UN REGALO INDESCRIPTIBLE
2 Cor. 9:15
¿Por qué un regalo sería indescriptible? Cuando lo ves dices: “es muy hermoso y es lo que toda mi vida había anhelado. Me produce bonitos sentimientos, porque me lo dio la persona que yo más quiero”
Les voy a decir cuáles son los regalos considerados más sorprendentes del mundo:
1. El automóvil “Jaguar 220” cuesta solamente 590 mil dólares y hacen solo 250 cada año.
2. Un frasco de cera para el “Jaguar 220” cuesta 3 400 dólares.
3. Un asiento para el sanitario, de oro con piedras preciosas incrustadas 300 mil dólares.
4. Un yoyo de oro 10 mil dólares.
5. Unos lentes de sol a sólo 27 mil dólares.
Estos regalos son sorprendentes pero descriptibles.
Pablo estaba hablando de los dones materiales que la iglesia de Corinto mandó a los hermanos pobres de Jerusalén les dijo que el que siembre escasamente también escasamente segará, y que hicieran como Dios que nos dio el regalo inefable.
En estos días los predicadores intentamos describir a Jesús, pero no podemos, los músicos han compuesto sus grandes temas describiéndolo como “El Mesías de Hendel”; el oratorio de navidad de Bach; “Santa noche” esos músicos también han intentado describir a Jesucristo encarnado, pero no han podido hacerlo perfectamente.
¿Por qué es inefable?
I. POR SU NATURALEZA
II. POR EL PROPÓSITO DE SU VENIDA
III. POR LA GRACIA QUE NOS TRAJO
IV. POR SU EFECTO QUE PRODUCE AL QUE LO RECIBE.
I. POR SU NATURALEZA.
¿Cómo describir a un bebé nacido de una virgen? ¿A Dios hecho carne? ¿Cómo describir a una persona 100% Dios y 100% hombre caminando entre nosotros para salvarnos?
El profeta Isaías lo llamó “Emanuel” = Dios con nosotros.
¿Cómo describir aquel que es Espíritu si nosotros solo experimentamos, vemos y sentimos lo material? ¿Cómo describir al que sabe todo, si nosotros sabemos muy poco?
El concilio de Calcedonia en 451 intentó describir a Jesucristo así:
“Perfecto en divinidad, perfecto en humanidad; verdadero hombre con una alma racional y con cuerpo, consubstancial con el Padre, Semejante a nosotros en todo pero sin pecado. Engendrado del Padre antes de todos los siglos, y en estos últimos años y por nuestra salvación nació de la virgen María, Sus dos naturalezas no se confunden, cambian, ni se separan.
¿Entendieron eso? Ni yo. Jesucristo es el don inefable.
II. POR EL PROPÓSITO DE SU VENIDA
Los ángeles anunciaron a los pastores el propósito de su venida:
“Les ha nacido hoy en la ciudad de David un Salvador que es Cristo el Señor” Jesucristo vino a salvar a su pueblo de sus pecados.
Mateo 1:21 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
1 Juan 3:5 Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él.
1 Timoteo 1:15 Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.
¡Gloria a Dios en las alturas, Paz en la tierra, buena voluntad para con los hombres!
Cuando se creó la ONU se pensó que por fin iba a haber paz en la tierra, se han firmado tratados de paz entre las naciones pero se han violado y no ha habido paz, porque la naturaleza pecaminosa del hombre no cambia con tratados de paz humanos.
La solución que Dios vio para el hombre no fue de buena educación, ni más dinero, sino de un Salvador que es Cristo el Señor, El es el único que puede cambiar nuestro corazón, nuestra voluntad y salvarnos del infierno.
¿Cómo podemos describir el propósito de su venida? No podemos, Jesucristo es el don inefable.
III. POR LA GRACIA QUE NOS TRAJO
Nosotros compramos regalos a nuestra familia, o a los que nos regalan; y damos comida al hambriento, porque sentimos que le debemos algo a la humanidad.
El Espíritu Santo describe a Cristo como “Su don inefable”,es decir, Dios no tenía ninguna obligación de darnos a su Hijo, y nos lo entregó, a pesar de que nosotros lo único que le dábamos eran rebeliones.
“Cuando estábamos en nuestros pecados, cuando éramos sus enemigos, Dios muestra su amor para con nosotros en que Cristo murió por nosotros.
Jesús cambió su trono de gloria, por un duro pesebre, eso es un regalo de gracia indescriptible. ¡Gracias a Dios por su don inefable!
IV. POR SU EFECTO QUE PRODUCE AL QUE LO RECIBE.
¿Cuándo abres el regalo que te dio tu esposa y ves que es el perfume que a ti te gusta, ¿El perfume te quita lo borracho? ¿Te hace más santo? No, porque el perfume solo se queda afuera, sobre tu piel, no puede transformar tu corazón y en unas horas se acaba su efecto.
Cuando nosotros recibimos el regalo inefable de parte de Dios, que es Jesucristo, seremos transformados a la imagen de él, porque viene a morar en nuestra alma; y su efecto no se acaba, perdura toda nuestra vida, este don inefable transforma nuestras vidas.
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas”
1. El primer resultado de recibir a Jesucristo en nuestra vida es el perdón de todos nuestros pecados.
Hechos 10:43
De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre.
Algunas personas piensan que eso del perdón de los pecados, es algo muy elemental, “¿no hay alguna cosa nueva que me pueda decir? No, no es algo elemental, el perdón de pecados es lo más importante que alguien pueda recibir.
El perdón de Cristo incluye todos los pecados, Dios los olvida, nunca más se acordará de ellos, los aleja de nosotros como está el oriente del occidente, los sepulta en lo más profundo del mar.
Jeremías 31:34
Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.
2. Somos adoptados como hijos de Dios, recibidos en su familia, nos da la ciudadanía de la patria celestial, y somos coherederos de todas las cosas, juntamente con Cristo. Antes éramos extranjeros, ahora somos hermanos y hermanas, porque todos hemos recibido el regalo inefable de Dios.
1 Juan 3:1 Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.
3. Cuando recibimos a Cristo, se nos da el Espíritu Santo para que more en nosotros para siempre, para que nos guíe, consuele, proteja, y fortalezca, nos da dones, y frutos.
Jn. 7:37 “Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
39 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él
4. Cuando recibimos a Cristo, por fin tenemos una paz que el mundo nunca nos había dado y la experimentamos especialmente cuando enfrentamos diferentes crisis de la vida, siempre podemos ver más allá de las aflicciones, y vemos a Cristo, que nos da su victoria.
Juan 14:27
La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
5. Por haber recibido a Cristo como tu Salvador, tenemos una mansión eterna en el cielo que igualmente es un lugar que va más allá de nuestra capacidad de describir.
Ya sabía que no iba a poder describir lo que es mi Cristo, pero lo que sí podemos hacer es caer de rodillas ante él y agradecerle que quiso ser Emanuel = Dios con nosotros; pero sí podemos decirle: ¡Gracias a Dios por su don inefable!
Dios nos vio vacíos, sin esperanza, siguiendo la corriente del mundo, siguiendo los deseos de nuestras concupiscencias, en tinieblas.
Vino a terminar con los efectos del pecado en tu vida: lágrimas, dolor, enfermedad, guerras, divisiones, divorcios, pleitos, discordias, adulterio, Recibe el don inefable de la navidad: Jesucristo.
¿Cómo podré expresarles mi amor? Si voy personalmente con toda mi gloria, van a tener miedo, van a huir de mí, nunca van a pensar que pueden venir a mí y hablarme.
Si les hablo, van a escuchar mi voz como de trueno y también van a tener miedo como lo tuvo Israel, y nunca van a saber que los amo con amor eterno y que quiero extender misericordia.
Gracias a Dios, Él también es sabio, y pensó en un bebé. Los bebés no asustan a la gente, son tiernos, su piel es suave, todos desean abrazarlos, o por lo menos tocarlos, ellos experimentarán mi amor y yo también experimentaré su amor por medio de un bebé. ¡Gracias a Dios por su don inefable!
Lo bueno es que para recibir ese don, no necesitamos describirlo, simplemente recibirlo ¿Te gustaría? Sí ¿cómo lo hago? Como los pastores, vamos apresuradamente al pesebre, y recibámoslo en nuestro corazón con amor y luego exclamar como el Apóstol Pablo: ¡Gracias a Dios por su don inefable!