La medida del amor
Intro: Un día nos dimos cuenta que mi hijo Josué probablemente necesitaría zapatos ortopédicos. Así que necesitábamos ir a ver a un especialista. Le pregunté a mi hermano Rubén, a quién de sus colegas me recomendaba. Y me sugirió a un ortopedista, conocido suyo. Para esas fechas, Rubén tenía a penas unas semanas de haberse casado. Cuando llegamos al doctor, éste me recibió con mucha familiaridad. Pero cuando le dije, “le traigo a mi hijo para ver si necesita algún tratamiento ortopédico”, me miró con extrañeza. Josué, tenía casi tres años, así que vio con extrañeza a mi esposa y a mi hijo. Después de un rato, me di cuenta de lo que estaba pasando. El ortopedista me estaba confundiendo con mi hermano Rubén. Él sabía que Rubén se acaba de casar con una señorita soltera, y ahora se presentaba Rubén con otra “esposa” y su hijo. Después que le hice la aclaración de su confusión, pude escuchar un suspiro de alivio.
Para bien o para mal, las personas constantemente me confunden con mi hermano. Todavía el otro día, fui a una farmacia para comprar un medicamento, pero había olvidado mi receta y no me acordaba muy bien del nombre, el joven de la farmacia me miro un poco extraño y me dijo: ¿Pues no es usted doctor? ¿No es usted el Doctor Rubén Madera? Una vez más dije la conocida cantaleta: No, el doctor es mi hermano.
O como aquella vez que un vecino que casi no conocía tocó a mi puerta y me preguntó qué podría tomar para la diarrea. Le dije, “pues yo tomo Escapar, pero no se ...” Y el me preguntó: ¿Pues no eres doctor? Y una vez más tuve que decir el consabido estribillo: “No, el doctor es mi hermano”
La gente constantemente me confunde con mi hermano. Entonces, estoy pensando que como supuestamente nos parecemos tanto, un día le voy a dar vacaciones a mi hermano e iré a su consultorio y le desahogaré algunas de sus citas. ¿Qué piensan? ¿Quién se anota? No creo que alguien quiera arriesgarse porque aunque yo me parezca mucho a mi hermano, no soy el doctor Madera. Aunque pueda pasar en un momento dado por él, en realidad nunca podré ser efectivo en el trabajo que sólo él sabe hacer. Aunque sea muy parecido, no soy él. Si lo intentara sería un impostor.
Algo parecido sucede con algo de lo que hablamos mucho; inclusive, en la cultura este mes se celebra por todas partes ¿De qué estamos hablando? Por supuesto, del amor. Todos hablan del amor: amor de verano, amor a primera vista, amor de lejos, amor materno, amor eterno, amor platónico, amor imposible, amor prohibido, primer amor.
También vemos y escuchamos a los “expertos” hablar del amor en los programas de televisión y radio y el cine. Todos hablan del amor como expertos. Todos dicen en qué consiste y cómo debemos practicarlo.
Todos hablan del amor, pero al final muchas veces lo que encontramos es un amor impostor. Un “wilbur” Queriéndose pasar por doctor. Finalmente encontramos que lo que llaman amor no funciona, ni trae los beneficios que promete. Es un falso amor. Un amor pirata. Y ese tipo de “amor” hace mucho daño a los individuos y la sociedad.
Por eso La Biblia tiene respuesta para nosotros. Hay buenas noticias porque Dios nos ha revelado de dónde viene el amor; qué es el amor y qué requiere el amor. De esta manera, podremos detectar el amor pirata cuando lo encontremos y podremos practicar el amor bíblico, el amor verdadero Amor verdadero es el tema que estaremos explorando este mes Pero por hoy sencillamente nos enfocaremos en la medida o el origen del amor.
Los cristianos no tenemos que estar buscando ni ideas ni modelos del amor porque tenemos la más clara enseñanza acerca de él: Sólo en Dios conocemos el amor verdadero. 1 Juan 4:7-9
7 Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce.8 El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.9 Así manifestó Dios su amor entre nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de él.
Lo primero que encontramos en este pasaje es que dice que el AMOR ES o Viene de DIOS.
Cuando dice “es de Dios” o “viene de Dios” está diciendo que el amor procede de Dios y que el amor le pertenece a Dios.
El amor no es un invento humano, ni es fruto de una evolución de las especies, el amor procede y pertenece a Dios.
Dios es quien dice qué es, cómo es, y para qué es. El es el único que tiene los “derechos de autor” sobre el amor. Es decir, que no tenemos que ir por la vida inventando ni modelos ni ideas, sino tenemos que escuchar la voz del fabricante, la voz del diseñador, la voz del creador.
Es decir, que el verdadero amor viene de Dios y este amor se comporta de acuerdo con Dios. No puedo decir que experimento el verdadero amor cuando estoy viviendo y haciendo lo contrario o lo desaprobado por Dios.
No puedo decir que es amor verdadero si en nombre de ese supuesto amor estoy buscando una relación con otra persona que no es mi cónyuge; si en nombre de ese supuesto amor hago a un lado mi pureza sexual; si en nombre de ese supuesto amor dejo sin corrección y dirección bíblica a mis hijos y permito que hagan todo lo que desean.
Ese es un amor “pirata”; es un amor falso e impostor; es un “wilbur” queriendo aparentar ser doctor. No funciona, no tiene poder, no te llena, no alcanza, no logra nada. Porque Sólo en Dios conocemos el amor verdadero.
Al final del versículo 8 Juan concluye: DIOS ES AMOR. Dios es el origen del amor porque el amor sale del mismo ser de Dios. Es parte de su ser. Es un atributo de Dios.
Puesto que el origen del amor es Dios entonces, si el amor que practicamos viene de él debe forzosamente producir manifestaciones y frutos acordes con el carácter y la ley del autor de amor.
Es decir, lo que motiva el amor; Lo que se siente por el amor; Lo que se dice por el amor; Lo que se hace por el amor, tiene y debe estar de acuerdo con el carácter y la ley de Dios, porque el amor es de Dios y Dios es amor.
Las manifestaciones del amor deben tener el sello de Dios. Si no tienen el sello de garantía,
Dios no se responsabiliza por los daños que pueda causar ese “seudo amor”. Porque Sólo en Dios conocemos el amor verdadero.
Al final del versículo 7 y principio del 8 nos dice: …todo el que ama ha nacido de él y lo conoce.8 El que no ama no conoce a Dios…
Aquí se nos reafirma la idea de que es imposible conocer a Dios y no amar verdaderamente. También es imposible pretender amar en verdad, sin haber conocido a Dios.
Cuando amamos en verdad, damos evidencia de que conocemos a Dios. Cuando amamos siguiendo el instructivo de Dios, cuando las manifestaciones de nuestro amor están de acuerdo con Dios, entonces mostramos que conocemos al dueño, origen y medida del amor: Dios. Porque Sólo en Dios conocemos el amor verdadero.
Pienso que es un buen momento para evaluar nuestras vidas. Al considerar nuestra relación con otras personas, llámese cónyuge, hijos, amigos, compañeros, vecinos, prójimos, ¿Qué evidencia dan mis acciones, palabras y actitudes hacia ellos respecto al amor?
• ¿Estoy practicando el amor verdadero, el que es de acuerdo con el carácter de Dios?
• ¿Es evidente esto en mi trato a mi esposa o esposo?
• ¿Reflejo el carácter de Dios cuando hablo con mis hijos para instruirlos?
• ¿Respeto a mi novia o novio como Dios desea que lo haga?
• ¿Cuido mi pureza sexual y la de los que me rodean?
• ¿Tengo interés genuino en los problemas de los demás?
• ¿Comparto generosamente las bendiciones que Dios me da?
• ¿Tengo una actitud de servicio hacia mi prójimo?
No se si a ustedes, pero a mí estas preguntas me abruman, porque tengo que reconocer cuán imperfectamente estoy amando y cuánto me falta crecer en el amor bíblico.
Pero hay buenas noticias para todos nosotros que queremos crecer en el verdadero amor. El versículo 9 nos recuerda: Así manifestó Dios su amor entre nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de él.
Dios hizo algo maravilloso; no sólo nos indicó o instruyó acerca del amor, sino nos dio la lección más objetiva y práctica que pudiéramos recibir: nos dio a su hijo. Jesús vino a este mundo y vivió, murió y resucitó para ser el Señor. Y puesto que él lidió con nuestro problema más grande que es el pecado, podemos ahora nosotros tener la fe y la esperanza de ser transformados, por gracia y por el poder de Dios, cada día más a semejanza de Jesucristo.
Ilustra: Le preguntaron a un niño de 5 años que definiera lo que es el amor y dijo: “Amor es lo que hizo Dios cuando pudo haber dicho unas palabras mágicas para que los clavos se cayeran de la cruz, pero no lo hizo”.
Dios, que es amor y la medida del amor, nos amó al enviar a su hijo para que podamos tener vida abundante y eterna. Podemos tener la esperanza de amar como Dios ama porque hemos experimentado el amor de Dios. Porque Sólo en Dios conocemos el amor verdadero.
Puesto que él nos ha amado, podemos nosotros amar ahora. Por eso Juan en el versículo 8 comienza dando una instrucción importante: “Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros”.
Si estás en una relación creciente con Cristo, esta sencilla instrucción puede revolucionar tu vida, tu matrimonio, tu familia, tu iglesia, tu entorno.
Si has experimentado el amor de Dios, si has conocido a Dios, entonces conoces el amor verdadero y puedes amar como Dios ama.
Esto quiere decir que tus palabras, acciones y actitudes hacia tu cónyuge pueden ser diferentes. En vez de palabras de amargura, irritación y desdén puedes dar palabras de ánimo, paz y respeto.
Joven, esto quiere decir, que en Cristo y por gracia, puedes someterte como hijo a tus padres dándoles un lugar de honor.
Esto quiere decir que puedes abandonar el rencor y la enemistad y buscar la paz con esa persona que hace mucho tiempo no hablas y siempre evitas en las reuniones.
Esto quiere decir que en lugar de demandar, buscar tu ventaja y acaparar en tu relación con tu prójimo, puedes servirle, buscar su beneficio y compartir tus bendiciones con él o ella.
Esto quiere decir que en cada relación, interacción y comunicación puedo reflejar el carácter de Dios al amar a mi prójimo con amor verdadero, con amor de acuerdo con la medida de Dios. Porque él nos ha amado y le conocemos.
Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo aquel que ama es nacido de Dios y conoce a Dios…porque Dios es amor. Sólo en Dios conocemos el amor verdadero y él nos ha enviado amarnos unos a otros. Esto es más que un concepto interesante o bello, esta es una verdad que debe encarnarse en cada aspecto y relación de nuestra vida para la gloria de Dios.