Buscando Avivamiento
Juan Wesley -fundador de la iglesia Metodista.
Aun los historiadores seculares respetados dicen que a través del ministerio de Juan Wesley, sus ayudantes y convertidos y el Gran Despertar sobre Inglaterra que resultó, Inglaterra fue librada del terrible baño de sangre que caracterizó la Revolución Francesa que ocurrió dos años antes de la muerte de Wesley. Se dice que durante su ministerio, viajó más de 400,000 kilómetros a lomo de caballo (una distancia equivalente a dar diez vueltas alrededor de la tierra sobre el Ecuador), y predicó más de 40,000 mensajes. ¿Cuál fue su secreto?
El tuvo un poderoso encuentro con el Espíritu Santo. En sus propias palabras: “Estábamos reunidos y en constante oración, cuando alrededor de las tres de la mañana, el poder de Dios vino poderosamente sobre nosotros, a tal grado que clamamos con un gozo excesivo, y muchos cayeron al suelo. Tan pronto que nos recuperamos un poco de ese asombro y maravilla ante la presencia de Su majestad, irrumpimos a una voz: ‘¡Te alabamos, Oh Dios, te reconocemos como el Señor!’“
A partir de allí, él comenzó a predicar con una unción y poder extraordinarios, y su predicación resultaba en convicción poderosa de pecado en los corazones de multitudes de personas.
Siempre al terminar su mensaje oraba pidiéndole a Dios que “confirmara su palabra” que pusiera su sello sobre ella, y que “diera testimonio de ella”. Y Dios lo hacía así. Los pecadores sentían su culpa y clamaban a grito abierto y en gran angustia, pidiendo misericordia, bajo la influencia de la profunda convicción de su pecado. Muchos caían al suelo bajo el poder de Dios, en el momento del arrepentimiento. Unos pocos minutos después, estarían regocijándose con la seguridad de que sus pecados habían sido perdonados, y con una profunda conciencia de la paz de Cristo.
En una ocasión, otro ministro le preguntó cómo hacerle para lograr que mucha gente viniera a escucharle. La respuesta de Wesley fue: “Si el predicador está ardiendo, los demás vendrán para ver el fuego.”
Charles H. Spurgeon, conocido como “el príncipe de los predicadores”.
Es el predicador más leído de toda la historia. Sus mensajes escritos llenan 63 volúmes, con un total de 20 a 25 millones de palabras. Llegó a tener la congregación más grande existente para sus tiempos, y durante su vida, se estima que predicó a más de 10,000,000 personas. Para 1865, se vendían sus mensajes impresos semanalmente a más de 25,000 personas, y se llegaron a traducir en más de 20 idiomas.
Sin embargo... él nunca fue a la universidad. Entonces... ¿cuál fue el secreto de su éxito?
El mismo lo atribuía a la unción del Espíritu Santo en su vida. Dijo: “Constantemente es mi oración que sea el Espíritu quien me guíe aun en las partes más pequeñas y menos importantes de los servicios...”
La oración era otro factor determinante; había un salón en el sótano de su templo donde siempre había personas de rodillas, inter- cediendo por la iglesia. El siempre declaraba que ese lugar era el generador de poder de la iglesia.
Declaraciones sorprendentes de Spurgeon: En cuanto a la necesidad de poder:
“Necesitamos hombres ardiendo al rojo vivo, que irradien el fuego con tan intenso calor; que no podamos siquiera acercarnos sin sentir que nuestros corazones se están quemando; hombres como relámpagos lanzados de la misma mano de Jehová, despedazando estrepitosamente cada cosa que se opone en su camino, hasta que llegue a su blanco; ¡hombres impulsados por la Omnipotencia!”
“Es el poder extraordinario de Dios, no el talento, lo que trae la victoria del día. Es unción espiritual extraordinaria, no poder mental extraordinario, lo que necesitamos. Puede ser que el poder mental llene una capilla, pero el poder espiritual llena a una iglesia con angustia del alma. Puede que el poder mental reúna una congregación grande, pero sólo el poder espiritual llenará las almas.”
En cuanto al gozo (para los ingenuos que creen que la risa santa es algo nuevo):
“Creo, en mi corazón, que hay tanta santidad en una carcajada que en un llanto, y que en ocasiones, la risa es mejor. Porque puedo gemir, pero a la vez estar murmurando y estarme afligiendo y llevando pensamientos amargos contra Dios, mientras que, en otro momento, puedo reír de sarcasmo en contra del pecado y así dar evidencia de una santa sinceridad en la defensa de la verdad” (Su Autobiografía).
Dwight L. Moody
Este hombre, con educación de quinto año de primaria, fundó tres escuelas de renombre. Sin educación teológica, reestructuró el cristianismo de la Era Victoriana y sin radio o televisión, alcanzó a 100 millones de personas, viajando más de cien millones de millas durante su carrera evangelística. Todo comenzó cuando este vendedor de zapatos inició una escuela dominical que llegó a ser la más grande de Chicago. Así que él ya tenía cierto éxito cuando conoció a dos ancianitas, quienes le informaron: “Hemos estado orando por ti... ¡necesitas poder! ¡Necesitas poder!”
Dice Moody: “Mi reacción inmediata fue: ¿Por qué mejor no oran por los perdidos? ¡Yo pensaba que ya tenía poder! Tenía la congregación más grande de Chicago, y había muchas conversiones. Pero ante la insistencia de ellas, por fin me animé a preguntarles exactamente a qué se referían cuando decían que yo necesitaba más poder.”
Cuando les preguntó, ellas le contestaron que lo que él necesitaba era el bautismo con el Espíritu Santo. Fue entonces que él les pidió que no sólo oraran por él, sino también con él.
Relata Moody: “Al escuchar y orar con ellas, derramaban su corazón para que yo pudiera tener la plenitud del Espíritu Santo, y comencé a reaccionar. Entró en mí una intensa hambre espiritual, que hasta entonces había sido desconocida para mí. Comencé a llorar como nunca antes. El hambre aumentó. Verdaderamente sentí que ya no quería vivir si no podía tener ese poder para su servicio”.
Poco tiempo después, un día él estaba caminando por Wall Street en Nueva York, y en medio de la calle, su oración fue contestada; el poder de Dios cayó sobre él mientras caminaba, al grado que tuvo que correr a la casa de un amigo y pedirle si le podía permitir estar a solas en una habitación. En esa habitación permaneció por horas; y el Espíritu Santo vino sobre él llenando su alma con tanto gozo que por fin tuvo que pedirle a Dios que detuviera Su mano, para que no muriera en ese instante por el gozo tan desbordante. Salió de ese lugar con el poder del Espíritu Santo sobre él, y a partir de allí comenzó sus poderosas reuniones evangelísticas.
Según él mismo relata: “Los mensajes fueron diferentes. No presenté verdades nuevas, y sin embargo, cientos de personas fueron convertidas. Yo jamás volvería atrás a donde estaba antes de esa bendita experiencia (refiriéndose a su bautismo en el Espíritu Santo)”
En cuanto a la falta de poder:
“Nuestro mayor problema es el problema de “traficar” con verdades no vividas. Tratamos de comunicar lo que nunca hemos experimentado en nuestra propia vida.”
En cuanto a las manifestaciones de los avivamientos, Moody dijo en su mensaje titulado “Avivamientos”:
“A mí no me da tanto miedo la emoción como a otros. Hay quienes apenas ven algo interesante, inmediatamente claman, ‘¡Sensa-cionalismo! ¡Sensacionalismo!’ Pero yo les digo que prefiero tener sensación en lugar de estancamiento... Me parece que cualquier cosa es preferible a lo muerto... Donde hay vida, siempre habrá conmoción”.
¿Dónde están, hoy, los que gimen por el Señor? ¿Dónde se encuentran los que no pueden descansar porque su clamor es de continuo por una visitación de Dios? ¿Será que se demora el avivamiento que tanto anhelamos?, ¿por qué aún no existe un pueblo suficientemente hambriento?
Salmos 42:1-3 Mi alma tiene sed.
2 Cronicas 7:14
Jeremías 29.13 Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.
2 Cronicas 33:1-12 STORY of THE KING…
Daniel 9: 3-8 Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza. Y ore a Jehová mí Dios e hice confesión diciendo: Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser tímido, que guardas el pacto y la misericordia. Hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impiamente, y hemos sido rebeldes.
Sofonias 2:3 Buscad a Jehová todos los humildes de la tierra, los que pusisteis por obra su juicio; buscad justicia, busca mansedumbre; quizás seréis guardado en el día del enojo de Jehová.
I am reminded of a story told about William Booth, the man who founded the Red Cross. He sent a couple of young men to another city, and when nothing seemed to be working the men sent a telegraph to him expressing their frustration. Booth replied back with just two words, "Try tears!" Church our tears must not only be shed for America but for our own sins.
Joel 2:12-14