El Gran Mandamiento
34 Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una. 35 Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: 36 Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? 37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.
Intro: Dos leñadores salieron a trabajar. Los dos trabajaron por el mismo número de horas. Uno de ellos usó su hacha sin cesar durante todo ese tiempo. El otro de cuando en cuando se detenía y se sentaba. ¿Cuál de los dos creen que logró cortar más árboles? El que se detenía periódicamente. Porque cuando se sentaba, a parte de descansar, se dedicaba a afilar su hacha. El otro por la urgencia de terminar rápido su trabajo, dejo de hacer lo que era importante: tener su hacha bien afilada. Es muy fácil dejar de hacer lo importante por hacer lo urgente.
Esto nos puede pasar con mucha facilidad en el ministerio. El domingo siempre llega, la inercia de lo que viene nos puede envolver en una rutina de atender sólo lo urgente y perder de vista lo importante.
Como seminaristas también les puede pasar con mucha facilidad. Entre exámenes, lecturas requeridas, ensayos, debates y audiciones podemos ser presas fáciles de lo urgente a expensas de lo importante.
Por eso, es fundamental tener claro en la vida y el ministerio qué es lo importante, porque siempre habrá cosas urgentes tocando a nuestra puerta reclamando nuestra atención, pero nuestras vidas deben ser siempre dirigidas por lo importante. ¿Qué es lo importante en la vida y el ministerio?
Jesús nos da una respuesta muy completa en el pasaje que acabamos de leer en Mateo 22:34-40.
Jesús había tenido un día complicado. Primero los fariseos enviaron a los herodianos a ponerle la trampa de la pregunta sobre el tributo al César. Al fracasar, llegaron los Saduceos con su pregunta hipotética sobre la mujer que había tenido muchos maridos de la misma familia. Luego, el versículo 34 dice que los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos se juntaron y uno que se creyó muy inteligente pensó en hacerle una pregunta a Jesús que lo pusiera en jaque mate y de esta manera cometiera el error de decir algo de lo cual pudieran acusarlo respecto a la ley. Este intérprete o erudito de la ley le preguntó: “¿Cuál es el gran mandamiento de la ley?”
La respuesta inmediata de Jesús fue repetir el conocido pasaje para todo judío de Deuteronomio 6:5. “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente”. Dios primero, Dios de último y Dios después. Todo de Dios y para Dios y por Dios. Amar a Dios con toda la pasión de nuestro ser. Que no haya en el mundo algo más importante, más atractivo, más vital, más necesario, más urgente que amar a Dios con todo lo que somos.
Jesús declara en el versículo 38: “Este es el primero y grande mandamiento”. Lo primero es lo primero: Dios ante todo, en medio de todo y después de todo.
Hasta aquí Jesús ya había contestado la pregunta hecha por ese tramposo intérprete de la ley, pero aunque no se lo preguntaron agregó algo más que es muy especial para todos. En el versículo 39 dijo: “Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
A todos nos queda muy claro que amar (adorar, glorificar, confiar, honrar) a Dios es lo más importante. No tenemos ningún problema con eso, y seguro tampoco los fariseos lo tuvieron. Pero Jesús, nos lleva un paso más adelante. La vida no sólo se trata de amar a Dios, sino también, por ese amor a Dios, amar al prójimo como a uno mismo.
Aquí las cosas ya se ponen más densas. Porque amar a Dios, si lo piensas, es bastante fácil; en el sentido de que Dios es bueno, santo, es bondadoso, es misericordioso; pero por otro lado, hay personas a nuestro alrededor que no son fáciles de amar como Dios.
• Que tal ese compañero que toma tus cosas sin tener la cortesía de pedirlas.
• Que tal ese simpático hermano que ya te agarró como la botana y el hazmerreír en el salón
• Que tal esa hermana que se encarga de hacerte la vida de cuadritos en el campo.
• Que tal ese hermano del campo que está celoso de tu aceptación en la iglesia y está esperando nada más la menor oportunidad para dejarte mal con los demás o meterte una zancadilla.
La gente no es tan fácil de amar como Dios. Si el amor a Dios fuera el único mandamiento importante, algunos diríamos yo lo cumplo todo el tiempo, pero cuando lo vemos junto a su hermano gemelo (Jesús dice el segundo es semejante), es entonces que nos damos cuenta que necesitamos la ayuda de Dios para cumplirlo.
Dos grandes mandamientos: Amar a Dios y amar al prójimo. Para rematar esta respuesta, Jesús agrega algo inaudito en el versículo 40: “De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”
Lo que Jesús está diciendo es que todo lo que estás aprendiendo en el seminario, en las clases de teología, de Biblia; todo lo que puedas aprendes o saber de la Biblia está encerrado en estos dos mandamientos. Es decir, que la esencia del asunto, lo más importante que jamás puedas saber, ser o hacer es amar a Dios y amar al prójimo.
Cuatro años de teología, Biblia, griego, consejería, música, etc. se resumen en dos frases gemelas: Ama a Dios y ama a tu prójimo.
Jesús quiere que nunca separemos a estos dos gemelos. Si quieres saber cuánto estás cumpliendo el primer mandamiento, haz una evaluación de cómo estás cumpliendo el segundo mandamiento. De hecho, Juan lo dice en su primera epístola con toda claridad: “Si alguno dice que ama a Dios y aborrece a su hermano, el tal es mentiroso”.
Hermanos, lo más importante en la vida y el ministerio es amar a Dios y amar al prójimo. No nos distraigamos con lo urgente de tal manera que dejemos de hacer lo importante. Que lo complicado de tus estudios, los exámenes que están viniendo, los sermones que tienes que preparar para el domingo, los cantos que tienes que ensayar para el culto, no permitas que te distraigan de lo más importante en la vida y el ministerio: Amar a Dios y amar al prójimo.
Es curioso cómo los que estamos en el ministerio podemos hacer muchas cosas para Dios y olvidarnos de Dios; y podemos también con facilidad estar en tan preocupados por el funcionamiento del ministerio hacia los demás, que nos olvidemos de los demás.
Al reflexionar en lo que es verdaderamente importante quizá tengas que hacer cambios en la manera en la que estas conduciendo tu vida y tu ministerio y por su gracia en tu corazón puedas dar pasos de obediencia:
• Quizá tengas que ir con alguien a pedir perdón por tus palabras o actitudes.
• Quizá no has sido intencional en buscar a ciertas personas que no te agradan mucho en tu campo.
• Quizá has puesto las formas y estrategias de ministerio por encima de las personas.
• Quizá has sido caído en la trampa de pensar que estás bien con Dios aunque estés mal con tu prójimo.
Jesús nos centra de nuevo hoy en lo que es el meollo de la vida cristiana, en lo que es verdaderamente importante en la vida y el ministerio: Amar a Dios y Amar al prójimo.
Hoy es día de buenas noticias para nosotros porque por la gracia de Dios hemos sido amados por el Padre y ahora nosotros podemos responder a su amor, amándolo con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas. Y debido a que el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones, también podemos amar los que nos rodean en verdad, no sólo de palabra, sino en acciones. Porque lo más importante en la vida y el ministerio es amar a Dios y amar al prójimo.