Jesús es nuestra Luz 02/12/07
Isaías 9:2-7
Intro: Ya se acerca el tiempo de la Navidad. Algo que caracteriza a esta época en el entorno es el uso de ornamentos luminosos. Es una época en la que las casas, los centros comerciales, las calles y casi toda la ciudad está vestida de luces de muchos colores. De alguna manera, la navidad está ligada a la luz. La luz está ligada a la alegría, a la claridad, al gozo, a la esperanza, a la paz, a la armonía, al orden, al amor y a tantas cosas hermosas. Que contraste hace esta época de luz con la oscuridad. A veces, por estar tan acostumbrados a la luz, nos olvidamos de cuan real y cuan densa puede ser la oscuridad.
Recuerdo una ocasión en los años de la adolescencia en la época de verano cuando llegaban grupos de estadounidenses en misiones de corto plazo, como parte de su esparcimiento los llevamos a las grutas de Lol Tun. Éramos un grupo, si mal no recuerdo, como de 30 personas que entramos con un guía al recorrido. Estando casi a la mitad del recorrido, de pronto, la iluminación artificial de la cueva se apagó. ¡Quedamos sumidos en la más densa oscuridad que jamás había experimentado! No podíamos ver ni nuestras propias manos puestas enfrente del rostro. En medio de la confusión y el pánico que comenzó a cundir, escuchamos la voz del guía que nos daba instrucciones al mismo tiempo que encendía la pequeña lámpara de su casco y así continuamos la caminata hacia la salida. Recuerdo que conforme nos íbamos acercando a la salida, la oscuridad comenzó lentamente a disiparse. Primero era como una penumbra y poco a poco fue aclarando hasta que al llegar a la salida de la cueva, el sol con todo su esplendor del medio día iluminó todo ahuyentando por completo la oscuridad. ¡Ese día me quedó muy clara la diferencia que puede hacer la luz en la oscuridad!
Pero la oscuridad que experimentamos con los ojos en realidad no es la única que existe y ni siquiera es la más grave. Hay otra oscuridad que es más invasora, más terca, más penetrante, más densa. Esa es la oscuridad que experimentamos con el alma.
Quizá este día tu estés experimentado este tipo de oscuridad en tu vida.
1. Quizá sea por una situación difícil en el matrimonio o en alguna relación con algún familiar.
2. Tal vez experimentas confusión y temor por algo que está pasando en tu centro laboral.
3. Probablemente tienes dudas y preguntas importantes respecto a tu futuro personal y familiar.
4. Quizá vives angustiado por un problema de salud personal o de alguien que amas.
5. Tal vez temes por tu seguridad. Hay una amenaza latente en tu vida.
6. O quizá sientes que tu vida no tiene rumbo o propósito, sino sientes un vacío profundo en ti,
En fin, sea cual sea la situación específica, a veces experimentamos en el alma cierto tipo de oscuridad que se traduce en confusión, angustia, temor, inseguridad, duda, desesperanza, soledad, y la lista puede seguir y seguir para describir esta experiencia del alma. Todos en algún momento hemos pasado por ese camino oscuro. Pero sabes, no estamos solos en esto. En la Biblia también el pueblo de Dios en el Antiguo Testamento pasó por momentos de oscuridad en el alma.
En años 586aC, los Babilonios aplastaron la ciudad de Jerusalén. Derrumbaron el templo de Salomón y llevaron muchos cautivos a Babilonia. Entre ruinas y desolación quedó Jerusalén. En este contexto, hubo un testimonio profético para los que andaban en la oscuridad. Era la voz escrita del profeta Isaías que muchos años antes de estos eventos dijo en el capítulo 9 de su libro versículo 2:
Isaías 9:2-5
“El pueblo que andaba en la oscuridad ha visto una gran luz; sobre los que vivían en densas tinieblas la luz ha resplandecido. Tú has hecho que la nación crezca; has aumentado su alegría. Y se alegran ellos en tu presencia como cuando recogen la cosecha, como cuando reparten el botín. Ciertamente tú has quebrado, como en la derrota de Madián, el yugo que los oprimía, la barra que pesaba sobre sus hombros, el bastón de mando que los subyugaba. Todas las botas guerreras que resonaron en la batalla, y toda la ropa teñida en sangre serán arrojadas al fuego, serán consumidas por las llamas”.
Estas palabras llenas de luz que disipa la oscuridad eran pertinentes para un pueblo que estaba destruido, desesperanzado, sin mucho optimismo para el futuro. Y aquí le dicen que vendrá una gran luz que disipará las tinieblas. Que se alegrarán como cuando los labradores recogen la cosecha, como cuando los conquistadores se reparten el botín de su victoria. La opresión, la guerra, el sufrimiento, la angustia se acabaría…es más la ropa de guerra, las botas, la ropa teñida en sangre acabaría en el fuego para consumirse. ¡Estas son buenas noticias para las almas en oscuridad!
¿Cómo sería esto posible? ¿Cómo vendría esta luz a la oscuridad en que vivían? La respuesta del profeta y la respuesta también para nosotros la encontramos en los versículos 6-7
“Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros, y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Se extenderán su soberanía y su paz, y no tendrán fin. Gobernará sobre el trono de David y sobre su reino, para establecerlo y sostenerlo con justicia y rectitud desde ahora y para siempre. Esto lo llevará a cabo el celo del SEÑOR Todopoderoso”
La respuesta es la llegada de un niño. Generalmente la llegada de un niño es motivo de gran celebración. Pero este niño es especial en gran manera. Es quien trae luz a la gente que anda en oscuridad.
Nos describen a este niño como alguien que tiene autoridad “La soberanía reposará sobre sus hombros”.Es un consejero admirable (Un gran estratega), Es Dios fuerte (Viene con el brazo poderoso de Dios de su lado), Es Padre Eterno (El que provee y sustenta para siempre; Es príncipe de paz (su reino trae paz a la gente y a la comunidad). Es descendiente del Rey David y su imperio no tendrá fin.
¿Quién es este niño del que habla el profeta y lo describe como la solución y esperanza a la oscuridad que vivía el Pueblo? Ese es Jesús, el hijo de David, el niño de Belén, que fue el hombre de la cruz y es el Rey que viene. El es nuestra Luz y por eso decimos que Jesús disipa la oscuridad de nuestras vidas.
Estas son buenas noticias para los que hoy estamos angustiados, preocupados, temerosos, inseguros, en duda, en incertidumbre, confundidos, y demás experiencias que podemos tener cuando hay episodios oscuros en la vida y en el alma. Este niño del que habla el profeta fue una realidad presente hace 2000 años y es una realidad hoy mismo. Su nacimiento, vida, muerte y resurrección han traído la luz resplandeciente que necesita nuestra alma. Jesús disipa la oscuridad de nuestras vidas.
Si hoy reconoces tu necesidad de luz en ese problema, en esa decisión, en esa relación, en esa situación, en ese conflicto….las buenas noticias es que Dios ha provisto para esa necesidad su don más grande: su hijo Jesucristo. Para disipar tu oscuridad acércate a la luz. Acércate al maestro.
Pon tu confianza en su Sabiduría. Atiende ese problema, resuelve ese conflicto, analiza esa situación desde la luz que da la verdad de su palabra; no sigas tus opiniones o pensamientos. Sigue lo que te indica que hagas…confía en sus enseñanzas. El es el Consejero Admirable, el es el Príncipe de Paz.
Pon tu confianza en su Poder. El es Dios Fuerte; Él es Padre Eterno. El viene con el brazo de Dios poderoso para resolver eso que te parece imposible, para convertir esa situación tan fea en algo por lo cual estar agradecido. El es que proveerá para tu alma aun en los momentos más oscuros.
No importa si ya estás en una relación creciente con él o apenas estás escuchando por primera vez acerca de él. Pon tu confianza en Jesús, Jesús disipa la oscuridad de nuestras vidas.
La oscuridad no se va en un abrir y cerrar de ojos. Sino como cuando la aurora comienza despuntar en el oriente y poco a poco la luz comienza a invadir y ahuyentar las tinieblas, así es Jesús en nuestras vidas. Al acercarnos a Él, a depender de él, al vivir con él, su luz comenzará a alumbrar todos esos rincones oscuros del alma y verás cuán hermoso y cuan diferente es seguir las pisadas del maestro. Jesús es nuestra luz y él disipa la oscuridad de nuestras vidas.