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¡no Se Preocupe!
Contributed by Andrew Schroer on Mar 19, 2001 (message contributor)
Summary: Dios nos puede ayudar con el estrés causado por el mundo en nuestro derredor.
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La semana pasada vimos que el 43% de todos los adultos aquí en los Estados Unidos sufren algún problema de salud causado por el estrés: migrañas, alta presión, fatiga, depresión, entre otros. Un millón de trabajadores aquí en los Estados Unidos faltan al trabajo cada día por quejas relacionadas con el estrés. ¡Un millón!!! La verdad es que el estrés es algo real que afecta a todos nosotros en algún momento de nuestra vida.
Entonces, ¿qué podemos hacer para quitar el estrés? La verdad es que depende de la causa de nuestro estrés. Y hablamos de una de esas causas el domingo pasado, ¿se acuerdan? La culpa: el estrés que proviene de dentro de nosotros. Pero Dios en su amor nos da un remedio para la culpa. Nos envió a su único hijo para morir en la cruz por nuestros pecados. Por causa del sacrificio que Cristo llevó a cabo en la cruz, Dios nos justifica, es decir, que nos declara inocentes de nuestros pecados y nos da el cielo gratuitamente como un regalo. Dios nos ha librado del estrés causado por la culpa.
Pero una gran parte del estrés que sentimos en nuestra vida no proviene de dentro de nosotros, sino de nuestro derredor. De hecho, hace unos años la Universidad de California hizo un estudio sobre las cosas que más causan estrés en la vida. En primer lugar es la muerte de su pareja, y luego el divorcio, la menopausia, separación de su pareja, el encarcelamiento, problemas económicos, cambios en el horario y las condiciones del trabajo, y cambio de residencia. Para ese tipo de estrés, los doctores ofrecen varios remedios, muchos de los cuales son buenos y ayudan hasta cierto punto: El hacer ejercicio. El mejorar su dieta. El comer menos cafeína y grasa. El tomar vacaciones en el ClubMed. El apartar tiempo cada día para escapar y olvidarse de sus problemas.
Y aunque una buena dieta y más ejercicio pueden ayudarte a relajar, no pueden quitar completamente el estrés. Una vacación o un buen escape pueden ayudarte a olvidar el estrés por un tiempo, pero siempre tienes que volver al mundo real. No te puedes quedar escondido en la playa para siempre. Eventualmente tienes que regresar al mundo real, a los niños llorando y a tu jefe que siempre te regaña.
Bueno, hoy vamos a hablar del estrés causado por cosas en nuestro derredor y vamos a ver que Dios nos ofrece un remedio duradero para el estrés que sentimos. Pero realmente, este estrés se divide en dos categorías: el estrés causado por cosas que podemos cambiar y el estrés causado por cosas que no se puede cambiar.
I. Las cosas que podemos cambiar
Dios nos dice en el primer salmo: Bendito el que no anduvo en consejo de malos, es decir, que si llevamos nuestra vida como Dios nos dirige en su Palabra, nos promete bendecir y tendremos una vida más feliz y pacífica.
Y, ¿cómo se aplica eso al estrés? Bueno, si un hombre está engañando a su esposa y siente estrés por encubrir su engaño, ¿qué puede hacer? Obviamente, dejar de engañar a su esposa, ¿verdad? Bueno, ¿qué tal un ejemplo no tan obvio? ¿Cómo solucionar el estrés que sentimos por las muchas deudas y horas largas que pasamos en la oficina intentando alcanzar el “sueño americano”? Pues, en su Palabra, Dios nos enseña prioridades. Al organizar nuestras prioridades, vemos lo que es realmente más importante en nuestra vida y sabemos organizar mejor nuestras finanzas, nuestros horarios y nuestra vida. Cuando estudiamos la Palabra de Dios, entendemos aún mejor su voluntad para nuestra vida, porque Dios sí, quiere bendecirnos y quiere que tengamos vidas felices y pacíficas.
II. Las cosas que no se pueden cambiar
Pero hay muchas cosas que nos causan estrés las cuales no se pueden cambiar. Por ejemplo, la muerte de un ser querido, tu hija que está enferma, tu jefe que te trata injustamente. Pero como quiera, Dios te puede dar una paz duradera aún en medio de los problemas.
Hace varios años, dos pintores famosos se apostaron sobre quién era el mejor pintor. Y entonces, decidieron tener una competencia: los dos tenían que pintar lo que es “la paz.” El primer artista pintó una escena de la naturaleza bien bonita de un lago en medio de unas montañas. No había brisa ni movimiento en su obra. Y para él, esa escena de la naturaleza representaba lo que es la paz.
El segundo artista pintó una escena muy distinta. Pintó una cascada violenta en un día nublado y oscuro como que iba a llover. Al lado de la cascada había un árbol y una de las ramas del árbol se extendió delante de la cascada. Y fíjense que en esa ramita débil delante de la cascada violenta en medio de la tormenta estaba sentado un pájaro, bien contento y tranquilo... en medio de la tormenta.