Factor de Crecimiento: Disciplinas Espirituales Salmo 119:97-104
Intro. Mi mamá vivía en Seyé, que actualmente está como a unos 20 minutos de Mérida. Pero hace 50 años era bastante difícil llegar hasta allá. Nos cuenta mi papá que el iba a verla en motocicleta. Le llevaba bastante tiempo llegar hasta allí y hasta le daba un poco de miedo ir solo. Así que llevaba a mi tío, que estaba estudiando en Mérida, para que lo acompañara y de camino viera a su familia. ¿Y todo para qué? Llegaba y se sentaban en la sala a platicar, pero la abuelita sentada en el sillón de enfrente. Luego de un rato de platicar comenzaba la odisea del regreso a Mérida en motocicleta. A lo mejor por eso el noviazgo sólo duro 6 meses y luego se casaron.
Todo lo que uno hace con tal de pasar tiempo con alguien especial para ti. Estoy seguro que si les preguntara a algunos de aquí acerca de lo que tenían que hacer para poder pasar tiempo con sus novias, escucharíamos historias muy interesantes, dignas de ser llevadas a la pantalla grande o de perdido, a la televisión. Se de unos que caminaban kilómetros en la oscuridad, otros que viajaban cientos de kilómetros para estar unas cuantas horas, algunos más que no les importaba pasar la noche en el carro con tal de permanecer cerca de la amada. En fin, uno hace lo que sea con tal de pasar tiempo con quien se quiere. Y es que la verdad si quieres profundizar en una relación tienes que invertir tiempo.
Nuestra intimidad con Dios requiere, igualmente, inversión de tiempo. La profundidad de nuestra relación con Dios es en parte establecida por el tiempo que invertimos en contacto con él.
Definitivamente, el crecimiento espiritual está muy relacionado con la práctica regular de disciplinas espirituales que, en resumidas cuentas, nos hacen pasar tiempo enfocado y de calidad, con Dios.
Estas disciplinas de las que estamos hablando son, por ejemplo, la lectura, meditación y aplicación de la Palabra de Dios, la oración, la participación en la Santa Cena, la participación activa en la comunidad de los creyentes en Cristo. Otra manera de llamar a todas estas prácticas es llamarles “Medios de gracia”. Es decir, modos o maneras en las que Dios nos impulsa a crecer en el conocimiento y experiencia de su gracia.
Ahora bien, la mera mención de la palabra “disciplina” nos causa alergia a algunos. La palabra disciplina nos habla de constancia, perseverancia, esfuerzo, intencionalidad, sacrificio. Normalmente, cuando escuchamos la palabra disciplina, nos cansamos con tan solo escucharla.
Y esa perspectiva acerca de las disciplinas espirituales es lo primero que debemos cambiar. Las disciplinas espirituales no son reglas, cargas, castigos, que tenemos que hacer, sino son maneras o medios de gracia que nuestro Padre amoroso nos ha dado para que crezcamos en intimidad con él.
Al practicar, regular y gozosamente, las disciplinas espirituales lo que hallaremos, al final de cuentas, es una relación creciente y apasionada con Dios y esto a su vez, nos llevará a seguir practicando las disciplinas con gozo. Es decir, iniciamos un círculo de gracia en nuestras vidas. Practicar las disciplinas espirituales, nos lleva a crecer en amor a Dios, el amor a Dios nos lleva a practicar, aún más y con mayor gozo, las disciplinas espirituales.
Así debemos comenzar a ver las disciplinas espirituales, como una escalera para crecer en el amor a Dios. A medida que las practicamos nos vamos fortaleciendo cada vez más, y cuando las abandonamos nos vamos debilitando.
Un médico me contó que cuando estaba haciendo su servicio social en una población de la costa yucateca, se presentó un matrimonio a su consultorio con los resultados de sus análisis que el médico les había mandado por ciertos síntomas que presentaba la señora. El médico al ver los resultados confirmó sus sospechas: la señora estaba anémica. “Señor, su esposa está anémica, necesita alimentarse”. El Señor repuso: “Pero Doctor, si esta mujer come muy bien, no se cómo está anémica, si viera usted cuánto come, si viera usted como come sus sabritas y su coca”.
Así como no esperamos que una persona que se alimenta de “coca y sabritas” esté sana y fuerte, tampoco podemos esperar que las personas estén fuertes y sanas espiritualmente si no practican regularmente las disciplinas espirituales.
Es invariable el hecho de que cuando alguien está con desánimo o frialdad espiritual, o que ha comenzado a tomar decisiones necias y pecaminosas, o que está experimentando lejanía hacia Dios, le preguntemos si está leyendo su Biblia y orando, o si está participando del sacramento o si está participando regularmente en la comunidad de creyentes, su respuesta generalmente es “No”. El abandono de las disciplinas espirituales nos lleva a un debilitamiento espiritual increíble, nos lleva a una anemia espiritual. Nuestro sistema inmunológico espiritual queda totalmente vulnerable y cualquier mentira del mundo nos comienza a arrastrar hacia el pecado.
Por todo esto, las disciplinas espirituales son básicas, fundamentales y de primera necesidad para los que están o quieren desarrollar una relación creciente con Cristo.
Para aprender un poco más acerca de las disciplinas espirituales, creo que uno de los mejores lugares en la Biblia para empezar es en los Salmos. Y en esta ocasión en particular consideraremos el Salmo 119.
Hay algo que deben saber del Salmo 119: es el salmo más largo de la Biblia. Además, está estructurado a manera de acróstico, de tal manera que cada estrofa comienza con una letra del alfabeto hebreo. Si lees sus 176 versículos te darás cuenta de que trata de una sola cosa: La Palabra de Dios. El salmista expresa todo un discurso hablando de las glorias de la ley de Dios, de su anhelo por ella y sus luchas personales al aplicarla. Podemos aprender mucho acerca de las disciplinas espirituales al considerar este salmo.
Mira cómo se expresa el salmista en el versículo 97: “¡Cuánto amo yo tu ley! Todo el día medito en ella”
Creo que este versículo revela la naturaleza de nuestro problema. Si estamos teniendo dificultad para practicar con gozo las disciplinas espirituales de la lectura y meditación de la Biblia, la oración, la participación en la iglesia y los sacramentos, tenemos un problema de amor. Efectivamente, el salmista dice que pasa el día pensando o meditando en la ley de Dios porque AMA su ley. En realidad, lo que está diciendo es que ama al que le ha dado esa ley. No es idolatría de la Biblia, sino amor al dador de la Biblia. Cuando amas a alguien, amas también sus palabras.
Estoy seguro que muchos de nosotros guardamos cartas o notas de personas; o bueno, dejamos sin borrar en nuestra “bandeja de entrada” ciertos correos electrónicos. Quizá cartas del novio o la novia, de un hijo que está lejos, de familiares que ya no están con nosotros. Bueno, ¿Por qué un pedazo de papel tiene tanto valor para nosotros como para conservarlo? No es el papel en sí, es por la persona que lo escribió, sus palabras son especiales porque la persona es especial para nosotros.
Así el salmista está diciendo: cuanto más te amo, Señor, más amo tu ley. Cuanto más te amo, más medito en tus palabras. Todo el día estoy pensando en ellas porque tú eres especial para mí.
Si tenemos problemas con las disciplinas espirituales, la razón de fondo es que nos falta mucho crecer en amor a Dios. Pero paradójicamente, no creceremos en nuestro amor a Dios, a menos que practiquemos con gozo e intencionalidad las disciplinas espirituales. Entonces, estamos varados en un círculo destructivo, pero que por su gracia podemos romperlo para ir creciendo aun más en amor a Dios.
El salmista mismo nos da alicientes para salir del círculo vicioso y practicar con ahínco las disciplinas espirituales. Nos muestra dos efectos que tiene la práctica de la disciplina espiritual en nuestras vidas. Primero, mira lo que dicen los versículos 98 al 100:
“Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos porque me pertenecen para siempre. Tengo más discernimiento que todos mis maestros porque medito en tus estatutos. Tengo más entendimiento que los ancianos porque obedezco tus preceptos”
Lo primero que pasa al practicar regular y gozosamente las disciplinas espirituales es que CRECES EN SABIDURÍA. El salmista dice que el meditar constantemente en los mandamientos de Dios lo ha hecho más sabio que sus enemigos (que por el odio en su corazón están constantemente buscando maneras de afligirnos). Más sabio que sus maestros (que por su estudio supuestamente saben más). Más sabio que los viejos o ancianos (que por su experiencia supuestamente saben más).
Cuando meditas y obedeces disciplinadamente la Palabra de Dios, cuando pasas tiempo sustancial en comunicación con tu Padre, cuando participas del sacramento y la comunión con otros creyentes, todo esto causa en ti que vayas creciendo en sabiduría de maneras inusuales y asombrosas. Comienzas a tomar mejores decisiones. Comienzas a distinguir el camino recto del torcido con una habilidad cada vez mayor.
Una mujer que conozco muy bien no tuvo las oportunidades académicas que quizá su capacidad intelectual hubiera podido aprovechar. Sólo llegó al tercer año de primaria en una zona rural. Sin embargo, durante toda su vida tuvo la disciplina de meditar y obedecer la Palabra de Dios. Nunca fue a clases especiales de cómo criar a los niños, sin embargo todos sus hijos están sumamente comprometidos con el Señor y su Iglesia. De hecho, dos de ellos están dedicados de tiempo completo al servicio de la Iglesia y el ministerio. Y los otros dos están fuertemente comprometidos en la Iglesia del Señor. Y les doy testimonio de primera mano porque yo soy uno de esos hijos. La Biblia dice: “El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo” (Salmo 19:7).
La práctica regular de las disciplinas espirituales tiene el efecto en ti de hacerte crecer en sabiduría. Pero el salmista agrega un efecto más en los siguientes versículos. Mira lo que dice en los versículos 101-102 y 104 “Aparto mis pies de toda mala senda para cumplir con tu palabra. No me desvío de tus juicios porque tú mismo me instruyes” “De tus preceptos adquiero entendimiento; por eso aborrezco toda senda de mentira”.
El segundo efecto que tiene la práctica de la disciplina espiritual es que te ayuda a APARTARTE DE LA PRACTICA DEL PECADO. La meditación constante y la obediencia disciplinada nos ayudan a apartarnos de la práctica del pecado; a contener nuestros pies de todo mal camino, a no apartarse de los estatutos santos de Dios.
Una persona cercana no creyente le regaló a mi hijo Josué, cuando era pequeño, la película de Madagascar cuando todavía ni se había estrenado en el cine. Obviamente, saben de lo que estoy hablando. Según me dijeron, el fue amable y le dio gracias en el momento, pero al llegar a la casa le dijo a su mamá: “Toma mami la película, no la voy a ver porque es pirata y es parte de un robo”. Mi hijo no había visto Madagascar y decidió apartarse del pecado de ser parte del robo de la piratería.
Conforme más practicamos las disciplinas espirituales más fortalecidos estamos para vencer las tentaciones, evitar los caminos pecaminosos y apartarnos de todo aquello que daña nuestra relación con el buen Padre celestial y le ofende.
El salmista, nuevamente, nos deja ver su amor a Dios. Mira lo que dice el versículo 103: “¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! ¡Son más dulces que la miel a mi boca!”
Cuando piensas en leer tu Biblia ¿Piensas en que es más sabroso hacer eso que cualquier alimento que te fascine? ¿Cuándo piensas en orar te anima más eso que cualquier otra actividad que te gusta hacer? ¿Cuándo piensas en participar en algún culto de adoración o en un grupo pequeño te mueve más eso que ir a cualquier otro tipo de reunión que disfrutas?
El Salmista está diciendo más dulce es para mí tus palabras que la miel ¿Por qué? Porque son las palabras de aquel que ama. No hay palabras más dulces y más importante que esas. Son palabras que dan sabiduría y que te hacen apartarte del pecado. Por eso, porque ama tanto a su Dios, el salmista pasa todo el día meditando y practicando las disciplinas espirituales. Y esto a su vez, aviva aun más su amor a Dios.
Hermanos, podemos romper ese estancamiento espiritual y crecer en amor a Dios a través de la práctica regular y gozosa de las disciplinas espirituales. Por eso no podemos decir otra cosa este día que:
1. Practica tu tiempo “A solas con Dios”: ¿A qué hora? ¿En dónde? ¿Cuánto tiempo? Un tiempo para leer, estudiar y meditar la Palabra de Dios. También es un tiempo para orar.
2. Aprovecha las oportunidades naturales para orar. Comparte tus experiencias y tiempo de oración con otros cristianos.
3. Aprovecha oportunidades que da la Iglesia: Comunión, grupos pequeños, cultos.
Las disciplinas espirituales, sin duda, son uno de los medios más básicos que Dios usa para hacerte crecer en su gracia. Al practicarlos crecerás en amor a Dios. Y al amar más a Dios las practicarás con mayor gozo…hasta el punto de decir: “Cuanto amo yo tu ley” o “Tus palabras son más dulces que la miel”. “Fuera de ti, nada deseo en tierra”.