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Summary: Si crees verdaderamente en Cristo, puedes estar seguro de que has sido reconciliado, amado y justificado.

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En una ocasión hubo un derrame de petróleo y entre la fauna afectada se encontraban las nutrias marinas. Estos animalitos necesitan su pelaje completamente limpio para poder desplazarse en el agua y encontrar su alimento y el aceite del petróleo les causaba grandes daños. Unas personas en la costa encontraron una nutria que estaba muy dañada y quisieron rescatarla.

La llevaron a un lugar para cuidar de ella y con paciencia empezaron a atenderla. Corrió la voz en el pequeño pueblo y hubo más interesados en este rescate. Así que comenzaron a hacer donaciones para que se continuara con sus cuidados. Con el paso de los días fue noticia en todo el pueblo y hasta se volvió algo parecido a la mascota de aquella localidad.

Después de varios días de cuidados, el animal se recuperó y todos estaban muy alegres. Se anunció el gran día en que la nutria sería devuelta a su hábitat.

Casi todo el pueblo se dio cita en la playa ese día, la banda de la preparatoria estaba tocando con un tono festivo, incluso hubo ciertos juegos pirotécnicos. Los niños no tuvieron clases para estar presentes en este día tan especial. Llegó el momento, el alcalde cortó el listón de la jaula, la cual se abrió y el animalito se encaminó al agua, la gente gritaba y aplaudía muy entusiasmada. La nutria entró al mar y se desplazó un poco y en eso saltó una orca y se la comió.

Aunque un poco extrema esta historia de la vida real, es un ejemplo claro de que nuestros planes, acciones, proyectos, sueños son frágiles, finitos e inseguros. No podemos garantizar qué pasará, no podemos asegurar si estaremos mañana, no hay seguridad de nada en nosotros mismos.

Por eso, al estar considerando este mes la epístola a los romanos en cuando la justicia de Dios en Cristo, nos podemos hacer la pregunta: ¿Qué tan segura es esta justicia o rectitud que hemos recibido en Cristo? ¿En verdad tenemos garantía de que es eficaz para todo aquel que cree? ¿Qué tan seguro es que el justo por la fe vivirá? (como repetían los reformadores como Lutero).

¿Qué seguridad puedo tener de que al final del camino no habrá una orca que cancele lo que Dios nos ha dado en Cristo?

Hoy estaremos, entonces, considerando la “seguridad de la Justicia” basándonos en el capítulo 5 de la epístola a los Romanos.

Hoy decimos, Si crees verdaderamente en Cristo, puedes estar seguro de que has sido reconciliado, amado y justificado.

El capítulo 5 comienza con estas palabras: “Justificados, pues, por la fe,”(5:1a). Esta pequeña frase, empleado por Pablo, engloba todo un argumento que se ha venido desarrollando desde el capítulo 1 hasta este punto. Por lo mismo, es importante, recordar brevemente, a qué se refiere esto de la justificación por la fe, o la justicia que viene por la fe en Jesucristo y otras variantes de la idea.

Primero, debemos recordar que en la epístola a los romanos, la palabra “Justicia” tiene más bien el sentido de “rectitud”. La persona “justa” es una persona “recta” en cuanto a los parámetros de Dios.

Esto asume que Dios tiene un estándar o medida de “justicia” o “rectitud” que la persona debe alcanzar o llenar para poder ser admitido como apto para ser recibido como “justo” o “recto” y así estar con Dios para siempre, habiendo sido librado de la condenación eterna y habiendo sido preparado para una vida y relación de amistad eterna con Dios.

Aclarando también, que todo aquel que no alcanza la medida, permanece en condenación, en enemistad con Dios, en alienación de la gloria de Dios y en muerte eterna.

Y una de las primeras cosas que el apóstol ha demostrado en su argumentación en romanos es que no importa si eres judío o no judío, si eres religioso o no, si eres conocedor bíblico o no, si te esfuerzas por cumplir mandamientos o no, no importa quienes seamos y qué hagamos, no podemos por nosotros mismos alcanzar la medida de “justicia” o “rectitud” que Dios requiere para admitirnos en su presencia como aptos para su reino.

Así lo dice Romanos 3:9-12: ¿A qué conclusión llegamos? ¿Acaso los judíos somos mejores? ¡De ninguna manera! Ya hemos demostrado que tanto los judíos como los que no son judíos están bajo el pecado. Así está escrito: «No hay un solo justo, ni siquiera uno; no hay nadie que entienda, nadie que busque a Dios. Todos se han descarriado; juntos se han corrompido. No hay nadie que haga lo bueno; ¡No hay uno solo!».

Llegamos al veredicto final: ¡Todos somos culpables! Nadie llena la medida. Nadie tiene la rectitud suficiente para ser aceptado delante de Dios como justo.

Entonces, dada esta realidad ¿Cómo podremos estar en una relación eterna con Dios si nadie llena la medida? ¿Cómo podemos ser aceptados por Dios como justos o rectos si no hay justo ni aún uno?

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