Lista de Pendientes: Pagar Deudas
Cada principio de año, de manera natural, como que es más fácil tener una mentalidad de nuevos inicios, de comenzar cosas nuevas, de iniciar nuevos proyectos y nuevas expectativas. Quizá durante estos primeros días del año has dicho cosas como:
•Ahora sí voy a bajar algunos kilos.
•Voy a comenzar a hacer ejercicio todos los días.
•Voy a leer toda la Biblia en un año.
•Voy a comenzar una nueva rutina, en fin, cosas como estas.
Está muy bien tener nuevos propósitos y mirar hacia delante. Pero este mes, estamos en una serie de sermones que nos insta a mirar un poco hacia atrás para atender asuntos que han quedado pendientes en el pasado y de una manera u otra, los hemos arrastrado hasta el presente. Y como que los tenemos en un apartado de nuestra mente y vamos dejando que pase el tiempo y postergamos el día de atenderlos. Este mes estamos tratando de traer al centro del escenario de nuestro corazón asuntos pendientes que requieren atención inmediata para estar bien con Dios y con nuestro prójimo.
En esa lista de pendientes, la semana pasada anotamos el de “buscar la reconciliación”, porque a Dios le importan tanto las intenciones como las acciones. El día de hoy agregamos un nuevo asunto a nuestra lista: Pagar las deudas.
¿Cómo terminaste el año 2009? ¿Le debes a alguien? ¿Estás pagando? ¿Cómo lo estás haciendo? ¡Deudas!¡Deudas! ¡Qué palabra tan fea! ¡Cómo nos tensiona a muchos tan solo escucharla! Sin embargo, nos es tan fácil entrar en ellas.
En mis años mozos cantaba en un grupo llamado Jubal. Constantemente nos invitaban para ir a diferentes iglesias para tener participaciones en los cultos y otros eventos. Recuerdo una ocasión en la que nos invitaron a cantar a una iglesia en un poblado muy pequeño. Era la celebración de unos XV años de una chica cuya familia era de condición económica limitada. Recuerdo que los familiares de la festejada quisieron complacer en todo a la muchachita cumpleañera, le compraron el vestido que quería, nos invitaron a nosotros para cantar en el culto, trajeron también a un grupo musical para cantar en la fiesta, le dieron la mejor recepción que pudieron, pero a pesar de todo, la chica estuvo llorando en un momento de la fiesta, porque algo no le había gustado. Luego me enteré, que la familia había pedido préstamos para poder afrontar todo ese gasto. No se cuántos años iban a estar pagando a sus acreedores por tal préstamo. Recuerdo que me pregunté: ¿Habrá sido sabio para esta familia haberse endeudado así?
Cuando estamos a punto de endeudarnos el panorama se ve tan atractivo. Vemos lo que obtendremos al corto plazo y lamentablemente, muchos no vemos las consecuencias a largo plazo, no consideramos todos los asuntos implicados al contraer una deuda. Y cuando empezamos a ver que no es tan fácil como se nos planteaba, comenzamos a contraer nuevas deudas para pagar las otras y nos vamos hundiendo más y más. Cuando te das cuenta estás envuelto en un problema que te quita el sueño y la tranquilidad.
Por algo el sabio salomón dijo en Proverbios: “Los deudores son esclavos de sus acreedores” (Prov 22:7b), describiendo una realidad que ocurre cuando contraes una deuda. Te vuelves una especie de esclavo de tus acreedores. Pues trabajas para pagar la deuda, no puedes hacer lo que quieras porque tienes que cumplir con tu compromiso de pagar. Cuando adquieres una deuda, en un sentido, pierdes libertad. A mayor deuda, menor libertad.
La Biblia no está en contra de pedir prestado en sí, pero sí está en contra de contraer deudas a la ligera y neciamente. Y sobre todo, en contra de no pagar las deudas que uno contrae. La Biblia nos advierte de los peligros del endeudamiento. Nos previene de no caer en el enredo del sobreendeudamiento. Por eso, si vas a entrar a una deuda tienes que pensarlo muy bien y si ya estás en una deuda tienes que ver la manera de pagar responsablemente tus compromisos.
Todos tenemos compromisos de pago con los cuales estamos pagando y saliendo puntual y planificadamente, con estas deudas no hay problema. El asunto del que estamos hablando es de aquellas deudas que has dejado de pagar o no quieres pagar; de aquellas por las que te guardas o escondes de tus acreedores. Se muy bien que esas son las que te quitan el sueño.
Por la naturaleza del asunto, uno de los pendientes que mucha gente posterga es precisamente pagar esas deudas. Pero postergar el pago, lo único que hace es agravar el problema. Quizá pensemos que este asunto de las deudas sólo tiene que ver con cosas muy terrenales. Pero esto no es así. Tener deudas que no estamos pagando habla mucho de nuestra relación con Dios. Algunos piensan que pueden tener una relación correcta con Dios mientras se están negando o están siendo negligentes en pagar sus deudas. Pero eso no es posible. En realidad: Pagar nuestras deudas es evidencia de una buena relación con Dios.
Romanos capítulo 13:7-8 dice: 7 Paguen a cada uno lo que le corresponda: si deben impuestos, paguen los impuestos; si deben contribuciones, paguen las contribuciones; al que deban respeto, muéstrenle respeto; al que deban honor, ríndanle honor. 8 No tengan deudas pendientes con nadie, a no ser la de amarse unos a otros. De hecho, quien ama al prójimo ha cumplido la ley.
En el capítulo 13 de la epístola a los Romanos el apóstol Pablo está abordando el tema de la actitud que los cristianos deben tener hacia las autoridades. Nos dice que las autoridades, al final de cuentas, son puestas por Dios y que tienen una función por la cual rendirán cuentas a Dios. Nuestra actitud debe ser de respeto y apoyo, por supuesto, en aquellas cosas que no contravengan la misma la ley de Dios.
En ese contexto, se nos da la instrucción de pagar a cada quien lo que le debamos. Pablo dice que algunos le debemos cosas tangibles y cuantificables tales como impuestos o contribuciones; pero el endeudamiento a veces no es sólo en cosas tangibles, y por eso dice, a otros le deben respeto u honra. No importa si es tangible o no tangible, si es cuantitativo o cualitativo, el punto está en ser un deudor responsable. Primero, un deudor que admite serlo y que no se escuda detrás de pretextos para no pagar y segundo, un deudor que puntualmente hace entrega de sus pagos ya sean cuantitativos o cualitativos, pero responsablemente paga sus deudas.
Ciertamente, en el contexto inmediato del versículo 7 se refiere a las autoridades, pero en el versículo 8 extiende este mismo principio de pagar lo que se debe responsablemente a todas las demás relaciones con nuestros prójimos y nos recalca: “No tengan deudas pendientes con nadie”.
No se está prohibiendo que contraigas deudas, pero sí se prohíbe que tengas deudas que no estés pagando responsablemente. Es mejor que no te endeudes, pero si debes…paga. Por eso, es muy importante pensar, orar y pedir consejo sabio antes de contraer una deuda. Porque una vez que la tengas, tu prioridad será pagarla. No puedes poner excusas, salvedades y racionalizaciones…si debes…paga. Ese es el principio que la Escritura nos enseña: No tengas deudas pendientes con nadie.
Entonces, la actitud y acción cristiana responsable sería no contraer deudas a la ligera e insensatamente y una vez contraídas, la prioridad es pagarlas pronta y oportunamente. Recupera tu libertad lo más pronto posible, porque como dice la Biblia, los deudores son “esclavos” de sus acreedores. No hay que postergar ni evadir el pago responsable de las deudas.
Ahora bien, en el versículo 8, se nos habla de una deuda que nunca dejaremos de pagar, por más pagos por adelantado, por más bonificaciones, por más letras que paguemos, esta deuda siempre quedará abierta. La Biblia dice: No tengan deudas pendientes con nadie, a no ser la de amarse unos a otros.
La Biblia nos enseña que tú y yo somos deudores de amor hacia los demás. No podemos decir: “es que ya amé demasiado”, ya “pagué” demasiado en lo que al amor se refiere hacia mi prójimo. Siempre quedamos deudores hacia nuestro prójimo y debemos seguir haciendo pagos de amor hacia él o ella. La razón es porque nuestro acreedor no es nuestro prójimo. Es decir, no estamos pagando de vuelta el amor que nuestro prójimo nos haya dado. No eso nos hace deudores hacia él. Nuestra deuda hacia al prójimo se ha contraído por el amor que hemos recibido del Padre celestial. El Padre nos amó tanto que envió a su Hijo para salvarnos cuando éramos aun pecadores. Tal amor recibido del Padre nos hace deudores hacia nuestro prójimo. Así como hemos recibido el amor del Padre, así mismo debemos dar amor al prójimo.
Aquí es donde encontramos una razón importante para pagar nuestras deudas. Si amamos al prójimo debemos devolver lo que es suyo y nos prestó. Romanos 13:10ª nos dice: “El amor no perjudica al prójimo”.El que ama a su prójimo no debe hacer algo que le dañe o perjudique. Por eso, puesto que somos deudores de amor hacia el prójimo no debemos postergar o ser negligentes en el pago de nuestras deudas con nuestro prójimo. Si tienes una deuda económica con alguien tienes más que una deuda material, tienes una deuda de amor al prójimo que nos debe hacer pagar responsable y puntualmente lo que debemos. Pues, pagar las deudas es una evidencia del amor al prójimo.
Pero hay algo más en este pasaje que debemos subrayar, pagar las deudas no sólo es algo que muestra nuestra relación con el prójimo sino apunto a algo mucho más profundo. En el contexto de pagar las deudas, Pablo habla de nuestra deuda de amor y dice algo muy importante: “…De hecho, quien ama al prójimo ha cumplido la ley.9 Porque los mandamientos que dicen: «No cometas adulterio», «No mates», «No robes», «No codicies», y todos los demás mandamientos, se resumen en este precepto: «Ama a tu prójimo como a ti mismo.» […] Así que el amor es el cumplimiento de la ley. (Romanos 13:8-10).
Pablo está diciendo, cuando pagas responsablemente lo que debes estás amando a tu prójimo. Cuando amas a tu prójimo estás cumpliendo la ley de Dios. Es decir, pagar las deudas no es algo meramente terrenal, sino tiene impacto celestial y eterno. Pagar las deudas no es algo meramente del plano humano, sino del plano divino. Pagar nuestras deudas es evidencia de una buena relación con Dios.
El que ama a su prójimo y paga sus deudas responsablemente está mostrando su amor a Dios al cumplir y respetar su ley. Está dando evidencia de amar a Dios a través de amar al prójimo hacia quien tiene una deuda de amor. La espiritualidad no se mide sólo verticalmente, sino como enfatiza este pasaje, se mide horizontalmente. Si quieres saber qué tan bien estás con Dios, evalúa cómo estás amando a tu prójimo a través de pagar tus deudas. Porque el que ama a su prójimo ha cumplido la ley de Dios. Pagar nuestras deudas es evidencia de una buena relación con Dios.
Entonces, esto de pagar nuestras deudas no es asunto de preferencia personal, hábitos financieros, buena moral, sino es un asunto que define nuestra lealtad y nuestra relación con Dios. Dios toma muy en serio el pago de deudas. Por eso, por el amor que hemos recibido, por su gracia maravillosa que nos ha acercado al Padre, si tenemos deudas, no posterguemos, no vacilemos en pagarlas. Tomemos medidas que nos lleven al pronto y responsable cumplimiento de nuestros compromisos.
Si por su gracia hemos entendido este mensaje de la Escritura, demos pasos que nos lleven a su aplicación, como por ejemplo:
1.Reconoce tus deudas. Deja de evadir a tus acreedores. Es triste que a veces porque le debes a alguien, evitas encontrarte con esa persona, dejas de ir a lugares por no verla y se pierden relaciones por tu falta de pago. Por la gracia de Dios que obra en ti, reconoce y afronta esos compromisos. Que las personas no tengan que estarte buscando, sino siempre da la cara y habla con la verdad. Asume tu responsabilidad.
2.Busca ayuda. Quizá el callejón de las deudas te parece ya sin salida. Pero siempre hay algo que se puede hacer. Por supuesto, se requerirá muchos sacrificios y cambios, pero lo peor que puedes hacer es seguir como estás. Busca el apoyo de personas que te puedan ayudar a hacer un plan para salir de tus deudas. Gracias a Dios, en nuestra comunidad, tenemos personas que pueden ayudarte. De hecho, este es uno de los servicios que proveen los diáconos de nuestra iglesia. También hay otros miembros de nuestra iglesia que pueden ayudar. Acércate y busca ayuda prontamente. No dejes correr más el tiempo.
3.Reestructura tu estilo de vida. Cuando estás en deudas tu prioridad número 1 es salir de ellas. Esto implicará un cambio de vida. No puedes seguir teniendo el mismo tren de vida que tienes. Ya no eres libre y tu propósito principal debe ser recobrar tu libertad. Para ello tendrás que hacer muchos sacrificios. Para comenzar, tienes que aplicar una máxima muy sabia: “paga primero tus deudas y vive con el resto”. Tiene que haber cambio de hábitos en tu estilo de vida que te lleven a una vida libre de deudas.
4.No sigas endeudándote. No caigas en la ilusión que un crédito más resolverá todos tus problemas. Si no has probado ser sabio en el uso del crédito, no lo uses más. No pienses, “luego vemos cómo lo pagamos”. Pon un alto a la deuda.
El pago de nuestras deudas habla de nuestra relación con Dios. Por eso, este nuevo año que comienza y por la gracia de Dios, debemos escribir en nuestra lista de pendientes: “pagar mis deudas”. Porque Pagar nuestras deudas es evidencia de una buena relación con Dios.