Desanimados con Dios
Salmo 73
Intro: Siendo niño un día le dije a mi papá que quería aprender a tocar acordeón. No recuerdo cuánto lo pedí o cómo lo pedí, pero todavía puedo recordar el día que mi papá descendió del avión de un viaje que había hecho al Distrito Federal, trayendo un maletín grande color vino. Recuerdo que me dijo: “esto lo traje para ti”. Y allí estaba...un acordeón azul hecho en Brasil. Comenzaron mis clases. Mi profesor fue don Francisco Zapata (padre del pastor aarón Zapata y la hermana Miriam). Muy pronto me comencé a dar cuenta que esto del acordeón no era cosa fácil. No era precisamente lo que yo había imaginado. Había que abrir con fuerza el fuelle y había que practicar bastante para poder tocar bien. Para no hacerles larga la historia, después de un tiempo no muy largo me desanimé y abandoné las clases de acordeón, y este instrumento comenzó a quedar arrumbado y empolvado. Hasta el día de hoy desconozco su paradero. Lo que sí se, es que a larga, por haberme desanimado y abandonado lo que empecé, el perjudicado fui yo, porque perdí la oportunidad de tocar un instrumento musical. Y no sé, quizá hubiera llegado a tocar con “Julieta Venegas” o con alguna banda de la onda grupera.... ¿Quien sabe? ¿Verdad?
Seguramente en tu vida también has experimentado alguna vez desánimo con algo o alguien. Comenzaste con mucho entusiasmo pero luego hubo cosas que ya no te agradaron o parecieron y poco a poco, ese entusiasmo fue decayendo hasta quedar completamente desanimado e interrumpiste esa relación o esa actividad por el desánimo.
Algunos de nosotros nos caracterizamos por esos ciclos de entusiasmo – desánimo. Mi mamá lo llamaba: “Es llamarada de petate”. Porque estaba muy entusiasmado por algo o alguien, pero al poco tiempo ya se había desanimado.
Este mes estaremos hablando del desánimo y cómo enfrentarlo, evitarlo y corregirlo. Hablaremos de cuando nos desanimamos por las personas, por las circunstancias y hoy, en especial, nos enfocaremos en hablar cuando nuestro desánimo viene con relación a Dios mismo.
Quizá has escuchado o dicho: “Estoy enojado con Dios”. “Dios me ha dejado solo”. “Yo pensé que Dios saldría a mi rescate y no lo hizo”. “No es justo esto que Dios hace, no merezco esto”. “Pensé que Dios me concedería ese deseo”. “Si Él me lo había dado, ¿Por que ahora lo me lo quita?” “No se si puedo seguir confiando en Dios”. “Hice lo que Dios pide y mira como fue”.
Las personas que dicen o han dicho algo parecido están desanimadas porque Dios parece ser o estar haciendo algo distinto a lo que ellos esperaban. Dios no llenó sus expectativas y por eso están dispuestos a “tirar la toalla” con Dios.
En la Biblia encontramos a personas que tuvieron una experiencia semejante…casi “tiran la toalla con Dios”. Aprendemos mucho de cómo enfrentar el desánimo al considerar sus reflexiones y conclusiones. Uno de estos personajes fue un hombre llamado Asaf. Asaf registró su testimonio en el Salmo 73. En él, encontramos esta lucha añeja que es aun tan contemporánea: Cuando te desanimas porque Dios parece ser o estar haciendo lo que no esperabas.
Asaf nos plantea su lucha en los versículos 2 y 3 del Salmo:
En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos. Porque tuve envidia de los arrogantes, viendo la prosperidad de los impíos.
Nos dice que al observar cómo le iba bien a los que se portaban mal (y se da por entendido que aunque él se portaba bien, no le iba tan bien como a los otros), comenzó a tener todo tipo de dudas acerca de Dios y de lo que él creía. Comenzó a tener envidia de los que no honraban a Dios y les iba bien.
En los versículo 4 al 12 describe a los impíos y su vida cómoda:
4 Porque no tienen congojas por su muerte, pues su vigor está entero. No pasan trabajos como los otros mortales, ni son azotados como los demás hombres. Por tanto, la soberbia los corona; se cubren de vestido de violencia. Los ojos se les saltan de gordura; logran con creces los antojos del corazón. Se mofan y hablan con maldad de hacer violencia; hablan con altanería. Ponen su boca contra el cielo, y su lengua pasea la tierra…Y dicen: ¿Cómo sabe Dios? ¿Y hay conocimiento en el Altísimo? He aquí estos impíos, sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas.
No cabe duda que Asaf tuvo envidia de ellos, pero el pleito de Asaf era mucho más profundo. Su inconformidad no era necesariamente contra los impíos prósperos, sino contra Dios que permitía que vivieran cómodos y bien, mientras que a los suyos (él incluido) no les iba tan bien. ¿No te has desanimado alguna vez por situaciones semejantes?
Por ejemplo, cuando le dan el ascenso al más irresponsable de la oficina en vez de dártelo a ti que eres trabajador ejemplar. Cuando el que copió e hizo trampa en el examen sacó mayor calificación que tú. Cuando se embaraza la muchacha que luego con toda facilidad irá a abortar al bebé y no tú que has deseado tanto un bebé en tu matrimonio. Cuando al hacer por mucho tiempo lo que Dios te dice que hagas, no obtienes los resultados positivos que esperabas.
Al ver todo esto, Asaf llegó a esta conclusión en los versículos 13 y 14: “Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, y lavado mis manos en inocencia; pues he sido azotado todo el día, y castigado todas las mañanas”
Comenzó a considerar inútil su relación con Dios. Comenzó a considerar que de nada valía ser obediente a Dios. Comenzó a desanimarse con Dios.
Pero Asaf no sólo nos cuenta la realidad de su conflicto interno, sino que, en retrospectiva, puede evaluarse a sí mismo cuando atravesaba este trance y darnos verdades muy importantes para que no cometamos su mismo error.
Dice en los versículos 21 y 22: Se llenó de amargura mi alma, y en mi corazón sentía punzadas. Tan torpe era yo, que no entendía; era como una bestia delante de ti.
Al reflexionar en este episodio de su vida, Asaf está consciente que al pensar así de las cosas se estaba comportando torpemente o como una “bestia”. Es decir, si tú y yo estamos pensando como Asaf pensó, si estamos diciendo: “Estoy enojado con Dios”; “Dios no es justo conmigo” y cosas semejantes, se nos está diciendo que estamos pensando torpemente. No estamos en lo correcto. Las cosas no son en realidad cómo pensamos o estamos percibiendo que son. Dios no es lo que pensamos que es ni está haciendo lo que pensamos que está haciendo.
Si este día estás pensando así de Dios, Asaf te dice…”No me imites en uno de mis peores momentos…cuando pensaba torpemente y como una bestia”. Y en este mismo Salmo se nos dice cómo debemos pensar y creer de Dios cuando estemos enfrentando esos momentos desconcertantes de la vida.
La primera verdad que debemos sostener en momentos desconcertantes es la que se nos dice en el versículo 1: Ciertamente es bueno Dios para con Israel, para con los limpios de corazón.
Hermanos, DIOS ES BUENO. Te desanimas con Dios en circunstancias desconcertantes porque empiezas a poner en duda la bondad de Dios. Comienzas a decir en tu corazón: ¿En verdad Dios es bueno? ¿Cómo puede Dios ser bueno si los que hacen lo malo prosperan? ¿Cómo puede ser Dios bueno si están pasando estas cosas en mi vida?
Pero la Biblia afirma aquí y en todas partes que Dios es bueno. Para siempre es su misericordia. También nos enseña que el hecho de que Dios sea bueno, no implica que viviremos vidas libres de problemas, libres de sufrimiento o incluso, sufrimiento injusto. Su bondad permanece intacta, sin importar lo que sucede a tu alrededor.
Él es el Dios que demostró su bondad al enviar a su hijo a morir por nosotros. La Biblia dice: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aun pecadores Cristo murió por nosotros” y “El que no escatimó a su propio hijo, ¿Cómo no nos dará juntamente con él todas las cosas?”
¿Qué otra prueba de la bondad de Dios queremos? Reconozcamos su bondad inefable aun en medio de las tormentas de la vida. Quizá no te parezca en este momento, pero la realidad es que algún día podrás visualizar, cómo lo hizo Asaf, “Ciertamente Dios es bueno”. Dios es bueno aunque mi situación actual no sea la ideal o la que esperaba. Mis circunstancias y expectativas no definen la bondad de Dios. La bondad de Dios ha sido manifestada y mostrada en la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. Puedo seguir confiando en la bondad de Dios pase lo que pase. Dios es bueno.
Reafirma esta verdad en tu corazón en momentos de las luchas internas para no desanimarte. Dios es bueno.
Pero Asaf nos muestra otra verdad para batallar contra la incredulidad en esos momentos confusos de la vida. La Biblia nos enseña que DIOS ES JUSTO.
Los versículos 16-20 nos dicen:
Cuando pensé para saber esto, Fue duro trabajo para mí, Hasta que entrando en el santuario de Dios, Comprendí el fin de ellos. Ciertamente los has puesto en deslizaderos; en asolamientos los harás caer. ¡Cómo han sido asolados de repente! perecieron, se consumieron de terrores. Como sueño del que despierta, así, Señor, cuando despertares, menospreciarás su apariencia.
La segunda duda que asalta en momentos de confusión es respecto a la justicia de Dios. En esos momentos, Dios parece ser indiferente a la maldad y cómo que las personas hacen lo que les da la gana y Dios no hace nada. Asaf estaba pensando en esa dirección cuando hizo algo inteligente. Se acercó y entró a la presencia del Señor.
Dice Asaf que cuando entró al santuario de Dios, es decir, entró a la presencia de Dios, allá en Jerusalén y fue cuando comprendió que Dios es justo. Algunos estudiosos dicen que en los muros internos de los atrios del templo de Jerusalén habían murales o pinturas de l día del justo juicio de Dios. Imágenes que mostraban el final de aquellos que no reconocen el Señorío de nuestro Dios. Asaf comprendió que aunque las personas parecían hacer lo que les daba la gana, no durarían para siempre así, sino llegaría un día en que Dios se levantaría finalmente y traería su justicia a toda la tierra.
Dios trajo su justicia a la tierra en la obra y persona de Jesucristo. Por medio del acto más injusto que ha conocido la humanidad, cuando el justo murió por los injustos, Dios trajo la garantía y la realidad de su justicia en la tierra. Él ha sido establecido como el rey y el juez justo que vendrá a juzgar a vivos y a muertos. La manifestación total de la justicia de Dios, aunque no sea inmediata, no por eso quiere decir que no sea una realidad.
Puedes dar por sentado que “Todo lo que hombre sembrare, eso también cosechará”. La Biblia dice que de Dios nadie se burla. Dios es justo. Y esta verdad se hace más evidente cuando estás ante su presencia, como Asaf. Cuando vives en su presencia, cuando vives día a día con Dios, cuando sigues obedeciendo a Dios pase lo que pase, puedes seguir confiando en él aunque las cosas no parezcan estar en su sitio en este momento, pero sabes que Dios hará en tu vida algo maravilloso incluso cuando las personas malvadas atentan en tu contra y te despojan de bienes, vida u honor.
Por eso, afirma en tu corazón: Dios es justo. No te desanimes. No pienses torpemente, como Asaf pensó. Dios es justo y recto en todos sus caminos. Puedes seguir confiando en nuestro Dios.
Pero Asaf nos desafía a pensar diferente en momentos de confusión para no desanimarnos al considerar una tercera verdad: DIOS LO ES TODO.
Los versículos 25 y 26 dicen: ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.
Uno de nuestros grandes problemas en la vida es pensar que nosotros somos el centro del universo. Pensar que esta vida se trata de nosotros, de nuestra felicidad, de nuestra comodidad, de nuestros sueños y nuestras expectativas. Por eso cuando las cosas no salen como nosotros queremos o esperamos, se derrumba nuestra mundo y nos desanimamos porque Dios no está cumpliendo lo que nosotros creemos que es lo mejor para nosotros.
Pero aquí Asaf nos está diciendo que Dios no es utilitario o instrumental en nuestras vidas. Es decir, que Dios no está a nuestro servicio, como el genio de la lámpara de Aladino, para conceder todos nuestros anhelos y sueños. Nos desanimamos porque vemos a Dios como un medio para lograr nuestros propios fines. Y cuando Dios parece no estar dándonos lo que queríamos, comenzamos a pensar que no vale la pena seguir confiando en este Dios y que mejor nos encontramos otro medio que sí nos conceda nuestros fines.
Pero Asaf nos aclara, Dios no es utilitario ni instrumental. Dios es el propósito final. Dios lo es todo. Lo dice con palabras tan contundentes: “Fuera de ti, nada deseo en la tierra”. “Mi porción es Dios para siempre”. Lo que me toca, mi herencia, mi más grande tesoro es Dios. ¿Qué quiere decir esto?
Que pueden quitarnos nuestra casa, nuestra estabilidad económica, nuestras familias, nuestro trabajo, nuestro prestigio y reputación; nuestros sueños y anhelos, nos pueden quitar todo, excepto a aquel quien lo es todo. “Fuera de ti, nada deseo en la tierra” ¿Has llegado en tu vida a este punto de entender que Dios lo es todo para ti?
Siempre me ha gustado mucho la última estrofa de ese himno antiguo del reformado Martín Lutero: Castillo fuerte es nuestro Dios donde dice: “Esa palabra del Señor que el mundo no apetece, por el Espíritu de Dios muy firme permanece. Nos pueden despojar de bienes, nombre, hogar, el cuerpo destruir, mas siempre ha de existir de Dios el reino eterno”. Personas como ellos que estaban literalmente perdiendo sus bienes, sus familias y su honor, no se desanimaron con Dios al ver su situación porque entendieron que Dios y su reino lo es todo. Esta vida no se trataba de ellos, sino de Dios y su reino, los cuales son eternos.
Cuando te das cuenta de esto y te aferras a esta verdad, puedes enfrentar las complicaciones y sinsabores de la vida confiando en que tienes siempre a tu lado al más importante. No hay nada ni nadie que te pueda separar de su amor. Nadie te puede despojar de él. Ni la gente malvada, ni sus acciones perversas, ni los sueños frustrados, ni los fracasos, ni la muerte misma te pueden separar de aquel que te amó y envió a su hijo a garantizar tu eternidad con él. Las circunstancias no determinan nuestra posición. Por eso la Biblia dice que somos “Más que vencedores” porque tenemos nuestra herencia, que es él, para siempre.
Por eso, afirma en tu corazón: Dios es lo es todo. No te desanimes. No pienses torpemente, como Asaf llegó a pensar. Teniendo a Dios, lo tienes en verdad TODO.
El desánimo con Dios tiene poco que ver con las circunstancias concretas y mucho con lo que creemos acerca de Dios. Te desanimas porque estás considerando que Dios no es tan bueno y justo como pensabas (a juzgar por tus expectativas) y estás creyendo que el importante eres tú y que Dios está aquí para cumplir tus sueños y anhelos.
Pero hoy la Palabra de Dios trae buenas noticias para todos porque no tenemos que vivir así. Por la gracia del Señor, podemos vivir confiados de que DIOS ES BUENO, DIOS ES JUSTO Y ÉL LO ES TODO en nuestras vidas. Puedes trascender a tus circunstancias actuales y seguir confiando en el Padre que te ama y hace todas las cosas para la gloria de su santo nombre.