El amor es compromiso
Intro: Todo este mes hemos estado hablando del amor, tratando de entender qué es el amor verdadero. Lo primero que dijimos es que el amor es de Dios, le pertenece a él; el define, describe y ejemplifica el amor porque él mismo es amor. Toda versión del amor que no encaja con la medida establecida por Dios, es una versión impostora del amor.
También dijimos que el amor se trata más bien de acciones que de emociones y que la esencia del amor es sacrificar nuestro bienestar por el de alguien más; es anteponer el bien de otro al nuestro.
Nuestra oración es que la aplicación de estos conceptos bíblicos venga a revolucionar nuestras relaciones y nuestras vidas. Y es que detrás de todo problema relacional, familiar, matrimonial o social, generalmente está un entendimiento distorsionado y pecaminoso del amor y de las relaciones.
Por eso es muy importante apuntalar el concepto bíblico del amor en nuestros corazones, porque la práctica de una versión pirata del amor puede causar estragos y desastres en nuestras relaciones y familias.
Normalmente, pensamos del amor en término de emociones o sentimientos. Decimos: “Yo amo” porque siento en mi pecho un millar de mariposas revoloteando. Decimos: “Ya no amo” porque dejamos de sentir este fenómeno emocional. Tendemos a identificar el amor con estas emociones, de tal forma que pensamos que la esencia del amor son esas emociones agradables que sentimos en nuestro interior.
Qué fácil es ser caballeroso cuando sientes las emociones impetuosas en tu pecho.
Qué fácil es sonreír cuando hay un río de sentimientos desbordados.
Qué fácil es servir cuando las emociones van por delante.
Qué fácil parace el amor cuando lo identificamos con las emociones.
Pero qué tan fácil es servir a alguien que no te agradece ni te corresponde.
Qué tan fácil es hablar bien de alguien que se dedica a hablar mal de ti.
Qué tan fácil es hablar con paciencia y amabilidad a quien te habla con hostilidad.
Qué tan fácil es tratar bien a quien te ha tratado mal.
Qué tan fácil es hacer lo correcto cuando por más que buscas no hallas emociones ni maripositas en tu pecho.
Qué difícil se torna la vida cuando en casos como estos identificamos al amor con las emociones. Si crees que amar es básicamente sentir esas emociones agradables, el realizar estos actos resulta prácticamente imposible.
Cuando alguien te habla con hostilidad, lo que quieres es devolver esa hostilidad, y si piensas que amar se trata básicamente de sentir emociones agradables hacia esa persona que te está ofendiendo, pues este contexto se convierte en algo imposible de soportar. Es humanamente impensable “amar” de esta manera.
Pero cuando Dios nos habla del amor, no hace tanto énfasis en las emociones como lo solemos hacer nosotros. Cuando Dios habla del amor le da un enfoque distinto al nuestro. Y conste que Dios es el autor, origen, ejemplo y medida del amor.
Dios habla del amor en términos de acciones, palabras y actitudes. Por ejemplo en 1 Corintios 13: 4-8: El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso.5 No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor.6 El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad.7 Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 El amor jamás se extingue,
Dios habla del amor en términos de ser paciente, bondadoso, decir la verdad, ser perseverante, en no tener envidia, en no buscar lo que te beneficie más, sino lo que beneficie a los demás, en no ser presumido, en estar dispuesto a soportar dificultades, etc. Como podemos ver, desde la perspectiva de Dios, el amor es algo que se ve en acciones, palabras y actitudes; no es que las emociones queden excluidas, pero sí pasan a un segundo plano. Lo principal en el amor bíblico es que el amor se ve, se escucha, se palpa, se gusta, el amor son palabras, acciones y actitudes encaminadas al bien de otra persona.
Si queremos practicar una perspectiva bíblica debemos enfocarnos menos en sentir. Contrario a la perspectiva cultura del amor, las emociones no son el énfasis o la esencia de nuestro enfoque, así que debemos dejar de preocuparnos tanto por lo que sentimos o no sentimos en un momento dado y poner toda nuestra atención en las palabras, acciones y actitudes que manifiesten el amor verdadero a otras personas. Enfócate menos en sentir.
La emoción llegará a su momento, pero no esperes la emoción para iniciar la acción. En el amor, desde la perspectiva cultural, la emoción es requisito para la acción, pero en el amor bíblico normalmente, la acción precede a la emoción. Por eso no malgastes tiempo y vida enfocándote en un aspecto secundario del amor. Paralizándote porque no sientes. Mejor enfócate en las palabras, acciones y actitudes que manifestarán el amor de acuerdo con Dios.
Pero hay algo más que debemos añadir a esto. No se trata nada más de cualquier palabra, acción o actitud que se nos ocurra para el bien de otro. Estas palabras, acciones y actitudes deben ser seleccionadas de acuerdo con un criterio muy particular.
Dice 2 Juan 5-6: Y ahora, hermanos, les ruego que nos amemos los unos a los otros. Y no es que les esté escribiendo un mandamiento nuevo sino el que hemos tenido desde el principio.6 En esto consiste el amor: en que pongamos en práctica sus mandamientos. Y éste es el mandamiento: que vivan en este amor, tal como ustedes lo han escuchado desde el principio.
Amar no es un mandamiento nuevo, es el mandamiento que desde el principio el Señor nos dejó. El amor debe caracterizar nuestras relaciones y nuestro trato el uno con el otro. Pero 2 Juan 6 agrega una definición muy útil acerca del amor: Juan nos dice “En esto consiste el amor”… “Oigan les voy a dar una definición y descripción de lo que es amar según Dios”
¿Cuál es su propuesta? Lo que sigue es algo inesperado. Nos dice que amar es poner en práctica los mandamientos de Dios. ¡Qué tan rara puede sonar esta definición de amor a los oídos acostumbrados a pensar en el amor en términos de emociones! ¿¿¡¡Amar es obedecer los mandamientos de Dios!!?? Pero cuando lo piensas más detenidamente, te das cuenta que tiene mucho sentido.
Dios nos dio la Escritura para que vivamos en armonía y paz con Él y nuestro prójimo. Cuando mi enfoque es cumplir los mandamientos de Dios entonces hablo la verdad con mi prójimo, busco maneras de bendecirlo en vez de perjudicarlo, seré fiel a mi cónyuge en cualquier circunstancia; no envidio las bendiciones de mi prójimo sino me gozo con él; no robo lo que Dios le ha dado sino le ayudo a cuidarlo para que prospere aun más. En fin, cuando cumplo los mandamientos de Dios realizo acciones, palabras y actitudes que vienen a redundar en bendición para mi prójimo.
El amor entonces es vivir con un fuerte y firme compromiso con los mandamientos de Dios. Un compromiso en hacer lo correcto, lo mejor, lo más santo, lo más puro, lo que glorifique a Dios, lo que agrade a Dios. Es realizar esas acciones, decir esas palabras, tener esas actitudes que estén de acuerdo a lo que Dios manda y lo que él ordena siempre es para el beneficio de mi prójimo.
Ilustra: Mi vida fue muy desafiada cuando conocí a una familia en la que la esposa había sufrido un derrame y había quedado en estado vegetativo. Ella vivió más de un año en este estado y nunca recuperó la conciencia hasta su muerte. Su esposo y sus familiares se dedicaron a cuidarla durante todo este tiempo. Cuando yo los conocí, ella ya estaba muy consumida; era alimentada por una sonda y el verla era desconsolador. Pero su esposo y familiares, fielmente, cada día renovaban fuerzas para atenderla, asearla, cuidarla y alimentarla sin recibir la más mínima respuesta por su estado de profunda inconsciencia. Aunque mostraban señales de cansancio físico, no por eso claudicaban en su tarea ardua y pesada de atenderla en su necesidad.
Quedé muy impactado porque tenía ante mí un ejemplo palpable de amor. Este amor, no era como la versión del amor más común que vemos a nuestros alrededor caracterizada por emociones desbordadas y sentimientos caprichosos y obstinados. No tenía nada de romántico este cuadro. Pero al presenciarlo, no te cabía duda que estabas frente a frente con el amor verdadero, con el amor que sí llena, con el amor que todo lo sufre, que todo lo espera, que todo lo soporta, que nunca deja de ser.
Ver a estas personas servir incondicional y desinteresadamente a esta mujer me llevó a pensar en el amor en otro de sus conceptos descritos en la Escritura: la palabra compromiso; el amor es compromiso; compromiso con la voluntad y mandamientos de Dios.
Por eso, basándonos en esta perspectiva bíblica del amor como compromiso con los mandamientos de Dios podemos decir como aplicación: Enfócate menos en sentir y más en obedecer. La pregunta no es: ¿Qué siento? Sino ¿Qué pide Dios de mí en esta situación, en esta relación, en esta posición?
¿Qué rostro tiene esta verdad bíblica en la vida diaria? ¿Cómo se ve el amor bíblico que consiste en poner en práctica los mandamientos de Dios?
• En un esposo que trata y habla a su esposa tiernamente como a una princesa.
• En una esposa que muestra un profundo respeto por su esposo, lo hace sentir como un superhéroe.
• En un padre que da instrucciones a sus hijos bien pensadas, no producto de su capricho, humor o conveniencia egoísta.
• En una madre que corrige a sus hijos sin gritos ni amenazas, sino pastoreando su corazón.
• En un hijo que honra a sus padres en público y en privado.
• En el adolescente que se goza con los triunfos y éxitos de sus hermanos en vez de llenarse de envidia.
• En un abuelo que anima a sus nietos a obedecer a sus padres en vez de hacerse cómplice de ellos para faltar a la obediencia.
• En permitir que nuestros hijos enfrenten las consecuencias de sus decisiones y no querer siempre librarlos de las consecuencias que su necedad trae a sus vidas.
• En dar una respuesta suave y amable a tu compañero de trabajo que está buscando tu mal (y te está hablando a gritos).
• En exhortar con sabiduría a nuestro hermano que está andando en un camino peligroso que lo podría apartar de Dios, aunque hacerlo no sea lo más cómodo o más agradable.
• En velar por las necesidades materiales de las personas con carencias a tu alrededor.
En fin, el amor se traduce en actitudes, palabras y acciones comprometidas con Dios para el bien de los demás. Por eso Enfócate menos en sentir y más en obedecer.
Las buenas noticias para los que tienen una relación creciente con Cristo son que la vida, muerte y resurrección de Jesucristo, es decir su obra de redención a nuestro favor, nos habilita para poder amar en verdad. Si estás en Cristo, hay buenas noticias porque tus relaciones pueden cambiar pues has sido amado por Dios en Cristo y esto te da la capacidad de amar como Dios quiere que lo hagas. Por eso la Biblia nos dice una y otra vez que nos amemos unos a otros, pues hemos sido amados por el Padre y lo demostró en la Cruz del calvario.
Por eso con esperanza y fe, y por la gracia de Dios, enfócate menos en sentir y más en obedecer, porque el amor consiste en poner en práctica los mandamientos de Dios en toda tu red de relaciones para la gloria de Dios.