Había una vez una colonia de ratones que vivía en una cómoda casa. Cierto día apareció un gato viviendo en el mismo lugar que los ratones. Lo cual les causo un gran problema, pues el gato los perseguía a toda hora de día y de noche. Así que los ratones vivían siempre atemorizados por el gato.
Cansados de una vida agitada por el temor y de ser perseguidos llamaron a una reunión a todos los ratones para ver cómo resolver aquella dificultad. Así surgieron varias ideas y sugerencias, pero ninguna parecía ser la mejor. De pronto un joven ratón se puso de pie en medio de la reunión y dijo:
Todos sabemos que el problema consiste en la manera en que el gato se aproxima sin hacer el menor ruido. Pero, ¿Qué tal si recibiéramos una señal de advertencia? Propongo que se le coloque una campana al gato en el cuello mientras duerme. De esta manera sabremos cuando se aproxima y así podremos escondernos.
Emocionados con lo que parecía ser la solución, todos los ratones gritaron de alegría. Hasta que un ratón más viejo se puso de pie y preguntó: ¿Quién de nosotros será el que le ponga la campana al gato? Un silencio profundo se hizo presente. Ninguno se atrevió hacer el intento y correr el riesgo, así que decidieron hacer nada y optar por vivir siempre atemorizados por el gato.
El “no se puede” y “tengo miedo”, fue lo que impidió a Israel avanzar y tomar posesión de la tierra prometida Nm. 13:25-33 nos narra el paso mas grande de desobediencia y falta de fe de un pueblo que había sido testigo ocular del poder de Dios. (Leer)
Diez de los espías se enfocaron en el cómo: ¿Cómo los venceremos si ellos son fuertes? ¿Cómo los conquistaremos si sus ciudades son grandes y fortificadas? ¿Cómo presentaremos batalla si ellos son más que nosotros? ¿Cómo sobreviviremos si ellos son gente salvaje y déspota y nos sobrepasa en estatura?
Josué y Caleb nunca dijeron que el informe de los diez era falso, pero tenían una perspectiva totalmente diferente. Ellos no se enfocaron en el como, sino en quien: El Señor está con nosotros, él nos protegerá, él nos dará la victoria, él nos dará el valor y la fuerza para vencer.
La historia de los ratones refleja la postura de una iglesia cuyos miembros se han dejado intimidar por el “no se puede”. “No se puede”, es una frase que en lugar de intimidarnos debe impulsarnos, en lugar de dispersarnos debe unirnos. Iglesia Betel, hoy es el día, la oportunidad que Dios nos da para renovar nuestro entusiasmo y pasión. ¿Qué es lo que no podemos hacer? ¿A qué le tememos? Hay una sola cosa que no podemos hacer: quedarnos donde estamos y como estamos. Hay una sola cosa a la que debemos temer: no obedecer.
Renovemos nuestro entusiasmo y pasión porque usted y yo sabemos que Dios nos ha llamado a una gran tarea. Una misión imposible de llevar a cabo si Dios no está involucrado. Yo creo, primero en el poder que Dios nos ha dado: “Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder”, segundo yo creo en la misión que Dios nos ha encomendado: “y serán mis testigos”, y tercero yo creo que la enfoque de Dios para la iglesia es hacia fuera no hacia dentro: “hasta los confines de la tierra.”
Dios no está interesado en cómo programamos actividades, sino en quién responderá: ¡Señor, aquí estoy yo! La pregunta de Dios nunca ha sido ¿Cómo voy a hacer para que la gente escuche mi mensaje? Sino, ¿a quien enviaré? ¿Quién irá?
Ha llegado el momento de tomar una decisión y unirnos al esfuerzo de ponerle la campana al gato. La pregunta no es cual es el mejor método para hacerlo, sino quién lo hará. Ese quién eres tú hermano. Tú tienes los dones, las capacidades así como los recursos que Dios precisa. Te necesitamos activo en la evangelización, en la oración, la adoración, la escuela dominical, las misiones. Deja a un lado la excusa de “cuente conmigo en el espíritu”. Deje de estar inventando cosas para ver cómo cubrimos el presupuesto. ¡Diezme de una vez y por todas!
Renovemos nuestro entusiasmo y pasión para que Betel cumpla su propósito: a) Amar a Dios por encima de cualquier cosa, b) amar y aceptar a las personas, c) ser una comunidad de adoradores que responden al llamado de Dios, d) ayudar a las personas a encontrar propósito para sus vidas, e) desarrollar a los creyentes en siervos multiplicadores, f) apoyar las misiones orando, dando con sacrificio y participando activamente.
Hermanos, estoy listo y dispuesto a correr el riesgo para ponerle la campana al gato cueste lo que cueste. Hagamos a un lado el “no se puede” y el “tengo miedo”. Rompamos con las tradiciones que nos impiden avanzar, seamos abiertos, mostremos disposición a experimentar nuevas maneras de servir sin comprometer la sana doctrina.
Renovemos nuestro entusiasmo y pasión y rompamos con la mentalidad de “el pastor tiene que hacerlo todo”. Saquemos de nuestro vocabulario las palabras desalentadoras de “no hay dinero”, que las discusiones más acaloradas en nuestras reuniones surjan por la evangelización, la oración y las misiones, y no por el dinero. Que el foco primario de la escuela dominical sea la Biblia y no el material. El material nunca transformará su vida. La Biblia sí.
Renovemos nuestro entusiasmo y pasión sirviendo al Señor en la libertad que Cristo conquistó. Siempre con gozo, alentándonos y no criticándonos unos, a otros. Deje de cortejar la novia que es la iglesia, más bien comprométase con ella. Empezando por sostener su ministerio con los diezmos del Señor y las ofrendas misioneras. Parece fácil y muy poco espiritual, pero en realidad no lo es. Se necesita fe y confianza absoluta en la fidelidad de Dios. Usted nada tiene que no haya sido dado por Dios.
Historia: Cierto hombre vino un día a la iglesia con su familia. Cuando iban de regreso a casa comenzó a quejarse de esta manera: “la música estaba demasiado alta, el sermón fue demasiado largo. El que dio los anuncios parecía que ni el mismo sabía lo que decía. Como es posible que ni siquiera tenían aire acondicionado con este calor. Y así siguió hasta que su hijo le dijo: “por favor papá, deja de criticar, por un dólar no puedes pedir mucho.”
Renovemos nuestro entusiasmo y pasión y hagamos un pacto con Dios de servirle, de dar lo mejor de usted, de sacrificar en el altar aquellas cosas que le impiden ser un mayordomo fiel. Cada vez que entre en la cámara de la intimidad con Dios él le hable acerca de su mayordomía.
La semana pasada le entregamos una tarjeta de pacto. ¿Por qué de pacto? Dios nos salvó no por la promesa de la venida de Cristo, sino por el pacto sellado con su sangre. Usted no sirve a Dios porque se lo prometió, sino porque el pacto de Dios en Cristo lo une a usted y todo lo que posee a los propósitos del reino.
Cada vez que Dios asumía un compromiso con los hombres lo hacía por medio de un pacto. Los hombres por su parte al aceptar el pacto y las condiciones, construían un altar o erigían monumentos de piedra, que les recordara ese compromiso de pacto. Para que no se nos olvide un compromiso necesitamos un recordatorio.
El propósito de esta tarjeta no es sacarle el dinero, ni averiguar cual es su sueldo. Tampoco probar cuan espirituales somos, porque bien podemos llenarla y entregarla con un espíritu carnal. Primero, esta tarjeta servirá como un recordatorio de su pacto con Dios. Segundo, si hemos de colgar la campana al gato, tenemos que considerar el costo. La iglesia marcha hacia delante basándose en la promesa de Dios y en el compromiso personal que usted hace hoy con el Señor. De otra manera ¿cómo seremos de bendición para otros?
Sabe, Israel hubiera podido entrar en la tierra prometida aquel día si tan solo hubiera escuchado a Josué y a Caleb. Eso nos demuestra que no siempre en la voz de la mayoría está la voz de Dios. Sino en el corazón de la minoría.
Oh que el Señor abra las ventanas de los cielos y derrame sobre esta obra bendición hasta que sobreabunde. Que el Señor nos bendiga con nuevas personas para Cristo, con nuevos ministerios, con un amor entrañable y una unidad inquebrantable, con discípulos transformados, con una sed y hambre por la Palabra de Dios, con un espíritu de perseverancia para la oración y con una devoción de corazón para adorar a Dios en espíritu y en verdad.
Que la gente sepa “que es Cristo en nosotros la esperanza de gloria”.