Héroes: Eliseo
2 Reyes 6:8-23
Intro: ¿Han escuchado alguna vez del hombre del tanque de tiananmen? Quizá no, pero tal vez sí han visto esta imagen (poner imagen). Este hombre se interpuso en el camino de los tanques que iban a reprimir una protesta contra un gobierno opresor. Los tanques querían esquivarlo, pero él cambiaba de lugar y se interponía en su camino. ¡Qué valor! Imagínate estar frente a un tanque como ese, sentir en el piso la vibración, sentir en tu piel el calor emanado de la máquina, y seguir firme en el mismo lugar.
A veces me pregunto cuál es la clave para tener el valor para hacer un acto heroico, una acción extraordinaria, algo que quede registrado en los anales de la historia y sea recordado por generaciones.
Siendo realistas, quizá ni tu ni yo tengamos que pararnos enfrente de un tanque de guerra, pero seguramente tendremos que tener valor para enfrentar otro tipo de luchas.
Quizá tendremos que tener el valor para perdonar injusticias y vejaciones de algún familiar de quién deberíamos recibir lo contrario. Quizá tendremos que tener el valor de hacer lo correcto cuando todos los demás en la oficina están haciendo lo incorrecto. Quizá joven, tendrás que decirle “no” a tus compañeros que te presionan para que hagas lo que sabes que no debes hacer, aun cuando esto implique que te segregarán del grupo. En fin, tarde o temprano tendremos que enfrentar situaciones que a todas luces sobrepasarán nuestras fuerzas y se requerirá que personas comunes y ordinarias como nosotros, realicen actos de valor que hagan la diferencia en el mundo. ¿Cómo podremos ser esos héroes que el mundo requiere? ¿Cómo podremos vivir para Dios en un mundo que todos los días desafía nuestra fe y la manera en que debemos vivir?
Tenemos que ir a la Biblia para hallar respuestas pues en sus páginas encontramos muchos testimonios de personas ordinarias que hicieron cosas extraordinarias. Es muy importante notar que los héroes de la Biblia sabían algo que muchas veces olvidamos. Ellos sabían que la realidad no es sólo lo que nuestros ojos pueden percibir. Que el mundo no se mueve sólo cuando nosotros hacemos algo o dejamos de hacer algo. Los héroes de la Biblia sabían que Dios estaba totalmente involucrado y activo en la historia. Por eso se enfrentaron a reyes malvados, a ejércitos enemigos, a circunstancias adversas creyendo que la realidad no estaba compuesta sólo por lo que sus ojos podían ver, sino que existía una realidad invisible al ojo humano en la que el Señor de los ejércitos, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, estaba actuando a favor de su pueblo. Lo que ellos creían y nosotros debemos creer también es que Dios está haciendo mucho más de lo que podemos ver.
Esta es una lección que encontramos claramente en la historia de Eliseo en 2 Reyes 6:8-23.
Eliseo era un profeta de Dios. El era el sucesor del gran profeta Elías (del que hablamos la semana pasada). Eliseo había sido alumno de Elías. Había estado con él y había aprendido de él. Tanto Elías como Eliseo vivieron en una época difícil para pueblo de Israel. El Pueblo de Dios estaba divido en dos reinos. El reino del Sur (llamado Judá) y El reino del Norte (llamado: Israel). Nuestra historia tiene que ver con el reino del norte, o sea, con Israel cuya capital era la ciudad de Samaria.
Más al norte de Israel estaba Siria. Los sirios en repetidas ocasiones incursionaban en territorio israelí y estaban en constante guerra contra ellos. En esta ocasión el rey de Siria sospechó que había espías traidores entre sus filas porque cada vez que planeaba un ataque contra el rey de Israel, se lo arruinaban. Él pensó, “alguien está filtrando la información a los Israelitas”.
v.11-12 El rey de Siria, enfurecido por lo que estaba pasando, llamó a sus ministros y les reclamó: —¿Quieren decirme quién está informando al rey de Israel? —Nadie, mi señor y rey —respondió uno de ellos—. El responsable es Eliseo, el profeta que está en Israel. Es él quien le comunica todo al rey de Israel, aun lo que Su Majestad dice en su alcoba.
Como todo hábil estratega, el rey de Siria decidió acabar con su problema, es decir, con Eliseo. Le llegó información que Eliseo se encontraba en Dotán (que es era una ciudad un poco al norte de Samaria). El rey envió allá un destacamento grande, con caballos y carros de combate. Llegaron de noche y cercaron la ciudad de Dotán.
Ahora sí, podemos decir, que Eliseo estaba en líos. Tenía a todo un ejército con tecnología de punta sitiando la ciudad donde estaba y tenían la misión de acabar con él. Un ejército en contra de una persona. La tensión se podía sentir en el ambiente y así lo refleja el comentario del siervo de Eliseo, llamado “Guiezi” en el versículo 15:
Por la mañana, cuando el criado del hombre de Dios se levantó para salir, vio que un ejército con caballos y carros de combate rodeaba la ciudad. —¡Ay, mi señor! —exclamó el criado—. ¿Qué vamos a hacer?
¿Y ahora quién podrá defendernos? ¿Y ahora qué haremos? Era obvio que esto tendría un final trágico. Era obvio, por lo que se podía ver, que este sería el final de Eliseo, y por consiguiente, de Guiezi. Lo que tenían enfrente de sus ojos era un ejército poderoso, con tecnología y estrategia, que quería acabar con Eliseo. ¿Qué harían ahora?
Pero había algo sucediendo que los ojos de Guiezi no alcanzaban a ver. Había alguien actuando imperceptiblemente al ojo humano. Eliseo, como todo personaje de fe de la Biblia, lo sabía muy bien: Dios está haciendo mucho más que lo que podemos ver.
Y es lo que le dice a Guiezi en los versículos 16 y 17: “—No tengas miedo —respondió Eliseo—. Los que están con nosotros son más que ellos. Entonces Eliseo oró: «SEÑOR, ábrele a Guiezi los ojos para que vea.» El SEÑOR así lo hizo, y el criado vio que la colina estaba llena de caballos y de carros de fuego alrededor de Eliseo.
Tus ojos Guiezi no alcanzan a ver la realidad de la mano y la obra de Dios en tu vida. Son más los que están con nosotros que los que están con ellos. Eliseo le dice: No temas. Dios está haciendo mucho más que lo que podemos ver.
¿Acaso no somos muchas veces como Guiezi? Nuestros ojos no alcanzan a ver cómo saldremos de alguna situación difícil. Nuestros ojos no ven cómo Dios está obrando en un problema o en alguna circunstancia adversa. No vemos cómo es posible rescatar o restaurar una relación y nos desanimamos, nos llenamos de temor, perdemos esperanzas, en fin, Dios parece que no está haciendo algo a nuestro alrededor, en la situación. Nos parece que Dios es apático, distante, ajeno y cómo que se fue de vacaciones o ya se olvidó de nosotros. Pero debemos recordar que esto es sólo nuestra percepción. Este sentir es un problema de visión. En realidad Dios está presente. En realidad Dios no está pasivo, ni se fue de vacaciones. En realidad Dios está haciendo mucho más que lo que podemos ver. Dios está involucrado protegiendo, proveyendo, guiando a su pueblo.
No se cuál sea la imagen que tengas de Dios. Probablemente piensas que él está sentado en su trono siendo un pasivo espectador de la historia y que de cuando en cuando hace algo para intervenir. El cuadro de nos da la Escritura no es ese. Dios está muy activo e involucrado haciendo, dirigiendo, coordinando y ejecutando acciones que ni siquiera vemos pero que están llevando la historia hacia donde él quiere llevarla. Dios está haciendo mucho más de lo que podemos ver.
La historia continúa (capítulo 6 de 2 Reyes). El ejército del rey de Siria llega a estar cara a cara con Eliseo. Pero no lo reconocen porque Eliseo había orado para que tuvieran una especie de “ceguera”. Inclusive hablan con Eliseo y él les dice que estaban equivocados de lugar y que él los llevaría justo con el hombre que buscaban. Los sirios lo siguen y los llevan al mismísimo corazón de la capital de Israel, a la ciudad de Samaria.
Cuando estaban rodeados del Ejército israelí, Eliseo le pide a Dios que devuelva la vista a los sirios, y es entonces cuando éstos se dan cuenta que estaban indefensos, rodeados de sus enemigos. El rey de Israel le pregunta a Eliseo si debía matarlos, a lo que Eliseo responde en el versículo 22: “—No, no los mates —contestó Eliseo—. ¿Acaso los has capturado con tu espada y tu arco, para que los mates? Mejor sírveles comida y agua para que coman y beban, y que luego vuelvan a su rey”.
Ese día, en vez de sangre, lo único que se derramó fue bebida y comida servida por los israelitas a favor de sus atacantes, los sirios. Trataron como amigos a sus enemigos. Pagaron con bien al que les hacía mal. Vencieron el mal con el bien. ¿Cuál fue el resultado de estas acciones?
El versículo 23 nos dice: “Así que el rey de Israel les dio un tremendo banquete. Cuando terminaron de comer, los despidió, y ellos regresaron a su rey. Y las bandas de sirios no volvieron a invadir el territorio israelita”.
¡Que preciosa batalla! ¿Verdad? Ese día Dios, quien estaba actuando de manera imperceptible al ojo humano, acabó con el problema que tenía su pueblo sin derramar una sola gota de sangre. Envió sus huestes celestiales, que no había podido ver Guiezi, con el fin de acabar con el problema. Ese día la misericordia celestial fue el arma para acabar con los ataques, porque en cada situación, hermanos, Dios está haciendo mucho más de lo que podemos ver.
El Dios de toda gracia, ha hecho su obra maestra al enviar a Jesucristo para reconciliarnos con él. Estas son las buenas noticias del amor de Dios. Entonces, ahora, los que están en Cristo, los que están en una relación creciente con Él, pueden tener la seguridad que el Dios que actúó silenciosa e invisiblemente en la vida de Eliseo, es el mismo que sigue actuando de la misma manera en nuestras vidas. Jesucristo prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. La Biblia nos asegura que en Cristo, Dios está con nosotros y por eso toda situación es encaminada para nuestro bien por difícil que sea.
Por eso, en esa situación para la que no ves salida, en esa relación complicada, en esa necesidad que parase insuperable, en esa incertidumbre constante en la que vives, no temas…son más los que están contigo, que los que están contra ti. Dios no está ausente o es apático o te ha abandonado. Él está haciendo muchas cosas buenas que no puedes ver.
Ilustra: En un poblado de la costa de Yucatán había un niño que tenía un problema físico en una pierna que requería una operación para corregirlo. Su familia, que era muy pobre, asistía a un iglesia cristiana. Habían estado orando para que Dios les ayudara a resolver el problema, pero había pasado ya mucho tiempo de tocar puertas y aún no había respuesta; ya casi “tiraban la toalla” cuando un día se presentó una persona a su puerta. Se presentó y les dijo que él era ortopedista y que el otro día había ido a su casa de la playa a descansar y vio pasar al pequeño caminando haciendo evidente su problema en la pierna. El doctor dijo que desde que vio al pequeño no había podido dejar de pensar en él porque pensaba que ese niño con una operación podría quedar bien y tener una vida normal, así que venía a suplicarles que le permitieran operarlo y que él correría con todos los gastos de la cirugía.
Dios no se va de vacaciones. Dios no está en su trono siendo un pasivo observador. Dios no es ajeno ni apático a nuestras luchas. Él está involucrado. Él está haciendo muchísimo más que lo que podemos ver en un momento dado.
No se cuál es la situación que estas pasando ahora para la que se requiere una acción extraordinaria que piensas que supera tus fuerzas. Te animo a que te atrevas a dar esos pasos de valor. Te animo a que te atrevas a obedecer a Dios haciendo lo correcto en esa relación, en ese problema, en esa necesidad. Dios usa a gente ordinaria para hacer cosas extraordinarias. Gente que se atreva a ver más allá de lo que sus ojos pueden ver.
Al enfrentar tus luchas, recuerda que no las enfrentas en tus fuerzas. Recuerda que no estás solo. Recuerda que el Dios de Eliseo, el Dios que nos reconcilió consigo mismo en Jesucristo, está presente, atento, involucrado, activo, en tu vida…y sobre todo, que ese Dios te ama.