Sólo Cristo - Solus Christus
Hechos 4:8-20
Intro. Este mes la atención de todo el mundo estaba en el rescate de los 33 mineros chilenos que permanecieron atrapados 70 días a 700 metros de profundidad en la mina San José. Uno no puede si quiera imaginar lo que debe haber sido el estar en esta situación por tantos días. Como tampoco podemos imaginar la emoción tan grande de estos hombres al salir, por fin, a la superficie, sanos y salvos, gracias a los esfuerzos de tantas personas involucradas en su rescate.
Sólo había un medio para salir de esa mina para ellos. O tomaban ese túnel que habían excavado los rescatistas o quedaban sepultados para siempre allá. Sería absurdo pensar que algún minero hubiera dicho: “Yo no voy a entrar a ese túnel. Yo tengo que encontrar mi propia salida de este lugar. Yo tengo que llegar a la superficie por mí mismo.” Esto sería totalmente absurdo.
Pues así de absurdo les pareció a los reformadores del siglo dieciséis lo que se enseñaba en su época y que aun tiende a ser una enseñanza a nuestro alrededor.
Lo que se enseñaba era que las personas podían salvarse de la condenación por sus pecados y así tener una relación eterna y abundante con Dios, por medio de realizar ciertas acciones personales. Es decir, que podían llegar a ser salvos por diversos medios orquestados humanamente. O sea, que podían ser salvos empleando medios personales.
A través de buenas obras, por la intercesión de algún ser humano beatificado, por la mediación de documentos expedidos por la institución religiosa, en fin, se consideraba que las personas podían ser salvadas de la condenación eterna por diversos medios dependientes del ser humano. En otras palabras, había muchos caminos para llegar al cielo.
Los reformadores del siglo XVI encontraron que la Escritura nos presenta una enseñanza muy clara al respecto. Así como nos queda claro que los mineros no iban a salir de esa mina si no salían por medio del único túnel que excavaron los rescastistas, así les quedó claro a los reformadores la enseñanza bíblica que se llegó a conocer como Solus Christus – Sólo Cristo.
Los reformadores redescubrieron que la Biblia enseña que sólo hay un mediador entre los hombres y Dios: Jesucristo. No hay muchos caminos a Dios. La Biblia declara que si alguien quiere perdón de sus pecados, salvación y una vida eterna y plena con Dios el único camino es la vida, obra y persona de Jesucristo. Solus Christus…fuera de él no hay salvación. Como el mismo dijo: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6). Esta verdad se convirtió en un bastión de la reforma del siglo XVI y sigue siendo una verdad fundamental para la fe cristiana en el 2010.
Esta es la enseñanza que nos provee la Escritura en pasaje tales como Hechos 4. En el contexto Pedro y Juan habían ido a orar al templo en Jerusalén y en la entrada había un hombre paralítico de nacimiento, de más de 40 años, que estaba pidiendo limosnas. Cuando este hombre, les pide una limosna, ellos realizan un milagro de sanidad en el nombre del Señor Jesucristo. El hombre se puso en pie y ya se imaginan el alboroto que se formó en ese lugar al ver semejante señal.
Toda esta algarabía atrajo la atención de las autoridades religiosas así que en el capítulo 4 encontramos a Pedro y Juan siendo cuestionados por los ancianos, los escribas y el sumo sacerdote Anás y caifás y muchos más. Un tiempo antes, éstos mismos habían estado también en el juicio de Jesucristo. Estos cuestionaban a Pedro y Juan diciéndoles: “¿Con qué poder, o en nombre de quién, hicieron ustedes esto?”
Pedro, entonces, en el capítulo 4 a partir del versículo 8, comienza su defensa dando respuesta al cuestionamiento que se le hacía. (v.8-10)
8 Pedro, lleno del Espíritu Santo, les respondió: —Gobernantes del pueblo y ancianos:9 Hoy se nos procesa por haber favorecido a un inválido, ¡y se nos pregunta cómo fue sanado!10 Sepan, pues, todos ustedes y todo el pueblo de Israel que este hombre está aquí delante de ustedes, sano gracias al nombre de Jesucristo de Nazaret, crucificado por ustedes pero resucitado por Dios.
Pedro de inmediato identifica al autor del milagro por el que se les cuestionaba. El hombre había sido sanado por el nombre de Jesucristo. Por si no lograban identificar a quien se refería, les refresca un poco la memoria: Jesucristo DE NAZARET… el que ustedes crucificaron (no hace mucho) y que Dios ha resucitado.
Pedro señala a Jesucristo y hace referencia a su persona y a su obra. Es la persona de Jesucristo y su obra fue su vida, muerte y resurrección. Esto es clave en el mensaje de Solus Christus. Cuando hablamos de “solo Cristo”, estamos hablando de la persona y obra de Jesús de Nazaret quien es el Mesías, el Cristo.
Luego, Pedro nos amplia un poco más el entendimiento de quien es este Jesucristo: (v.11-12)
11 Jesucristo es "la piedra que desecharon ustedes los constructores, y que ha llegado a ser la piedra angular" 12 De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos.
Pedro, haciendo referencia al salmo 118:22, identifica a Jesucristo como la piedra angular. La piedra angular era la piedra más importante en la construcción porque sobre ella recaía la unión de dos muros. Jesucristo es esa piedra tan importante que los edificadores no lograron identificar a tiempo. Ellos la despreciaron. Ellos no creyeron en él. Pero Dios, lo ha hecho, la pieza clave, principal y fundamental de todas las cosas. Sólo hay uno que pueda ser llamado la “Piedra Angular”, éste es Jesucristo.
Y por si no había quedado clara la singularidad y lo fundamental que es Jesucristo, Pedro remata haciendo una declaración impresionante: “En ningún otro hay salvación”. ¿Entendemos esto? Nada ni nadie más te puede salvar, sino sólo Jesucristo. No hay persona o acción que nos pueda salvar, si no es el Señor Jesucristo. No hay otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos.
Entonces, una institución religiosa no puede salvarte; las buenas obras no pueden salvarte, alguna persona no puede salvarte, sólo hay un nombre y una persona en quien podemos ser salvos: Sólo Cristo. Entonces, es una gran mentira esa que dice que “hay muchos caminos a Dios” o todas las religiones te llevan a Dios”. La enseñanza bíblica es que sólo Cristo, sólo Cristo, sólo Cristo es el único camino a Dios. Fuera de él…no hay salvación.
Los dirigentes del aparto religioso judío estaban en graves problemas. Si aceptaban este milagro como verdaderamente hecho en el nombre de Jesucristo, estarían reconociendo que habían matado al Mesías. Pero si lo negaban rotundamente, el pueblo se les vendría encima porque conocían por años al hombre que había sido sanado en el nombre de Jesús y sabían que no era ningún fraude. Esta era en verdad una gran señal del cielo.
La salida que se les ocurrió, ya que no podían afirmar ni negar nada, fue amenazar a Pedro y Juan para que no volvieran a hablar de Jesucristo a nadie. Los llamaron y les ordenaron terminantemente que dejaran de hablar y enseñar acerca del nombre de Jesús.
Pedro y Juan respondieron ante tales amenazas: (v.19-20) “—¿Es justo delante de Dios obedecerlos a ustedes en vez de obedecerlo a él? ¡Júzguenlo ustedes mismos! Nosotros no podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído”
Pedro y Juan entendían perfectamente que si sólo Cristo es la salvación del pecador, entonces dejar de hablar de él es lo más absurdo que se pueda uno imaginar. Si Dios ha colocado a Jesucristo como la piedra angular, como el único nombre en el que podemos ser salvos, el único mediador entre Dios y los hombres, entonces…cómo callar, cómo no compartir, cómo hacer de cuenta como que no sabemos nada o no ha pasado nada.
Es imposible callar lo que hemos visto y oído. Por eso Pedro y Juan, y otros cristianos, desobedecieron a los hombres y obedecieron a Dios y no callaron: De boca en boca, de vida en vida, de generación a generación, este mensaje se ha transmitido; y aunque en la edad media se había distorsionado y olvidado, en la época de la reforma fue redescubierto en la Escritura. Y ahora en 2010 este mensaje ha llegado a nosotros: sólo Cristo…sólo Cristo…sólo Cristo. ¿Cómo podremos callarlo?
¿Cómo podremos dejar de anunciar lo que hemos visto y oído? ¿Cómo podremos dejar que las personas que nos rodean no se enteren que hay un solo Dios y un solo mediador entre los hombres y Dios, Jesucristo hombre. Es Cristo, fuera de él no hay nadie ni nada más.
Si por primera vez estás escuchando esta enseñanza de la Escritura, te animo a que pongas tu fe y tu confianza en el único que puede llevarte al Padre. No tienes que buscar más. Él es el único. Sólo Cristo.
Si ya tienes una relación creciente con Cristo, no te canses de compartir con otros quién es el único camino a Dios.
Doy gracias a Dios, porque esta iglesia ha crecido de esta manera, personas como tu y yo, que están sentadas a tu alrededor, un día tuvieron un encuentro con Jesús y no pudieron callar las buenas noticias, y fueron a sus familias, a sus amigos, a sus empleados, a sus jefes, vecinos, etc y les contaron las buenas noticias del amor de Jesús. Es asombroso cómo han llegado personas y me comentan, “Me invitó fulanita de tal…yo la conocí antes y ahora ni la reconozco, es otra persona y vine a ver qué encontró ella”. Sabes…no somos ninguno de nosotros los que hacen el cambio, no hay nada de especial en nosotros. El único especial aquí es Jesucristo, que cuando las personas tienen un encuentro con él, sus vidas son tocadas y comienzan a cambiar.
Todo comienza con ese encuentro y lo que sigue es ir a tu círculo de influencia y ser testigo de Jesucristo y su obra en tu vida allí con las personas que te conocen, con quienes convives, que saben quien eres y en quién te estás convirtiendo. Eso es lo que deseamos que todos hagamos aquí. No te quedes callado…pasa la voz…comparte de Cristo. Si has tenido un encuentro con Cristo, tienes una misión. Tienes la misión de presentárselo a las personas a tu alrededor.
Te quiero dar los siguientes consejos para aplicar esta verdad bíblica a tu vida.
1. Cuida tu relación con Dios celosamente. Es muy importante que tu relación con Cristo sea creciente. Por eso, busca a Dios cada día en oración y en su Palabra. Forma parte de un grupo pequeño ya sea entre semana o los domingos. Nútrete de la verdad de Dios.
2. Ora e invierte tiempo con las personas a las que quieres compartirles. Es muy importante orar por aquellos a quienes queremos compartirles de Jesús, pero también hay que desarrollar una relación con ellos. Es en el contexto de esa relación que se presentarán oportunidades para contarles de las cosas que Dios está haciendo en nuestras vidas.
3. Comparte el mensaje aprovechando las oportunidades naturales, confiando en la obra de Dios. Hay oportunidades naturales que se dan en el contexto de la relación. Una pregunta, un problema, una conversación, una crisis, abren ventanas de oportunidad para compartir de Cristo. Aprovéchalas sabiamente.
4. Se genuino con la gente. No hables como si fueras un producto terminado. Todavía estás en proceso. No digas: “Cristo me cambió”, di mejor “Cristo me está cambiando”. Reconoce tus debilidades y tus luchas. Muestra a las personas que lo único que hace la diferencia es tu relación con Dios.
5. Invita amablemente, sin presión ni hostigamiento, a tus amigos a actividades apropiadas con otros cristianos La comunidad cristiana es tu aliada en la misión; Aprovecha oportunidades especialmente diseñadas para traer invitados para compartir con tus amigos sin presionarlos ni hostigarlos. Recuerda, Dios tiene un tiempo para cada quien, no hay necesidad de forzar a nadie. Dios obra en los corazones.
La doctrina de “solo Cristo” nos debe mover a la acción e influir en este mundo para Dios. No calles lo que has visto y oído. Comparte a todos acerca de Jesús de Nazaret, que murió y resucitó al tercer día, quien es la piedra angular y es el único en quien está la salvación. Sólo Cristo, Sólo por fe, Sólo por gracia y sólo para la gloria de Dios.