Es tiempo de ir más profundo
El Sembrador – Pasto Calle, Ecuador
13 de febrero de 2011
Lucas 5:1-11
INTRODUCCION
En el evangelio de Lucas, tenemos una hermosa historia acerca de un pescador quien fue elegido por Cristo para seguir y servirle. Es una historia de personas ordinarias, con problemas y dificultades como usted y yo, que al invitar a Jesús a nuestras barcas e ir más profundo con El, encontramos que Jesús calma nuestras inquietudes y suple toda necesidad, convirtiéndonos en pescadores de hombres.
I. El esfuerzo y experiencia de Simón rindió una pesca decepcionante.
Hace más de dos mil años en Israel, en una mañana como esta, en el lago de Genesaret, (aka el mar de Galilea), un experto pescador llamado Simón se levanta a las tres de la mañana. Abre la ventana; siente el aire fresco y escucha el sonido de las pequeñas olas que golpean suavemente contra su barca. Presiente que hoy no habrá lluvia y se alegra. Su esperanza de una buena pesca acrecienta y piensa: “A lo mejor hoy puedo comprar pan, llevar unos peces a casa y pagar los impuestos.”
Apresuradamente pide que Dios le dé éxito en este día. “Señor, Tú conoces la condición de mi familia. Acuérdate de este humilde siervo.” Al instante, se viste, levanta a su hermano Andrés y salen en su barca, en busca de una buena pesca.
Son las 4 de la madrugada, echan sus redes y el reflejo de la luna sobre las aguas alumbra su trayectoria mar adentro. Simón disfruta de la pesca, no lo ve como trabajo; pero hoy está preocupado porque el fin del mes se acerca y tiene que pagar los impuestos al ladrón Mateo; un judío de su propia tribu quien se vendió a los romanos. Ya han pasado más de 5 horas, el sol comienza a arder sobre sus hombros, y no ha pescado absolutamente nada. El esfuerzo y experiencia de Simón rindió una pesca decepcionante.
Muy triste, sudado y cabizbajo, regresa a tierra. Su esperanza de una buena pesca se convirtió en temor: “¿Y ahora cómo voy a pagar los impuestos?” “¡Si no pago, estos romanos me meten preso!” ¿Quién me ayudará?
De pronto, comienza a crecer el sonido de una multitud que se acerca hacia él. ¿Será la ayuda que se acerca en forma desconocida? La Palabra de Dios nos dice:
“Y aconteció que mientras la multitud se agolpaba sobre El para oír la palabra de Dios, estando Jesús junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban a la orilla del lago”. (Lucas 5:1-2)
Una de las barcas era de Simón, quien lavaba sus redes y preocupado por el futuro de su familia, en su mente repetía; ¿Quién me ayudará?
De pronto, nota que Jesús había subido a su barca y le
“pidió que se separara de tierra un poco.” (v3a)
Al instante, Simón sube a su barca, la separa de tierra, mirando hasta que Jesús diga ¨!Ya!”, y echa ancla.
y sentándose, (Jesús) enseñaba a las multitudes desde la barca.” (v3b)
Y ahora, escuchando a Jesús predicando sobre su barca, Simón piensa: “miren para lo que ha quedado mi pobre barca, para púlpito.” Pero el no sabía lo que estaba a punto de suceder con su barca ni con su vida.
Simón urgentemente necesitaba ayuda. Sin embargo, antes de ayudarle, Jesús necesitaba usar su barca como un púlpito para continuar su ministerio: Lucas 4:43 Pero El les dijo: También a las otras ciudades debo anunciar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto yo he sido enviado.
4Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Sal a la parte más profunda y echad vuestras redes para pescar.
El problema en este texto es que el esfuerzo y experiencia de Simón rindió una pesca decepcionante. Y, agobiado por los problemas que le esperan, no reconoce la presencia ni la ayuda que viene de Dios.
Cegado por la duda y el orgullo de ser un experto pescador Simón contesta “Pero Señor, hemos laborado toda la noche y no hemos logrado nada.”
Al igual que Simón,
II. Nuestro esfuerzo humano resulta inútil y decepcionante.
A menudo, nosotros también nos levantamos muy temprano, cansados y adoloridos, hacemos una breve oración pidiendo que Dios se acuerde de nuestros hijos, y entramos directamente al trabajo, dejando a nuestro huésped Jesús encerrado en el cuarto hasta regresar. Y por la tarde, tristes y cabizbajos, regresamos a casa luego de un día decepcionante. Nuestra esperanza de una buena cosecha se convierte en preocupación: “¿Y ahora cómo voy a pagar el arriendo?” “¡Si no pago, me botan de la casa!” ¿Quién me ayudará?
Simón tuvo graves problemas, pero alguien puede pensar hoy: “¡eso no es nada comparado a mis problemas!”
Cómo cristianos, somos responsables ante Dios por el crecimiento y desarrollo espiritual de nuestros hijos hasta que ellos formen su propio hogar y vayan a vivir en sus propias casitas y criar a sus hijos.
Y en esta área del desarrollo espiritual, muchos se preguntan: ¿Qué pasará con nuestros hijos? Cuando eran niños eran bonitos y obedientes, ahora se han vuelto respondones, rebeldes e irresponsables. Algunos defienden sus esfuerzos:
“Ya hemos tratado de todo: hemos castigado, hemos quitado lo que más les gusta, hemos pegado, hemos amenazado botarles de la casa, pero el guambra sigue rebelde. Ya dizque está fumando y tomando. Ya no nos hace caso. Habla vulgaridades. No hay forma de pescarlo en la casa. Pasa todo el día afuera con los amigos jugando fútbol, en vez de ayudar en la cosecha.”
Otros problemas que afligen a nuestra juventud es la falta de respeto por sus propios cuerpos - la libertad sexual. O sea, el tener relaciones fuera del matrimonio. El sexo es un precioso don de Dios. El lo creó para el matrimonio, pero cuando no sabemos usarlo, los resultados pueden cambiar completamente sus vidas y las nuestras.
En muchas culturas, cuando un joven actúa en forma inapropiada, echan la culpa a los padres, o a los pastores y maestros de las escuelas diciendo “Es que no le han enseñado bien”.
Vale notar que nuestro esfuerzo humano resulta inútil y decepcionante porque somos humanos, imperfectos, tanto los padres, maestros, pastores, así como los hijos. La Biblia dice que no hay ninguno que sea bueno, excepto Dios. Todos hacemos el mal. Todos nos hemos apartado de Dios. Por lo tanto, cada intento en demostrar valores cristianos por nuestra propia fuerza resulta inútil y decepcionante.
El problema con la desobediencia es que lleva grandes consecuencias. Escuchen dos ordenanzas de Dios;
"Honra a tu padre y a tu madre, como el SEÑOR tu Dios te ha mandado, para que tus días sean prolongados y te vaya bien en la tierra que el SEÑOR tu Dios te da. (Deut. 5:16)
“Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor, porque esto es justo.” (Efesios 6;1)
Por eso los padres nos preguntamos: ¿Qué pasará con nuestros hijos?
La desobediencia y rebeldía nos afrontan, y pensamos ¡Qué voy a hacer! ¿De dónde vendrá mi ayuda?
Por mucho tiempo hemos estado tranquilos instruyendo a nuestros hijos a la orilla del mar; donde los valores morales se pierden con las olas. Pero nuestra juventud, nuestro futuro, nuestra esperanza hace rato decidió, como el hijo prodigo, ir a explorar las aguas profundas de la vida loca. Y el diablo está echando sus redes de rebeldía en alta mar, para agarrar y separarlos del amor de sus padres y de su Dios.
¿De dónde vendrá mi ayuda? De pronto nos damos cuenta que el Señor ha entrado en nuestra barca y nos dice “necesito tu barca, necesito tus manos, necesito tu boca” para salvar y pescar a vuestros hijos.
Y así como Simón, sin esperanza, solemos contestar “Pero Señor, hemos laborado toda la noche y no hemos logrado nada.”
Cuánto tiempo hemos luchado y en vez de arreglar, ¡el comportamiento de los hijos se ha vuelto peor!
El problema está en que, sin la presencia y dirección de Dios, todo esfuerzo humano, todo intento por ser obedientes y resolver nuestros problemas resulta inútil.
Pero, regresando al medio oriente, en la playa del mar de Galilea, notamos un rayo de esperanza. Vemos que
III. ¡Con Dios en su barca, Simón logró una inmensa pesca!
3Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, pidió que se separara de tierra un poco; y sentándose, enseñaba a las multitudes desde la barca.
Jesús aprovechó la oportunidad para usar la barca de Simón como púlpito y luego para transformar a Simón en un pescador de hombres.
Jesús pudo haber escogido la otra barca. Pero El tenía planes para ayudar a Simón y a su familia y esta era la forma en que Dios revelaría su carácter y poder.
Luego de predicar a las multitudes, Jesús le dice a Simón “Sal a la parte más profunda y echad vuestras redes para pescar” Esto es preparación para convertir a Simón en pescador de hombres.
La pesca es un símbolo de la misión de la iglesia (Mat. 28:19-20) “Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.”
Con un rayo de esperanza, Simón responde; hemos laborado toda la noche y no hemos logrado nada, "pero porque tú lo pides, echaré las redes"
Cuando Simón echó sus redes más profundo, la Biblia dice que: Encerraron una gran cantidad de peces, de modo que sus redes se rompían; entonces hicieron señas a sus compañeros que estaban en la otra barca para que vinieran a ayudarlos. Y vinieron y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían. (Lucas 5;6-7)
La pesca que Dios le dio fue tan grande, que probablemente en ese día Simón pagó todos sus impuestos por los siguientes tres años. Pero más importante, Simón aprendió que la gracia de Dios estuvo sobre el, aun antes de que el se diera cuenta. Esa es La Gracia Preveniente de Dios.
El Rev. Lic. Jorge Bravo C dice lo siguiente sobre la palabra preveniente; “proviene del latín <
Es la gracia que viene a nosotros antes de nuestro compromiso sincero con nuestro Señor Jesucristo, o sea, antes de nuestra conversión. Su función es galantearnos, persuadirnos a no resistir más a Dios y comprometernos de una vez con Él”.
¿Cuál es la verdad que Dios quiere enseñarnos hoy?
Primero: A solas con su hermano Andrés, Simón no pescó nada durante más de 5 horas. Pero ¡Con Dios en su barca, Simón logró una inmensa pesca!
Segundo: Esto revela que Dios conoce nuestra condición y toma la iniciativa. O sea, la gracia de Dios estuvo aun en lo profundo guiando a Simón hacia una gran pesca. Y hoy estoy convencido que aquella gran pesca representa nuestra juventud, nuestro futuro, nuestra esperanza, nuestra iglesia.
IV. Con Dios en nuestra barca, la pesca está garantizada!
La gracia preveniente de Dios está con nuestros hijos, aun antes de que ellos lo reconozcan como su único y suficiente Salvador.
La Gracia Preveniente nos afirma que Dios conoce cuando usted ha tenido cosechas decepcionantes. Dios tiene planes divinos para su vida, para sus hijos, y El está esperando el momento perfecto para entrar en su barca y ayudarlo con sus problemas. Lo hizo con Simón, lo ha hecho conmigo, y lo hará con usted.
Cuando permitimos que el Señor dirija nuestra barca, él rescatará a los nuestros de las garras del enemigo y los pondrá sobre tierra sana, en lugares aun más altos que la cima de este precioso Cotopaxi que Dios ha formado para nuestra admiración.
La Gracia de Dios es más grande y maravillosa que el Cotopaxi, que aun antes de que pidamos, Dios ya está actuando, acercándose hacia nuestro problema, como el padre del hijo pródigo, desatando cadenas, restaurando nuestra posición, moldeando valores morales, y ayudándonos a rendir nuestras barcas para que El y solo El sea el capitán de nuestras vidas. Para que ninguno de nuestros hijos se pierdan.
Subiendo en nuestra barca, en nuestro hogar, Jesús nos dice;
Sal a la parte más profunda y echad vuestras redes para pescar
¿De donde vendrá mi ayuda? Nuestra ayuda viene de Dios. Dios ESTA AQUÍ. Siempre ha estado aquí. Nosotros, como hijos pródigos, nos hemos alejado en busca de lo material, de la diversión, del placer, y en ciertos casos, nuestros hijos como buenos estudiantes e imitadores, han seguido nuestros pasos, y se han ido a nadar en alta mar.
Es hora de ir en busca de ellos, es hora de ir más profundo en nuestra relación con Dios; es hora de permitir que Dios transforme nuestras barcas en púlpitos para que nuestros jóvenes sepan de quien somos y a quien servimos, con el fin de que ellos también entren más profundo y su relación con el Señor sea sustantiva.
El echar redes significa nuestro profundo compromiso con Dios, convencidos que nuestras acciones y palabras son iniciativas de Dios, que llevan el carácter de Dios, con el propósito de salvar almas, comenzando con nuestra juventud.
Para que nuestra juventud aprenda y practique los valores cristianos, debemos demostrar valores impecables en público, pero más importante, dentro de las cuatro paredes de nuestro hogar.
Si obedecemos a Jesús como lo hizo Pedro, veremos cómo Dios nos bendecirá en toda área de nuestras vidas.
¡Con Dios en su barca, nuestra juventud tiene esperanza!
En esta preciosa mañana, les invito para que apoyen al Pastor Balceca orando por el todos los días para que Dios le indique dónde han de echar sus redes. El pastor Balceca tiene un grande peso sobre sus hombros y necesita el apoyo de ustedes y la dirección de Dios. Si hacen esto, Dios causará que esta iglesia El Sembrador sea llena y vibrante de pequeños y grandes pececillos que han aprendido a temer a Dios y a poner en práctica lo que ven y escuchan de padres entregados al servicio de Cristo.
Conclusión:
No podemos conformarnos. El precio es demasiado alto. Es hora de ir más profundo.
El llamado de Jesucristo nos llega en medio de situaciones decepcionantes. Si alguien me hubiera dicho hace 20 años que un día yo dejaría mis redes de ejecutivo en una grande empresa para convertirme en misionero, pastor y pescador de hombres, a lo mejor habría dicho “¡estas loco!” Pero lo cierto es que la irresistible voz de Dios nos llama; no a dejar nuestros trabajos, sino para que mediante la vocación que El nos ha dado, convirtamos esa plataforma en púlpito para pescar hombres y mujeres para el reino de Dios, comenzando con la juventud en nuestros hogares.
1. Simón fue transformado por las palabras y acciones de Jesús, y dio una respuesta positiva al llamado. 11Y después de traer las barcas a tierra, dejándolo todo, le siguieron.
2. ¿Cómo responde usted hoy al llamado?
Esta semana, les invito para que oremos por nosotros mismos y por nuestra juventud. Por nosotros, para que como padres, seamos verdaderos líderes y discípulos de Cristo. Para que seamos fieles ejemplos de una vida cristiana. Y oremos por nuestra juventud, para que ellos reconozcan el grande amor y esperanza que Dios tiene para con ellos.
Dígale a su vecino: “Es hora de ir más profundo”
Amén