Confía en el dueño
Intro: Todo este mes hemos estado considerando algunos ángulos de esta verdad fundamental: “Dios es el dueño”. Hemos dicho que todo lo que tenemos en términos de recursos (económicos, relaciones, dones, tiempo, etc) es de Dios. Nosotros mismos somos de Dios y para Dios. Al mismo tiempo, hemos recalcado el hecho de que nosotros aunque no somos los dueños, a veces lo parecemos porque somos los administradores de los bienes del dueño. Nuestro propósito como administradores es beneficiar al dueño de todas las cosas. También recalcábamos que debemos imitar al dueño siendo generosos y humildes en nuestra administración para él. Hoy terminamos esta serie considerando un ingrediente más de nuestra administración de los bienes de Dios. Tiene que ver con nuestra actitud hacia el dueño y hacia los bienes que ha depositado en nuestras manos para administrar.
Yo
En cuanto a esto de la administración de los bienes de Dios, la verdad es que a veces me causa un poco de preocupación. Por ejemplo, cuando hay un poco más de recursos la preocupación que viene es cómo cuidarlos o aprovecharlos. Cuando hay poco o casi nada, la preocupación viene de cómo le vamos a hacer para salir adelante. Entonces, si hay mucho o hay poco, de todas maneras tiendo a preocuparme.
Nosotros
Pero creo que no estoy solo en esto. Lo que puedo observar es que muchas personas a mi alrededor, también tienen esta misma dificultad. Cuando hay prosperidad o tiempos de abundancia nos preocupa que alguien nos vaya a robar o que se nos vaya a gastar; estamos tan ocupados que nos olvidamos del dueño. Por otro lado, también observo a personas que cuando hay tiempos de escasez entran en desesperación y a veces, hasta comienzan a pensar mal de Dios y de sus responsabilidades hacia el porque están muy preocupados por el día de mañana. Estamos tan ocupados en pensar en nuestras carencias que nos olvidamos del dueño.
Nuestro problema es que tanto en lo mucho como en lo poco, nos gana la preocupación porque perdemos de vista al dueño, nos olvidamos de Dios.
Dios
Jesús conoce la naturaleza humana y cómo estamos siempre tendientes a preocuparnos y a perder de vista la verdad tanto en tiempos de abundancia como en tiempos de carencia.
Gran parte del capítulo 12 de Lucas está dedicado a tratar del tema que nos ocupa. A partir del versículo 13 leemos, “Uno de entre la multitud le pidió: - Maestro, dile a mi hermano que comparta la herencia conmigo. – Hombre – replicó Jesús - ¿Quién me nombró a mí juez o árbitro entre ustedes? ¡Tengan cuidado! – advirtió a la gente - Absténganse de toda avaricia; la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes”
Ya desde los tiempos de Jesús los hermanos se peleaban por las herencias. Jesús detecta el problema y advierte del peligro de la avaricia…dice: ¡Tengan cuidado! Esto nos lo dice porque sabe con cuánta facilidad podemos caer presa de este pecado. El sabe cómo cuando hay mucho podemos perder de vista al dueño y también cuando hay poco. ¡Tengan cuidado! Y luego, nos da la clave… “La vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes”. Este pensamiento es clave… La avaricia nos dice…tu vida depende de lo que tengas o puedas tener. Jesús dice… aunque todos a tu alrededor así piensen…tú recuerda…tu vida depende de alguien más. Tu vida no consiste ni depende de lo tengas o no tengas, de lo que compres o vendas, de lo que ganes o pierdas…tú vida depende de algo mucho más importante.
Luego en los siguientes versículos atiende dos de las preocupaciones que nos asaltan…las preocupaciones cuando hay mucho y las preocupaciones cuando hay poco.
I. Preocupación en lo mucho (vv. 16-21)
Primero, Jesús nos enseña acerca de nuestras preocupaciones cuando hay mucho. De los versículos 16-21 nos relata una parábola. En ella nos cuenta de un hombre rico que tuvo una magnífica cosecha. Fue tanta que ya sus bodegas no eran suficientes y allí comenzó su preocupación: “¿Qué haré con tanta cosecha? No quiero perder nada” – así nos ponemos nosotros también cuando tenemos mucho – cómo le hago para que no se gaste o no me lo roben, etc.
La conclusión a la que llegó era que necesitaba tirar sus graneros actuales y construir otros más grande, para luego teniendo toda esa riqueza resguardada pueda decir: “ahora sí alma mía, ya tienes bastantes cosas buenas guardadas para muchos años. Descansa, come, bebe y goza de la vida”.
Entonces Jesús dijo en los versículos 20-21 Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te van a reclamar la vida ¿Y quién se quedará con lo que has acumulado?” Así le sucede al que acumula riquezas para sí mismo, en vez de ser rico delante de Dios.
Primero hay que aclarar que esta parábola no está hablando en contra de la planificación y previsión. Debemos ser buenos administradores y prever y planificar como cuidar lo que Dios nos ha encomendado. El problema básico de este hombre no fue que hizo graneros más grandes para almacenar su grano, sino el problema estaba en su corazón: El perdió de vista al verdadero dueño. Se mantuvo diciendo MIS bienes, MIS GRANOS, MIS GRANEROS, MI ALMA. Cuando su verdadera riqueza debió haber estado en Dios y él ser un buen mayordomo del dueño. El problema está en el corazón: así podemos pensar muchos de nosotros “Yo tengo el control” / Dios es irrelevante. Sacamos a Dios fuera del cuadro…y es cuando comienzan los problemas. Por eso Jesús dice: “así le sucede al que acumula riquezas para sí mismo, en vez de ser rico delante de Dios”.
Cuando haya abundancia, no olvidemos al dueño. Porque En lo mucho, la meta es administrar confiando en el dueño.
Somos llamados a ser administradores sabios, previsores, sagaces, generosos, humildes, pero siempre confiando en el dueño. Siempre tomándolo en cuenta en nuestras decisiones y acciones.
II. Preocupación en lo poco: (vv. 22-31)
Pero nuestro problema no sólo es cuando hay mucho sino también cuando hay poco. Cuando ya se acabó la quincena y hay que dar de comer a los niños mañana, cuando no encontramos trabajo, cuando hay que comprar el libro de inglés o el uniforme y no hay ni para comer hoy. La preocupación viene como rayo en estos momentos.
Por eso Jesús dedica desde el versículo 22 al 31 de Lucas 12 para atender esta preocupación.
Jesús dice en los versículos 22-23, “Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán; ni por su cuerpo, con qué se vestirán. La vida tiene más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa.
¡Qué comer y qué vestir! Son dos preocupaciones básicas que a veces nos quitan el sueño y la tranquilidad cuando hay pocos recursos.
Jesús en los siguientes versículos hace dos comparaciones: Los cuervos y los lirios.
Dice v.24: “Fíjense en los cuervos: no siembran ni cosechan, ni tienen almacén ni granero; sin embargo, Dios los alimenta. ¡Cuánto más valen ustedes que las aves!”
Los cuervos son un ejemplo de la provisión del Padre. Si el Padre alimenta a las aves, cuánto más a ustedes…. ¡Ustedes que valen más que las aves para Dios!
Luego dice en el versículo 27-28: “Fíjense cómo crecen los lirios. No trabajan ni hilan; sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¡Cuánto más hará por ustedes, gente de poca fe!
Los lirios son un ejemplo de la provisión del padre. Si el Padre viste a las flores del campo que son efímeras, cuánto más a nosotros.
Jesús está diciendo, las aves y las flores no son más importantes para Dios que ustedes. Confíen en el Padre.
No está hablando en contra de trabajar y buscar el sustento. Por supuesto que no. La Biblia nos insta a trabajar con diligencia para sustentarnos. Lo que Jesús está atacando aquí es un problema del corazón: “Yo tengo que tener el control”/ Dios es irrelevante. Jesús está hablando a nuestra ansiedad y preocupación por estas cosas que Dios sabe necesitamos. Que no tenemos que tener el control porque Dios lo tiene.
Por eso dice en el versículo 29-31 “Así que no se afanen por lo que han de comer o beber; dejen de atormentarse. El mundo pagano anda tras todas estas cosas, pero el Padre sabe que ustedes las necesitan. Ustedes, por el contrario, busquen el reino de Dios, y estas cosas les serán añadidas”.
No te afanes, no te atormentes por estas cosas que Dios, tu Padre, sabe que necesitas. No debes ser como los que no le conocen que por estas cosas están sumidos en desesperanza y preocupación ansiosa. En caso de tener poco, tu búsqueda, tu propósito, tu afán debe ser el reino de Dios y estas cosas pequeñas serán añadidas. Confía en el padre que te ama y sabe que necesitas estas cosas para vivir.
Ilustra: El bebé y su confianza en sus padres.
Por eso decimos, En lo poco, la meta es administrar confiando en el dueño.
Administra lo poco que tienes confiando en que no te faltará nada. Administra no con egoísmo, sino con confianza de que Dios nunca abandona a sus hijos. Tener poco, es una oportunidad de ejercer nuestra administración confiando en el dueño y nuestro padre.
No se cuál sea tu situación este día, quizá estás rodeado de abundancia o quizá estás en carencias, ¿Cómo estás cumpliendo tu papel de administrador de los bienes de Dios en estas circunstancias? ¿Qué decisiones estás tomando? ¿Está el dueño presente en ellas? ¿Qué es lo que te caracteriza la preocupación o la confianza? ¿Los bienes te están quitando el sueño porque tienes mucho o porque no los tienes? ¿Dónde has puesto al dueño en toda esta situación?
Hoy es tiempo de reconsiderar nuestros caminos y con la gracia de Dios abrazar las verdades del evangelio que nos hacen libres para disfrutar de Dios como nuestro sumo bien y gozo.
Conclusión
A veces tendremos abundancia y a veces tendremos carencia, esto quizá pueda traer ansiedad o preocupación a nuestra vida. Pero, cualquiera que sea la situación siempre seremos administradores de lo que Dios nos de, y siempre tendremos a nuestro Padre en quien podemos confiar por eso En lo mucho o en lo poco, la meta es administrar confiando en el dueño.