Hoy iniciamos una nueva serie titulada “Mirando hacia arriba cuando la vida se viene abajo”. La vida en un mundo caído puede ser realmente devastadora, produciendo una cantidad de situaciones dolorosas las cuales nos gustaría evadir. Jesús dijo en Jn. 16:33: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad…”
No es cuestión de que si va a suceder, sino de cuándo sucederá lo inevitable. ¿Será posible encontrar contentamiento y paz en medio de un mundo agitado y problemático? ¿Qué es lo que Dios se propone cambiar: circunstancias o vidas? ¿Hay algo que pueda ayudarnos cuando la vida parece darnos la espalda?
En los últimos años se ha descubierto un notable aumento de trastornos mentales en las personas. Uno de ellos es el pánico generado por el estrés y fuertes episodios de ansiedad. Los terapeutas han notado estos trastornos tanto en los adultos como en los niños. Lo interesante es que la mayoría proviene de una familia estable y con solvencia económica.
Es normal y natural experimentar episodios de ansiedad en algún momento dado, debido a circunstancias particulares. Por ejemplo el primer día de trabajo, pararse a hablar en público, un examen importante, etc. Lo que no es normal es cuando la ansiedad en una persona es constante e interfiere con su vida cotidiana. A esto se le da en nombre de Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG).
Sería insensato pensar que los creyentes son la excepción a la regla. De otra manera, ¿Por qué el Señor animó a sus seguidores diciendo “No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” –Jn. 14:27? Nosotros también enfrentamos situaciones financieras, los hijos, la salud, el matrimonio, etc. ¿Cómo mirar hacia arriba cuando la vida parece venirse abajo? En medio de las tragedias de la vida oímos la voz de un hombre llamado Pablo decir: “Por nada estéis afanosos”.
Pablo es la versión del nuevo testamento de la insumergible Molly Brown, una famosa sobreviviente del Titanic rescatada por el barco Carpathia. Al ser entrevistada por periodistas quienes le preguntaron a qué atribuía su sobrevivencia. “Suerte de los Browns” –contestó. “Somos insumergibles”.
Al igual que Molly, Pablo rehusó hundirse en las aguas turbulentas de la vida. Aprendió a mirar hacia arriba cuando la vida parecía venírsele hacia abajo. Aprendió a decir ¡No! A la ansiedad y este es el tema de hoy. ¿Cómo lo logró? Ubique en su Biblia Filipenses 4:4-7.
Veamos rápidamente el trasfondo de este pasaje en Hechos 16:16-25. Después de obedecer el llamado de Dios para Macedonia, Pablo, Silas, Lucas y Timoteo llegaron a la ciudad de Filipos. Allí toma lugar la conversión de Lidia y de otros con los cuales se formó una iglesia.
Todo iba bien hasta que un día Pablo sanó a una joven esclava que tenía un espíritu de adivinación y arruinó el pequeño negocio de sus amos los cuales lincharon a Pablo y Silas y los pusieron en la cárcel. Esto llevó a la conversión del carcelero de Filipos.
Años más tarde durante su primer arresto de dos años en Roma, Pablo les escribía una carta a estos creyentes en la cual les animaba a decir ¡No! A la ansiedad. Los filipenses no tomaron esta instrucción como una teoría, sino que recordaron la noche en que Pablo y Silas cantaron himnos a Dios en la cárcel de Filipos después de haber sido azotados.
Pablo modeló lo que predicaba eligiendo regocijarse diciéndole ¡No! A la ansiedad. Por esa razón tuvo éxito en situaciones extremas. De hecho, luchó con situaciones que hubieran dejado muchos paralizados con ansiedad, enojo o desaliento. ¿Cómo lo logró? ¿Cómo puede lograrlo usted?
1. Elija regocijarse sin importar las circunstancias (Hch. 16:25)
La ansiedad está íntimamente relacionada con los estados de ánimo como la depresión, ataques de pánico, la soledad, obsesión compulsiva y estrés postraumático, entre otros. Por experiencia Pablo sabe que la vida en un mundo caído produce momentos de ansiedad. Pero también entiende que la vida del ser humano se rige por un principio: libertad para decidir.
Todos sabemos cómo reír y gozarnos cuando obtenemos aquello por lo que nos hemos esforzado, o cuando todo marcha bien en el hogar, el trabajo, la salud, la iglesia, etc. Sin embargo esa clase de gozo, en circunstancias como estas, es ordinario.
De lo que Pablo está hablando es de algo extraordinario, que va más allá de la lógica y las circunstancias: aprenda cómo reír y gozarse cuando la vida parece darle la espalda. Quedarse paralizado por la ansiedad es contrario a la fe. En lugar de ello la Biblia dice: “Si alguno de ustedes está afligido (ansioso) que ore. Si alguno está contento, que cante alabanzas. Si alguno está enfermo, que llame a los ancianos de la iglesia, para que oren por él” Stg. 5:13-14 VP Elija decir ¡No! A la ansiedad.
2. Afirme su fe en Cristo solamente (Fil 4:1)
La ansiedad, así como la depresión, afectan a las personas usualmente entre los 25 a 40 años. Los síntomas más comunes son: la inseguridad, esperar siempre una desgracia, irritabilidad, insomnio, pesadillas, dificultad para concentrarse, etc. Esta es una perspectiva fatalista de la vida y del futuro.
Sin embargo, como ya hemos dicho, sería insensato pensar que los creyentes son la excepción. Por eso Pablo insiste en que la fe en Cristo, su amor, gracia y bondad permiten que el gozo sea posible y verdadero.
Hermanos el cuchillo del dolor y la aflicción penetrará a través de la grasa de toda fe superficial y escudriñará hasta lo más profundo de sus creencias para probar cual es el fundamento de su fe. De acuerdo con Pablo debemos estar firmes en el Señor, para no entrar en la hora de la crisis sin una fe auténtica y madura. Usted podrá regocijarse en la hora de la crisis solamente si su relación con Dios es real, de lo contario sería devastador.
Y la paz de Dios, dice Pablo (Fil. 4:7), será como un centinela armado que marcha alrededor de su corazón, de su mente y sus emociones, luchando literalmente contra la ansiedad. Para que usted mantenga su sanidad integral.
3. Desarrolle la disciplina de decir ¡No! a la ansiedad (Fil. 4:6, 8-9)
Ilustración: Una joven novia estaba experimentando ansiedad a medida que el día de la boda se acercaba. El pastor se dio cuenta y le preguntó qué era lo que le preocupaba. ¡Voy arruinarlo todo! –dijo ella. Va haber demasiada gente mirándome. El pastor dijo: -Mira esta es tu iglesia. Has crecido aquí y conoces muy bien el santuario. Cuando las puertas se abran enfócate primero en el pasillo. Está bien –dijo ella. Cuando hayas entrado verás el altar que ha estado ahí por años de modo que te es familiar. Primero el pasillo, luego el altar. Está bien –dijo ella.
Después verás a tu novio. Pon tu enfoque en él. Cuando menos pienses ambos estarán allí. Recuerda, primero el pasillo, luego el altar y por ultimo él. El día de la boda cuando su papá la tomó del brazo escuchó la escuchó recitar lo siguiente: pasillo, altar, él, pasillo, altar, él.
La Biblia dice: “Por nada estéis afanosos”. Si usted está experimentando ansiedad por algo, es porque ha estado pensando, permanentemente y sin interrupciones, en ese algo.
Ahora si usted quiere parar con esa ansiedad, tendrá que re-dirigir intencionalmente sus pensamientos hacia otras cosas. ¿Cuántas veces los pensamientos sobre cosas que no son realidad han arruinado su vida, su relación con Dios, su relación con su familia y su relación con la iglesia? La instrucción de Pablo en Fil. 4:8-9 es clara: Piense solamente en las cosas que son verdaderas.
Conclusión:
Nunca podremos eliminar la preocupación y la ansiedad de nuestra vida. Jesús experimentó un momento de absoluta ansiedad en el huerto de Getsemaní. Por lo tanto, sería insensato y aun más contrario a la fe pensar que los creyentes “somos insumergibles”.
Un cierto grado de ansiedad y preocupación es normal y no necesariamente dañino. En realidad algo de ambas es necesario para salir de la apatía espiritual y motivarnos a la acción; pero la ansiedad debe controlarse para no permitirle que se desate como una fiera que nos devora sin piedad.
¿Cómo mirar hacia arriba cuando nos parece que la vida se nos viene hacia abajo? Tres consejos prácticos para decir ¡No! a la ansiedad:
1. Identifique sus preocupaciones reales y superficiales: Los expertos han identificado que gran mayoría de las personas con trastornos de ansiedad sufren constantemente sin tener algún problema, peligro o amenaza real.
Cuando establezca la diferencia entre ambas, entonces preséntelas a Dios con oración y ruego, acompañadas de acción de gracias. Son muchas las cosas que están absolutamente fuera de nuestro control, mas no del control de Dios.
2. Permita que Dios cambie su perspectiva: Dios mismo es paz y en su presencia hay paz. Dios quiere que comprendamos que hacer planes en su presencia siempre mejora nuestras perspectivas. Solo él puede ayudarnos a tener una nueva percepción de la realidad.
3. Decida no quedarse en el terreno de la ansiedad: La preocupación y la ansiedad que anticipa tu futuro de un modo negativo y fatalista sumado a la culpa que analiza tu pasado de un modo negativo, son inútiles a menos que te motiven a hacer algo diferente en el presente. La ansiedad y la preocupación no le restan angustia a los problemas del mañana, solo le resta fuerzas a tu presente.