Summary: Su persona y posición Fariseo, posición de bastante prestigio. El versículo 1 indica que era un “principal entre los judíos”. La palabra “principal” significa “gobernante”, y se refiere a su puesto como miembro del Sanedrín, grupo de alta influencia que

Tendrás que nacer del agua y del Espíritu

¿Qué significa nacer del agua y del Espíritu?

“Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5).

En su diálogo con Nicodemo Jesús declaró que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios ¿Qué significa nacer del agua y del Espíritu?

El Nuevo Testamento enseña que el mismo día cuando Jesús vino al rio Jordán para ser bautizado, recibió el bautismo del agua y el del Espíritu Santo. Nos dice que cuando El subió de las aguas, el Espíritu Santo descendió sobre El en forma de paloma ¿Necesitaba Jesús este doble bautismo? Digamos que no. Pero Jesús fue ejemplo en todo.

El agua tenía significado simbólico en el Antiguo Testamento; podía significar limpieza y purificación. Jesús no puso a un lado estos símbolos, ya que El mismo dijo en Mateo 5:17 “No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir”. Por ejemplo, en las bodas de Caná (Juan cap. 2) Jesús no mandó a destruir las tinajas, sino a llenarla de agua.

Esto mismo hace Jesús con Nicodemo. Les dijo tú tienes que empezar donde estás. Ni te devuelvas ni te adelantes, sencillamente dá el paso hacia la transformación de vida.

1. Nacer del Agua

La expresión ‘el que’ es indefinida y significa cualquier persona donde quiera que esté; es decir, tiene un sentido universal. Estas palabras de Jesús quieren decir que si una persona quiere ser salva tiene que nacer del agua y del Espíritu. No importa si es rica o pobre, blanca o negra, religiosa o no religiosa, para poder ser salva tiene que cumplir con este requisito.

El mandato en Mateo 28:19 “id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos...” habla de la universalidad del mensaje evangelístico y del bautismo en agua. Luego estas fueron las palabras dichas por el apóstol Pedro a gente de todas las naciones el día de Pentecostés: “Pedro les dijo:

--Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristopara perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38). Como ven las personas que quieren ser salvas tienen que arrepentirse y bautizarse para perdón de los pecados”. Nacer del agua significa limpieza y perdón de los pecados. Es por eso que Tito 3:5 habla del lavamiento de la regeneración.

Toda persona que anhela entrar al reino de los cielos, debe tomar conciencia de dónde se encuentra en este momento con relación a Cristo, debe contestar con sinceridad a la pregunta ¿estoy viviendo en pecado o necesito arrepentirse?

2. Nacer del Espíritu

Hechos 2:38 dice claramente que cuando la persona se arrepiente y recibe el perdón de pecados, el Espíritu Santo le es otorgado como un don. Fíjese en lo siguiente, la persona pecadora tiene un corazón malo, enfermo. Satanás y los demonios viven dentro de las personas que nunca se han arrepentido; pero cuando se convierten Satanás tiene que salir de sus vidas y el Espíritu Santo viene a recidir en sus corazones. Este es el don del Espíritu Santo, el cual viene y mora en la persona convertida, limpia su corazón, perdona todo su pasado y sana las heridas.

Nacer del Espíritu habla de nacer de arriba, habla del poder que El tiene para trasnsformar un corazón de piedra en un corazón de carne. El corazón duro e insencible, se convierte en un corazón dulce y amable cuando es tocado por el Espíritu santo.

Talvés la mejor ilustración para comprender lo que Jesús quiso decir la encontramos en Ezequiel 36:25-28:

“Esparciré sobre vosotros agua limpia y seréis purificados de todas vuestras impurezas, y de todos vuestros ídolos os limpiaré.

Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de vosotros el corazón de piedra y os daré un corazón de carne.

Pondré dentro de vosotros mi espíritu, y haré que andéis en mis estatutos y que guardéis mis preceptos y los pongáis por obra.

Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios.”

Lo que les digo es trascendente: el agua del bautismo nos habla de la limpieza que el pecador recibe por medio de la sangre de Jesucristo. La fuente de agua que salta para vida eterna, ofrecida a la samaritana (Juan 4:14) y rios de agua viva corriendo en el interior de los creyentes (Juan 5:39), hablan de una vida llena del Espíritu Santo.

¿Qué es lo que Dios más quiere de las personas? Qué crean en su Hijo, que se arrepientan de todos sus pecados y se entreguen a Él, para venir y morar en ellas para siempre. La puerta para recibir esta transformación está abierta delante de nosotros. Así dice: “Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20).

Conclucion

de agua y del Espíritu—Una explicación doble del “nuevo nacimiento”, tan sorprendente a Nicodemo. A un eclesiástico judío, tan familiar con la aplicación simbólica del agua, en toda variedad de manera y forma de expresión, este lenguaje era adaptado para mostrar que la cosa propuesta no era sino una completa purificación espiritual mediante la operación del Espíritu Santo. En efecto, el elemento de agua y la operación del Espíritu son unidos en una gloriosa predicción evangélica de Ezequiel (36:25–27), de la cual Nicodemo se habría acordado, si tales espiritualidades no se hubiesen casi perdido en el formalismo reinante. Ya se había incorporado el símbolo del agua en la ordenanza iniciatoria, en el bautismo de los judíos que esperaban el Mesías, por Juan el Bautista, para no mencionar el bautismo de los prosélitos gentiles aun antes; y en la iglesia cristiana pronto había de ser la gran puerta visible de entrada al “reino de Dios”, siendo la realidad la sola obra del Espíritu Santo.