¿Existe la Felicidad?
Muchos la buscan pocos la encuentran
Todos anhelamos la felicidad, pero sólo pocos la poseen. La búsqueda de ella es universal y eterna.
Para la mayoría de las personas la felicidad es escurridiza. Y para empeorar aún más esta creencia, muchos cristianos piensan que lo sagrado y la felicidad no van de la mano. Eso se debe a que en la iglesia ha habido un énfasis que coloca a Jesús como un hombre de penas, y desdicha.
Isaías 53:5 dice:
“Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (RV1960)
Sin embargo, aquí no termina la historia. La misma Biblia que dice que Jesús sufrió; también afirma que El fue ungido con óleo de júbilo por encima de todos y que el gozo del Señor es nuestra fortaleza.
“Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros”. Hebreos 1:9 (RV1960)
“Luego les dijo: Id, comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad porciones a los que no tienen nada preparado; porque día santo es a nuestro Señor; no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza” nehemías 8:10 (RV1960)
Sin regocijo- no hay fuerza. Esta es una de las razones por las cuales tenemos tantos cristianos débiles.
Entonces, ¿Es cierto qué la felicidad se obtiene? Y de ser así, ¿Cómo la obtenemos?
Primero, déjenme decirles hay muchas escrituras que nos ordenan estar regocijados y felices (Salmos, 32:11, 40:16, 68:3, 70:4, para mencionar algunas). Algunos específicamente nos ordenan a regocijarnos en medio de los problemas. (Salmos. 34:1, Mateo 5:12 y Juan 16:33). El pueblo de Israel fue castigado porque ellos no sirvieron al Señor con alegría y júbilo de corazón, por la abundancia de todas las cosas que el Señor había hecho.
“Por cuanto no serviste a Jehová tu Dios con alegría y con gozo de corazón, por la abundancia de todas las cosas, servirás, por tanto, a tus enemigos que enviare Jehová contra ti, con hambre y con sed y con desnudez, y con falta de todas las cosas; y él pondrá yugo de hierro sobre tu cuello, hasta destruirte.” Deuteronomio 28:47-48 (RV1960)
Por lo tanto, si el gozo fue un mandato y el pueblo fue castigado por no regocijarse, entonces la felicidad es algo que nosotros podemos controlar. De otra forma, el Señor podría ser injusto en ordenarnos a hacer esto.
La gente de hoy piensa que la felicidad es un resultado, en lugar de una escogencia. Ellos creen que si ellos no tuviesen ningún problema, y que si tuviesen buenas cosas en abundancia, la felicidad sería un resultado inevitable. Eso no es cierto.
La felicidad no es un estado de ser; es un estado mental. Una persona puede ser feliz aún cuando todos y cada una de las cosas a su alrededor estén en estado de agitación. Ellos pueden estar contentos sin importarles las condiciones financieras o físicas en que se encuentren. La verdadera felicidad y alegría no depende de las circunstancias
Tomemos a Pablo como un ejemplo. El apóstol Pablo escribió el libro a los Filipenses mientras él estaba como prisionero en Roma. El estuvo en Israel como prisionero por 2 años, un año de tránsito por Roma y otro tiempo oculto allí. El estuvo enfrentando posible ejecución.
No obstante, la carta a los Filipenses es la carta más feliz que él escribió. El mencionó en esta corta carta 17 veces “regocíjense”. ¿Cómo sucedió esto? ¿Cuál fue el secreto de Pablo? El libro a los Filipenses nos enseña la clave que utilizó Pablo para obtener tal éxito
En Filipenses 4:11 Pablo dice:
…“he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.” (RV1960)
Noten que la felicidad es algo que el apóstol Pablo aprendió. Eso no vino naturalmente o sin esfuerzo. Ninguno de nosotros nació del vientre leyendo y escribiendo; tuvimos que aprender a través de años de esfuerzo. De igual manera, la alegría, es el mayor componente de la felicidad, esta hay que aprenderla. Esto no nos llega como algo repentino, y no nos llega como una gripe.
¿Cómo obtenemos la felicidad? Primero, necesitamos tratar con lo que hay dentro de nosotros. La mayoría de las personas quieren tratar con lo externo. Ellos oran por sus problemas para que sean solucionados, y desean encontrar en su camino cosas buenas y gente buena. Déjenme decirles algo: ¡esto no va a suceder!
Mientras estemos en este mundo, siempre tendremos problemas (Juan 16:33). Y si vivimos para Dios, tendremos persecuciones (2 Ti. 3:12). Si nunca te cruzas con el diablo es porque vas en su misma dirección. Cuando te volteas y empiezas a nadar hacia arriba, siempre vas a encontrar resistencia. La gente y la circunstancia pueden estar en tú contra.
No siempre puedes controlar lo que sucede afuera, pero sí puedes totalmente controlar lo que está dentro de ti cuando te confrontas con esa resistencia. Cuando tú entiendas esto, descubrirás una de las llaves más grandes de la felicidad. Adicionalmente, estarás cerca de eliminar las angustias de tu vida.
La raíz de toda angustia es el egoísmo. ¿Por qué? Porque esperamos sentirnos felices cuando nuestras circunstancias cambien o peor aun, cuando alguna persona cambie.
Es doloroso ver como la mayoría de los matrimonios se destruyen por una razón “egoísmo”. Queremos que nuestros esposos (a) cambien, sólo así mi matrimonio puede funcionar. Si usted es una de las personas que cree esto, déjeme decirle una cosa, usted no puede cambiar a nadie, más que a usted misma, y no importa cuan perfecta usted crea ser, le aseguro que aun queda mucho por cambiar y mejorar en usted. El problema es que como humano tendemos a compararnos con otros, pero debemos compararnos con Cristo, y le aseguro que nos quedamos bien bajitos a Su lado.
Yo se que para muchos esto es difícil de digerir. Por eso vivimos en una sociedad que ha aprendido a culpar las circunstancias y otras personas, en lugar de asumir su responsabilidad.
Por ejemplo, Proverbios 13:10 lo señala muy claro que la manera de muchos tratar a otros no es la raíz de los conflictos; es nuestro orgullo:
“El orgullo sólo genera contiendas, pero la sabiduría está con quienes oyen consejos”.
Si no estuviésemos tan enamorados de nosotros mismos, sino fuésemos tan orgullosos y YO-céntricos, nosotros no seríamos tan sensibles a todas las cosas que nos rozan de manera equivocada. Realmente es el amor que sentimos por nosotros mismos lo que hace que en medio de una discusión con nuestros esposos (a) no nos quedamos cayados, es el no dejarnos “pisotear” y no practicar la humildad, lo que nos hace esposas rebeldes.
Una de las cosas que trae más liberación a nuestra vida es amar a alguien más que a ti mismo y, cuando este amor es hacia Dios, tú te regocijaras cuando El es glorificado, aún cuando esto sea a través de tu sufrimiento.
Esto fue lo que hizo Pablo. En Filipenses, capítulo 1, el apóstol Pablo trataba de consolar a los Filipenses. Ellos eran muy importantes para Pablo, y él era alguien especial para ellos. En Filipenses 4:15-16, Pablo dijo que los Filipenses que ellos fueron la única iglesia que no lo dejó cuando él partió. Ellos no sólo hicieron esto una vez, sino dos veces y lo hubieran hecho aún más veces si hubiesen sabido donde estaba Pablo.
El quiso asegurarles que todo en lo que a él se refería andaba bien. ¿Cómo hizo él esto? El les dijo que todo su sufrimiento había favorecido del Reino de Díos.
En Filipenses 1:12-18 Pablo dice,
“Pero quiero que sepáis que las cosas que me han sucedido, han sido más bien para favorecer al evangelio; así que mis cadenas en Cristo se han manifestado en todo el palacio, y en todos los demás lugares; y muchos de los hermanos en el Señor, fortaleciéndose en mis cadenas, con mayor animo se atreven a predicar la palabra de Dios. Algunos realmente predican a Cristo por espirito de envidia, y como por conflicto, mientras otros lo hacen con buena intención. El que predique a Cristo con intención torcida, no sinceramente, imaginándose aumentar peso a mis cadenas. Pero el que ama, sabe que estoy para defender el evangelio. ¿Entonces qué? no obstante, sea aparente o verdadero, Cristo es predicado; y esto me regocija y así siempre será.”
¡Eso dice mucho! Pablo amó a Dios y a Su Reino más que asimismo. Si el encarcelamiento exalta el reino de Dios, entonces valía la pena. ¡Que gran actitud!, y les aseguro que haríamos bien adoptándola.
Cuando Dios y las demás personas son más importantes para ti que tu mismo, entonces estás en camino a ser feliz. Pero si sólo te cubres tú, el paquete es muy pequeño. Y dentro de este se queda el principal obstáculo que inmoviliza la satisfacción y la felicidad.
La mayoría de las personas son adictas a sí misma como los adictos a las drogas. Ellos nunca están satisfechos. Y este egoísmo de insatisfacción es la puerta más grande de Satanás para la tentación.; él usó el interés propio para tentar a Adán y a Eva, aún cuando ellos vivían en un mundo perfecto y sin ningún problema.
“Más del fruto de aquel árbol que está en medio del paraíso Díos dijo, que no comiésemos ni le tocásemos siquiera, para que no muramos. Y la serpiente dijo a la mujer, ciertamente no moriréis, pero Dios le hizo saber que en cualquier tiempo que comieran de ese árbol se les abrirían sus ojos, y serían como dioses, conociendo el bien y el mal”. (Génesis. 3:3-5)
Ni siquiera los discípulos de Jesús estaban satisfechos con él. A pesar de todo lo que ellos vieron que el hizo, ellos querían más pruebas de quien era Él.
“Felipe le dijo, Señor, muéstranos al Padre, y eso será suficiente para nosotros” (Juan 14:8)
Nunca realmente podemos satisfacernos. Nosotros sólo tenemos que negarnos. Tenemos que morir y colocar a Dios y a otros por encima de nosotros mismos. Es más fácil decirlo que hacerlo, pero tan pronto dejamos de ser egoístas, la felicidad la conseguimos al cruzar la esquina.
Luego, necesitamos confrontar lo que tenemos por dentro, nuestras circunstancias. Pablo nos enseña como hacerlo en la segunda de Corintios 4:17-18, esto dice,
“Por nuestras ligeras aflicciones, las cuales son momentáneas, nos producen el eterno peso de una sublime e incomparable gloria; y así, no ponemos la mira en las cosas visibles, sino en las invisibles. Porque las cosas que se ven son temporales, más las que no se ven son eternas”
Como puede notar, no son sus problemas el verdadero problema; es la manera en la que usted los ve a ellos y la importancia que usted le coloca a cada uno de ellos lo que los hace un “problema”.
Yo entiendo que hay cosas en la vida que requieren más importancia que otras, entiendo que a veces nos enfrentamos con situaciones que creemos que jamás nos hemos enfrentado, pero la realidad es que Cristo, fue tentado en todo y no se encontró pecado alguno en él.
Puede que un problema nos requiera más sabiduría de Dios, y la palabra de Dios dice en Santiago 1:5 que Dios da sabiduría a todo aquel que se la pida. Pero ningún problema se escapa del poder de Dios
Sin embargo, lo que yo he notado una y otra vez es que hay personas que necesitan exaltar sus problemas para justificar sus actitudes. ¿Alguna vez le a tocado usted conversar con una persona que todo es un problema? ¿Es usted una de esa persona? Entonces déjeme decirle algo que quizás quienes le rodean no se atreven a decirle, ¡cambie!
Hay personas que le dan la misma importancia, desvelo, angustia y mente a una enfermedad como a ropa que deben llevar a la tintorería. Sus vidas son un problema, porque para ellos todo es un problema. En realidad el problema es su perspectiva, su enfoque sucio y desgastado.
Y le voy a decir algo que quizás sea, después de los versos bíblicos, lo más cierto que les he escrito. El primer paso para alcanzar la felicidad en aceptar que la felicidad existe. Las personas “problemáticas”, pasan su vida justificando sus acciones y actitudes ante la vida con sus problemas; y no hay una cosa que les moleste y disguste más que el hecho de escuchar a alguien decirles que la felicidad existe y que no depende de sus circunstancias.
Si usted es una persona problemática, entonces usted debe reconocer que le molesta que en medio de sus problemas, alguien le quiera levantar el ánimo, o dar una idea o hacerle ver que no es tan grave; ¿Por qué le molesta? Sencillamente porque toda la responsabilidad recae sobre usted, en cómo usted piense, cómo usted renueva sus pensamientos, cómo usted se mantenga en mansedumbre, cómo usted renuncia y muere asimismo y se entrega a otros. Pocas, son muy pocas las personas que asocian la felicidad con la entrega, ellas lo asocian con el recibir.
Hemos sido entrenados por una sociedad que todo gira entorno a “MI”, a mi placer, mi comodidad, mi ventaja, mi carrera, mi espacio, mi tiempo, mi vida. Y lamentablemente eso no es felicidad, es un simple placer momentáneo
Cuando Pablo dijo que todas sus aflicciones eran momentáneas. Estaba diciendo que ellas eran efímeros comparados a la eternidad. Ante los problemas, la perspectiva de Pablo era la eternidad.
A pesar de las cosas difíciles de está vida, nosotros tenemos una eternidad tan maravillosa que ha sido prometida a cada uno de nosotros, y ante esto, todos nuestros problemas empalidecen en comparación.
Cada vez que usted como cristiano declara que usted es infeliz por el esposo(a) que tiene, por el jefe que le tocó, el trabajo que tiene, no está declarando otra cosa que Jesús no es el centro de su vida y que no le satisface. Por que cuando una persona está centrada en Cristo, cuando una persona descubre el amor que Dios tiene por usted, usted se siente completo y en la plenitud hay felicidad.
Le invito a llenar su corazón de esa plenitud, le invito a repetir esta pequeña oración desde su corazón:
“Señor, te doy gracias por tu hijo Jesús; Te doy gracias por que en El, yo estoy completa y por lo tanto feliz. Te pido perdón por mis pecados, y recibo tu perdón a través de Cristo, quiero que Jesús quien murió por mis pecados y resucitó en victoria, vivan en mi y me ayude a vivir en gozo y alegría a través de El. Declaro que a partir de hoy ni mis circunstancias, ni mis problemas y ninguna persona podrán separarme del gozo de saber que soy salva(o), perdonada(o) y que me aguardan cosas hermosas y una vida eterna.
En Cristo Jesús;
Amén
Bendiciones,
Jenily Silva
jenily@mujerejemplar.org