Jesús es nuestra Salvación
Intro: Era la fiesta de cumpleaños de la hermana mayor de la familia. Alrededor de la piscina, las adolescentes corrían, reían y se tiraban al agua con la energía y gozo que los años de la secundaria pueden producir. En medio de todo ese alboroto, un niño como de seis años, hermano menor de la festejada, jugaba con un barquito en la parte más baja de la alberca. El oleaje producido por tanto movimiento en el agua, fue llevando el barquito inadvertidamente hacia la parte profunda, el niño siguiendo absorto en su juego fue tras el barco hasta darse cuenta demasiado tarde que había rebasado los límites permitidos para su estatura. La desesperación comenzó a invadirlo a medida que el agua comenzó a cubrirlo. En esos segundos, recordó una lección aprendida de su padre: “cuando no pises en la piscina, déjate ir al fondo y empuja hacia arriba con todas tus fuerzas”. Eso hizo desesperadamente, logrando robar un poco un de oxígeno y gritarle a su hermana para que lo ayudara. La hermana, rodeada de sus amigas, no escuchó ni vio a su hermano que estaba a escasos segundos de fallecer. El niño repitió el proceso decenas de veces; cuando ya estaba a punto de claudicar por el cansancio, al empujar una vez más y extender sus brazos con desesperación hacia arriba, sintió una mano que se asía de su brazo y lo sacaba, por fin, fuera del agua. De nuevo, el aire llenó sus pulmones y la vida le regresó al instante. Y gracias a esa mano salvadora de mi otra hermana, es que hoy estoy aquí hablando frente a ustedes. Fui salvado de una muerte segura.
¿Quién necesita un salvador? Todo aquel que si alguien no hace algo por él, está yendo a la catástrofe total. Todo aquel para quien no hay mañana. Todo aquel que está absolutamente inhabilitado para salir por sí mismo de su problema.
En el plano de nuestra relación con Dios, entonces, ¿Quién necesita un salvador?
• Seguramente lo necesitan los asesinos en serie que aguardan el día de su ejecución en el pabellón de la muerte en el estado de Texas en los Estados Unidos.
• Lo necesita aquella madre que lanzó al lago su carro con sus dos hijos pequeños en él con el cinturón abrochado y vio cómo se hundía con sus hijos, para luego marcharse con el hombre que le había dicho, “te quiero a ti, pero sin tus hijos”.
• Lo necesitan los ladrones, los violadores, los estafadores, los corruptos.
Nos es muy fácil ver que este tipo de personas necesitan un salvador. Pero qué tal de:
• Del esposo que es desconsiderado y nada amable con su esposa
• De la esposa que ha guardado rencor contra su marido cuan largo ha sido su matrimonio
• Del Padre que no le dirige la palabra a su hijo porque éste no hizo algo que él deseaba.
• Del hijo que por egoísmo no quiere proveer para sus padres ancianos y necesitados.
• Del patrón que no le paga a tiempo a sus empleados porque está pensando primero en sus intereses.
• Del empleado que no llega a tiempo o que trabaja lo menos posible pero quiere ganar más.
• Del hombre o la mujer que piensan que porque asisten a una iglesia y saben mucho acerca de la Biblia, se sienten superiores a los demás y farisaicamente andan juzgando y condenando a los demás.
¿Qué acerca de ellos? ¿También necesitan un salvador? Por supuesto que sí, todos necesitamos un salvador. Si no tenemos un salvador no hay oportunidad para nosotros. Necesitamos a alguien que nos salve de una muerte segura.
La Biblia, en varios lugares, plantea nuestro problema ¿Si no tenemos un salvador hacia donde vamos?:
• Excluidos de la Gloria de Dios. “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” Romanos 3:23
• Condenación Eterna “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” “…y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos”. Apocalipsis 20:10 y 15
• La ira y el justo juicio de Dios “Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios” Romanos 2:5
Y podríamos seguir mencionando más razones por las que necesitamos un salvador. Personas como yo, no tienen oportunidad sin un salvador. Personas como tú, tampoco la tienen a menos que cuenten con un salvador.
Pero esta noche, es noche de buenas noticias para personas que necesitamos un salvador. Hace alrededor de dos mil años, el silencio de la noche fue roto por un ángel que traía este anuncio registrado en Lucas 2:10-12: “Os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre.
Este anuncio fue dado a unos simples pastores que vigilaban sus rebaños en la noche. Los pastores no eran personas importantes, ni siquiera se aceptaba su testimonio en la corte. Imagínate el olor de los animales más el propio sudor personal no eran el tipo de personas que invitarías a estrenar tu sala nueva. Pero este anuncio de buenas noticias que transforman la vida fue dado a estos hombres insignificantes, ¿En qué consistían las buenas noticias?
“Os ha nacido un Salvador” – lo que más necesitamos como humanidad nos fue dado en la forma de un pequeño recién nacido. Puede haber alegría y gozo, pues nos ha nacido un salvador. Ese salvador es el Cristo (El Mesías), el ungido; ese Niño es El Señor. Su nombre es Jesús, que significa Salvador, y el vino para salvarnos de la exclusión de la gloria, de la condenación eterna y de la ira venidera. Jesús es buenas noticias para los que necesitamos a un salvador, porque Jesús vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
Su misión era salvar al condenado, al perdido, al que inhabilitado y lo hizo tomando nuestro lugar. El vivió la vida perfecta que nosotros no podemos vivir, y a pesar de ser justo y santo, llevó a cuestas una cruz hasta el calvario, una cruz que no merecía, una cruz que él eligió cargar. Y allí extendió sus brazos y derramó su sangre preciosa. El recibió la exclusión de la gloria, él recibió la ira de Dios, él recibió la condenación en lugar de los verdaderos culpables, de los verdaderos pecadores.
Estas son buenas noticias para un pecador como yo. Yo que crecí en la iglesia escuchando de Dios y de Jesús. Que aprendí muchos pasajes de la Biblia y los usaba para ganar argumentos a gentes de otras religiones. Que participé en cuanta actividad de la Iglesia había. Que me ufanaba de mi buena conducta, mis buenas calificaciones y mis buenas amistades. Sin embargo, paradójicamente, todas estas bendiciones yo las usaba como una cortina de humo para no enfrentar mi realidad. Yo estaba tan necesitado de un salvador como el peor de los asesinos, de los violadores, de las personas sin escrúpulos. Y sabes, tú también estás igual de necesitado de un salvador. Puedes mirar a tu alrededor y cada una de las personas que ves necesitan un salvador, no importa cuánto tiempo tienes asistiendo a este lugar o a otra iglesia cristiana. Con apóstol Pablo también puedes decir como yo: “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuáles yo soy el primero”. Todos necesitamos un salvador y precisamente esas son las buenas noticias de la navidad: “Os ha nacido hoy en la ciudad de David un salvador que es Cristo el Señor”
Si esta noche, por primera vez estás escuchando o entendiendo acerca de tu necesidad espiritual de un salvador, te animo a que te acerques a Cristo con Fe, pues al que a él viene, no le echa fuera. Entra bajo el cobijo de nuestro gran salvador Jesucristo.
Si tu ya gozas de la gracia de la salvación, y estás ya en una relación creciente con Cristo, recuerda que tu necesidad del salvador no es menor que antes, sino al contrario, cada día te das cuenta cuánto necesitas a Jesús. Jesús es tu salvación. Estas son buenas noticias y las buenas noticias no se pueden callar. Sal de aquí y comparte con toda la gente que te rodea el mensaje que no pasa de moda y que por las edades será nuestra gloria: “Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador que es Cristo el Señor”.