Contentamiento en toda circunstancia.
Recuerdo que hace muchos años participé en una brigada médica similar a esta que venían a realizar unos médicos estadounidenses. A mí me asignaron como el traductor del dentista. Estuvimos atendiendo a muchos pacientes entre extracciones, caries y limpiezas dentales. Ya casi para terminar el último día de trabajo, llegó un niño y su madre a consultar. El niño estaba visiblemente preocupado. La mamá me explicó el problema. El niño traía un diente roto. Efectivamente, se veía un pedacito de diente asomando por la encía. Le expliqué la situación al dentista y él lo examino. Después me dijo con una sonrisa muy amplia en su rostro: “Dile a este niño que su diente no está roto. Ese pedacito de diente que ve en su encía no es un diente roto, sino un diente nuevo que está saliendo”.
Al pensar sobre este evento tengo que reconocer que me es muy fácil ser como este niño. Es decir, me es muy fácil enfocarme en lo que carece alguna situación en vez de ver la bendición que siempre la acompaña. Me es más fácil ver las deficiencias de una persona en vez de ver el potencial que hay en ella. Me es más fácil notar los desaciertos que los aciertos. Me es más fácil quejarme que agradecer por lo que pasa.
Pero me imagino que esto no sólo me pasa a mí. Estoy casi seguro que es también una de tus luchas.
• ¿Cómo evalúas la situación si habías planeado ir de paseo a la playa con tu familia y cae uno de esos aguaceros?
• ¿Acaso no te has quejado alguna vez del carro que tienes? ¿Y cada vez que pasa por la calle uno de esos que anhelas no te quedas suspirando y diciendo: “ya me vi”?
• ¿Acaso no te has quejaste o te quejas de alguna persona en tu vida? ¿Padres? ¿Cónyuge? ¿Hijos? ¿Suegros? ¿hermanos?
• ¿Acaso nunca has estado inconforme con el equipo físico con que fuiste dotado? ¿Nariz? ¿Cabello? ¿Estatura? ¿Ojos? ¿Cejas?
Como vemos, esto es algo con lo que todos batallamos. Es más fácil quejarse que estar agradecidos con lo que tenemos y somos en términos de situaciones, posesiones, relaciones e inclusive nuestros cuerpo.
Vivimos en una cultura donde la queja ha sido institucionalizada. Tenemos derecho a quejarnos. Inclusive existen departamentos de quejas. Nos quejamos del clima, del gobierno, de la familia, de la iglesia, de los vecinos, de la selección nacional, de todo.
Juntamente con esta cultura de quejas se desarrolla la cultura de la ingratitud. La gratitud no es algo que venga naturalmente. Nuestras madres inclusive tuvieron que enseñarnos a decir “gracias” y no fue una lección que hayamos aprendido a la primera. Nos quejamos porque no estamos agradecidos. Nos quejamos porque no vemos las bendiciones que cada situación trae. Nos quejamos porque no vemos las situaciones como Dios las ve.
Es aquí donde la Biblia tiene para nosotros principios verdaderamente transformadores. Las buenas noticias para nosotros son que la solución a toda esta vida de queja e ingratitud es lo que la Escritura llama: contentamiento. Por esto, todo este mes estaremos considerando el contentamiento desde la perspectiva bíblica.
Podríamos definir contentamiento como una actitud de gratitud a Dios por todo lo que tengo, soy y pasa en mi vida, confiando que Él lo permite para mi bien.
El contentamiento no es lo mismo que el conformismo.
El conformismo dice: El contentamiento dice:
“Ni modos” “Gracias Señor”
“Total, ni quería” “Se que esto es lo mejor para mí”
“Estoy así por la culpa de los demás” “Confío en ti Señor”
“Voy a vivir con amargura” “Voy a vivir para servir a Dios”
Comencemos considerando 1 Tesalonicenses 5:16-18.
El apóstol Pablo había estado en Tesalónica un tiempo muy breve. Pero aunque su estancia fue breve, hubo varias personas que sí creyeron en verdad en el Señor a quienes tuvo que dejar porque lo estaban persiguiendo los judíos. Al cabo de un tiempo, el apóstol les escribe esta epístola para confortarlos en sus persecuciones por Cristo, también para enseñarles cómo vivir como cristianos en el mundo pagano en el que vivían y aclararles ciertos puntos importantes sobre la segunda venida de Cristo. Ya para el final de la epístola encontramos una serie de instrucciones que Pablo da a esta iglesia joven, entre otras cosas les dice: “Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús”.
Enseguida llama la atención el lenguaje tan extremo que usa Pablo….alegres..SIEMPRE. oren…SIN CESAR. Den gracias…EN TODA SITUACIÓN. Pues aunque parezcan extrañas, en la Biblia abundan este tipo de instrucciones. Son instrucciones bastantes comunes de la Escritura. Lo cual nos indica que debemos tomarlas con seriedad. Pablo está describiendo con estas instrucciones lo que implica tener contentamiento: tener una disposición alegre o de satisfacción, estar en perseverante comunicación con el buen Padre Celestial y tener una constante actitud de gratitud a Dios por todo. Así se ve una persona con contentamiento bíblico.
Ahora bien, quizá uno pueda pensar ¿Cómo puedes decir que estemos alegres o gozosos siempre? ¿Acaso se trata de vivir en negación de las realidades de la vida? ¿Negar los problemas? ¿Hacer de cuenta que las cosas no son siempre ideales? ¿Qué a veces las situaciones son estresantes, frustrantes y difíciles?
Por supuesto que no. No se trata de hacerle como “Rambo” que cuando cuando se estaba cosiendo una herida sin anestesia se repetía a sí mismo: “no hay dolor, no hay dolor”. No se trata de que digas cuando te acabas de quedar sin trabajo… “no hay dolor”. O cuando entraron los ladrones a tu casa y se llevaron cosas de gran valor para ti digas: “no hay dolor”. O que cuando haya en enfermedad o dificultades en casa digas: “no hay dolor”.
No se trata de negar las situaciones sino de trascender las situaciones. Es decir, de ver más allá de las situaciones, pues el contentamiento que podemos experimentar no depende de que haya buenas situaciones en la vida, sino a pesar de las malas situaciones podemos experimentarlo.
¿Y dónde está la clave para experimentar este tipo de contentamiento? La última parte del versículo 18 dice: “Porque esta es la VOLUNTAD DE DIOS para con vosotros”. El contentamiento no depende de buenas circunstancias sino en ver más allá de cualquier circunstancia, a un Dios que está obrando todas las cosas para nuestro bien. Es saber que a pesar de cualquier situación por difícil que sea, Dios no se ha ido de vacaciones o es ajeno a nuestro sufrimiento. Sino confiar que Él tiene todas las cosas bajo su control. Por eso decimos este día: El contentamiento es el fruto de la confianza en Dios.
Los que están en Cristo, es decir, los están en una relación creciente con Cristo, pueden confiar que en él, todas las cosas les ayudan para bien. Pueden confiar que de toda situación dura, saldrá algo que será provechoso para su crecimiento y prosperidad espiritual. Por la vida, muerte y resurrección de Cristo, es decir, por su obra completa de redención, podemos confiar que la voluntad de Dios en Cristo Jesús se cumple en nuestras vidas. Somos de él y para él. En sus manos estamos seguros sea lo que sea que enfrentemos.
Cuando vemos nuevamente estas instrucciones que aparentemente eran extremosas con esta nueva perspectiva, podemos ver que ya tienen más sentido. En Cristo, la voluntad de Dios se está cumpliendo y él está usando toda situación para llevarnos al punto donde nos quiere tener. Quizá ahora no se vea la luz en esta situación, pero a la larga, Dios hará cosas maravillosas para el bien de los que le aman.
Por eso la Biblia nos dice, la voluntad de Dios es que:
a) Estén alegres. Tenemos razón para tener una disposición o tendencia hacia a el gozo cuando vemos las cosas como Dios la ve. Tenemos razón para experimentar esa alegría cuando confiamos en que Dios está obrando aunque no lo entendamos en este momento. El contentamiento es el fruto de la confianza.
b) Oren sin cesar. Cuando confiamos en el Padre que nos escucha y responde podemos orar constantemente, sabiendo que no estamos solos. En toda situación sea de bendición o de dificultad, podemos hablar igual con el Padre en quien confiamos.
c) Den gracias en todo. Si Dios permite toda situación para sus fines gloriosos en nuestras vidas, entonces, aun aquellas situaciones que no nos agradan mucho en el momento tienen una razón de ser. Podemos darle gracias a Dios por estar pendiente de nosotros y estar dirigiendo todas las cosas para nuestro bien. El contentamiento es el fruto de la confianza.
Podemos ver esta realidad al considerar la vida de José en el libro de Génesis. José no tuvo una vida fácil. Fue odiado por sus hermanos hasta al grado de traicionarlo y venderlo como esclavo para deshacerse de él (y es que le fue bien porque lo querían matar). En Egipto, como esclavo, fue calumniado por la esposa del amo porque no accedió a sus peticiones inmorales. Por esto, fue echado injustamente en la cárcel y allí fue abandonado por unos años. Todo este tiempo José pudo haber pensando dónde estaba Dios en todo esto y olvidarse de él por lo difícil de sus situaciones y pudo haber llevado una vida de queja y amargura. Pero no fue así.
Al final, el pudo ver que todas esas situaciones incomprensibles lo prepararon paso a paso hasta llegar a ser el segundo hombre más poderoso en el imperio que dominaba la tierra en ese entonces. El pudo, al final, decirle a sus hermanos con mucha convicción y gratitud a Dios: “Es verdad que ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente”(Génesis 50:20).
José pudo vivir una vida de contentamiento porque aprendió a confiar en Dios en cualquier situación que venía ((y vaya que sus situaciones fueron difíciles!). El Contentamiento es el fruto de la confianza en Dios.
¿Cómo se verá esta verdad aplicada a tu vida y a mi vida? Si creemos que Dios hace su voluntad por medio de Cristo en nuestras vidas entonces, confiemos en Dios en toda situación.
Por eso, si eres de las personas que tienden a ver lo malo de cada situación, a enojarse, entristecerse o guardar amargura, esta verdad puede cambiar tu disposición automática. Confía en Dios y se intencional en tener una actitud positiva hacia la situación. No te ahogues en un vaso de agua. No estés buscando culpables o con quien desquitar tu frustración. Confía y gózate en saber que Dios está contigo y pregúntate cómo te está pidiendo Dios que respondas y actúes en esta situación.
Si tiendes a desesperarte por situaciones de la vida, haz una alto y confía en Dios. Comunícate con él constantemente. La oración constante te hará experimentar su presencia en tu vida y traerá la paz que sobrepasa todo entendimiento.
Si eres de los que viven quejándose por la situación, confiando en la voluntad de Dios en tu vida, ahora agradece en vez de quejarte. Se intencional en darle gracias a Dios por cada situación. Tienes razón para hacerlo. En Cristo, esta es la voluntad de Dios para contigo.
La Biblia nos llama a una vida de contentamiento. A medida que crezcamos en nuestra confianza en Dios, nuestro contentamiento también crecerá porque el contentamiento es el fruto de la confianza en Dios. En esa situación difícil que estás atravesando por la que quizá ya te has estado quejando, ahora que sabes lo que Dios está haciendo en ti por la obra de Jesucristo, en vez de quejarte dí: “gracias señor”, “Se que esto es lo mejor para mí”, “Confío en ti Señor”, “Voy a vivir para agradar a Dios”.