Una de las cosas que más admiro de los escritores bíblicos es su habilidad para narrar historias. Cada historia está llena de acontecimientos cuyos protagonistas son personas reales que atraviesan por un sinnúmero de dificultades, como en el caso de Job. Otros atraviesan por la experiencia refinadora de Dios como en el caso de Jonás.
Sin embargo existe una experiencia que es común en los personajes de las historias que nos narra la Escritura. Esa experiencia es el temor. Por ejemplo, Adán tuvo temor cuando oyó la voz del Señor en el huerto. Todos los reyes amorreos y cananeos tuvieron temor cuando supieron que Dios había secado las aguas del Jordán. Los discípulos tuvieron temor cuando se desató una tormenta en el mar.
El temor es una realidad en la existencia humana y está en todas las esferas de la vida. El temor paraliza, siembra la desconfianza, es una gran herramienta de la derrota porque desarma hasta el más valiente. ¿Alguna vez se ha sentido atemorizado por algo, alguien o alguna circunstancia? La historia de hoy trata de un rey de Judá, cuyos ánimos decayeron hasta atemorizarlo. Es la historia del rey Josafat y la encontramos en 2 Crónicas 20:1-19.
Esta historia se refiere a una invasión de tres naciones nómadas que se habían unido contra Judá durante el reinado de Josafat en el año 871 a.C. ¿Quién era Josafat? a) fue el cuarto rey de Judá. Asumió el trono cuando tenía 35 años y reinó por espacio de 25 años (2 Cr. 20:31), b) buscó a Dios y anduvo en sus mandamientos (2 Cr. 17:3-4), c) quitó los lugares altos, santuarios paganos construidos en las colinas (2 Cr. 17:6), d) envió a los levitas y a sus príncipes por todo Judá para enseñar la ley del Señor (2 Cr. 17:7-9), d) amonestó a los jueces a tener temor del Señor (2 Cr. 19:4-7)
1. La noticia (v.1-2)
El relato de la invasión se abre haciendo a alusión a estas cosas y otras más. El escritor sagrado no nos explica la razón por la cual estas tribus le declaran la guerra al rey. Lo que queda claro es que era una guerra sin causa e inesperada. El texto nos indica que las tropas ya estaban en En-gadi, o sea a unos 40km al sureste de Jerusalén. Esto explica la reacción de Josafat después de recibir la noticia.
Hermanos y amigos, las adversidades no anuncian su llegada ni su cercanía. Mucho menos la intensidad con que vienen. Son muchas las personas incluyendo a los creyentes, que se sienten acosados con los problemas y las circunstancias que los rodean y frente a los cuales quedan confusos y paralizados.
2. La reacción del rey (v.3-4)
Hay tiempos en la vida de cada creyente en donde tiene que hacerle frente a situaciones aparentemente imposibles. ¿Por qué Dios permite estas situaciones? ¿Cómo nos manejamos durante estas épocas oscuras en nuestra vida? ¿Podemos realmente responder sin que nuestra fe y emociones se vean afectadas?
Josafat era un hombre de Dios. Un buen rey que condujo su vida y a la nación que gobernaba bajo el temor de Dios. Por eso el Señor le había otorgado paz y gran prosperidad. Pero no pudo evitar que sus ánimos fueran afectados cuando consideró que él, por sí solo, no podía enfrentar a los invasores. Dos cosas se resaltan en la reacción del rey:
a. El temor: Yirah, es el verbo hebreo. Significa pavor, pánico. Es usado para indicar una emoción intensa ante la presencia de un poder superior. Es obvio que aquí no se refiere al “temor del Señor”. El temor es un mecanismo de sobrevivencia ante un peligro eminente. Hay dos grados relativos de temor:
a) El sano: Temor moderado que apela a la razón y la inteligencia humana para advertir acerca de un peligro. b) El enfermizo: Temor extremista conocido como fobia o paranoia. La psicología lo describe como un estado psicótico severo que produce cambios en el comportamiento humano, como pesadillas, insomnios y agresividad. Puede, según el caso, conducir al suicidio.
b. La decisión: el temor que experimenta Josafat es moderado. Apeló a la razón, la inteligencia y a la fe del rey. Su decisión tiene tres acciones que nos sirven hoy de ejemplo: primero, se humilló y consultó a Dios. Segundo, proclamó un ayuno nacional el cual se extendió a los niños. El ayuno en este sentido es señal de angustia y enfatiza la sinceridad del pueblo de Dios cuando enfrenta necesidades especiales. Tercero, llamó a todos a venir delante del templo del Señor para pedir ayuda.
3. La oración (v.5-12)
Esta es una oración ardiente e impresionante. Abarca todo tema y argumento que, como rey y representante del pueblo, Josafat podía invocar en la presencia de Dios. Esta oración, ofrecida por un mortal, captó la atención de Dios, agitó las potencias celestiales y desató el poder ilimitado de Dios. Usted también, en el nombre de Jesús, puede hacer lo mismo. Veamos la dimensión de esta oración:
Reconoce: la trascendencia de Dios, el poder ilimitado de Dios, las obras de Dios a favor de su pueblo. El rey se acoge a la súplica plegaria hecha por Salomón. Solicita a Dios que honre la obediencia del pueblo así como su promesa, apela ardientemente a la justicia de Dios ya que sin provocación estaban siendo atacados.
La manera en que concluye su petición en el v.12 resalta majestuosamente la obra de Dios. “Nosotros no tenemos fuerzas suficiente para hacer frente a ese gran ejercito que nos ataca” ¿Cuál sería su opinión respecto a un líder que admite delante de Dios “¡No sé que hacer!”? ¿Sabe cual era el ejército que estaba al servicio del rey? Vaya a 2 Crónicas 17:14-19
Adnas el general del ejército de Judá, comandaba 300.000 soldados. Johanan, el segundo en mando, comandaba 200.000. Amasías, un hombre de Dios y tercero en mando, comandaba 200.000 soldados valientes. Eliada un guerrero valiente, comandaba 200.000 arqueros y escuderos de Benjamin y Jozabad, quien tenia a su mando 180.000. Total: 1.180.000 hombres, sin contar los que estaban en las ciudades. Esta es la enseñanza: Josafat se da cuenta que su único refugio estaba en el altar.
4. El levita Jahaziel (v.13-17)
El escritor atribuye a este levita el espíritu profético para aquel momento de crisis. Note algo importante: En aquella asamblea estaban el rey, sumo sacerdote, los sacerdotes, los príncipes y otros personajes importantes. Sin embargo, Dios escoge a un hombre levita, cuyo oficio era encargarse de la limpieza del templo, para hacer llegar su mensaje a un rey y a un pueblo en dificultad.
Hermanos, Dios nos habla aun en los momentos más oscuros de nuestra vida por medio de personas sencillas. Y usted puede ser una de ellas. Pero a veces perdemos esas oportunidades por no encontrarnos en el lugar que Dios quiere encontrarnos para usarnos.
La inspiración de esta profecía se destaca por el anuncio majestuoso, sereno y distinto que este levita dio acerca de la perfección de la intervención de Dios con la cual sería liberado Judá. “Oíd, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén, y tú rey Josafat. Jehová os dice así…”
Aunque Jahaziel no se vuelve a mencionar en ninguna otra parte de la Escritura la tradición atribuye a este levita la composición del Salmo 83
Hermano y amigo, la mayoría de las veces las circunstancias son producto de la negligencia, la impaciencia y las decisiones humanas. Y aunque lo dudemos ellas son los medios de los cuales se vale Dios para llamar nuestra atención. Las circunstancias cambian porque Dios está interviniendo en tus problemas para que toda tu vida sea cambiada.
La palabra de Dios efectuó cambios en aquella hora de incertidumbre y puede efectuar cambios en la tuya también: el temor se tornó en confianza (v.18), la preocupación en celebración (v.21), la impotencia en una fe viva (v.20).
La actitud del rey y todo el pueblo se tornó en una expresión de reverencia a Dios y su Palabra así como de gratitud por su gracia liberadora. Aunque no iban a intervenir, ellos debían reunirse para la batalla para ser testigos de lo que Dios iba a hacer.
¿Qué podemos aprender hoy acerca de esta historia de liberación?
1. Nos persuade a confiar en el Señor y su Palabra. La Palabra de Dios no puede ser obviada. Hoy debemos recordar que Dios siempre ha cumplido su Palabra y no defraudará jamás la fe de alguien que ha puesto su confianza en su Palabra.
2. Encontramos un estímulo a no intimidarnos o desalentarnos antes las circunstancias que amenazan nuestra tranquilidad y nos mueve el piso. Recuerde que las circunstancias cambian porque Dios está interviniendo en tus problemas para que toda tu vida sea cambiada.
3. Las dificultades exigen firmeza en la seguridad de una intervención milagrosa de parte de Dios sin que nosotros tengamos que presentar batalla. Nuestro único refugio está en el altar.