COMUNION CON DIOS
1 Juan 1:5-2:2
Uno de los propósitos de 1 Juan es que tengamos comunión con Dios y con otros creyentes. La palabra comunión viene de la palabra griega koinonia que significa tener en común. En los versos 6, 8, y 10, Juan nos muestra algunas declaraciones de los maestros falsos. Cada declaración empieza con la frase, si decimos.
Si decimos que tenemos comunión con el, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad (v. 6). Lamentablemente, hay personas en cada iglesia quienes confesaban a Jesucristo, pero anduvieron en la oscuridad. Ellos mintieron a otros.
Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros (v. 8). Estas personas se mintieron a si mismo.
Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros (v. 10). Rehusar admitir que somos pecadores, es decir que Dios es mentiroso. Para corregir estas enseñanzas erróneas, Juan presentaba la verdad de la escritura sobre las condiciones de la comunión con Dios.
I. CAMINAR EN LA LUZ (1:5-7): Juan declaró, Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. La luz es una metáfora por la verdad y la santidad. Las tinieblas hablan del error y de la maldad. Se usa la luz en el contexto de este versículo por la verdad. La Biblia revela a Dios como el Dios de Verdad. Jesús dijo, Yo soy el camino, y la verdad, y la vida (Juan 14:6). Debemos andar en luz como El esta en luz. Debemos seguir el ejemplo de nuestro Señor. Algunas personas pretenden ser cristianos en comunión con Dios, pero continúan en las tinieblas. Pero, si uno persiste estar en tinieblas, la Biblia sugiere que tal persona no esta salvo. Según el versículo 7, los que andan en la luz son limpiados continuamente de pecado por medio de la sangre de Cristo. Pero sin andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. No somos salvos porque andamos en la luz, sino andamos en la luz porque somos salvos. La razón es que los verdaderos hijos de Dios ahora tienen la naturaleza de Dios.
II. CONFESAR EL PECADO (1:8-9). Muchas personas tratan de cubrir su pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros (8). Según este versículo, los que rehúsan admitir su pecado son decepcionados. De acuerdo con la Biblia, todos somos pecadores (Romanos 3:23). No hay ninguna excepción. No trate de cubrir su pecado. Debemos confesar el pecado. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad (v. 9). Esta promesa es para todos. Pero, si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros (v. 10). Según el versículo 10, el hecho de negar su naturaleza pecaminosa equivale a blasfemar a Dios y llamarle a El mentiroso. Un paso importante en la experiencia de la salvación es la de reconocer de que uno es culpable de pecado ante Dios.
III. CONFIAR EN JESUCRISTO (2:1-2). Un propósito de la primera carta de Juan es prevenir el pecado. Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis. Pero Juan reconoce la posibilidad de pecar contra Dios y por eso Juan proclama la provisión de Cristo por nuestros pecados en los versículos uno y dos.
(1) Jesucristo es nuestro intercesor. Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el padre, a Jesucristo el justo. Como nuestro abogado con el Padre, Jesucristo intercede por nosotros. La palabra griega que se traduce abogado es parakleton que significa, el que es llamado a ponerse al lado o sea uno quien nos ayuda. Se usa la misma palabra como una referencia al Espíritu Santo. Se traduce esa palabra a veces como consolador (Juan 16:7). Como nuestro abogado celestial, Jesús intercede por nosotros en el cielo. El Espíritu Santo intercede por nosotros como nuestro abogado o intercesor en la tierra.
(2) Jesucristo es la propiciación por nuestros pecados. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo (v. 2). La palabra propiciación puede ser traducida expiación, sacrificio por el perdón, o la satisfacción. El término sugiere que nuestro pecado contra Dios demanda que sea ofrecida de alguna forma en sacrificio para satisfacer la santidad de Dios.
En el Diccionario Bíblico Mundo España, leemos “En la teología cristiana, la expiación es la doctrina central de la fe y puede correctamente incluir todo lo que Jesús logró por nosotros en la cruz. Fue una expiación vicaria (sustituta). Dios en su gracia proveyó un sustituto que era infinitamente mejor que el pecador, absolutamente sin pecado, santo y mas querido por el Padre que toda su creación” (pp. 285-286). Jesucristo pagó el precio por nuestra salvación por medio de su propia sangre preciosa. Por medio de la cruz, Jesús les dio misericordia a todas las personas quienes creen en él. La provisión de Jesucristo en la cruz es una provisión universal. Pero, la aplicación esta limitada solo a quienes reconocen su necesidad y confían completamente en Jesucristo. El perdón de pecados esta ofrecida a todo el mundo, pero solo esta recibido por los que creen en Jesucristo. No hay otra manera de ser reconciliado con Dios.