"Un Día de Aplausos” Domingo de Ramos Lucas 19:28-44
El Ejército de Salvación
Mayor Gerardo Balmori
¿Qué harías si supieras que este viernes vas a morir?
Ese domingo hace aproximadamente 1,970 años, esas mismas palabras podrían haber cruzado por la mente de Jesús. El día que ahora llamamos el Domingo de Ramos era el primer día de la última semana de la vida terrenal de Jesús.
Este viernes Jesús va a morir. Pero hoy, hoy es un día de aplausos. Sabemos que…
I. LOS APLAUSOS FUERON MERECIDOS
Cuando Jesús se acercó a Jerusalén la escena era intensa.
Llegó en el tiempo de la Pascua de los judíos. Una muchedumbre de peregrinos judíos religiosos había inundado ya la ciudad. Y es esta multitud la que proclama rey a Jesús, quien entra en la ciudad santa de Jerusalén, montando un burrito.
El texto nos dice en el v. 37 que la muchedumbre “toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces” Levantando gritos de ¡Hosanna! Que significa, ¡Salve! “Bendito es el rey que viene en nombre del Señor”
El profeta del Antiguo Testamento Zacarías escribió: (Lea Zacarías 9:9)
¿Por qué le aplaudiría esta gente a Jesús? El texto nos da algunas pistas.
v. 37 dice “toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto”
Ellos habían visto a Jesús sanando al cojo, el ciego recibiendo la vista. Incluso los muertos fueron resucitados. ¡Lázaro era la prueba! En pocas palabras, Él les trajo la esperanza
Imagino a un soldado romano que galopa hasta el lugar donde Jesús está pasando. Él ha asistido a desfiles triunfales en Roma, las cuales honran a sus héroes. El general conquistador se sienta en un carro de de oro, caballos blancos tiran del carruaje. Detrás de él vienen los oficiales con su armadura pulida, llevando las vistosas banderas de los enemigos derrotados. Mas atrás, viene una procesión de harapientos esclavos y prisioneros de guerra en cadenas “demostrando lo que pasa cuando alguien se opone a Roma”. En la entrada triunfal de Jesús, la muchedumbre que exalta al rey forma parte del desfile, pero no en cadenas, sino libres: el cojo, el ciego, el pobre y todo aquel humilde de corazón. Cuando el soldado busca el objeto de su atención, (El buscaba a un Rey con vestiduras de oro) ve a un hombre humilde montado sobre un burro que además es prestado. No es una figura muy impresionante, quizás, para un romano. Pero es la mejor demostración de “Dios hecho hombre”. El desfile de un rey manso y pacífico.
Los aplausos fueron seguramente merecidos. Pero también seamos conscientes que…
II. El APLUAUSO DE ESE DÍA PRECEDIÓ A LA TRAICIÓN
Hay algo triste sobre este día de entusiasmo. Si usted conoce el resto de la historia probablemente esté consciente que la semana tendrá acontecimientos trágicos, especialmente el día viernes.
La historia tiene su punto culminante, no cuando Jesús que entra en Jerusalén, sino en su llanto por la ciudad misma. Mientras Jesús merece una entrada triunfal como el rey, Lucas enfatiza que Jesús se desilusiona porque la misma multitud que levanta “Hosannas”, también lo traicionará.
La humanidad es de naturaleza voluble, hoy alguien puede ser famoso y popular, mañana, nadie se acordará ni de quien es. Las muchedumbres tienen una memoria muy corta. Esto le pasó a Jesús. ¡Las mismas voces que gritaron, “¡Hosanna!” el domingo, gritaban, “Crucifíquelo,” “Libera a Barrabas” la mañana del viernes.
Judas terminó por venderse por 30 piezas de la plata. Y cuando Jesús fue detenido el jueves por la noche en el Jardín de Getsemaní, la escena es terrible, pues todos los discípulos lo abandonaron y huyeron. (Mateo 26:56) ¿Dónde estaban todos los aplausos del domingo anterior?
¿Saben qué es aún más triste? Un poco antes, en un momento de “aplausos” Pedro dijo a Jesús, “incluso si todos te abandonan, yo nunca lo haré” (Mateo 26:33)
Pero Pedro también lo abandonó. El negó conocer a Jesús 3 veces antes de que el sol saliera.
Cuando Jesús estaba en el camino al Calvario el día viernes, lacerado con severidad y golpeado, luchando bajo el peso de su propia cruz, necesitó a alguien para llevar su pesada carga. Seguramente uno de los discípulos pudo haber saltado de la muchedumbre para ayudarle. Mas no se encontró ninguno que lo hiciera, sino que, un forastero llamado Simón, que resultó pasar por la ciudad, tuvo que ser obligado a punta de lanza a llevar su cruz.
El Domingo de Ramos me hace pensar en esta pregunta: ¿Habríamos nosotros actuado mejor que aquellos discípulos? ¿Habríamos estado dispuestos a estar con Jesús hasta el final?
Es una pregunta para reflexionar…
III. ¿ES USTED UN CRISTIANO SOLO EN TIEMPO DE FIESTA?
¿Qué es un cristiano de tiempo de fiesta? Es un cristiano que disfruta de la emoción del momento. Alguien que es conmovido y motivado temporalmente con el entusiasmo de las ovaciones para Jesús, pero que se le hace difícil permanecer en la fe cuando las alabanzas y fiestas pasan. Les es difícil conservar su compromiso con Dios. Y debido a esto, cuando se apartan del grupo, su testimonio cristiano no es tan evidente.
Tal vez usted ha hecho compromisos con Dios en las células o los servicios del domingo. Para nosotros es muy fácil ser cristiano en la Iglesia, mientras estamos rodeados de los hermanos, pero en la soledad o en otro lugar no somos los mismos.
Es fácil aplaudir a Jesús cuando usted está en una muchedumbre que alaba, pero cuando vamos a casa... ¿Entonces qué pasa?
No podemos medir nuestro compromiso con Jesús únicamente por los aplausos que le damos.
Sin el contacto cercano con la fuente del entusiasmo, nuestro fervor no permanecerá
Si su vida es continuamente marcada por la ausencia de un tiempo personal con el Señor; puede que usted sea un “cristiano de tiempo de fiesta”
Si usted no lee la Biblia y emplea tiempo en oración con regularidad, usted no tiene posibilidad de hacerse un seguidor comprometido de Jesucristo.
El ser cristiano es tener relación de amor con él, con Jesús. ¿Quiere romper ese mal hábito? Comprométase hoy con el Señor…
Lea la Palabra y reflexione (Lea Juan 12: 44-50 que es un resumen de las palabras de Jesús)
Pase Tiempo en Oración
Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida (Apocalipsis 2:20c)