NUESTRO REY SERVICIAL
Juan 13: 1-17; 34-35
Por las últimas cuatro semanas hemos estado estudiando el tipo de amor y servicio que Dios espera de cada uno de nosotros. Hemos utilizado diferentes pasajes de la biblia para demostrar como luce en la práctica—en la vida diaria—ese tipo de amor y servicio a Dios. Y hoy podemos concluir que amar a Dios se traduce en 1) en hacerles el bien a los demás, 2) en amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, 3) en un compromiso a ayudar—en cuanto sea posible—a la gente en sus necesidades, 4) en servir sacrificialmente a las personas menos afortunadas. En otras palabras, como seguidores de Cristo no podemos presumir que amamos a Dios sino amamos y servimos—como Cristo lo hizo—a las personas a nuestro alrededor, especialmente aquellas con grandes necesidades emocionales, físicas y sobre todo espirituales.
Este viernes que paso fui a conocer el ministerio de Bridgetown Ministries, el ministerio que sirve a las personas indigentes de Portland y al cual iremos el viernes de la próxima semana para servir. Cuando me estaba estacionando, recibí la llamada de un amigo de otra iglesia, en lo que platicábamos me conto que iba con rumbo a un hotel cerca del aeropuerto a un entrenamiento para lideres. ¡Qué contraste más triste! Pensé después. Mientras un pequeño puñado de cristianos se reunía para servir a los homeless en un edificio viejo y en un lugar poco atractivo y poco seguro y así extenderles el amor de Dios a estas personas, otro grupo de cristianos se reunía en un lujoso hotel para ser entrenados en el arte del liderazgo mientras los empleados del hotel les servían a ellos. Dos tipos de cristianos: 1) El servidor y 2) el líder. ¿Cuál es la diferencia entre un servidor y un líder? La forma de encontrar significancia para sus vidas. El líder encuentra significancia a través de la posición y prestigio, y el cristiano siervo en el número de personas a las que él sirve. No quiero que me vaya a entender mal. Yo creo que necesitamos líderes en la iglesia, pero estos líderes no deberían nunca olvidarse de servir a los demás. Dios quiere que todos sus hijos sean siervos, ya que a través del servicio es como extendemos Su amor a aquellos que necesitan de Él.
Algo sorprendente en las escrituras es como los discípulos buscaban constantemente ser el más grande mientras que Jesús constantemente buscaba servir a otros.
En nuestro pasaje, Jesús se encuentra reunido con sus discípulos en el aposento alto para celebrar la última cena con ellos antes de morir en la cruz. Es importante saber que la costumbre de esos días era que el anfitrión tuviera un esclavo para que este lavase los pies de los invitados a comer. En esta ocasión Jesús y sus discípulos habían tomado prestado un aposento para celebrar juntos la última pascua y en ausencia de un esclavo, le tocaba a uno de ellos hacer ese trabajo; Pero ninguno de los discípulos quiso lavar los pies de los demás, quizás porque eso hubiese significado que admitían su inferioridad, mientras que ellos habían estado pensando en posiciones de autoridad en el reino de Cristo. Otras dos cosas importantes de poner en perspectiva es que la mesa donde se servía la comida se encontraba a solo de 18 pulgadas de altura aproximadamente, y las personas usaban sandalias y los caminos eran áridos, calientes y polvorientos. En otras palabras, la comida estaba extremadamente cerca de los pies de las personas alrededor de la mesa. Por eso la necesidad del siervo que les lavase los pies.
Imagínese esta escena: aquí viene Jesús subiendo las escaleras hacia el aposento alto. El primer discípulo entra y se da cuenta que el siervo que lava los pies no se encuentra por ningún lado. ¿Se lava él sus propios pies? ¿Se quita el su manto y comienza a lavar los pies de los demás? Ud. puede ver en su rostro que dice, “yo no lavare los pies de nadie, yo soy discípulo del gran maestro Jesús por lo tanto no soy el siervo de nadie.” Así que se apresura y tomo uno de los mejores lugares en la mesa. El segundo discípulo entra y dándose cuenta que el primero rehusó ser el siervo, el toma la misma decisión. El también busca un buen lugar en la mesa. Uno por uno, todos los discípulos hacen lo mismo. Todos pasan a la par del lebrillo, el agua y la toalla para acomodarse alrededor de la mesa mientras sus pies sucios están cerca de la comida.
Finalmente, Jesús esta con los doce discípulos en la mesa. Jesús dirige su vista al agua y la toalla, y mira los sucios pies de sus discípulos. Me imagino que el Señor habrá pensado: “¡Qué barbaridad! ¡Esto es increíble! Después de escuchar sermón tras sermón, ilustración tras ilustración, confrontación tras confrontación por tres años consecutivos, y ninguno de ellos es capaz de humillarse para servir a su hermano, ni siquiera a Mi que soy su maestro.”
Después de darles a cada uno la oportunidad de asumir el rol de siervo, Jesús se levanta de la mesa. Nadie sabe adónde va o que se dispone hacer. Jesús comienza a quitarse su manto y a atarse la toalla a su cintura—tal como era la costumbre de los siervos—después echa agua en el lebrillo y se arrodilla para lavar los pies de sus discípulos. ¡Qué imagen tan poderosa!
El propósito de este mensaje queridos hermanos es que seamos como Cristo, que aprendamos a servir a los demás tal como Él nos mando, pero más importante aún, tal como Cristo nos puso el ejemplo. Que aprendamos a ser como NUESTRO REY SERVICIAL.
La base de nuestro servicio a los demás es el ejemplo que vemos de Jesús lavándoles los pies a sus discípulos.
¿Por qué lavó Jesús los pies de sus discípulos? La respuesta es fácil,
I) Porque Él amaba a sus discípulos. Lo hizo por amor.
El (v.1b) dice: “Y habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.”
Solo necesitamos dar un vistazo a los evangelios para darnos cuenta que los discípulos del Señor no eran personas tan fáciles de amar que digamos.
Entre ellos discutían quién sería el más importante (Lucas 22: 240).
A Judas solo le interesaba el dinero y era un traidor.
Pedro negaría a su maestro tres veces.
10 de ellos iban a desertar a Jesús a la hora de su arresto.
Realmente se necesita mucho amor para poder servir a las demás personas. Jesús tuvo la motivación correcta para servir a sus discípulos: El amor. Esa debe de ser la motivación qué Ud. y Yo debemos tener para servir a otros—El amor.
Algunas personas sirven con la motivación incorrecta.
Sirven por la necesidad de apaciguar un sentimiento de culpa.
Sirven con el deseo de ganarse la gracia de Dios.
Sirven para que Dios les conceda sus peticiones.
Sirven para recibir los elogios de las personas. Etc., etc.
Escúcheme bien, el amor por las demás personas comienza amando a Dios. Cuando descubrimos que Dios nos ama con un amor eterno; Que no existe nada que podamos hacer o dejar de hacer que impida que Dios nos siga amando de la forma que nos ama; cuando comprendemos que Ud. y Yo tenemos un gran valor delante de Dios, entonces vamos a anhelar profundamente ser obedientes a Él. Y uno de los más importantes mandamientos que Él nos dio como sus hijos es de amarnos unos a otros.
Nuestro Señor en los v.v.34-35 nos dice, “Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. 35 De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros.”
Juan 14: 15, “Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos.”
1 Juan 3: 16, “En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos.”
1 Juan 4: 10-11, “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados. 11 Queridos hermanos, ya que Dios nos ha amado así, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros.”
¿Cómo podemos Ud. y Yo ser como NUESTRO REY SERVICIAL? Teniendo la correcta motivación: servir a otros por amor.
¿Por qué lavó Jesús los pies de sus discípulos?
II) Porque Su enfoque eran las necesidades de los demás.
La verdad es que vivimos en una sociedad que exalta el individualismo y el amor a uno mismo por encima de los demás. Vivimos en un mundo donde las personas buscan ser siempre los primeros, el número uno. Esto es algo muy natural en el ser humano: demandar que alguien nos sirva. Si eso era cierto en los tiempos de Jesús, créame que también es tiempo en nuestros días.
Hasta los niños buscan ser siempre los numero uno. En mi casa por ejemplo, Melissa—mi niña de sólo 5 meses—no deja de llorar hasta que alguien le dé de comer, la chinee o juegue con ella.
David por el otro lado piensa que él es todavía el bebe de la casa y compite con Melissa por la posición. Y mi Cristinita no se queda atrás, no puede ver que su papá o mamá están jugando con David porque ella hace cualquier cosa para desviar la atención a ella. Los adultos también somos así. Siempre estamos buscando el salario más elevado, la casa más grande, una vida más cómoda, el automóvil más caro que podamos comprar, y tomar las vacaciones más extravagantes posibles y no nos importa hacer cualquier cosa por conseguir tales objetivos. Lo que comienza siendo una intención saludable termina rápidamente convirtiéndose en una expresión más de nuestra naturaleza pecadora.
Somos personas obsesionadas con que alguien llene nuestras expectativas. PERO Jesús fue completamente diferente. Durante la última cena de la pascua, Jesús sabía que en cuestión de horas iba ser arrestado e iba a sufrir los más inhumanos tratos y que iba a morir en la cruz del calvario. Debería haber sido lógico que Jesús estuviera preocupado y enfocado en sus propias necesidades. Pero no fue así. Jesús se enfocó en la necesidad de sus discípulos. Y en general, Jesús nunca busco su propio beneficio. La biblia nos exhorta diciéndonos…
“No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. 4 Cada uno debe velar no sólo por sus propios intereses sino también por los intereses de los demás. 5 La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús,
6 quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. 7 Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. 8 Y al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!(Filipenses 2: 3-8, NVI)
Dice la biblia que Jesús, quien existía “en la forma de Dios” tomo la “forma de siervo.” Que quede bien claro en nuestras mentes que Jesús no cambio en ningún momento la forma de Dios por la forma de siervo, sino que Él se rebeló en la forma de un siervo.
Este pasaje de filipenses 2 y nuestro texto de hoy nos ofrecen un contraste y un paralelo.
El contraste.
Los discípulos siempre buscaron su beneficio propio a expensas de los demás.
Jesús busco tomo la forma de siervo para el beneficio de los demás.
El paralelo es entre los pies sucios y corazones sucios.
Jesús vio los pies sucios de sus discípulos y “se levantó de la cena.” (v.4). Él vio nuestros corazones sucios y dejo su gloria para venir a la tierra.
Juan dice que Él “se quitó su manto” - y Filipenses dice que Jesús “no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse.”
Juan dice que Jesús “tomando una toalla, se la ciñó.”- y Filipenses dice que “se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos.”
Nuestro texto dice que Jesús “puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos” – Y Filipenses dice que “como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!”
Después de que Jesús les lavara los pies a sus discípulos, regreso a la mesa y celebro la cena de la pascua con ellos. Y de la misma manera que Él había derramado agua en el lebrillo para lavar los pies sucios de ellos, Él iba a derramar Su sangre en la cruz para lavar los corazones sucios de ellos.
“Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” (Marcos 10: 45)
Estoy seguro que cuando los discípulos recordaban esta declaración de que Él había venido a servir, las dos escenas se le venían a la mente una y otra y otra vez: Jesús lavándoles los pies y Jesús colgado en una cruz.
¿Cómo podemos Ud. y Yo ser como NUESTRO REY SERVICIAL? Teniendo la correcta actitud: servir a otros con humildad.
“Cada uno debe velar no sólo por sus propios intereses sino también por los intereses de los demás.” (Filipenses 2: 4)
¿Por qué lavó Jesús los pies de sus discípulos?
III) Porque sabía que la grandeza del hombre proviene de servir a los demás.
Le hago una pregunta, con toda sinceridad, si fuera posible a quien quisiera parecerse Ud. ¿A quién me diría? A algún actor o actriz de telenovela o cine. A un deportista famoso. A algún cantante. A alguien de éxito en los negocios. ¿A quien quisiera parecerse?
Muchos de Uds. saben quién es Michael Jordán, cuando este jugador de basquetbol estaba en el clímax de su carrera muchas personas deseaban parecerse a él, por lo menos en la forma en cómo jugaba. Vea conmigo el siguiente video.
Poner video [I want to be like mike-en youtube].
¿Qué significa ser como Michael Jordán? Ser el mejor basquetbolista del mundo, el más famoso, el más rico y el más idealizado por todos.
Ahora les pregunto, ¿Qué significa ser como Jesús? Servir a otros. Ser como Jesús no es algo tan atractivo para el mundo como lo es ser como Michael Jordán, irónicamente no es muy atractivo para muchos cristianos. Y digo irónicamente porque como cristianos se supone que seguimos el ejemplo de Cristo.
Lo que la mayoría de la gente no se da cuenta es que la grandeza del ser humano no se deriva de ser un gran deportista, una persona famosa, o alguien con mucho dinero; la verdadera grandeza del ser humano proviene de servir a otras personas. Albert Schweitzer dijo: “Las únicas personas realmente felices son aquellas que han aprendido a servir.” La Madre Teresa de Calcuta dijo: “El amor no puede permanecer en sí mismo. No tiene sentido. El amor tiene que ponerse en acción. Esa actividad nos llevará al servicio.” Y nuestro Señor Jesucristo dijo: “el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor.” (Mateo 20: 26b)
Jesús les hace una pregunta retorica a sus discípulos, y les dice: “¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve.” (Lucas 22: 27)
Jesús sirvió a sus discípulos no porque él se olvido quien era. En primer lugar, Él sabía quién era: “sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos.” En segundo lugar, Jesús sabia de a donde había venido: “que había salido de Dios.” Y en tercer lugar, Jesús sabia a donde iba: “y a Dios iba” (v.3)
Si yo les preguntara a ustedes, ¿por qué aman a Jesús? Probablemente su respuesta fuera, “porque Él murió por mí.” Tal como dice el apóstol Juan: “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.” (1 Juan 4: 19)
¿Cómo podemos Ud. y Yo ser como NUESTRO REY SERVICIAL? Teniendo la correcta perspectiva: servir a otros para ser grandes delante de Dios.
Si Jesús le dio prioridad al servicio a los demás, ciertamente nosotros deberíamos de darle la misma prioridad ¿no creen?
Entonces, ¿Cómo llegamos a ser como Cristo? Si servimos como Él lo hizo. ¿Cómo es eso?
Con la correcta MOTIVACIÓN: Servir a otros por amor.
Con la Correcta ACTITUD: Servir a otros con humildad.
Con la correcta PERSPECTIVA: Servir a otros para ser grandes delante de Dios.
Dije que el propósito de este es que seamos como Cristo, que aprendamos a servir a los demás tal como Él nos puso el ejemplo. Que aprendamos a ser como NUESTRO REY SERVICIAL.
Ahora, todavía después de haber escuchado este mensaje, Ud. quizás usted me diga: “hermano Rubén, yo no tengo el tiempo, las cualidades, los dones o habilidades para dar ese tipo de servicio a los demás.” Bueno, le tengo muy buenas noticias, Ud. Está en buena compañía.
1) Moisés tartamudeaba. 2) David era muy pequeño para usar la armadura de guerra. 3) Juan Marcos fue rechazado por Pablo. 4) Timoteo tenia ulceras. 5) La esposa del profeta Oseas era una prostituta. 6) Lo único que sabía hacer el profeta Amos era podar arboles de higos. 7) Jacobo era un mentiroso. 8) David fue infiel a su esposa. 9) Salomón era demasiado rico. 10) Jesús fue demasiado pobre. 11) Abraham era demasiado viejo. 12) David demasiado joven. 13) Pedro le temía a la muerte. 14) Lázaro estaba muerto. 15) Juan se creía un santulón. 16) Noemí era viuda. 17) Pablo era un asesino. 18) también lo fue Moisés. 19) Jonás huyo del llamado Dios. 20) Miriam era una chismosa. 21) Gedeón y Tomas dudaron de Dios. 22) Jeremías padecía de depresión y pensamientos suicidas. 23) Elías ya había tirado la toalla en el ministerio. 24) Juan el Bautista dudo si Jesús era el mesías. 25) Marta era una bola de nervios. 26) María era una haragana. 27) Sansón era un peludo y solo pensaba en las chicas. 28) Noé se emborracho. 29) ¿Mencione ya que Moisés era una persona enojona? 30) lo mismo Pedro, Pablo—en fin, muchas personas como ellos.
Dios ha demostrado una y otra vez que es un experto en hacer cosas extraordinarias con personas ordinarias como Ud. y Yo. Lo único que Dios espera de nosotros es que estemos disponibles para servirle a Él.
A lo mejor cuando llega el tiempo de servir a Dios, Satanás le diga: “Tú no puedes.” Pero Jesús le dice: “Que importa si no puedes, Yo si puedo.” Satanás le puede decir: “mira atrás tu pasado y observa tus errores y pecados.” Y Jesús le dice: “mira atrás y observa la cruz, ya pague por ti.”
Hoy nuestro Señor Jesús le dice a todos y cada uno de nosotros en El Buen Pastor: “no pongas más excusas, busca donde servir, invierte tu vida en otros, no desperdicies tu vida, construye tesoros en el cielo, imítame, se igual que yo… De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis (Mateo 25: 40).”
“Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. 35En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.”