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Summary: Sólo por su misericordia estamos en relación con Dios.

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No olvidarás: La Misericordia de Dios.

Éxodo 4

En una ocasión unos hermanos muy conocidos se me acercaron para compartirme una situación y para que oráramos por ello, pero me sucedió algo muy inusual. Cuando me disponía a orar se me velaron por completo sus nombres. Yes eran personas que conocía de años. Mi mente quedó completamente en blanco.

Pero, aun así, había llegado el momento de orar y comencé a orar. Al estar orando evité a toda costa mencionar sus nombres porque, aunque venían algunas ideas de cómo se podían llamar, tenía un pavor de mencionar algún nombre erradamente, así que me limité a orar por “mis hermanos”, “mis queridos hermanos aquí presentes” etc.

Al poco rato de despedirme de ellos, sus nombres regresaron instantáneamente y esto quedó como anécdota. Gracias a Dios no me ha pasado otra vez.

Olvidar unos nombres en momentos claves puede ser bochornoso. Quizá hay otros olvidos que te pueden meter en problemas más serios, como cuando olvidas tu aniversario o de recoger a tu hijo en la escuela, o cuando olvidas apagar la estufa con la comida del día.

Por eso es necesario tener recordatorios que te ayuden a no olvidar lo que es importante. Precisamente, de eso se trata nuestra nueva serie de sermones: “No olvidarás” basada en el libro de Deuteronomio. Una buena idea sería leer todo el libro de Deuteronomio; también si haces tu a solas con Dios, estarás leyendo varias porciones del libro en preparación para los sermones.

Deuteronomio es el último libro del Pentateuco, escrito por Moisés y toma su nombre de la una palabra griega que quiere decir “Segunda ley” porque Moisés repite por segunda vez la ley de Dios en el libro.

Recordemos que el pueblo había sido liberado de la esclavitud de Egipto por medio de grandes portentos por parte de Dios a través de su siervo Moisés, sin embargo, el corazón duro del pueblo trajo como consecuencia de que casi toda esa primera generación que salió de Egipto muriera en el desierto mientras iban a la tierra prometida.

Solo Josué y Caleb quedaron de toda esa generación, ni el mismo Moisés iba a poder entrar a la tierra. Ahora estaba una segunda generación, es decir los descendientes de esa primera generación que vio las plagas de Egipto y el mar rojo abierto de par en par. Así que era necesario hacer ciertos recordatorios y advertencias a esta nueva generación para que no cometiera los mismos errores que sus antecesores y que había causado que se quedaran en el desierto.

Por eso escucharemos en Deuteronomio en varias ocasiones la frase: “Cuida de no olvidar…” “Recuerda que…” “No te olvides de…” en fin, el libro de Deuteronomio va a ser un recordatorio constante para que no olvidemos las cosas importantes. Esas cosas que son olvidos más graves que no recordar la fecha de tu aniversario o apagar la estufa con tu almuerzo. Cosas muy importantes que tienen que ver con nuestra relación con Dios.

Y la primera cosa que debemos estar atentos para no olvidar es precisamente la Misericordia de Dios. El pueblo y nosotros, somos exhortados este día a recordar siempre, a tener siempre presente, la misericordia con la que Dios ha actuado para con nosotros.

Somos llamados a no dar por sentado las bendiciones que recibimos, sino a siempre reconocer que somos lo que somos y tenemos lo que tenemos solo por la misericordia de Dios.

Por eso este día decimos, Sólo por Su misericordia gozamos una relación con Él. No es nada en nosotros, sino sólo su misericordia la que nos tiene en donde estamos, siendo lo que somos. Toda la gloria, alabanza, confianza y obediencia son para él.

Moisés en el capítulo 4 de Deuteronomio está dirigiendo una especie de sermón o discurso persuasivo a esta segunda generación del pueblo de Israel, haciendo un recuento de todo lo misericordioso que ha sido Dios para con su pueblo, aun cuando estos se han portado con queja, desconfianza e incredulidad muchas veces.

Y está advirtiendo firme, pero cariñosamente, a esta segunda generación de la importancia de tener siempre en cuenta su misericordia y todas las bendiciones que han gozado por ser el pueblo del Señor.

Todo esto con la finalidad de que el pueblo viva y se desarrolle como lo que debe ser un pueblo temeroso del Señor. Así lo declara en Deuteronomio 4:9-10

Pero ¡tengan cuidado! Presten atención y no olviden las cosas que han visto sus ojos ni las aparten de sus corazones mientras vivan. Cuéntenselas a sus hijos y a sus nietos. 10 El día que ustedes estuvieron ante el Señor su Dios en Horeb, él me dijo: «Convoca al pueblo para que se presente ante mí y oiga mis palabras, para que aprenda a temerme todo el tiempo que viva en la tierra y para que enseñe esto mismo a sus hijos».

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