mi espada, los destruirá mi mano”. Pero el Señor sopló su viento y el mar los tragó. El enemigo se equivocó, porque amenazando y queriendo destruir la obra de Dios, se volvió contra Dios mismo.
Por eso es importante que sepas quién eres en Cristo. Porque cuando sabes esto, sabes también que cuando el enemigo se mete contigo, se está metiendo con Dios. El diablo no te lo va a decir, pero si te avivas, tienes toda la autoridad de Dios para destruirlo y sacarlo de tu vida.
II. El desafío para Ezequías
Hay otro pasaje interesante, que tremendo en cuanto cómo el enemigo trata de erosionar la autoridad de un rey, en este caso, para que la ciudad de Jerusalén cayese. Es el caso del Rabsaces, que el rey Senaquerib manda para intimidar al pueblo, para ponerse en contra del rey. No podemos leer todo el pasaje porque la historia tiene cuatro capítulos (Is. 36-39). Pero es muy interesante la guerra psicológica que el este hombre trabaja con el pueblo, el rey Ezequías y los enviados del rey, para destruir la confianza en Jehová, y para que el pueblo destruyera la confianza en su rey. Te leo sólo un pasaje, para ver cómo trabaja esta erosión de autoridad, por medio de la erosión de la confianza: “Que no os engañe Ezequías, porque él no os podrá librar; ni que Ezequías os haga confiar en el Señor diciendo: ‘Ciertamente el Señor nos librará, y esta ciudad no será entregada en manos del rey de Asiria.’ No escuchéis a Ezequías, porque así dice el rey de Asiria: ‘Haced la paz conmigo, y salid a mí, y coma cada uno de su vid y cada uno de su higuera, y beba cada cual de las aguas de su cisterna, hasta que yo venga y os lleve a una tierra como vuestra tierra, tierra de grano y de mosto, tierra de pan y de viñas.’ Cuidado, no sea que Ezequías os engañe, diciendo: “El Señor os librará’ ¿A caso alguno de los dioses de las naciones ha librado su tierra de la mano del rey de Asiria? ¿Dónde están los dioses de Hamat y de Arfad? ¿Dónde están los dioses de Sefarvaim? ¿Cuándo han librado ellos a Samaria de mi mano? ¿Quiénes de entre todos los dioses de estas tierras han librado su tierra de mi mano, para que el Señor libre a Jerusalén de mi mano?” (Is. 36:14-20).
Esto es parte de una la guerra espiritual y es una guerra psicológica. ¿Cuáles son los aspectos que encierra?
Primero destruir la confianza en la autoridad (Ezequías). Le está diciendo que Ezequías, con su confianza férrea en el Señor los está engañando. Es lo primero que hace. Cómo se traduce esto en términos prácticos hoy. Cuando sales de la cobertura pastoral, cuando te rebelas contra ella, porque desconfías de él (porque te hacen desconfiar de él) o porque te sembraron cizaña y aceptaste esas semillas y se generó duda en tu corazón, entonces tiendes a hacer lo contrario a lo que él dice. Si leemos los versículo 21 dice que nadie le respondió nada, porque tenían orden de Ezequías de no darle bolilla, no darle respuesta. Desde el lado del pueblo, la ciudad no cayó, porque se sujetaron a la autoridad. Porque en el momento que le respondes al enemigo y entras en diálogo con él, caes como Eva cayó. Déjame decirlo más claramente, si el pastor o tu líder o tu padre/madre espiritual, alguien que es autoridad espiritual sobre tu vida te dice algo que hagas o no hagas y desobedeces tu vida se desmorona. El enemigo viene a reventar tu vida, y lo que él necesita es simplemente un oído para escuchar. El necesita un poco de atención, y al menos una palabrita de aceptación o tan sólo de diálogo. Si tu autoridad espiritual te dice “silencio” es silencio. Eso es obediencia y en la obediencia hay bendición.
Noten que el ataque va contra la autoridad. Senaquerib, rey de Asiria, sabe que así como está no puede atacar a Jerusalén, tiene que producir una guerra interna, una rebelión, una guerra civil. Tiene que erosionar la confianza en el rey. Ataca al pueblo, seduce, confunde, pero el objetivo es el rey. Porque cae el rey, cae la ciudad.
El segundo punto es la situación que ellos estaban viviendo. Tienen toda una tierra de abundancia y estaban encerrados en esa ciudad. Lo que les está sugiriendo es que Ezequías les va a hacer beber su propia orina y comer su propio estiércol, muriéndose de hambre por el sitio de Jerusalén. Afecta a los sentimientos y a la subsistencia básica del ser humano, al instinto de supervivencia. Aprovechen la tierra que tienen, salgan, desobedezcan (una vez más) y yo los llevo a la libertad. Salgan del cautiverio en que los tiene la insistencia ridícula de Ezequías por una confianza tonta en un Dios que no puede librarlos. Salgan a mí, disfruten la libertad, disfruten la tierra que tienen. Es un país hermoso. Es una picardía estar muriéndose de hambre.
¿Cómo bajamos esto al día de hoy? Disfruta tu vida; para eso Dios te la dio. No le hagas caso a tu pastor o a tu líder espiritual que te dice “busca al Señor, espera en él, no te adelantes”. Y mientras tanto qué. ¿Te quedas allí como tonto perdiendo los años de tu vida? Sal a la libertad y disfruta tu juventud. “Eh, ¿otra vez culto? Pero el pastor está loco. La vida no es pasarse de culto en culto. La vida no es vivir alabando y glorificando a Dios. La vida no es obedecer a Dios. Porque Dios también me dio entendimiento y libertad, ¿no?”
Ahora, noten esto. El ataque sigue enfocándose al líder, a Ezequías, al pastor, al líder espiritual, vía las emociones del pueblo. ¿Qué repite? Cuidado, no sea que Ezequías os engañe, diciendo: “El Señor os librará’. ¿Te dijeron alguna vez “El pastor te está mintiendo”? ¿Te dijeron alguna vez, “El pastor te está manipulando”? ¿Te sugirieron alguna vez, “El pastor te está usando”? Hermanos, esta historia tiene 2700 años de antigüedad y caíste en la trampa. ¿O todavía no te diste cuenta, que el blanco es el líder.
El tercer punto es llevarte al razonamiento. Deja la revelación de lado y usa la cabeza, para eso te la dio Dios, ¿no? Pero para esto, déjame hacerte esta introducción. Cuando Eva es tentada por la serpiente, más allá de decirle que serían como Dios lo que está sugiriendo –atiende esto, porque esto es algo de lo que le estuve compartiendo el viernes a algunos pastores – dejen la revelación como camino al conocimiento de Dios a favor del árbol del conocimiento del bien y el mal. Es decir, una vía alternativa de tu propio conocimiento, de tu propio sentido común, de tu propia capacidad mental, de tu propia capacidad de decidir, en lugar de depender de la revelación para conocer la verdad.
Dios nos enseña que sólo a través de la revelación podemos conocer a Dios. Lo que hace el enemigo es presentarte una vía alternativa: tu capacidad de conocer, investigar, razonar, deducir, etc. Es finalmente, la vía que eligió Caín para adorar a Dios. Lo que finalmente dijo en su corazón: “Yo adoro a Dios de la forma que se me canta y no me sujeto a la revelación de Dios que dice que para expiar mi pecado y que mi adoración sea aceptable a Dios yo tengo que sacrificar un animal. Y Dios se tiene que ajustar a mis caprichos”. Abel, por su lado, aceptó la revelación de Dios y adoró como Dios quería ser adorado.
“Eh, pastor, pero así le fue a Abel.” Sabes qué pasó con Caín. Dios lo mandó al destierro y nunca más habló con él. Quédate con tu conocimiento, con tu punto de vista, con tu capricho, con tu religión, y Caín fue un errante toda la vida. El fracaso de una persona que desafió la revelación de Dios y la autoridad de Dios para decir cómo debe hacerse la adoración.
Ahora, quiero usar esta introducción para tocar el tercer punto, porque el tercer punto de ataque es al razonamiento del pueblo. No perdamos el blanco. En blanco es el líder, pero ataca al pueblo con un jueguito psicológico para entrar en el razonamiento. ¿Cuál es ese jueguito?
El Rabsaces plantea el fracaso los diferentes dioses de los pueblos vecinos. Esos dioses no pudieron contra el ejército de Senaquerib. “¿Quién les dice, entonces, que su Dios, un Dios más del montón, va a poder? La lógica es que van a ir al fracaso, a la muerte, y su rey Ezequías los está engañando para llevarlo a la muerte. ¡Despiértense, no sean tontos, el rey los está engañando!”
Nuevamente, cómo se traduce esto al aquí y al ahora. “Usa la cabeza y piensa. Deja de creer tanto. No seas un místico. Deja de creer en las promesas de Dios. Mira a Fulano que tanto creía en Dios; a Mengano, re siervo de Dios; a Zutano, y así le fue. ¿Quién te dice que a ti te va ir mejor? Espera un tiempo prudencial, si quieres, pero después te vas a dar cuenta que tu Dios te abandonó como también los abandonó a ellos. Eso de la fe es para algunos, quizá. Es como decía Freud, tenemos que creer en algo. Si te funciona bien, pero si no, cree en otra cosa. En consecuencia, te aconsejo, haz tu vida, y deja de confiar ciegamente en el Dios de tu pastor. Tu líder es un fanático, pero es un falso, porque a él o a ella tampoco le responde. Lo que pasa es que no te lo dice para tenerte atrapado y ejercer dominio sobre ti. No te dejes usar. Esperar en Dios llevó a la desgracia a muchos. Esperar en Dios fue una fantasía que te estropeó tu vida. ¿Y? ¿Conseguiste algo de Dios? ¿Te dio algo? ¿Tanto sacrificio, tanta privación, ¿para qué? Usa la cabeza. Ya eres grande. Toma decisiones de gente madura, y renuncia a la revelación y usa el sentido común. Haz lo que otros (“todos”) hacen. A la vida hay que pelearla. Eso que te enseñaron de que esta guerra es del Señor y que él pelea por ti (y dedícate a alabar a Dios… ¡no me vengas con cuentos de escuela dominical! Encájale un par de trompazos y resuelves el problema para siempre. ¿Crees que voy a ser infeliz toda la vida esperando fantasiosamente en Dios? ¡¿Pero qué te pasa, man?! ¡Qué me va a venir a decir el pastor lo que tengo que hacer. ¿Qué me va a decir mi padre/madre espiritual, mi líder sobre lo que me conviene o no me conviene. No estamos en tiempos medievales. Estamos en el siglo XXI, y Dios me dio cabeza para pensar.”
El ataque va al líder, al rey, al pastor. Pero si cedes en esto, vas al destierro. Puede ser que en la misericordia de Dios, él te marque con cierta protección para que los demonios no te maten en el camino, como lo hizo con Caín. Pero quédate con tu conocimiento, tu sentido común, tu capacidad de decidir, tu propia sabiduría, para ver si te salvan el último día. Pero desde ese momento, Dios no tiene más trato con Dios, hasta que no te arrepientas y vuelvas a él. Y ese sello que Dios le puso a Caín, era la posibilidad que él tenía de volver a Dios, pero nunca volvió para desgracia suya. ¿Por qué? Porque el enemigo supo cómo entretenerlo toda su vida. Porque cayó en el terreno enemigo, perdiendo su autoridad. Fue un títere de Satanás.
III. Nuestra ignorancia en sus maquinaciones
Hermano/a, Satanás viene a desafiar tu autoridad. Párate firme en la fe del evangelio. Porque es la Palabra de Dios, y si no crees esto el diablo te hace puré.
Pablo dice en un momento que debemos perdonar para que Satanás no cobre ventaja sobre nosotros, pues no ignoramos sus maquinaciones (2 Co. 2:11). Cuando no usamos las armas espirituales, Satanás gana terreno en nuestras vidas. Te guste o no te guste, estamos en una guerra espiritual. Se predique o no, la guerra está en curso. Y Satanás como león rugiente está buscando a quién devorar. ¿Sabes a quién devora? Al incauto, al dormido, al solitario, al que no tiene cobertura, al que juega jueguitos peligrosos, al que cree que se las sabe todas, al rebelde, al racionalista, al que duda.
Por eso es necesario estar revestidos de Jesucristo, estar alertas, estar despiertos, estar en guardia, porque así como al mismo Jesús vino una y otra vez para desafiar su autoridad, para ponerle trampas, para corromper su ministerio, así va a venir a nosotros en las diferentes áreas de nuestras vidas. Va a desafiarnos la autoridad como esposo/a, como padre/madre, como hijo/a, como líder, como ministro, como jefe/empleado, como estudiante, como adulto, como joven, como niño, como soltero, como casado. Todo estadio, toda función es atacada para pervertirla, para deformarla, para que seas destruido, para que vayas al destierro, para que te alejes de Dios.
¿Quién te crees que eres, tú, que vas a la iglesia? ¿Qué te haces el santurrón? ¿Quién te dio la autoridad para predicar el evangelio, si tienes tentaciones? ¿Quién te dijo que tenías un ministerio de alabanza, si tienes tantos defectos? ¿Quién te dijo que el cristianismo es para ti, si fracasaste tantas veces? ¿Quién te dijo que la vida cristiana requiere compromiso? ¿Quién te dijo que tienes que obedecer a tu líder? ¿Quién te dijo que tienes que sujetarte a tu pastor? ¿Quién te dijo que no eres libre de hacer lo que te plazca?
Y cuando tú respondes a este tipo de cuestionamiento que viene directamente a desafiar tu autoridad en el lugar que Dios te puso, se siembra en tu corazón la semilla de la rebelión.
Satanás viene a desafiar tu autoridad. Dios nos puso en un lugar de autoridad, en una estructura de autoridad. El centurión dijo “yo también soy hombre puesto bajo autoridad” y por eso podía ejercer autoridad. Ese “también” que él dice es porque entendió que Jesús era una persona también bajo autoridad. Y cuando uno está bajo autoridad, la autoridad puesta por Dios, entonces puede ejercer la autoridad conferida por Dios. Por eso Satanás viene y te sugiere que salgas de ese lugar. Desafía tu lugar de autoridad. Te anima a rebelarte. Te tienta para que uses otros recursos naturales, que “ayudes” a Dios, que no le creas tanto, que no dependas de esa estructura de autoridad.
Satanás sabe perfectamente que cuando oímos esta voz del desafío y la recibimos en nuestros corazones quedamos descalificados en el reino espiritual. Por eso viene una y otra vez. Y nunca se va a cansar de hacerlo. Viene con una cara, luego con otra. Viene con un argumento, luego con otro. Pero el objetivo siempre es el mismo. Te crea un entorno, te mueve sentimientos, pone tensiones, pone aparentes imposibles, pone gigantes, crea todo un escenario y luego te manda el veneno mortal: “¿Con qué autoridad haces estas cosas o quién te dio esa autoridad?” Y asientes: “claro, en rigor tiene razón. Hay que usar la cabeza. Fulano hizo así, Mengano hizo asá. ¿Por qué estoy perdiendo el tiempo en fantasías y calvándome en la tristeza, si todos disfrutan?”
No ignoramos sus maquinaciones. No le des lugar al enemigo. Sométete a Dios, como dice Santiago, Resiste al diablo y huirá de vosotros (Stg. 4:6). Someterse a Dios es la clave de la victoria. Someterse a Dios es someterse a la estructura de autoridad que es nuestra protección contra el enemigo y es clave para ejercer autoridad.
Conclusión
Hay una verdad bíblica y que tiene su lógica. Cuanto más autoridad tienes, más propenso eres al ataque del enemigo, porque más vidas dependen de ti. El ataque puede venir directamente o por tus allegados, y por lo general, por tus seres más queridos.
El enemigo va a desafiarte. El enemigo va a tratar de corromper tu integridad, para erosionar tu autoridad, para que tu lugar quede desierto. El enemigo va a venir a hacerte la cabeza, a sembrar cizaña, a confundirte, para que dejes tu lugar de autoridad y seas errante toda la vida. El enemigo va a venir porque no sólo quiere destruirte a ti, sino también, y especialmente, a tu líder.
Lo que te voy a decir ahora te puede resultar chocante, pero evalúalo, inclusive, a la luz de tu experiencia reciente, si es el caso. Si quiere mantenerte firme en tu lugar, defender tu vida y defender la vida de tu líder para evitar que toda la estructura caiga, obedece a tu líder, sujétate a él. Haz, y tiene fundamento bíblico lo que te digo, lo que hizo el pueblo de Jerusalén cuando el Rabsaces los intimidó. Ellos se callaron, porque Ezequías les había dicho que no dijeran una palabra, aunque les estaba haciendo la cabeza. Y los enemigos no entraron a Jerusalén, sino que Dios los esparció.
Cuando tú respondes a las insidias del enemigo, lo que estás mostrando es la falta de carácter, y el enemigo va a seguir trabajando en esa área, va a seguir sembrando semillas hasta que tengas una confusión tal en tu cabeza, que ya no entiendas los principios bíblicos de autoridad. Cuando entras en diálogo con la serpiente tu destino no va a ser mejor que el de Adán y Eva, porque él es padre de mentira, y desde un principio ha mentido y cuando habla de los suyo habla. Y él vino a matar, hurtar y destruir (Jn. 10:10). Y lo sigue haciendo, y lo va seguir haciendo, en tanto y en cuanto nosotros le demos cabida.
Pero también quiero que sepas, para terminar, que él vino a deshacer las obras del diablo (1 Jn. 3:8); el vino a dar vida y vida abundante (Jn. 10:10). Él es el que nos lleva de victoria en victoria (2 Co. 2:14) y el que nos da autoridad para hollar serpientes y escorpiones y todo el poder del enemigo y nada nos dañará (Lc. 10:19). Es tiempo que comencemos a ver a Satanás como lo vio Jesús, cayendo como rayo del cielo. Que las potestades demoníacas son sacudidas por el poder de Dios ejercido por la iglesia que confronta en total confianza a Dios todo el ejército enemigo que viene a desafiar su autoridad.
Discierne, querido/a hermano/a la voz del enemigo cuando de alguna manera viene a desafiarte. Te dejo el siguiente pasaje. En Nm. 25, después del episodio de Balaam y Balak, el pueblo comenzó a pecar, por consejo de Balaam, donde introdujo en el pueblo mujeres moabitas. Y los hijos de Israel comenzaron a fornicar con ellas y se postró ante sus dioses. Y dice que la ira del Señor se encendió contra ellos y ¡murieron veinticuatro mil personas! Pero además dice una cosa curiosa. En 25:6: “Y he aquí que un hombre, uno de los hijos de Israel, vino y presentó una madianita a sus parientes, a la vista de Moisés y a la vista de toda la congregación de los hijos de Israel, que lloraban a la puerta de la tienda de reunión”.
No sé si entienden la escena. Israel estaba en una gran crisis delante de Dios, porque habían pecado con fornicación e idolatría, había habido una gran matanza de gente. Los israelitas no se habían recuperado del llanto y el dolor de la matanza, que aparece –escucha esto, por favor, ya termino– un israelita totalmente ajeno al dolor del pueblo, totalmente carente de temor de Dios, totalmente indiferente del juicio reciente que había sufrido el pueblo, con un egoísmo, una vanidad, un egocentrismo, una lujuria a toda prueba. Descaradamente este judío presenta a sus parientes su novia madianita. "¡Pero es madianita, hijo!" "Pero va a la iglesia, papá". Y no sólo lo hace abiertamente a la vista de toda la congregación, sino que también a la vista de Moisés. Como diciendo “¿Qué, no puedo elegir por mí mismo, Moisés? ¿Crees que tú solamente tienes revelación de Dios? ¿Acaso no soy libre con elegir a quien quiero por compañera para mi vida?”
¿Sabes lo que estaba haciendo este hombre con total descaro? Desafiando la autoridad de Moisés, y esto en un contexto de reciente juicio de Dios y de dolor del pueblo. ¿Ves el cuadro, ahora?
Versículo 25:7s: “Y cuando lo vio Finees, hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, se levantó de en medio de la congregación, y tomando un alanza en su mano, fue tras el hombre de Israel, entró en la alcoba y los traspasó a los dos, al hombre de Israel y a la mujer por su vientre. Y así cesó la plaga sobre los hijos de Israel.”
Déjame ponerte algunos ejemplos prácticos y generales de aplicación: “Pastor, ¿me bendice este plan (que nace de mi carne)? Por la fe, pastor, por la fe”. “Pastor, ¿me aprueba esto que hice (en contra de la voluntad de Dios)? Tiene que tener un discurso positivo, pastor.” “Pastor, hábleme de bendición y misericordia divina y no de condenación, porque no estamos bajo la ley”. “Pastor, estoy en pecado, pero deme una palabra profética”. “Pastor, hágame sentir bien”. “Pastor, ¿y Dios no puede cambiar su voluntad?” “¿Y si lo convierto, pastor?” Esto es desafiar la autoridad del pastor. Ten cuidado, hermano/a, porque detrás de un Moisés, hay un Finees que tiene temor de Dios, que no le tiembla el pulso.
Este acto valiente del Finees histórico, le aseguró el sacerdocio perpetuo a él y sus descendientes. ¿Quieres ministerio, quieres sacerdocio? Tienes que tener temor de Dios, y levantarte y terminar con aquello que ofende y desafía la autoridad de Dios.
Pero déjame hacer una última observación sobre este último versículo. Finees entra en la alcoba y los mata probablemente mientras hacían el amor. Cuando uno desafía a la autoridad, una entidad espiritual entra en nuestro hogar. Finees quiere decir “boca de serpiente”. La boca de serpiente muerde y envía un veneno mortal. La pregunta sería entonces, quién comienza a visitarte y a meterse en tu casa, una vez que desafías la autoridad de un líder.